domingo, 7 de abril de 2013

Quimica Perfecta Capitulo 43




Demi
  
  - Demi, por favor, explícame otra vez por qué hemos de recoger a Joe para que nos acompañe al Lago Ginebra -me pide Sierra.

    - Mi madre me ha ordenado que no le vea fuera del instituto, así que el Lago Ginebra es el lugar perfecto para salir con él. Allí nadie nos verá.
    - Excepto nosotros.

    - Pero vosotros no vais a chivaros, ¿verdad?
    Pillo a Doug haciendo una mueca. Al principio me pareció buena idea. Salir en pareja a pasar el día al Lago Ginebra podía ser algo divertido. Bueno, al menos cuando Sierra y Doug se recuperen de la conmoción inicial que les provocará la visión de Joe y yo juntos.

    - Por favor, no me deis más el coñazo con esto.
    - Ese tío es un perdedor, Demi -declara Doug mientras llega al aparcamiento del instituto, donde Joe debe de estar esperándonos-. Es tu mejor amiga, Sierra. Hazla entrar en razón.

    - Lo he intentado, pero ya la conoces. Es muy cabezona.
    Dejo escapar un suspiro.

    - ¿Podéis dejar de hablar de mí como si no estuviera presente? Me gusta Joe. Y yo le gusto a él. Quiero darle una oportunidad.
    - ¿Y cómo pretendes hacerlo? ¿Vais a mantener en secreto vuestra relación? ¿Toda la vida? -pregunta Sierra.

    Afortunadamente, ya hemos llegado, así que no tengo que responder. Joe está sentado en el bordillo, junto a su moto, con las piernas extendidas. Estoy nerviosa, y al abrir la puerta de atrás, me muerdo el labio inferior.

    Guando ve a Doug conduciendo y a Sierra a su lado, se le tensa la mandíbula.
    - Entra, Joe.
    Me echo a un lado para dejarle sitio.
    - No creo que sea muy buena idea -dice, asomando la cabeza.
    - No seas tonto. Doug ha prometido que se portará bien. ¿No es cierto, Doug?
    Aguanto la respiración hasta oír la respuesta.

    Doug asiente con la cabeza en un gesto que demuestra poco interés.
    - Claro -asegura impasible.
    Estoy segura de que si Joe fuera otro tío, se largaría de aquí. Pero toma asiento a mi lado.
    - ¿A dónde vamos? -pregunta.
    - Al lago Ginebra -respondo-. ¿Has estado allí antes?
    - No.
    - Está a una hora de camino. Los padres de Doug tienen una cabaña.
    El trayecto me recuerda más al ambiente propio de una biblioteca que a otra cosa. Nadie pronuncia ni una palabra. Cuando Doug se detiene a repostar, Joe sale del coche, se aleja y se enciende un cigarrillo.

    Me hundo en el asiento. Hasta ahora, el día no se parece en nada a cómo lo había imaginado. Sierra y Doug suelen ser muy divertidos cuando están juntos, pero ahora mismo parece que se dirigen a un funeral.

    - ¿Os importaría intentar al menos mantener una conversación? -ruego a mi mejor amiga-. Puedes tirarte horas enteras hablando del tipo de perro al que besarías, pero no puedes ni articular dos palabras seguidas delante del chico que me gusta.
    Sierra se vuelve sobre su asiento.
    - Lo siento. Es que... Demi, te mereces algo mejor. MUCHO mejor.
    - ¿Te refieres a Colin?

    - A cualquiera -resopla y se vuelve de nuevo.
    Joe entra en el coche y le lanzo una tímida sonrisa. Pero él no me corresponde. Le cojo la mano y no me devuelve el apretón, aunque por lo menos tampoco la aparta. ¿Será una buena señal?

    Cuando salimos de la gasolinera, Joe interviene:
    - Tienes un neumático suelto. ¿Oyes ese ruido en la parte posterior izquierda?
    Doug se encoge de hombros.
    - Lleva así un mes. No es gran cosa.
    - Para en el arcén y te lo arreglo -sugiere Joe -. Si se suelta en mitad de la autopista, estaremos bien jodidos.

    Estoy segura de que Doug no quiere confiar en el análisis de Joe, pero después de un kilómetro y medio, acaba deteniéndose a un lado de la carretera, aunque a regañadientes.

    - Doug. -Sierra señala el prostíbulo que tenemos enfrente-. ¿Qué tipo de personas crees que entran ahí?
    - Ahora mismo, cariño, me importa un pepino. -Se vuelve hacia Joe y añade-: Vale, crack. Arréglame el coche.

Joe y Doug salen del coche.
    - Siento haberme quejado tanto -dice Sierra.
    - Yo también lo siento.
    - ¿Crees que Doug y Joe van a ponerse a discutir?

    - Puede. Será mejor que salgamos y les distraigamos un poco.
    Cuando salgo, Joe está sacando las herramientas del maletero.
    Después de levantar el coche con el gato, Joe sujeta la llanta entre las manos. Doug tiene los brazos en jarras y la mandíbula apretada en un gesto desafiante.
    - Thompson, ¿qué coño te pasa?

    - No me caes bien, Jonas.
    - ¿Crees que tú me haces mucha gracia? -espeta Joe, mientras se arrodilla junto a la llanta y empieza a apretar los tornillos.

    Me vuelvo hacia Sierra. ¿Deberíamos intervenir? Mi mejor amiga se encoge de hombros y yo hago lo mismo. No es que hayan llegado a las manos... bueno, de momento.
    Un coche se detiene a nuestro lado con un chirrido de ruedas. Hay cuatro mexicanos dentro, dos delante y dos detrás. Joe les ignora mientras baja el coche con el gato y lleva las cosas al maletero.

    - ¡Eh, nenas! ¿Qué os parece si dejáis plantados a esos perdedores y os venís con nosotros? Os enseñaremos qué es divertirse de verdad -grita uno de ellos a través de la ventanilla.

    - ¡Vete a la mierda! -exclama Doug. Uno de los chicos sale del coche y avanza hacia Doug. Sierra grita algo pero en ese instante no oigo sus palabras. Estoy demasiado absorta mirando a Joe que se ha quitado la camiseta y se ha interpuesto entre el tipo y Doug.
    - Apártate de mi camino -ordena el tipo-. No caigas tan bajo por defender a este capullo blancucho.

    Joe se planta frente al chico con la llanta de hierro firmemente sujeta en la mano.
    - Si jodes al blanquito, estarás jodiéndome a mí. Así de simple. ¿Lo pillas, colega?
    Otro chico sale del coche. Estamos metidos en un buen lío.
    - Chicas, coged las llaves y meteos en el coche -ordena
    Joe con un tono de voz confiado.
    - Pero...
    Su mirada transmite una serenidad casi letal. Oh, Dios.
    Va totalmente en serio.
    Doug le lanza a Sierra las llaves del coche. ¿Y ahora qué? ¿Se supone que tenemos que quedarnos sentaditas en el coche y ver cómo se pelean?
    - No, no voy a ningún sitio -digo.

    - Y yo tampoco -añade Sierra.
    Uno de los chicos del otro coche asoma la cabeza por la ventanilla.
    - Joe, ¿eres tú?
Joe se relaja.

    - ¿Tiny? ¿Qué coño haces con estos capullos?
    El chico que responde al nombre de Tiny les dice algo a sus compinches, quienes no tardan en volver al coche. Casi parecen aliviados por no tener que enfrentarse a Joe y a Doug.

    - Dime tú primero qué haces con un puñado de niños pijos -dice Tiny.
    - Lárgate de aquí -ríe Joe.
    Una vez que todos estamos de nuevo en el coche, Doug dice: - Gracias por cubrirme las espaldas.
    - No pasa nada -murmura Joe.

    Nadie vuelve a romper el silencio hasta que llegamos a orillas del Lago Ginebra. Doug aparca delante de un bar para comer algo. Dentro, Sierra y yo pedimos unas ensaladas, mientras Doug y Joe optan por las hamburguesas.
    Nos sentamos en un banco mientras esperamos la comida, sin pronunciar palabra. Le doy una patada a Sierra por debajo de la mesa.

    - Bueno, Joe empieza-. ¿Has visto alguna peli buena últimamente?
    - No.
    - ¿Has solicitado el ingreso en alguna universidad?
    Joe niega con la cabeza.
    Sorprendentemente, Doug interviene: - ¿Quién te ha enseñado tanto de coches?
    - Mi primo -contesta Joe.. Los fines de semana me paso por su casa y me quedo observando cómo resucita los coches.

    - Mi padre tiene un Karmann Ghia del 72 en el garaje muerto de risa. Cree que volverá a funcionar por arte de magia.

    - ¿Qué le pasa? -pregunta Joe.
    Doug se lo explica y Joe escucha con atención. Me siento y me relajo al escucharles discutir sobre las ventajas e inconvenientes de comprar piezas de recambio por eBay. La tensión parece desvanecerse a medida que avanza la conversación.
    Tras acabar de comer, paseamos por la calle Main. Joe me coge de la mano y no puedo pensar en nada más que no sea estar allí con él.

    - Mirad, hay una nueva galería -dice Sierra, señalando el otro lado de la calle-. Y además es la inauguración. ¡Entremos!
    - Genial -exclamo.

    - Yo me quedaré fuera -añade Joe cuando cruzo al otro lado con Sierra y Doug-. No me van mucho las galerías.
    Sé que no es verdad. ¿Cuándo entenderá que no tiene por qué cumplir con la etiqueta que todos le han colocado? Si entrara, se daría cuenta de que se siente tan a gusto en la galería como en el taller de su primo.

    - Vamos -insisto, tirando de él. Sonrío cuando entramos en la galería.
    Todo un bufé espera en una mesa mientras unas cuarenta personas se arremolinan observando las obras.
    Doy una vuelta con Joe, que camina con rigidez a mi lado.
    - Relájate -le digo.
    - Para ti es fácil decirlo -murmura.

1 comentario:

  1. hola vane....sorry por no comentar...pero es q ya empezaron las clases de la universidad y es muy estresante....

    bueno pasando a la nove esta WOOOW....espero que subas pronto mas capis....y tambien de la otra nove...!!!

    bye, besitos y cuidate....

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