domingo, 9 de junio de 2013

Mi Adorable Rebelde capitulo 10




Estábamos lustrando ese letrero Intervino Joseph con rapidez Siempre pensé que es una vergüenza que las instalaciones de la escuela no estén en buenas condiciones. Sólo queríamos aportar nuestra contribución. Bueno, ahora que todo está listo, creo que nos iremos…

La señora McCracken hizo chasquear su lengua. Luego se oyeron pasos, una conversación confusa, y por último estuve a solas de nuevo. Pero no me escapé del baño enseguida. En lugar de eso, me detuve frente al espejo con la cara roja. Un caso grave de síndrome de hija del director, me repetí a mí misma. 

Demasiado criticona. Sabía que no estaba precisamente hermosa con mi uniforme de camarera, pero las palabras de Joseph me hicieron sentir más insignificante que nunca.

Después del trabajo, me las arreglé para tranquilizarme. No iba a permitir repito, no iba a permitir que la opinión de Joseph Conner tuviera semejante efecto en mí. Después de mi breve turno laboral, llegué a casa a la hora del postre.

Me estaba sirviendo un poco de ensalada que mamá me había reservado, cuando sonó el teléfono. Tuve la súbita premonición de que era Doc Ellis y el corazón me latió un poco más rápido.

Papá habló unos minutos y luego volvió a sentarse a la mesa. Tomó su tenedor y dijo, pensativo:
Era Rupert Ellis.

A pesar del golpeteo de mi corazón, estuve a punto de echarme a reír. ¿Qué era eso de Rupert? Siempre resulta gracioso oír a los profesores llamarse por sus nombres de pila, incluso cuando tienen nombres de pila menos horribles.
Papá me miraba de una manera rara.
¿Te sientes bien Demi?

Sí, claro aseguré, y tomé un poco de leche.
¿Cómo está Rupert? preguntó mamá en tono jovial. No es muy adicta descubrir matices. Una puede entrar en el cuarto blanca como un fantasma y decir: Acaba de llamar de la morgue, ella contestaría: ¿De veras? ¿Cómo andan las cosas por la morgue?

Papá seguía mirándome.
Dijo que había descubierto algo curioso. Estaba corrigiendo las pruebas de hoy y notó que Bobby Weller sacó un diez

Lo felicito dijo mi madre sin darse cuenda de que allí había algo raro.
Papá la miró.
Como te decía prosiguió Rupert siguió corrigiendo otras pruebas y observó que todas habían sacado resultados perfectos.

Esta vez no pude contener la risa. ¿Se imaginan a Doc Ellis corrigiendo una prueba perfecta tras otra darse cuenta de que algo andaba mal sólo al llegar a la buena nota de Bobby Weller? Volví a reírme y un poco de leche pasó de mi boca al vaso.
_ Grosera dijo Liz al verme.

Perdón me disculpe con una sonrisa.
Oh dijo mamá, comprendiendo por fin. Suena a una copia organizada en gran escala.
Mi padre suspiró.

Rupert dijo que todavía no había corregido tu prueba, Demi, pero supongo que no tiene importancia. De todos modos, no puede tener en cuenta esas notas.
¿Por qué no? protestó Liz puede haber sido una prueba fácil, o una coincidencia, o cualquier otra cosa.

¿Coincidencia? ironizó Anne ¿Sabes cuál es el porcentaje de probabilidades?
Liz se encogió de hombros.
No dijo con tono cansado.

Yo podría resolver el problema mentalmente si conociera todos los detalles Continuo Anne. Tiene mucho talento para la matemática ¿Cuántos alumnos son y cuantas preguntas había? Preguntó.

En realidad, no te importa le dijo Liz Sólo quieres lucirte. Es como dice la señorita Gregson…

Chicas intervino papá no es momento…
Liz, ¿Qué dice la señorita Gregson con exactitud? preguntó mamá.
Que a Anne le gusta lucirse respondió Liz alegremente que no alienta a los que necesitan más tiempo, que…
Mucho más tiempo murmuró Anne en tono sombrío, mientras echaba una mirada asesina a Liz.

querida dijo mamá ya sabes que estamos orgullosos de tu capacidad para matemática, pero…
¡Ta! grito Debbie desde su sillita alta.
Chicas volvió a decir mi padre Escuchen…

Es verdad, te gusta hacer ostentación de tus dotes, Anne dije a toda velocidad antes de que papá pudiera continuar. No quería seguir hablando de Doc Ellis y, si algo aprendí a lo largo de los años, es que, por lo general, puedo dejar a papá fuera de una conversación por medio de una pelea con mis hermanas.

Él se echó hacia atrás en la silla, derrotado, con una expresión el semblante que decía: ¿Es que todos los padres con cuatro hijas son intimidados así?

Un minuto, Mel. Quiero preguntarte algo_ me atajó papá esa noche cuando entré en la cocina para comer algo liviano. Él estaba bañando a Debbie en la pileta.
¡Ta! gritó Debbie, muerta de risa, y tiró agua por todos lados al verme.
Hola, Debbie preciosa dije yo, inclinándome para besar su cabecita llena de jabón.

¡Ga! me contestó. Todavía no ha pronunciado su primera palabra, pero mamá asegura que lo hará en el momento menos pensado.
Tomé una manzana de la frutera que había sobre la mesada, mientras esperaba que mi padre dijera lo que tenía entre ceja y ceja.

Él levantó a Debbie, la paró sobre la mesada y comenzó a secarla con una toalla color rosa.

¡Ra! chilló Debbie loca de contenta. Le encanta que la sequen.
Mel volvió a decir papá ¿Hay algo que sepas y quieras decirme sobre las pruebas de Doc Ellis?
Mordí la manzana.
No dije con cautela.

Mi padre y yo hicimos un trato hace mucho tiempo. Nuca me hace preguntas directas sobre incidentes ocurridos en el colegio; le limita a preguntarme si hay algo que quiera decirle. O tengo la libertad de decir sí o no y lo dejamos así.
Me lo imaginé.

Siguió secando a Debbie, envolviéndola por completo en la toalla rosa. Los observé a ambos bajo el brillo amarillento de la luz de la cocina. Papá parecía cansado, pero sus manos tocaban
a Debbie con infinita paciencia, como si no tuviera nada mejor que hacer que secar a un bebé a seco.

Lamento lo de la prueba dijo por fin se lo mucho que estudiaste.
Lo cual les demuestra la fe absoluta que me tiene mi padre. Me acerqué y lo abracé desde atrás. Enfrente vi una sobra que se movía y me pregunté si sería Joseph. ¿Podría vernos a los tres a la luz de la lámpara de la cocina?

Sacudí la cabeza, decidida a desterrar todo pensamiento relativo a Joseph Conner.
El sábado por la mañana estaba sentada en la puerta de atrás con el camisón puesto, diciendo: Sí, mamá… sí, comeré las albóndigas… sí, sacaré la basura… No, no voy a ir a ninguna fiesta…

Ese fin de semana, mis padres iban a llevar a mis hermanas a hacer una gira turística por el norte de Michigan. No tenía que ir con ellos porqué viajar en auto me descompone con facilidad.

Y si así no hubiera sido, lo habría simulado, porque no hay nada más aburrido que pasear en auto haciendo comentarios sobre las hojas rojas o doradas. Me sorprende que Anne y Liz todavía no sean listas como para poner objeciones. En realidad, pienso que durante gran parte del viaje juegan a la batalla naval.
Mi madre cambió de posición a Debbie y la apoyó en su otra cadera.
Y no hagas llamadas a larga distancia dijo para terminar.
Mamás, ¿a quién voy a llamar?

Ah no sé… sonrió. Supongo que me estaba esforzando por encontrar un último consejo.
Créeme ya cubriste todos los rubros.

Papá tocó la bocina. Era el único sentado en el auto. Anne y Liz permanecían de pie junto al portón trasero abierto, sobre quien iba a ir atrás en la camioneta. Si pudiera darle un consejo a papá, le diría: No conseguirás hacer que una mujer suba al auto, hasta que no esté lista para subir al auto. En realidad, ya he transmitido este pequeño fragmento de sabiduría, pero él parece no creerlo.


Adiós querida dijo mamá. Me dio un beso en la mejilla y salió en dirección al auto. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario