lunes, 29 de abril de 2013

Marido De Papel Capitulo 1





El sol del verano brillaba cada vez más y por su posición, Demi Lovato imaginó que serían las once de la mañana. Pensó que eso significaba que había estado sumidad en sus pensamientos durante más de dos horas y hacía cada vez más calor.

Suspiró resignada ante el desastre cuando, al levantar su pierna derecha, vio que sus vaqueros estaban enganchados en dos trozos sueltos de alambre de púas. Tiró de su pie enredado en el alambre de púas de la valla, ya que su pierna izquierda seguía enganchada porque se había torcido el tobillo cuando se cayó.

Estaba tratando de arreglar la valla para que el ganado no pudiera salir, utilizando las herramientas de su padre para hacerlo, pero, lamentablemente, no tenía su misma fuerza. En estos momentos estaba sufriendo mucho, ya que solo hacía una semana del funeral de su padre.

Le corría el sudor por el cuello y por su camiseta de manga corta, y, algunos mechones de su cabello rubio, se habían escapado de su pulcra trenza francesa, que ahora estaba desarreglada, pensó. Despeinada y desaliñada por culpa de la caída que había la había metido en este lío. Ajenas al dilema de su dueña, su yegua castaña, Bess, estaba pastando cerca. Arriba, un halcón planeaba por el cielo sin nubes. A lo lejos se oía el ruido del tráfico de la lejana carretera que rodeaba Jacobsville para llegar al pequeño rancho de Texas donde Demi estaba enganchada en la valla de alambre.

Nadie sabía dónde estaba. Vivía sola en la desvencijada casa que había compartido con su padre. Lo habían perdido todos después de su madre los abandonara hacía siete años. Después de ese terrible golpe, su padre, que se había criado en un rancho, decidió regresar y establecerse en la antigua casa familiar. Sólo tenía un pariente, un primo en Montana.

El padre de Demi había llegado aquí con un pequeño rebaño de ganado vacuno y plantó un jardín. Era una vida humilde comparada con la que habían tenido en Dallas, donde habían estado viviendo con su acaudalada madre. Cuando, inesperadamente, Carla Lovato se había divorciado de su marido, éste había tenido que encontrar una forma rápida de ganarse la vida por sí mismo. Demi había optado por irse con él a la casa de su niñez en Jacobsville, en lugar de soportar la presencia indiferente de su madre. Ahora que su padre había muerto, se había quedado sin nada.

Había querido a su padre, y él a ella y habían sido felices juntos, a pesar del poco dinero. Pero el duro trabajo físico, había sido demasiado, para un corazón que ya estaba enfermo. Había tenido un ataque al corazón unos días antes, y murió mientras dormía. Demi se lo encontró a la mañana siguiente cuando fue a su habitación para llamarlo para desayunar.

Joe llegó inmediatamente después de la frenética llamada telefónica de Demi. No se le ocurrió pensar que debía haber llamado primero a la ambulancia, antes que a su huraño y vecino más cercano. Lo hizo solo porque él era muy capaz y siempre sabía qué hacer. Ese día también lo había sabido. Después de un rápido vistazo a su padre, llamó una ambulancia y echó a Demi fuera de la habitación. Más tarde le dijo que, inmediatamente, se había dado cuenta de que era demasiado tarde para salvar a su padre. Había estado una temporada con el ejército en el extranjero, donde había visto la muerte demasiadas veces como para equivocarse.

La mayoría de las personas lo evitaban siempre que podían. Era dueño de la tienda de alimentación y de la fábrica de piensos de la localidad, y tenía repartido su ganado en grandes extensiones de tierra alrededor de Jacobsville. Había encontrado petróleo en la misma tierra, por lo que la falta de dinero no era uno de sus problemas. Sin embargo, un fuerte temperamento, una legendaria aversión a las mujeres y una reputación de huraño, le hizo impopular en la mayoría de los sitios.

Sin embargo a Demi le gustaba. Le había parecido fascinante desde el principio, aunque no era ningún secreto que era un misógino. Sin embargo ella se sentía a salvo con él, posiblemente debido a la diferencia de edad entre ellos. Joe tenía treinta y seis años y Demi apenas veintidós. Era esbelta y de altura mediana, con pelo rubio oscuro y una cara interesante, dominada por sus grandes y oscuros ojos azules. 

Tenía una barbilla firme, redondeada y la nariz recta y una boca de labios rosados sin maquillar. Ella no era bonita, pero su figura era atractiva, incluso con vaqueros azules y una camisa a cuadros descolorida, a la que le faltaban dos botones que habían saltado cuando se cayó. Gimió porque no había tenido tiempo de buscar un sujetador de la ropa limpia esa mañana, ya que tenía mucha prisa por arreglar la valla para que no se escapara el único toro que tenía. Parecía una stripper de menores, con las firmes y cremosas curvas de sus pechos que se veían desde donde le faltaban los botones.

Protegió sus ojos del sol con una mano y echó un vistazo alrededor. No había nada más que millas y millas, Texas y más de Texas. Debería haber prestado más atención a lo que estaba haciendo, pero estaba muy triste por la repentina muerte de su padre. Había estado llorando tres días enteros, sobre todo desde que los abogados le habían comunicado la cláusula del testamente y la situación humillante en la que había quedado. No podía soportar la vergüenza de tener que decíserlo a Joe. 

Pero, ¿cómo podría evitarlo cuando hacía referencia tanto a él a ella? Papa, fuiste un miserable, ¿cómo has podido hacerme esto? ¡Podrías haberme dejado un poco el orgullo!

Se limpió las lágrimas. Llorar no la ayudaba. Su padre había muerto y su voluntad tendría que ser respetada.

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