domingo, 14 de abril de 2013

La Chica que A La Que Nunca lo Miro Capitulo 15




–Lo siento. Necesitaba tirar algo.
 –¿Tiras algo cada vez que te sientes frustrado? –preguntó ella, recogió el libro y lo dejó sobre la mesa.

 –Mi forma favorita de superar el estrés es irme al gimnasio y darle puñetazos a un saco de boxeo. Por desgracia, ahora no puedo hacerlo –explicó él. Al tener a Demi en el salón, se sentía menos estresado–. ¿Qué estás haciendo en la cocina? ¿Estás trabajando?

 –Estoy leyendo un libro de recetas y pensando en preparar algo un poco especial. Mientras, ¿quieres que te traiga un tentempié o algo para beber?

 –No, pero puedes sentarte aquí y hablar conmigo –repuso él y se sentó en el sofá con un suspiro de intenso alivio.
 –Tu secretaria debe de pasarlo fatal trabajando para ti –comentó ella, sentándose en un sillón junto al fuego.

 Demi se relajó. Era fácil volver a disfrutar de su compañía y su amistad, que había creído perdida para siempre. Al fin, estaba manejando la situación como una adulta, se dijo. ¿Qué podía tener eso de malo o de peligroso? Además, le gustaba mirar a Joseph, aunque odiaba admitir que eso fuera una debilidad por su parte. Le gustaba ver cómo se pasaba los dedos por el pelo, como estaba haciendo en ese momento. Era un gesto típico de él.

 –A mi secretaria le encanta trabajar para mí –se defendió él–. Está deseando ir a la oficina por las mañanas.

Demi se imaginó a una mujer joven, guapa y enamorada de él, siguiéndolo con los ojos y feliz de poder disfrutar de su compañía. De pronto, se puso enferma de celos.
 –Tiene sesenta años, es abuela y su marido retirado está todo el día detrás de ella. Trabajar para mí es como tener vacaciones permanentes.

 Un inmenso alivio se apoderó de Demi, tanto que se alarmó un poco. Así que sus sentimientos por él no estaban muertos ni enterrados… ¡pero podría apañárselas!
 Joseph estaba sonriendo y ella le devolvió la sonrisa.

 –Bueno, cuéntame por qué has tirado el libro –pidió ella, sintiéndose entre molesta y excitada por la intensa mirada de él. Sabía que no era buena idea alimentar su adicción, sin embargo, no podía soportar la idea de levantarse de allí e irse a la cocina.

 –Hace un par de meses, cerramos un trato con una editorial. Era una compra muy lucrativa y con potencial, pero estamos teniendo problemas.
 Demi se inclinó hacia delante, intrigada. Recordaba haber leído algo sobre esa compra en Internet.

 –¿Qué clase de problemas?
 –Tienen que adaptarse. Tienen un nicho de mercado, pero no da dinero. Sus empleados podrían subirse al carro de los libros electrónicos, pero se niegan a cooperar y no quieren firmar el contrato. Por supuesto, podríamos obligarles a hacerlo, pero no queremos tener empleados a disgusto.

Demi había trabajado con un par de pequeñas editoriales en París, una de ellas especializada en mapas y otra, en libros raros de ediciones limitadas. Le había fascinado lo diferente que era su forma de llevar el negocio, comparadas con las grandes editoriales, y lo distintos que habían sido sus empleados. Eran personas que se involucraban a título personal en la empresa, de una forma que no sucedía en las grandes compañías. Ambas estaban luchando mucho para seguir adelante, pero estaban teniendo éxito.

 Ella lo bombardeó con muchas preguntas sobre el acuerdo legal al que habían llegado con la editorial.

 Compartió con él su experiencia con empresas similares y con los problemas que habían surgido cuando habían sido compradas por multinacionales.

 –Tienes que trabajar con ellas –aconsejó Demi –. Puedes explorar un mercado diferente. No solo dan dinero los libros electrónicos. Yo creo que merece la pena tener un nicho de mercado que funciona sin interferencias, porque le otorga integridad al proyecto general.
Joseph, que en realidad no tenía ni idea de lo que ella hacía en París, quedó impresionado por sus conocimientos y la brillantez de sus ideas.

 También conocía todos los entresijos legales de los que podía valerse esa pequeña editorial para independizarse de la compañía que la había comprado. Mientras la escuchaba con interés, ella le explicó con fogosidad todas las razones por las que era mejor no forzar a su nueva subsidiaria a amoldarse a lo que hacían la mayoría de las grandes editoriales. Al fin, él asintió despacio y frunció el ceño.

 –Muy bien. ¿Entonces crees que debería dejar de presionar y consentir que los empleados hagan las cosas a su manera?

 –No a su manera, pero con alguien competente en el puesto de dirección, igual te sorprende comprobar que, en este mundo informatizado en que vivimos, también hay sitio para las cosas que no quieren o no pueden ser digitalizadas. Sigue habiendo personas que aman las cosas antiguas y debemos animarlos a seguir así.

 –¿Y qué pensarías si te digo que tengo en mente a la persona adecuada para ese puesto?
 –¿Ah, sí? Siempre pensé que tus empleados son gente brillante y moderna que no quiere atarse a tareas consideradas como pasadas de moda.

 –Bueno, siempre se les puede convencer, si se les paga bien. El dinero puede ser muy persuasivo.
 –Sí… –dijo ella, pensativa–. Pero también te hace falta alguien a quien le interese el trabajo y no lo haga solo para engrosar su cuenta bancaria.

 –La persona que tengo en mente es inteligente, apasionada y haría el trabajo de maravilla.
 –Genial. Bueno… ya está bien de darte la charla. ¿Te sientes menos frustrado ya o vas a volver a tirar el libro de jardinería contra el suelo? Si lo vas a hacer, avísame para que no me pegue un susto de muerte mientras esté cortando cebollas para la cena –indicó ella y se puso en pie.
Joseph le hizo una seña para que esperara.

 –Me gusta escuchar tus opiniones –señaló él–. Antes, tú siempre escuchabas las mías.
 Demi se sonrojó de placer al escucharlo.

 Su relación había dado un cambio. Se habían convertido en dos adultos en una situación de igualdad, muy diferente de la que habían compartido en el pasado y mucho más satisfactoria.
 Entonces, de golpe Demi recordó aquellas palabras que él había pronunciado el día anterior. «Eres una mujer atractiva».

 El corazón se le aceleró. Era posible que él respetara sus opiniones, pero eso no significaba que hubiera dejado de verla como la vecinita de al lado. Sin embargo, cuando ella intentó recordar todo el daño que la había causado hacía cuatro años, no lo consiguió. Por primera vez, revivió aquella noche viéndose a sí misma a través de lo ojos de él. Joven, ingenua, enamoradiza, maleable… Meneó la cabeza, tratando de poner en orden un tumulto de pensamientos.
 –Lo sé. Pero seguro que te aburro.

 –Eso nunca…
 –¿A quién tienes en mente para el trabajo? –inquirió ella para agilizar la conversación, pues la intensa mirada de él le estaba acelerando el corazón–. ¿Crees que no le importará que lo apartes de su puesto para hacer otra cosa que puede que no reporte beneficios?
 –Es una mujer…

 De repente, la hiperactiva imaginación de Demi volvió a la carga, sembrándose de imágenes de rubias bonitas deseando satisfacer todos los deseos de su jefe. Sería una de sus leales empleadas, como su secretaria, aunque más joven y soltera.
 –El único obstáculo que veo es que todavía no trabaja en mi compañía –señaló él, maravillado porque ella todavía no adivinara hacia dónde iba la conversación.
 –¿Ah, no?

2 comentarios:

  1. q bueno q subiste esta nove...ya la extrañaba....se esta poniendo muy buena....porq joe ya no la ve como la vecinita de al lado.....

    porfa sube mas capis....y de la otra nove tambien.....

    saludos y cuidate

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  2. aaaaaaaawwwwwwwwwwww
    aaaaamiiiiiiiggaaaaaaaaaaa!!
    lo siento tanto por no poder comentar seguido como es debido pero es qe la universidad me tiene absorvida por completo cuando tengo algo de tiempo me dedico a leer >'<

    por cierto me encanta esta nove!!
    Es buenisima me e leido de tiron todos los caps!
    me encantan sube mas por fis c:
    cuando tenga mas rato voy a leer la de quimica sexual he leido algunos caps y me tienen fascina da! :D
    sube mas por fis
    NUNCA NUNCA OLVIDES QE ADORO TUS NOVES ! :D
    y qe si no puedo comentar :c es por falta de tiempo me siempre leo ;)
    tequiero besitos C3
    cuidate muchos byee

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