martes, 2 de abril de 2013

Quimica Perfecta Capitulo 41



Demi
    
Aparco en un McDonald, donde puedo pasar desapercibida, me pongo unos vaqueros y un jersey rosa holgado antes de tomar el camino de vuelta a casa.

    Estoy asustada porque con Joe todo es demasiado brusco. Cuando estoy con él, todo parece mucho más intenso. Mis sentimientos, mis emociones, mis deseos. Con Colin nunca había sentido este tipo de adicción, ni tampoco había deseado estar con él las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. Lo que siento por él es sobre todo un anhelo. Ay, Dios. 

Creo que me estoy enamorando de él. Sin embargo, soy muy consciente de que amarlo implica perder una parte de mí misma. Y esta noche, en el coche, cuando Joe me metió la mano bajo el vestido, tuve miedo de perder los papeles. Toda mi vida ha estado regida por el autocontrol, así que esto no puede ser bueno. Tengo miedo.

    Atravieso la puerta principal de mi casa, preparada para deslizarme a mi habitación y guardar el vestido en el armario. Por desgracia, mi madre está esperándome en el vestíbulo.

    - ¿Dónde estabas? -pregunta ella con seriedad, mientras sujeta en las manos mi libro de química y mi carpeta-. Me dijiste que estabas haciendo el trabajo, estudiando con ese tal Hernández.

    La he fastidiado. Ha llegado el momento de hablar o callar para siempre.
    - Se llama Jonas, no Hernández. Y sí, estaba con él.
    Silencio.

    Los labios de mi madre adoptan una expresión tensa.
    - Es obvio que no estabais estudiando. ¿Qué llevas en la bolsa? -me pregunta-. ¿Drogas? ¿Estás escondiendo drogas ahí?

    - No consumo drogas, mamá -respondo con brusquedad.
    Ella enarca una ceja y, señalando la mochila, me ordena:
    - Ábrela.

    Resoplo pero me arrodillo para abrir la cremallera. Me siento como si fuera una prisionera. Saco el vestido y se lo muestro.
    - ¿Un vestido? -pregunta mi madre.

    - He ido a una boda con Joe. Su prima se ha casado.
    - Ese chico te ha obligado a mentirme. Está manipulándote Demi.
    - No me ha obligado a nada, mamá -le digo, enfadada-. No soy tan estúpida. He tomado la decisión yo sólita.

    Su ira está a punto de estallar. Lo sé por el modo en el que le brillan los ojos y le tiemblan las manos.

    - Si vuelvo... si VUELVO a enterarme de que has salido otra vez con ese chico, haré todo lo posible para convencer a tu padre para que pases lo que queda de curso en un internado. ¿No crees que ya tenemos suficientes preocupaciones con Shelley? Prométeme que no volverás a verle fuera del instituto.
    Se lo prometo. Me refugio en mi habitación y llamo a Sierra.
    - ¿Qué pasa?

    - Sierra, necesito a mi mejor amiga ahora mismo.
    - ¿Y me has elegido a mí? Vaya, me siento halagada -responde con ironía.
    - De acuerdo, te he mentido. Me gusta Joe. Me gusta muchísimo.
    Silencio.

    Más silencio.
    - Sierra, ¿estás ahí? ¿O simplemente me ignoras?
    - No te ignoro Demi. Solo me pregunto por qué has decidido contármelo ahora.
    - Porque necesito hablar de ello. Contigo. ¿Me odias?
    - Eres mi mejor amiga -admite.
    - Y tú la mía.

    - Las mejores amigas siguen siéndolo aunque una de ellas se niegue a entrar en razón y se empeñe en salir con un pandillero, ¿no?
    - Eso espero.

    - Demi, no vuelvas a mentirme.
    - No lo haré. Y puedes compartir la información con Doug, siempre y cuando no diga nada.

    - Gracias por confiar en mí, Demi. Parece una chorrada, pero para mí es muy importante.

    Cuelgo el teléfono. Tras habérselo contado, me alivia saber que las cosas han vuelto a la normalidad. Suena mi móvil. Es Isabel.
    - Tengo que hablar contigo -suelta Isabel cuando respondo.
    - ¿Qué pasa?

    - ¿Has visto hoy a Paco?
    Vaya... hablando de secretos.
    - Sí.
    - ¿Me has mencionado?
    - No. ¿Por qué? ¿Querías que lo hiciera?
    - No. Sí. Bueno, no lo sé. Estoy muy confusa.
    - Isabel, dile lo que sientes sin más. A mí me funcionó con Joe.
    - Sí, pero tú eres Demi Lovato

    - ¿Quieres saber cómo es en realidad Demi Lovato? Te lo diré. Soy insegura, como todo el mundo. Me siento prisionera en un papel que me obligo a representar continuamente, una fachada que consiste en dar buena imagen y aparentar ser distinta a los demás. Y eso me hace ser aún más vulnerable, que me observen más y suscitar más cotilleos.

    - Pues entonces supongo que no te alegrará conocer los rumores que circulan en mi grupo de amigos sobre Joe y tú. ¿Quieres saber lo que dicen?
    - No.

    - ¿Estás segura?
    - Si. Sí me consideras tu amiga, no me lo cuentes.
    Porque si estoy al tanto de los rumores, tendré la sensación de que he de enfrentarme a ellos. Y en este preciso momento, prefiero vivir en la felicidad de la ignorancia.

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