Claro que
estaba seguro. Miley necesitaba que la cuidasen y
quería ser él quien lo hiciera. Aunque sabía que no podría hacer mucho más.
Y veía una
larga ducha fría en su inmediato futuro.
—¿Quieres que
pidamos una silla de ruedas? —preguntó Hannah.
—No hace
falta, yo puedo llevarla —sonrió Nick.
Cinco minutos
después subían al coche, bajo una lluvia de fogonazos, escoltados por su
guardaespaldas.
—Ha sido muy
emocionante —bromeó él.
—¿Tú crees? —Sonrió
Miley, dirigiéndose luego al conductor—. Al
palacio,por favor.
—¿No quieres
ir a tu casa?
—Sería mejor
que fuéramos a tu suite.
¿Estaba
sugiriendo que pasaran la noche juntos?
Miley empezó a quitarse las horquillas del
pelo, dejando que la melena cayera sobre sus hombros como una cascada.
—Pensé que
querrías irte a la cama inmediatamente.
—Pues claro
—sonrió ella.
—A tu propia
cama. A descansar.
—No estoy
cansada.
—¿Y el
tobillo?
—¿Qué pasa
con mi tobillo?
—¿No te
duele?
Miley giró el pie a un lado y a otro y luego lo
apoyó en el suelo del coche.
—Vaya, parece
que ya está mucho mejor.
—Un momento…
¿no me digas que has estado fingiendo?
—¿Y cómo si
no íbamos a salir del baile?
—¿Cómo lo has
hecho? ¿Has roto el tacón en el lavabo?
Miley se limitó a sonreír.
Debería
haberlo imaginado. Debería haber imaginado que un tacón roto era muy
conveniente. Y él preocupándose por su orgullo herido…
—Ha sido una
treta muy sucia —le dijo, cruzándose de brazos.
—He hecho
cosas peores, te lo aseguro. Y te lo habría contado, pero tenía que parecer
convincente — Miley puso una mano sobre su pierna—.
¿Estás enfadado conmigo?
—Mucho.
—¿De verdad?
—Sí, claro
—riendo, Nick la envolvió en sus
brazos—. De hecho, en cuanto estemos solos pienso castigarte severamente.
Si un castigo
para Nick significaba satisfacer a
una mujer hasta que no podía más, entonces había cumplido su amenaza.
Estaba
tumbada a su lado, brazos y piernas enredados, la cabeza apoyada en su pecho. Y
sabía ya que eso de «una sola noche» era absurdo. Quería cien noches con Nick, mil noches.
Pero tendría
que conformarse con el tiempo que les quedase.
—¿Puedo
hacerte una pregunta personal?
—Supongo que
eso depende de la pregunta.
—¿Cómo era tu
mujer?
—Ah, ese tipo
de pregunta. Y yo que estaba pasándolo tan bien…
—Vamos, no
podía ser tan horrible.
—Lo era… — Nick dejó escapar un suspiro—. Era muy
ambiciosa.
—¿Trabajaba?
—Oh, no. Se
conformaba con gastarse mi dinero. Cuando digo ambiciosa me refiero a… lo que
quería era mezclarse con eso que se llama «la buena sociedad». Era socia de los
mejores clubs, tenía el coche que correspondía a su status y vivía en una
mansión. Incluso tenía una aventura con su entrenador de tenis. Todo
socialmente aceptable.
Miley arrugó el ceño.
—No lo sabía.
Lo siento.
—Yo no. Fue
una liberación para mí que tuviese una aventura.
—¿No te
importó?
—Sé que suena
raro, pero así fue. Lo único que sentí fue alivio. Era como si por fin tuviera
una excusa para dejarla.
—¿Por qué
necesitabas una excusa?
—Cuando lo
sepa te lo diré.
Era mejor
quedarse soltero, pensó Miley. Casar se con una persona que no
te importaba… como el matrimonio de sus padres y probablemente el de sus
abuelos. Y ella pensando que eso sólo ocurría en las familias reales.
—Pero debiste
sentirte muy solo estando casado con una mujer a la que no querías.
Alex se
encogió de hombros.
—Vivíamos
vidas separadas. Durante el último año apenas nos vimos.
Sophie se
apoyó en un codo para mirarlo.
—¿Tú la
engañaste alguna vez?
La pregunta
pareció pillarlo por sorpresa.
—No voy a
mentirte, tuve la tentación muchas veces. Pero mi abogado me aconsejó que no le
diera munición alguna. Así que le fui fiel hasta que nos separamos.
En la misma
situación, ella no estaba segura de haber hecho lo mismo.
Claro que ella no se
hubiera casado con un hombre del que no estaba enamorada.
—¿Sabes una
cosa? Tu acento siempre me ha parecido increíblemente sexy.
Miley sonrió.
—Perdona,
pero en este país eres tú quien tiene acento.
—Eres
preciosa — Nick acarició su mejilla y
ella cerró los ojos.
—Esto me
gusta mucho. Tú y yo…
—A mí
también. Imagino que mientras esté diseñando el balneario vendré por aquí a
menudo.
—Imagino que
sí.
—Así
tendremos oportunidad de estar juntos.
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