Joseph enterró sus dedos en la cintura de ella. Levanto las
caderas, empujando y metiendo más su pene en el coño de ella.
- Si, si, si.-
gimoteó Demi.
- Móntame más.- gruño Joseph, observando la expresión de placer en su rostro.- más
rápido…
Demi se apoyó de los hombros de Joseph para aumentar la rapidez con que daba la cabalgata. Joseph arqueó las caderas, ayudándola más cogiéndole duro.
Los
pechos de Demi se mecían al ritmo de la
cabalgata, y la cama crujía al mismo tiempo que ella saltaba, arriba y abajo,
por toda la polla de Joseph, desde el
principio hasta el final.
- Oh… si, justo así, nena… no pares… mmh…- gimió de
placer, sintiendo como ahora Demi movía sus
caderas, en círculos, mientras el pene duro de Joseph salía y metía, centímetro por centímetro, por todo su
coño.
- Tío, yo… ah.- jadeó Demi.
Joseph la cogió del culo, apretándola más hacia él.
- ¿Tú que húmedo de Demi ceñía con fuerza todo su pene.- ¡Me corro! Demi arqueo la espalda y los primeros espasmos hicieron
efecto en ella, sacudiéndola de placer hasta el punto extremo de no poder más.
Joseph terminó por acompañarla, tocando el cielo, sintiendo
como toda su semilla terminaba por ser derramada hasta el fondo de ella, y
todos los jugos de Demi chorreaban por toda
su polla hasta las bolas.
Respirando agitadamente, Demi salió de él y se acomodó en la cama a un lado para
dormir, rodeada por los brazos de Joseph,
sintiéndose… amada.
Al día siguiente Demi se despertó con la mirada de Joseph puesta sobre ella. Sonrío.
- ¿Qué miras?- pregunto ella, esbozando una tímida
sonrisa.
- A ti. Eres hermosa durmiendo.- paso su brazo por
el hombro de ella y la acerco más a él.
Ella escondió su rostro en el cuello de
él.- ¿Te has dado cuenta que siempre terminamos haciéndolo en el cuarto de
Mónica y tu papá?- se rió.
Demi se sonrojo.
- Cállate, tonto.- alcanzó una almohada detrás de
ella y se la tiró a la cara.
- ¿Por qué?- dijo, haciéndose el ofendido.- ahora
entiendo por qué a Erik le gusta tanto esta cama.
- Eres de lo peor.- y riéndose, se escondió bajo
las sabanas.
Joseph también río. Parecían dos críos, jugando a
pillarse.
Él empezó a pellizcarle y hacerle cosquillas a Demi mientras que ella se retorcía de la risa.
Era una niña,
pero… era su niña. Joseph levantó la sabana
y cuando la encontró, la beso… demostrándole que si la amaba aunque no lo
demostrara.
De repente, el teléfono sonó. Demi estiro el brazo, lo alcanzó y contesto.
- ¿Alo?
- ¡Hola Demi!
- Hola Mónica.- saludó, sonriente.- ¿Cómo lo están
pasando por allá?
- Excelente, solo venía a decirte que dentro de dos
semanas estaremos allá con ustedes.- le dijo, y a Demi por una extraña razón, le decepcionó oír eso.- ¿Y tú con
Joseph? ¿Cómo lo están pasando?
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