martes, 2 de abril de 2013

Quimica Perfecta Capitulo 38




Joe
   
Si sigo mirando sus largas piernas, voy a acabar provocando un accidente.
    - ¿Cómo está tu hermana? -le pregunto para cambiar de tema.
    - Está deseando ganarte otra vez a las damas.
    - ¿En serio? Bueno, dile que me dejé ganar. Estaba intentando impresionarte.
    - ¿Perdiendo a las damas?

    - Funcionó, ¿verdad? -digo, encogiéndome de hombros.
    Reparo en que no deja de colocarse el vestido, como si necesitara ponérselo bien para causarme buena impresión. Con la intención de disipar sus nervios, le recorro el brazo con los dedos antes de cogerla de la mano. - Dile a Shelley que volveré para la revancha -le digo.

    Ella se vuelve hacia mí y me mira con sus resplandecientes ojos azules.
    - ¿En serio?
    - Por supuesto.

    Durante el trayecto, intento mantener una conversación intranscendente. Pero no funciona, no soy el tipo de chico al que le gusten ese tipo de conversaciones. Me alegro de que Demi parezca contenta aunque estemos en silencio.
    Poco después, aparco delante de una casa de ladrillo, pequeña, de dos plantas.
    - ¿La boda no es en la iglesia?
    - No. Elena quiere casarse en casa de sus padres.

    Le rodeo la cadera con el brazo cuando nos acercamos a la casa. No me preguntéis por qué razón siento la necesidad de presumir de ella. Tal vez en el fondo sea cierto que no soy más que un Neanderthal. Cuando entramos en la casa, nos llega la música de los Mariachi procedente del patio, y hay gente ocupando cada centímetro del espacio. Compruebo la reacción de Brittany, preguntándome si siente que ha sido transportada por arte de magia a México. Mi familia no tiene casas enormes con piscinas como a las que ella está acostumbrada.

    Enrique y algunos de mis primos nos dan la bienvenida a gritos. Todos hablan en su argot; no sé si Demi los entiende. Estoy acostumbrado a que mis tías me besuqueen sin parar y que mis tíos me den vigorosos manotazos en la espalda. Pero no creo que a ella le haga mucha gracia aquello. Me acerco a Demi para que sepa que no me he olvidado de ella. Empiezo a presentarle a toda la familia pero me doy por vencido cuando comprendo que no hay manera de que recuerde todos los nombres.
    - ¡Eh! -exclama una voz a nuestra espalda.

    Me vuelvo y veo a Paco.
    - ¿Qué pasa? -le saludo, dándole una palmada en la espalda-.Demi, seguro que ya conoces a mi mejor amigo del instituto. No te preocupes, sabe que no tiene que decirle a nadie que te ha visto aquí.

    - Mis labios están sellados -asegura, y luego se pone a hacer el tonto, fingiendo cerrarse los labios con una cremallera y lanzar la llave.
    - Hola, Paco -le dice ella con una sonrisa.

    Jorge se une a nosotros, con su esmoquin blanco y una rosa roja en la solapa. Recibo a mi futuro primo con otra palmada en la espalda.
    - Vaya, tío, vas hecho un pincel,

    - Tú tampoco estás nada mal. ¿Vas a presentarme a tu amiga o qué?
    Demi, este es Jorge. Es el pobre que... quiero decir, el afortunado que va a casarse con mi prima Elena.

    - Los amigos de Joe son nuestros amigos -le dice a Demi, dándole un abrazo.
    - ¿Dónde está la novia? -pregunta Paco.
    - Arriba, llorando en la habitación de sus padres.
    - ¿De felicidad? -intervengo yo.

    - No, tío. Subí para darle un beso y ahora está barajando la posibilidad de cancelarlo todo, porque dice que ver a la novia antes de la boda trae mala suerte -añade Jorge, encogiéndose de hombros.

    - Me alegro de no estar en tu piel -le suelto-. Elena es supersticiosa. Probablemente hará alguna locura para ahuyentar la mala suerte.

    Mientras Paco y Jorge especulan sobre los recursos que podría emplear Elena para librarse de ella, cojo a Demi de la mano y la llevo afuera. Un grupo toca música en directo. Aunque seamos chicanos y nos hayamos adaptado bien, seguimos manteniendo nuestra cultura y nuestras rediciones. La comida es picante, las familias son numerosas y todos estamos muy unidos. Y nos encanta moveros al ritmo de la música que llevamos en la sangre.

    - ¿Paco es tu primo? -me pregunta Demi.
    - No, pero le gusta pensar que sí. Carlos, esta es Demi -informo a mi hermano cuando llego a su lado.

    - Si, ya lo sé -dice Carlos-. Recuerdo haberos visto en pleno intercambio de saliva.
    Demi se queda muda por la sorpresa.
    - Ten cuidado con lo que dices -le advierto, dándole una colleja.
    Demi me pone la mano en el pecho.

    - No te preocupes, Joe. No tienes que protegerme de todos.
    Carlos adopta una postura presumida.

    - Es cierto, hermano. No tienes que protegerla. Bueno, tal vez de mamá sí.
    Se acabó. Llevo a mi hermano a un lado y me enzarzo con él en una discusión.
    - Lárgate y no molestes.

    ¿Está intentando estropearme la cita? Carlos se dirige a la mesa, resoplando.
    - ¿Y tu otro hermano? -pregunta Demi.
    Nos sentamos en una de las muchas mesitas alquiladas que hay en medio del patio. Coloco el brazo sobre el respaldo de su silla.

    - Luís está ahí -digo, señalando un rincón del patio, donde mi hermano es ya el centro de atención gracias a su imitación de animales de corral. Todavía tengo que explicarle que ese talento no le valdrá para atraer a las chicas cuando entre en el instituto.

    Demi tiene la mirada puesta en los cuatro niños de mi prima; todos tienen menos de siete años y corretean por todos lados. Marissa, de dos años, ha decidido que no estaba a gusto con su vestido y se lo ha quitado, arrojándolo a un lado del patio.

    - Seguramente pensarás que no son más que un puñado de ruidosos mexicanos.
    Ella sonríe. - No. Parece un puñado de gente que se divierte en una boda al aire libre. ¿Quién es ese? -pregunta cuando un chico vestido con uniforme militar pasa a nuestro lado-. ¿Otro primo?

    - Sí. Paul acaba de regresar de Oriente Medio. Aunque no lo creas, antes era miembro de Python, una pandilla de Chicago. Antes de ser soldado estaba muy metido en las drogas.

    Ella gira la cabeza de inmediato para mirarme.
    - Ya te lo dije, yo no consumo drogas. Por lo menos ya no -le aseguro con decisión, deseando que me crea-. Y tampoco trafico con ellas.
    - ¿Me lo prometes?

    - Sí -respondo, recordando la noche en la playa en la que estuve tonteando con Carmen. Aquella fue la última vez-. No importa lo que hayas oído, me mantengo alejado de la coca. Es algo muy serio. Lo creas o no, me gustaría conservar todas las neuronas con las que nací

    - ¿Y Paco? -pregunta Demi-. ¿Consume drogas?
    - A veces.
    Dirige la mirada a Paco, que ríe y bromea con mi familia.
    Intenta desesperadamente formar parte de ella, ya que no dispone de una propia. Su madre se largó hace años, dejando a su padre y a él en una situación lamentable, no lo culpo por desear escapar.

    Mi prima Elena aparece finalmente con un vestido blanco de encaje, y la ceremonia da comienzo. Mientras recitan los votos, me quedo detrás de Demi estrechándola entre mis brazos, arropándola suavemente. Me pregunto qué llevará ella el día de su boda. Probablemente diversos profesionales capturarán el momento para toda la eternidad.

    - Y yo os declaro, marido y mujer -recitó el sacerdote. Los novios se besan y la gente prorrumpe en aplausos. Demi me aprieta con fuerza la mano.

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