lunes, 5 de agosto de 2013

Camino A La Fama Capitulo 18




—Tuviste suerte de que pude arreglar eso que habías enviado, le añadí un pequeño resumen, para que estuviesen al tanto de cómo continuaríamos la historia…

— ¿Continuaríamos…?—repitió sin sentido.
—Es un poco de lo mismo, pero supongo que es exactamente lo que quieren—Miró el monitor—Parece que lo trillado, vende.
— ¿Cómo…?

—Eso son detalles, mejor mira el resumen— Demi lo detuvo en seco.

—No, dime ¿Cómo fuiste capaz de enviarle mi capítulo arreglado? Yo no te lo envié a ti— Joseph se encogió de hombros.
—Detalles.
—Dime.
—No.
— ¡Dime!
—Bien—suspiró cancinamente—Los emails que tú envías, viajan a mi casilla antes que a su verdadero destino. Yo lo intercepté, lo arregle y lo envié— Demi se quedó muda por un largo segundo, luego todas las fichas comenzaron a caer en su lugar.

—Tú…—Pero a la primera no le salió nada— ¡Tú! — Joseph retrocedió un paso, alzando las manos en paz—Eres… ¡Dios! ¡Eres un puerco! ¡Fuiste tú!

Demi… 
— ¿¡Cómo pudiste!? ¡Invadiste mi privacidad! ¡Podrías ir preso por eso!

—Estas exagerando, de no haberlo hecho ahora ambos estaríamos en problemas por la estupidez que enviaste.

— ¡Prefiero eso a trabajar con un malnacido como tú!—exclamó encolerizada—Encima lo dices tan suelto de lengua, como si todo esto fuese mi culpa. ¡No tienes moral!

— ¡Tú robaste mi auto!—contraatacó él. Demi puso los brazos en jarra y con una irónica mirada, lo disuadió de ir por ese camino.
—Es todo, te largas de aquí.

—Vamos Demi, lo solucione ¿o no?
— ¿Cuándo? Cuando yo creí que perdería mi carrera, cuando ya todo estaba echado a la suerte. Cuando ni siquiera tuviste la decencia de responder un puto email. ¡Sí! ¡Claro que lo arreglaste! Siempre cuando a ti se te pega la regalada gana, pero no amigo, así no son las cosas. ¡Renunciaste!

— ¡Yo no renuncie! —La miró severamente—Y te merecías estar sola, porque te pasaste de la línea. Tal vez para ti no sea importante, pero era mi auto ¡Mi auto!

—Una mierda de auto ¡Métetelo en el cu…!— Joseph estiró una mano rápidamente para cubrirle la boca, Demi casi se muerde la lengua en el instante en que él la detuvo por la cintura para que no se le escapara.

—Cuidado Demi, hasta cierto punto te lo permito. Pero no creas que no responderé…—Ella lo observó decidida, no le importaba cuan amenazante luciera—

Te hablo enserio—Apartó la mirada reacia — Demi, no lo hagas más difícil. Podemos seguir bien a partir de ahora, hablamos de la historia y como personas civilizadas escogemos la manera de proceder con los capítulos. Ninguno puede renunciar, tenemos un contrato…—Ella siguió mirando hacia abajo—

Mírame—No lo hizo—Mírame Demi —Y tras un segundo completo de no hacerlo, termino por fulminarlo con sus ojos chocolate—Buena chica.

Tal vez no tenía la boca libre, pero si las manos. Por lo que con un gesto de su dedo mayor, le mostro que tan buena era.

—Eso no es necesario, cariño—La rabia se le escapó por la tangente frente a esa única palabra, Joseph la observaba fijamente y el tono sugerente de su voz, la transporto a un lugar del que creía haber escapado. Las imágenes de la semana anterior invadieron su mente de a tropel. Recordó a Joseph bajo su cuerpo, cubierto por las sabanas, completamente delicioso en esos bóxers ajustados.

Se sonrojó, no…peor aún, su corazón comenzó a bombear como loco y la mano con la que tapaba su boca empezó a verse demasiado tentadora. ¿La apartaría si ella le pasaba la lengua por la palma? ¿Cómo reaccionaría él? ¿Estaría sintiendo esa electricidad que despertaban ambos?
Demi…—Oh sí, él también lo sentía.

Su voz ligeramente ronca, le dejaba claro que aquella situación lo incomodaba tanto como a ella. 

Quitó su mano. Joseph esperaba su respuesta, la mente de ella tan solo le decía que lo olvidara todo. Podían reconciliarse de la forma clásica, un beso furtivo y cada uno dejaba sus pesares perderse  entre las sabanas. Al menos ahora lo recordaría, valía la pena el intento. Pero ¡No! ¿En que estaba pensando? «Quítate esas ideas, él no es para ti»

—No— ¿Se lo decía a Joseph o a ella misma? No lo sabía, pero que importaba. Funcionaba—Es diferente, tú has irrespetado mi intimidad…yo no fui tan…

—Sí, lo sé…lo siento—Ambos se quedaron callados. Demi no podía creer lo que había oído, seguramente él tampoco.
— ¿Qué cosa?
—Vamos.
—No, quiero oírlo—insistió, Joseph chasqueó la lengua.
—Venga, lo siento ¿sí? Estuvo mal y le quitare el maldito bloqueo ¿Estas feliz?

—La verdad es que no, pero es un inicio—Le sonrió, pero su interlocutor al parecer no compartía su dicha—Tan serio.
— ¿Podemos hablar ahora?

—No—respondió limpia y llanamente. Joseph rió sin gracia, ella lo ignoró tomando una vez más su camino, lo apartó a un lado y salió al pasillo.
— ¿Por qué no?
—Porque tengo que tomar un helado.
—Me estas jodiendo…—Lo observó un segundo antes de encaminarse al ascensor.
—Cree lo que quieras.
Joseph puso los ojos en blanco antes de salir tras ella, esa mujer estaba loca.

Mientras saboreaba su helado sentada en una banca de madera, él miraba degustando por sí mismo cada paso de esa lengua sonrosada. Iba y venía, como si intentara encontrar un gusto más debajo del ya conocido. Joseph seguía cada movimiento, no hablaban, no era necesario. Ambos estaban disfrutando, a pesar que él no había tomado ni siquiera un bocado.

 Pero el simple hecho de mirarla tan enfocada en su tarea, relamiéndose los pequeños vestigios que quedaban en sus labios, era suficiente. Aquí, allá, tenía ganas de decirle que dejara un poco que él lo limpiaría, pero no se atrevía. Era mejor mirarla, era mejor que pensara que no le ponía atención.

Demi tenía los ojos puestos en la calle, miraba a unos niños discutir por algo. A Joseph no le importaba eso, tenía mejores cosas en que enfocarse. Pero entonces ella le devolvió la atención, se apresuró a recuperar la compostura y al parecer Demi no notó su pequeño carraspeo.
— ¿Y bien?
No tenía idea que le estaba preguntado, pero si hablaban se sacaría todas esas sensaciones que venían atormentándolo en la última media hora.

— ¿Qué cosa?—instó evasivo. Demi dio otra lamida a su conito de helado, mierda no podían hablar en esa situación.

— ¿De qué va el resumen?—Joseph observó a los niños, tenía que aplacar de alguna forma toda esas ansias reprimidas.

—Lo mismo de siempre—musitó, viendo como el pequeño rubio le daba un coscorrón al más grande. Demi se movió a su lado, no supo que hizo exactamente hasta que la espió por el rabillo del ojo. Ella estaba enfrentando su perfil, una forma indirecta de reclamar su atención.
— ¿Y qué es eso? —Otra lamida. Joseph presionó las manos en puños y contó hasta diez.


¿Sabría ella lo delicioso que hacia lucir a ese helado? Seguramente que no, era demasiado inocente para esas cosas. Incluso tal vez pensara que su atuendo la desmerecía, cuando solo despertaba más de una fantasía.

 ¿Cómo se le ocurría salir a la calle en pijamas? Los pantalones de chándal se ajustaban demasiado a su trasero y esa camiseta de tiras, invitaba a más de uno a jugar a descorrerlas, para ver que tanto soportaban sobre sus hombros blancos y desnudos. 

El dibujo de la ovejita le otorgaba un toque infantil, pero dulce. Y la frase que quedaba sobre su abdomen “Meeee…voy a dormir” parecía decirle ¿Quieres venir conmigo? 






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