domingo, 9 de junio de 2013

Mi Adorable Rebelde capitulo 9




dijiste que no sabías a quien más te encantaría ver metido en un lío, y yo dije…
¡Ya oí lo que dijiste!
Relájate – aconsejó él con suavidad- Te va a dar un infarto. Tienes que aprender a tomarte todo en forma más divertida.
Empezó a caminar en dirección a la cafetería. Vi que sus hombros se sacudían de risa.

¡En la vida hay otra cosas además de la diversión! le grite La diversión no es… Dejé de hablar de golpe al imaginar cómo sonaría lo que estaba diciendo.
Me sentí como un duende maligno, como un diablito mezquino que afirma: 

Jamás existirá la diversión. Y yo normalmente no era así. Todo se debía que Joseph me hacía sentir tan… tan severa. Por supuesto, otros chicos me hacían sentir así a veces, por ejemplo Marty Richards y sus comentarios sobre ya-paso-tu-hora-de-ir-a-la-cama. Pero, de alguna manera, podía lograr que Marty no me importase. Con Joseph la cosa era distinta. Joseph me ponía loca.

Después de la escuela, saqué del armario mi uniforme de camarera y me dirigí al baño para cambiarme. No daré muchos detalles acerca de mi trabajo en la Cafetería de la Campana. Baste decir que uno de mis mayores objetivos profesionales es encontrar, algún día, un trabajo que no requiera el uso de ese particular tono marrón con que se empeñan en vestirnos aquí.

Para hacer las cosas más difíciles; la gerencia ha implementado una nueva política: todos los empleados deben presentarse a cumplir sus tareas con el uniforme puesto. Esta brillante política fue establecida en nombre de la moral y la eficiencia; la gerencia parece pensar que, si llegamos con el uniforme puesto, enseguida estaremos llenos de vitalidad y ganas de trabajar a la manera como ellos la entienden.

 Por suerte esta política es solo un experimento. Espero que en un par de semanas la gerencia se dé cuenta de que el hecho de hacernos vestir de etiqueta para el trabajo más pronto de lo necesario no va a fomentar precisamente nuestra predisposición laboral.

Mientras me ponía el uniforme, consideré la idea de sugerirle al promotor de la cafetería algún tipo de concurso de belleza con chicas de todo el país vestida con el famoso uniforme. Podrían ofrecer algún premio fantástico, como un millón de dólares, a la chica que de veras se

las arreglara para parecer atractiva con esa ropa. La compañía recibiría toneladas de publicidad y, al mismo tiempo, tendría la seguridad de que no debería otorgar el premio. Ni una súper modelo se vería bonita con el marrón que a ellos les tanto les gusta.

Terminé de cambiarme y, estaba a punto de abrir la puerta del baño, cuando oí risas de muchachos afuera. Sí, ya sé que tarde o temprano algún chico va a descubrirme caminando por un pasillo de la escuela con el uniforme puesto, pero estaba decidida a lograr que esa eventualidad se mantuviera lo más lejana posible. Me quedé junto a la puerta del baño y esperé que las risas se acallaran.

Pero los chicos no parecían moverse.
¿Entonces crees que esto va a andar? preguntó uno de ellos. Parecía encontrarse justo del otro lado de la puerta.

Confía en mí. Cambiamos los carteles en las puertas de los baños de mi otro colegio y todo salió estupendo. Te diré, no me gusta hacer siempre la misma picardía, pero esta vale la pena. Es asombroso como se atonta la gente cuando se da cuenta de que está en el lugar equivocado. Especialmente cierta clase de chica inocente, ¿tú me entiendes?

El corazón me empezó a latir desbocado. Estaba casi segura de que el primero en hablar había sido Marty Richards, pero no tenía ninguna duda acerca del segundo. Joseph Conner, preparándose para gozar con la humillación de alguien. Y era fácil imaginar a quien incluiría dentro de la categoría de cierta clase de chica inocente. Yo.

Dada la forma en que se presentaban las cosas, los chicos parecían estar bien aprovisionados y pensaban trabajar en la puerta del baño. Me vi a mi misma esperando detrás de la puerta cambiada de sexo hasta que se marcharan.
¿De modo que vas a organizar una fiesta para el próximo fin de semana?
Ahora ya tenía la certeza de que el chico que hablaba con Joseph era Marty.
_ Todavía no lo sé contestó Joseph.

Pensé que habías dicho que tus padres no iban a estar en la cuidad.
Así es respondió Joseph pacientemente Pero todavía no se si quiero organizar una fiesta.
¿Por qué no?
Bueno, no conozco a mucha gente explicó Joseph Y no quiero que las cosas se descontrolen.

_ Eso no pasará. Aseguró Marty.
Me pregunté en que estaría pensado Marty para hablar así. ¿Cómo podía prometer que todos los que fueran a la fiesta de Joseph iban a comportarse correctamente? Buena suerte para Marty.

Además continuo Joseph mis padres me matan si llegan a enterarse.
¿Cómo van a enterarse?

Digamos que se rompe algo muy valioso dijo Joseph en tono razonable Por otra parte, vivo justo enfrente de Merrill, imagínate.

Oh, es un buen tipo lo tranquilizó Marty . No creo que te delate.
Sonreí. ¡Gracias Marty Richards! Me encantaba que los chicos del colegio, en especial los más populares, no fueran tan descarados como para dejar de reconocer que papá esa un tipo decente a pesar de su cargo de director.
Puede ser dijo Joseph Pero Demi es otra historia. Con ella siempre hay una especie de vigilancia constante.

Sentí como si el planeta comenzara a girar lentamente. Las palabras de Joseph resonaron en mi mente una veinte veces durante el lapso de dos latido de corazón. Me sentí aturdida, Por favor defiéndeme le suplique a Marty en silencio Dile a Joseph que no sabe de qué habla… 

que a pesar de todo lo que te burlas de mí, no soy solo la hija santurrona del director. Que en realidad soy muy lista
Si supongo que no es la chica más divertida del mundo comentó Marty.

Sentí que me sonrojaba. ¿Así que no era la chica más divertida del mundo? Bueno, no, tal vez no se me conociera precisamente por organizar fiestas en las cuales las persianas temblaban de tanto bochinche, pero montones de chicas no eran así y no se las encasillaba como santurronas aburridas y mojigatas.

 No podía creerlo. ¿Marty dice que papá es muy buen tipo, pero piensa que yo… yo sería capaz de llamar a la policía porque mi vecino de una fiesta? Me hacía quedar como la abuela de alguien.

En mi opinión, es un caso grave de síndrome de hija del director continuo Joseph Es una lástima porque ella es… bueno, es… no sé, es algo así como…
¿Cómo que Conner? preguntó Marty impaciente.
Joseph se aclaró la garganta,

Bueno, es como demasiado criticona. Puesto a que hoy fue la única persona en la clase de Doc Ellis que no apreció mi… en fin, mi humilde esfuerzo con respecto a la hoja de soluciones.

En ese momento, el corazón me latía con tanta violencia que casi estaba segura de que debía oírse a través de la puerta. ¿Pensaba sinceramente que yo era la única persona? ¿Pensaba que no era más que la latosa permanente del colegio? Y en todo caso. ¿Qué me importaba lo que pensara de mí? En ese preciso instante, mi único deseo era que, de alguna manera, él y Marty desaparecieran para que yo pudiera correr como loca a mi trabajo.

Caballeros, ¿qué es lo que hacen ustedes exactamente en la puerta del baño?
Me habría echado a llorar de alivio. ¡La señora McCracken al rescate! Nunca pensé que iba a gustarme tanto escuchar el sonido monótono de su voz

Oh, bueno… Hola señora McCracken tartamudeo Marty Sólo estábamos… bueno… 

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