— ¿Qué? ¿Qué hiciste?—Demi no respondió, estaba demasiado avergonzada como para admitirlo.
¡Por Dios! Era el segundo hombre con el que se acostaba en toda su vida y ni
siquiera podía precisar un instante.
¿Cómo había dejado que eso ocurriera? Ella
se jactaba de ser una persona sensata, de nunca cometer imprudencias de ese
tamaño y ahora estaba allí, intentando mantenerse en una sola pieza— ¿Demi?
—Me acosté con Joseph…—Por un momento no hubo más que
silencio, ella se separó lentamente de los brazos de su amiga.
El rostro de Fiona no decía nada,
por primera vez aquellos ojos verdes estaban fijos en una expresión vacía.
—Oh…—susurro finalmente, sin
añadir ni quitarle peso a su confesión. Demi puso los ojos en blanco ¿Oh?
¿Qué demonios significaba eso? ¿Lo aprobaba? ¿Lo desaprobaba? —Ya me decía yo
que allí había algo raro.
— ¿Qué?
—Bueno…—Fiona la miro con un
amago de sonrisa—Lo llevaste a la fiesta de Connie.
— ¿Y eso qué?
—No lo sé, había algo en tu forma
de mirarlo.
— ¡No! ¡No! Nada de forma de
mirarlo, no me gusta, Fiona… ¡Joseph
no es nada para mí!
— ¿Y porque te acostaste con
él?—La censuró, haciendo que ella soltara un silbido entre dientes. Una pequeña
parte de su cerebro, quizás las más pequeña y relegada, pensaba
que sabía la respuesta a eso. Porque estando o no ebria, ella había ido con él
voluntariamente.
No estaba segura que había ocurrido en el intermedio, pero no
iba a negar que el detalle de haber despertado entre sus brazos, no hubiera
sido una sensación placentera.
¡No! ¿Qué estaba pensando?
¿Placentera? Claro que no, no podía volver a ver a ese hombre.
¿Qué le diría si
se lo cruzaba? Ni siquiera se atrevía a mirarlo a los ojos. ¡Por Dios del
cielo!
¡Él la había visto desnuda! Eso ya era motivo suficiente para cortar
cualquier relación, sea de amistad, laboral o lo que fuere.
— ¿Qué voy a hacer?—inquirió con
algo de dramatismo.
—Lo primero que harás es
tranquilizarte, sí te acostaste con él ¿Y qué? Los hombres y las mujeres llevan
en ese asunto desde el inicio de la humanidad, créeme no eres la primera…
Ella no supo si reír o llorar por
aquella afirmación, fue hasta uno de los sofás de su salita y se dejó caer
sonoramente contra la falsa imitación de cuero.
—Bueno…quizás tengas razón. Digo,
después de todo para él también tiene que ser una situación embarazosa—Fiona
encogió un hombro no muy de acuerdo con sus palabras y fue cuando Claire cayó
en cuenta de la estupidez que estaba diciendo.
¿De aquí a cuando los hombres se
sentían avergonzados de un revolcón? Estaban hablando de Joseph después de todo, no de Mahatma
Gandhi.
—Lo sé, para él esto no
significara nada y yo soy la idiota que le da demasiada importancia.
— Demi…—Comenzó
su amiga, pero ella la detuvo con un ademan.
—No, es verdad. Es la estupidez
femenina, hacemos de una gota de agua, una inundación y de un intercambio de
fluidos, una relación…—Ella sabía muy bien de lo que hablaba, había expuesto
ese mismo asunto en varias de sus historias.
Pero bien… en sus libros, sus
heroínas eran mujeres que nunca se dejaban amedrentar por el sexo opuesto.
Ellas llevaban las riendas, ellas decidían el camino de sus vidas y su juicio
nunca se veía afectado, por las joyitas que colgaban de la cintura de un
idiota. Una cosa era escribir sobre eso y otra muy diferente llevarlo a la
práctica.
Demi sabía que estaba exagerando,
sabía que Joseph ni siquiera
estaba pensando en ella o si lo estaba haciendo, solo seria de un modo
superficial. Entonces
¿Por qué seguía dando tantas vueltas al asunto? Tenía que
superarlo, para él no habría repercusiones y ella estaba decidida que en su
caso fuese lo mismo.
Sin lamentaciones, había tenido sexo. ¡Festéjalo! Se dijo
internamente, logrando por un segundo alcanzar su nirvana.
— ¿Usaron protección verdad?—Y su
globo de auto superación reventó, hasta volverse una mísera burbujita en el
espacio.
Clavó su mirada en Fiona y ésta
la apremió a responder alzando sus cejas, expectante. Demi se congelo, no, eso sería poco. Demi murió unos diez segundos.
Repentinamente las lágrimas inundaron sus ojos y toda la paz que había logrado juntar se
escapó pavorosa por la ventana, allí se suicidaba su orgullo.
—No lo sé…—Gimoteo abrazándose a
su amiga, en busca de apoyo o de una respuesta celestial— ¡Fiona! ¿Qué hago?
¡No sé qué paso! ¡Soy de lo peor!
—Shh…cielo ¡Calma!—Su amiga le
acariciaba la cabeza sin romper su abrazo, pero Demi no escuchaba razones.
—Si…yo…yo… ¡No!...no puedo…—Se
apartó para mirarla fijamente— ¡No voy a tener un hijo de ese hombre! —Le
advirtió como si de ella dependiera que eso ocurriese o no—Seria una terrible
madre, a la primera oportunidad me olvidaría el niño en el mercado…—Fiona
sonrió muy a su pesar.
—Tranquila niña, tranquila. Estas
diciendo tonterías, tú serás una excelente madre…
— ¿Con el aval de quién? ¿La mía?
—insto irónica.
— Demi…estas
sacando conclusiones apresuradas, tal vez Joseph si recordó usar protección, lo único que debes hacer es
preguntarle.
— ¡No! No voy a volver a
hablarle—Se puso de pie abruptamente, sin darle tiempo a su amiga de
reaccionar—Ya mismo llamare a Ann, cancelare todo. No voy a acercarme a él
nuevamente, será mi propia orden de restricción…
— ¡Por Dios Demi! ¿Perderás tu trabajo por una
tontería como esta?
— ¿Tontería?—exclamó sin poder
creérselo—No es una tontería, ese hombre es insufrible en estado normal, te
imaginas como se pondrá ahora que sabe cómo soy…
—En la cama—Frunció el ceño, no
había completado la frase adrede.
—Es todo, a la mierda el libro y
los fanáticos, después de todo ¿Qué tanto cuesta desprenderse del sueño de toda
tu vida? —Fiona sacudió la cabeza y fue hasta su lado para quitarle el tubo del
teléfono, de sus agarrotados dedos.
—Si te precipitas, cometerás un
error. No es solo un trabajo para ti, no dejes que un hombre te quite todo lo
que has logrado—Ella la miro con resignación.
—Entonces ¿Qué hago?
—Lo que vas a hacer es darte una
larga ducha, quitarte esa ropa y enfundarte en tu pijama más bonito y suave.
Luego te meterás a la cama y dormirás hasta que yo vuelva del trabajo…comeremos
helado, miraremos Titanic y lloraremos con la muerte de Jack ¿Te parece un buen
plan?
—Suena bien—susurro sorbiendo la
nariz.
—Bueno, en marcha—Fiona la
encamino al baño y ella se dejó guiar como si estuviese en modo automático.
No seguiría preocupándose, su
amiga tenía razón estaba especulando con cosas que simplemente podían no pasar.
Bueno, lo sabría con seguridad en nueve meses.
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