lunes, 11 de febrero de 2013

El Amante de la Princesa capitulo 16




Claro que estaba seguro. Miley necesitaba que la cuidasen y quería ser él quien lo hiciera. Aunque sabía que no podría hacer mucho más.

Y veía una larga ducha fría en su inmediato futuro.
—¿Quieres que pidamos una silla de ruedas? —preguntó Hannah.
—No hace falta, yo puedo llevarla —sonrió Nick.
Cinco minutos después subían al coche, bajo una lluvia de fogonazos, escoltados por su guardaespaldas.
—Ha sido muy emocionante —bromeó él.
—¿Tú crees? —Sonrió Miley, dirigiéndose luego al conductor—. Al palacio,por favor.
—¿No quieres ir a tu casa?
—Sería mejor que fuéramos a tu suite.

¿Estaba sugiriendo que pasaran la noche juntos?
Miley empezó a quitarse las horquillas del pelo, dejando que la melena cayera sobre sus hombros como una cascada.
—Pensé que querrías irte a la cama inmediatamente.
—Pues claro —sonrió ella.
—A tu propia cama. A descansar.
—No estoy cansada.
—¿Y el tobillo?
—¿Qué pasa con mi tobillo?
—¿No te duele?

Miley giró el pie a un lado y a otro y luego lo apoyó en el suelo del coche.
—Vaya, parece que ya está mucho mejor.

—Un momento… ¿no me digas que has estado fingiendo?
—¿Y cómo si no íbamos a salir del baile?

—¿Cómo lo has hecho? ¿Has roto el tacón en el lavabo?
Miley se limitó a sonreír.

Debería haberlo imaginado. Debería haber imaginado que un tacón roto era muy conveniente. Y él preocupándose por su orgullo herido…
—Ha sido una treta muy sucia —le dijo, cruzándose de brazos.

—He hecho cosas peores, te lo aseguro. Y te lo habría contado, pero tenía que parecer convincente — Miley puso una mano sobre su pierna—. ¿Estás enfadado conmigo?
—Mucho.
—¿De verdad?
—Sí, claro —riendo, Nick la envolvió en sus brazos—. De hecho, en cuanto estemos solos pienso castigarte severamente.

Si un castigo para Nick significaba satisfacer a una mujer hasta que no podía más, entonces había cumplido su amenaza.

Estaba tumbada a su lado, brazos y piernas enredados, la cabeza apoyada en su pecho. Y sabía ya que eso de «una sola noche» era absurdo. Quería cien noches con Nick, mil noches.

Pero tendría que conformarse con el tiempo que les quedase.
—¿Puedo hacerte una pregunta personal?
—Supongo que eso depende de la pregunta.
—¿Cómo era tu mujer?

—Ah, ese tipo de pregunta. Y yo que estaba pasándolo tan bien…
—Vamos, no podía ser tan horrible.

—Lo era… — Nick dejó escapar un suspiro—. Era muy ambiciosa.
—¿Trabajaba?

—Oh, no. Se conformaba con gastarse mi dinero. Cuando digo ambiciosa me refiero a… lo que quería era mezclarse con eso que se llama «la buena sociedad». Era socia de los mejores clubs, tenía el coche que correspondía a su status y vivía en una mansión. Incluso tenía una aventura con su entrenador de tenis. Todo socialmente aceptable.

Miley arrugó el ceño.
—No lo sabía. Lo siento.
—Yo no. Fue una liberación para mí que tuviese una aventura.
—¿No te importó?

—Sé que suena raro, pero así fue. Lo único que sentí fue alivio. Era como si por fin tuviera una excusa para dejarla.
—¿Por qué necesitabas una excusa?
—Cuando lo sepa te lo diré.

Era mejor quedarse soltero, pensó Miley. Casar se con una persona que no te importaba… como el matrimonio de sus padres y probablemente el de sus abuelos. Y ella pensando que eso sólo ocurría en las familias reales.

—Pero debiste sentirte muy solo estando casado con una mujer a la que no querías.
Alex se encogió de hombros.

—Vivíamos vidas separadas. Durante el último año apenas nos vimos.
Sophie se apoyó en un codo para mirarlo.
—¿Tú la engañaste alguna vez?
La pregunta pareció pillarlo por sorpresa.

—No voy a mentirte, tuve la tentación muchas veces. Pero mi abogado me aconsejó que no le diera munición alguna. Así que le fui fiel hasta que nos separamos.
En la misma situación, ella no estaba segura de haber hecho lo mismo. 

Claro que ella no se hubiera casado con un hombre del que no estaba enamorada.
—¿Sabes una cosa? Tu acento siempre me ha parecido increíblemente sexy.
Miley sonrió.

—Perdona, pero en este país eres tú quien tiene acento.
—Eres preciosa — Nick acarició su mejilla y ella cerró los ojos.
—Esto me gusta mucho. Tú y yo…

—A mí también. Imagino que mientras esté diseñando el balneario vendré por aquí a menudo.
—Imagino que sí.
—Así tendremos oportunidad de estar juntos.

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