miércoles, 26 de junio de 2013

Mi Adorable Rebelde capitulo 21




Me acomodé en mi banco y compuse la cara para lograr una expresión de cuidadosa atención, agradecidísima por que la clase había empezado.
Pero debía admitirlo, Joseph había preguntado algo interesante. ¿Con quién iba a ir al Baile de Otoño? O, dado que estábamos en clase de literatura, ¿con quién tendría el gusto de ir?
Por supuesto, es cierto que nunca voy al Baile de Otoño. Pero también es cierto que todos los años tengo la esperanza de que alguien me invite.

Bueno no cualquiera. El muchacho con quien me gustaría ir debería ser divertido y apuesto, inteligente y popular. Por supuesto, eso es nada más que un ideal, la cuestión es sólo cómo encontrar un compañero aceptable.

 De modo que borren inteligente de la lista, por que no tiene que ser un científico experto en viajes espaciales para llevarme al Baile de Otoño. Creo que también podemos olvidar lo de divertido. Muy bien, eso nos deja con apuesto y popular, lo cual todavía es demasiado ambicioso para alguien que jamás ha ido al Baile de Otoño.

¿Qué quieres decir con eso de que nunca vas? Susurro Bruce en mí oído . ¿Significa que nunca vas por una cuestión de principios o porque nadie te invita?
No es de tu incumbencia farfullé, y rogué que la señora McCracken no nos sorprendiera hablando en clase.

Eso significa que nadie te invitó dedujo Joseph en voz baja.
¡He recibido demasiadas invitaciones! susurre furiosa.
Oh, estoy seguro --- dijo Joseph en tono compasivo Probablemente los hijos de los otros profesores y tal vez algún primo tuyo que no vive en la ciudad y a quien nadie conoce…

¡Oh, que sabes tú! --- repliqué en tono incisivo ¿Con qué derecho…?
Me interrumpí, demasiado afligida como para seguir hablando. ¿Era esa mi imagen? ¿Una chica deprimente que debía recurrir a la parentela para conseguir una cita?

 ¿Y cómo lo había adivinado Joseph? Resultaba particularmente injusto, porque no había sido así una cita por lástima con Ben, aun cuando él era hermano de mi amiga.

No olvidemos la historia de la hija del director de mi colegio anterior susurró Joseph con su aliento en mi cuello . Fue al baile de promoción con…

¡Con su tío! completé yo, dándome vuelta para mirarlo de frente . ¡Lo sé, lo sé! Pero eso no tiene nada que ver conmigo, y si lo mencionas una vez más, te…
Demi Merrill dijo la señora McCracken con voz severa . ¿Hay algo que quisiera compartir con el resto de la clase?

Me ruboricé y me di vuelta de golpe.
¿Bien? urgió la señora McCraken - Estoy segura de que a todos nos interesa mucho.

Sacudí la cabeza. Pude oír la risita tonta de Joseph detrás de mí.
Muy bien, entonces… dijo la señora McCraken Si podemos continuar…
Escondí la cara en Chaucer, decidida a no permitir que Joseph volviera a distraerme en clase.
¿Cómo lo hacen? me preguntó Joseph después de clase, alcanzándome mientras yo atravesaba el vestíbulo.

¿Cómo hacen qué? pregunté con indiferencia mientras luchaba con el cierre de mi bolso. Joseph se acercó y me tomo los libros, lo cual me dejó las manos libres.

¿Cómo hacen siempre los profesores para saber cuando uno está hablando de algo personal y que puede resultar escabroso? dijo.
Abrí mi bolso, que dejó oír un chillido de triunfo, y empecé a revolverlo en busca de un chicle.

¿De qué hablas? pregunté en tono cortante . Había decidido fingir que la conversación acerca de mi (falta de) acompañante para el Baile de Otoño jamás había existido.

La señora McCraken dijo Joseph, paciente Me refiero a que, si hubiéramos estado hablando de por qué no habíamos hecho la tarea, habría dicho;

Demi Merrill, ¿tendrías la gentileza de contarnos qué le dijo la esposa de Bath, personaje del señor Chaucer, a Miller?, o algo por el estilo. 

Pero dado que estábamos hablando de tu vida amorosa, cumplió con esa humillante rutina de tienes-algo-que-decirnos.

Lo miré con ojos relampagueantes. Debía admitir que tenía razón, pero, aún con razón o sin ella, él no tenía por qué sacar a relucir mi vida amorosa. ¿Por qué no se limitaba a dejar el tema de lado?

Mi pregunta continuó Joseph es cuando sabe que debe decir eso. Y no es sólo ella. ¡Lo hacen todos los profesores! En toda mi vida, cuando hablaba de algo personal en clase, ni una sola vez el profesor me pregunto sobre la lectura. 

Y ni una sola vez estaba cuchichiando algo sobre la lectura y el profesor me preguntó si deseaba compartir lo que decía con la clase.

Lo miré. Sus brillantes ojos verdes prácticamente ardían. Otra vez sentí impulsos de revolverle el pelo. Durante un segundo, me pregunté si no me estaría volviendo loca.
¿Cómo lo saben? me dijo ¿Lo aprenden en la universidad? ¿Será así nomás?
Sonó el timbre. Joseph se acercó más a mí.
Además, hay otras preguntas dijo en tono misterioso y desapareció en el vestíbulo llevándose mis libros, que no recuperé sino hasta la quinta hora.
Esa noche, al levantar el tubo del teléfono para llamar a Katie, oí voces en la línea conjunta. Suspire.

Los Conner pensaban anularla, pero se suponía que les iba a llevar un tiempo hacer conectar su propia línea.

Estuve a punto de colgar, pero luego me dije: 

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