jueves, 25 de abril de 2013

La Chica que A La Que Nunca lo Miro Capitulo 19




En el salón, que estaba calentito gracias a la chimenea, James se quitó la parte de arriba. Era cierto que le dolía la espalda a rabiar con el más leve movimiento, aunque también era verdad que lo había exagerado un poco para conseguir sus fines.

 Se tumbó bocabajo en el sofá y esperó mientras ella colocaba dos cojines en el suelo, a su lado, para sentarse.
 La piel de él estaba fría al principio. Tenía una espalda firme y bronceada, anchos hombros y cintura estrecha.

 Demi no hacía más que repetirse que eran solo amigos y que nada más que eso…
 Sintió cómo el cuerpo de James se relajaba bajo sus dedos. 

Sin embargo, ella estaba nerviosa. Le latía el corazón tan rápido que apenas podía respirar. Al menos, era una suerte que él no la estuviera mirando. Si no, hubiera adivinado que estaba… excitada.
 Demi se detuvo y le informó de que iba a ver el pollo.

 –No va a estar listo todavía –opinó él y se giró–. El pollo crudo… no es nada recomendable…
 –Sí… bueno… –balbuceó ella, tratando de no posar la mirada en su pecho desnudo.
 –Ha sido agradable.

 Ella se humedeció los labios, nerviosa. La atmósfera que los rodeaba se cargó de electricidad. Joseph le mantuvo la mirada, mientras ella se sentía incapaz de apartar los ojos.
 –Siéntate –ordenó él, apartándose un poco para dejarle sitio en el sofá.
 Como una autómata, Demi obedeció, sin estar muy segura de por qué.

 Entonces, él entrelazó sus dedos con ella, sin dejar de mirarla ni un momento.
 Demi se quedó clavada al sofá y se le quedó la boca seca, notando cómo él le acariciaba la mano con el pulgar.

 –¿Qué estás haciendo? –preguntó ella al fin, cuando el silencio comenzó a hacerse insoportable. Se esforzó por no bajar la vista a sus manos entrelazadas porque eso significaría admitir que sabía muy bien lo que él estaba haciendo. Acariciarle.
 ¿Sería su manera de agradecerle el masaje?

 ¿Era él consciente de lo que su contacto le producía? ¿Sería un mero gesto de amistad?
 –Te estoy tocando –murmuró él–. ¿Quieres que pare?

 Demi tardó un rato en reaccionar. Se había pasado toda la vida fantaseando con un momento así. Durante cuatro años, había tratado de convencerse de que los sueños no se cumplían en la realidad, de que él no se sentía atraído por ella.
 –¡Sí! No… esto no es… apropiado…
 –¿Por qué no?
 –Tú sabes por qué… –rezongó Demi. Había una buena razón, seguro, aunque ella no pudiera recordarla en ese momento.

 Sin dejarle tiempo para pensar, Joseph la atrajo despacio hacia él.
 Presa de excitación, Demi se estremeció. Era como una niña dispuesta a abrir los regalos el día de Navidad, preguntándose si estaría a la altura de sus expectativas…

 Ella sabía que no era buena idea, sin embargo, los unía una fuerza magnética e irresistible. Y su curiosidad era demasiado grande.

 Cerró los ojos con un suspiro y sus bocas se tocaron. Él le tocó el pelo y la agarró de la nuca, convirtiendo lo que había sido una suave caricia en algo eróticamente apasionado.

 Demi se apretó contra él. Haciendo un esfuerzo, levantó la cabeza para decirle con voz temblorosa que no deberían estar haciendo eso… que era mejor parar… que el pollo iba a quemarse en el horno…

  Joseph se rio y le informó de que eso era lo que debían hacer exactamente.
 Entonces, deslizó la mano debajo de la blusa de ella y le acarició la espalda, subiendo hasta llegar al broche del sujetador. Sin dejar de besarla, se lo desabrochó.

 –No soy una de tus muñecas de bolsillo… –protestó ella, de pronto, avergonzada e insegura.
 –Deja de hablar –ordenó él con voz ronca–. Quiero verte.

Demi se incorporó mientras él la sujetaba. Sus generosos pechos quedaron al descubierto. Él gimió de placer al verlos.

 –Me he muerto y he subido al cielo –murmuró él con respiración entrecortada.
 Con el pelo largo y rizado y la cabeza hacia atrás, era una diosa de la sensualidad, más bella que ninguna mujer que él hubiera visto en su vida.

 En una ocasión, ella se le había ofrecido. Pero Joseph había tenido que esperar cuatro años para poder aceptar su oferta. Le tocó los pezones con los dedos, acariciándolos en círculos, y su excitación creció cuando vio que se ponían erectos como respuesta.

Demi gemía y jadeaba con suavidad, pequeños ruidos que lo incendiaban. Joseph no creía que pudiera detenerse mucho tiempo con los preámbulos, pues ansiaba poseerla cuanto antes.

 Cuando ella se inclinó un poco, la agarró de la cintura y comenzó a lamerle los pezones, deleitándose con su sabor. Él era un hombre grande con manos grandes, perfectas para cubrir pechos tan abundantes.

 El sofá era amplio, pero no era fácil encontrar una postura cómoda.
 –Este sofá no me gusta –comentó él, levantando la cabeza un momento de sus pechos.
 –Puedo extender la manta delante del fuego…

3 comentarios:

  1. D: oh mi jonas!
    mas mas mas mas !
    no puedo creer qe nos dejes asi en lo mas emocionante!
    aaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhh
    porfis sube urgente >.<
    saludos y besitos amiga tq*

    ResponderEliminar
  2. solo puedo decir SIGUELAAAA PRONTOOOOO URGENTEEEE....!!

    saludos y cuidate.

    ResponderEliminar
  3. aaaa esta muy interesante siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa ....
    escribes genial
    saludos y cuidate mucho
    soy nuva lectora :)

    ResponderEliminar