Demi apretó los
labios, evitando gemir cuando Joseph deslizo sus manos por las curvas de ella, y se detuvo en la hebilla de
su pantalón.
Desabrochó los primeros botones y lo bajo hasta apartarlo de su
vista. Metió su mano dentro de sus bragas, para meter uno de sus dedos dentro
de ella.
Demi se arqueó.
- Tío….- Jadeó.
- Joseph. Dime Joseph, por favor…
- Joseph….- gimoteó
ella.
Un segundo dedo llego a parar dentro de ella. Demi gritó. Madre mía, pero
que sensación…
- Eso es, quiero oírte gritar.- gruño.- grita como cuando te masturbabas en tu
habitación.
- ¿Qué?- pregunto tratando de recuperar su lado coherente. Ya que entre la
excitación, le resultaba difícil pensar.
- ¿Crees que no escuchaba tus gemidos en las noches? Mmh….- gimió.- eres una
niña mala.
Demi se sonrojó,
maldiciéndose a sí misma por haber gemido tan alto. Con tan solo recordarse a
sí misma, retorciéndose en la cama de placer la calentaba.
Recordando aquel
día, que se tocó a sí misma pensando que era Joseph el que le brindaba el
placer máximo.
Si, había fantaseado con su tío, pero sabía en lo más profundo
de su ser que Joseph no le haría
el amor salvo en sus sueños.
Era algo imposible.
Hasta ahora…
Un dolor la saco de sus pensamientos, un dolor… acompañado con un fuerte
gemido. Bajo la mirada, viendo como un tercer dedo de Joseph terminaba por entrar
en ella.
- Joder, estás muy estrecha. Ya quiero imaginar cómo será de apretado cuando
entre por aquí- aumentó a velocidad en que sacaba y metía sus dedos,
estimulando su clítoris con excitantes círculos.
Demi chilló.- córrete…
Y eso fue el colmo para ella. Un grito ahogado se escuchó en el silencio de la
sala. Su primera corrida, su primer orgasmo…
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