viernes, 9 de agosto de 2013

Camino A La Fama Capitulo 20


¿Huir? Se pregunta por ínfimo instante ¿Por qué? Le responde aquella misma voz, por hoy solo por hoy, esos labios le pertenecen.
Un roce, dos…casi una coqueta insinuación.

No lo resiste, la excita, lo quiere todo o no quiere nada. Lo amarra por el cuello de la camisa, anclando esos juguetones labios a los propios, él se deja hacer. 

Se prueban, se degustan cual catadores en su primer sorbo de vino. Sé pelean uno con el otro, se abrazan y se sueltan. Él quiere marcar el ritmo, ella quiere que le obedezca.

Él la presiona posesivamente contra su cuerpo, ella lo acepta con un gemido de derrota. 

Y tras un periodo de paz, terminan descubriendo su lenguaje. Allí se encuentran ambos luchadores, rendidos a los embistes de la lengua del otro.

 Una danza, un ballet, un juego de amantes, un idioma que solo ellos logran hablar sin palabras” — Demi perdió el sentido común, por un largo momento no pudo articular una frase.

Joseph acababa de redactar al paso un beso que la descoloco por completo. Finalmente el escritor que ella tanto admiraba, mostraba su rostro.

 Estando tanto tiempo relegado a la oscuridad, Demi había temido que ni siquiera existiera, que tan solo fuese producto de su imaginación. 

Pero no, él era real. Joseph realmente sabía crear momentos y trasportar a cualquiera al lugar que él lo desease.

— ¿Y la otra?—inquirió con un hilo de voz. Joseph le enseñó su sonrisa más tentadora, parecía esconder un sinfín de significados.
—La otra es la metafórica, la otra no dice nada y a la vez lo dice todo.

—Enséñame— Joseph la liberó, como si recién se percatara de lo cerca que estaban uno del otro. Pero no se apartó, ella esperaba que diera un paso atrás, pero por primera vez se alegró de que no fuese un hombre predecible.

—Bien…te enseñare como piensa James, la mejor forma es haciéndolo en primera persona—Ella asintió intranquila, en realidad entusiasmada y no le importó mostrarse de ese modo. 

Joseph clavó sus ojos azules en ella, quizás pensando cómo dar inicio y sin previo aviso comenzó a relatar—“No sé cómo llegamos a ésta situación, de pie uno frente al otro, casi tocándonos pero sin llegar a romper la barrera de las distancias. 

Tus ojos transmiten un solo mensaje, el mismo que mis labios contienen firmemente dentro de mi garganta. Bésame, tócame, quiéreme, aíslate conmigo en esta intima soledad. Dos es mejor que uno, dos significa juntos.

Distancia trémula, ínfima, me atrevo a doblegarte.

No me temas, no te alejes, deja que mis manos te consuelen, deja que mis labios te quiten esa indecisión. Mujer demoniaca, mujer que me roba el sentido comparte conmigo esos pecados tan bien callados, ábrete a mi inquisición.

Suave, suave suspiro de aceptación, eres mía por ahora.

Manos soy esclavo de sus acciones, hoy no me pertenecen, hoy yo les pertenezco.

Labios, beban y succionen, no se priven pues a través de ustedes vivo este momento.

Piel absorbe su calor, guárdalo todo para cuando ella se marche.
Y ojos no se atrevan a desplegarse, porque entonces sentiré que esto no ha sido más que un sueño.

Pero no, estas y estamos; y al apartarme de tu lado veo tus parpados fuertemente apretados. Me permito saborear la idea, de que al igual que yo también temes despertar…”

Demi abrió los ojos al mismo instante en que él terminaba su descripción. ¿Qué podía decirle? Jamás lo había leído en primera persona, era una sensación completamente nueva.

 Y más teniendo en cuenta que lo había oído de sus propios labios. Era oficial, ella nunca podría escribir de ese modo.
—Estoy bien jodida.

—Oh vamos—Le cruzó un brazo por los hombros, amigablemente—Tenemos toda la noche para practicar—Ella lo observó asustada y ¿Por qué no? También algo, curiosa—Hablo de la escritura, pervertida.

—Yo no dije lo contrario.

—No necesitas hablar, el deseo se refleja en la mirada.
—Pues será el tuyo que resplandece como cartel de neón, porque mío no es—Él rió, sacudiendo la cabeza en una negación.

—Digamos que por hoy, te creo— Demi frunció el ceño molesta por su condescendencia.

—Digamos que por hoy, te creo…—Lo remedó haciendo un intento de imitar su voz burlonamente, él volvió a soltar una musical carcajada—Estúpido.

—Bien, practicaremos escritura por unas horas y luego seré tu esclavo sexual. ¿Podrás esperar hasta entonces?—Ella se liberó de su brazo y lo empujó a un lado ¿Es qué no se podía hablar seriamente ni un segundo con él?
—Me voy a dormir.
—Son las diez.
— ¿Y qué?

—Que pensé que ya habíamos dejado de lado estas niñerías—Soltó un bufido y pateó el piso con la punta de sus tenis.

—Bien—Aceptó de mala gana—Pero si haces alguno de esos comentarios nuevamente, te pateo el trasero hasta dejarlo en compota.
—Extraño concepto, pero…entiendo.
—Camina.


—Voy detrás de ti—Le respondió en tanto que se detenía un segundo, para castigar a su mirada con el suave vaivén de ese culito de pasarela. ¡Dios! Esa noche iba a terminar muy distinta a la anterior, de eso no le cabía duda.

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