Joseph no respondió, ni el lunes, ni el
martes, ni los días siguientes a esos. La mañana del viernes, ella estaba tan
estresada que ni había podido concluir el capítulo.
Debía enviarlo a los
editores antes de las nueve de la noche, momento en que no recibirían más
partes hasta el lunes. Si pedía una extensión hasta el inicio de la semana,
solo hacía que se retrasaran todas las fechas ya programadas y eso no entraba
entre sus posibilidades.
La idea era tener el libro completamente editado en
enero, abriéndole la chance de que ingresara en la nueva carrera de nominados.
Era una apuesta grande, ellos lo sabían, pero no era imposible.
Demi había escrito libros en menos de
seis meses y ellos podrían hacerlo en cinco, dando un mes de margen para
posibles contratiempos.
Pero a ese ritmo no llegaría lejos,
un escritor solo no podía pensar como ambos; teniendo en cuenta que un
personaje no le pertenecía. Quisiera o no admitirlo, necesitaba a Joseph. Y solo por esa razón volvió a
intentar una últimas vez.
Primer timbrazo, nada. Demi cerró los ojos rogando en su
fuero interno, segundo timbrazo, nada. Ella comenzó a pasearse por el
departamento con el aparato colgado de su oreja, tercer timbrazo...alguien
contestó.
—Hola Jo…
—Soy Joseph en este momento no estoy, deja un mensaje y te contactare a
la brevedad— «Bip» Demi soltó un sonoro bufido, era un
maldito mentiroso. Su contestadora debía estar repleta de sus mensajes y él no
se había dignado a responder ni uno.
—Joseph, soy yo…otra vez—Controló su temperamento, en su interior
sentía que debía arreglar las cosas y si no lo hacía entonces, ya nada
importaría más adelante—Yo…tan solo te llamaba…
—«Eso es Demi, solo discúlpate» —Quería
recordarte que hoy es nuestro día limite…—«¡No, no seas cobarde! ¡Discúlpate
por robarle el condenado auto!»
—Te envié mi parte…no sé si la has
visto…—«Bien, ahora la disculpa» —Eso es todo… —« ¡Cobarde, cobarde, cobarde!»
Su conciencia tenía razón, lo era y no podía hacer nada al respecto «Dile adiós
a tu carrera» —
Y… disculpa por robarte el auto…—Soltó en un exabrupto, sintiendo
al instante como su mente le aplaudía por aquella magnánima proeza.
Demi tiro el teléfono a un lado como
temiendo que este le pegara una mordida, no había sido tan difícil. Sonrió
ampliamente, aun respiraba, aún estaba completa.
Sí, al menos había sido lo
suficientemente madura como para disculparse ahora todo dependía de él. Con una
miradita de soslayo observo su computador, si Joseph no llamaba hasta las nueve debería enviar a los editores
solo su parte.
—Dios Joseph, no me abandones ahora…—susurro alzando su teléfono del
piso. Fue con él hasta el sofá y lo abrazo a su cuerpo esperando, tarde o
temprano sonaría y ella no se perdería esa llamada.
Había intentado arreglar
las cosas, correspondía que de una vez todo volviese a su cauce común ¿verdad?
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