viernes, 2 de agosto de 2013

Marido De Papel Capitulo 30




—No he pensado en nada de eso, —dijo tartamudeando.
—¿No quieres una vida estable para nuestro bebé, con una madre y un padre que lo quieran? —que persisten.

La dejó clavada en el suelo con esa última pregunta. ¿Qué podía decir ella? Por supuesto, ella quería una buena vida para su hijo. 

Pero, si Joe todavía amaba a Betty, ¿qué tipo de vida iba a ser?
Sus ojos reflejaban todas sus preocupaciones. Él le tocó la mejilla y, a continuación, revolvió su suave su cabello despeinado.

—Estaba tratando de vivir en el pasado porque no tenía nada en el presente ni esperanzas de un futuro, a menos que hablemos de ganar dinero, lo que ya no es cierto. Ahora tengo algo por lo que vivir, un desafío que me gusta —dijo sonriendo—. 

Supongo que Tilly me hará la vida imposible durante una semana, haciéndome pagar muy caro la forma en que te traté. No permitirá que se olviden las cosas desagradables que te dije, y va a seguir dándome la lata con ello cada vez que tenga ocasión —dijo suspirando.

 Sin embargo, todo merece la pena, si vuelves a casa, Demi. Tilly está como loca solo de pensar en tener un bebé en la casa
—Ya hemos hablado de esto… —comenzó.
Se inclinó y acarició sus labios con ternura.
—La verdad es que no, —murmuró él—. Abre la boca, quiero saber si te gusta esto.
—Yo no
—Ummm, ya está, —le susurró suavemente, profundizando el beso.

Ella se olvidó hasta de lo que estaba pensando decirle. Sus brazos se enrollaron alrededor de su cuello y dejó la sentara sobre sus piernas para que pudiera apretarla suavemente contra su cuerpo. 

Era agradable, lento y muy delicado. Cuando, finalmente, levantó la cabeza, ella no podía pensar absolutamente en nada.

—Me va a gustar ser padre, —le aseguró—. No me va a importar levantarme contigo para consolarlo cuando le estén saliendo los diente o para darle el biberón o cambiar pañales."
—Eso es muy tierno.
El sonrío.

—¿Tienes muchas cosas para guardar en la maleta?
—Sólo algunas faldas, blusas y zapatos. Pero no he dicho que vaya a ir contigo.

—¿Qué te lo impide? —preguntó suavemente.
—Todavía no me has explicado por qué no quieres volver a casarte con Betty.

—¡Oh! Es eso. —se encogió de hombros.

—No la quiero. No estoy seguro de si la he querido alguna vez. Pensé que la quería, pero hay una gran diferencia entre la lujuria y el amor."
—¿Estás seguro?


—Teniendo en cuenta la clase de hombre que soy, y creo que me conoces bastante bien ahora, ¿me crees capaz de hacerle el amor a una mujer cuando estoy enamorado de otra?

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