Así lo hacen los adultos.
Demi estiró una mano para detener la
alarma de su despertador, el sonido poco melodioso de la voz del locutor de
radio, se coló hasta en lo más profundo de su cerebro.
No era la clase de
mujeres muy dada a despertar temprano, por eso procuraba que sus días comenzaran
a las diez de la mañana.
Cada cita la programaba para esa hora en adelante,
cada compra, cada reunión, cada maldita visita al médico, cada maldita visita a
su madre.
Pero no esa vez, esa vez era
distinto pues ella no había planeado nada. Por eso se encontraba refunfuñando
por cada esquina de su departamento, por eso maldecía a su reflejo en el
espejo, por eso se duchó con agua helada, porque sabía que debía seguir los designios
de alguien más.
Y allí estaba, despierta a las siete de la mañana, guardando un
calcetín en el bolso y revolviendo su café con una lapicera, por eso…o mejor
dicho por él.
Salió a las corridas con la blusa
a medio abotonar y un zapato en la mano, no se molestó en arreglarse en
demasía, nadie podía exigirle mucho a esas horas.
Pero maldición, iba tarde.
¿Cómo podía ir tarde si se había despertado dos horas antes? ¿Cómo? ¿¡Cómo!?
Bien, era ridículo cuestionarse sobre eso.
Ella no se despertaba fácilmente,
cuando término de revolver su café notó que ya eran las ocho treinta, y debía
llegar a las nueve. ¿Con qué desperdició tanto tiempo? No lo sabía.
Al alcanzar el ascensor del
estudio de Joseph, tenía los
pulmones en la garganta y la falda se le apretaba incómodamente en el abdomen.
Aquellos pastelillos de chocolate de la noche anterior eran los culpables, esa
falda siempre le había ido como un guante y ahora, ahora se sentía como una
morcilla apretada por uno de los extremos.
En cualquier momento los hilos
cederían bajo la presión de sus carnes constreñidas y sus calzones de cintura
alta saldrían a dar los buenos días.
No debió ponerse eso, debió usar
pantalones. Pero las faldas son más serias decía su madre, las faldas son más
femeninas, sí claro como si ella supiese algo de la seriedad.
Demi tenía una mejor definición: las faldas son unas putas prendas
que te limitan en cada paso y son las responsables, de que las mujeres fuesen
el sexo débil.
Después de todo ¿Quién podría tirar una patada decente con
faldas? Es más ella podría haber subido las escaleras corriendo, pero no, no
usando ese tubo ajustado a sus caderas.
Las rueditas de su valija de
viaje, se atoraron con un lateral de la alfombra, sacándola entonces de sus
cavilaciones sobre faldas y el feminismo.
—Mierda, mierda, mierda—repitió
cabreada, mientras jalaba de la manija con ambas manos, montando una
encarnizada lucha con la alfombra—Puta suerte.
Y tras soltar esas hermosas
palabras, la valija cedió ¿Quién dijo que la violencia no sirve para nada?
Demi se estiró la blusa con una mano,
mientras que con la otra intentaba golpear la puerta. No fue necesario, ésta se
abrió al segundo que ella logró controlar su respiración.
—Llegas tarde.
—Lo siento— Joseph no la escuchó, se limitó a
meterse en el apartamento para luego emerger con su bolso negro colgado al
hombro.
— Demi,
teníamos que salir a las nueve ¿Sabes cómo estará el trafico ahora?
—Perdón.
—Pedir perdón no acelera las
cosas, mueve los pies—Ella presionó la mandíbula, no tenía sentido sentirse
ofendida.
Después de todo era su culpa, había aguardado hasta esa mañana para
terminar de hacer el equipaje.
Tendría que haberlo hecho la noche anterior,
pero se dijo que tenía tiempo, que el tiempo era el que siempre sobraba. Se
equivocó.
—Tan solo son…—Miró el
reloj—Mierda—murmuró al notar la hora.
—Exactamente.
Joseph le quitó la maleta al ver que
ella jadeaba para avanzar, puso los ojos en blanco. ¡Tenía rueditas! ¿Cómo
diantres la cansaba tirar algo con rueditas? La respuesta la obtuvo rápidamente,
la mujer cargaba con toda su casa allí dentro.
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