A las cinco
de la madrugada, antes de que Se levantasen Phillip o Hannah, y con apenas una
hora de sueño, Miley salió del dormitorio de Nick y bajó la escalera de puntillas. Sólo
quedaban doce pasos para llegar a la puerta cuando Hannah salió de la cocina,
con Frederick riendo alegremente en sus brazos.
—¡Vaya, qué
temprano te has levantado! —sonrió su cuñada.
—Sí, es
verdad — Miley intentó disimular su turbación—. Parece
que el niño se encuentra mejor.
—Ya no tiene
fiebre —suspiró Hannah—. ¿Y sabes una cosa? Has tenido suerte.
—¿Por qué?
—Phillip
suele darle el primer biberón de la mañana.
—¿Ah, sí?
—Si no
quieres que sepa nada sobre lo que hay entre Nick
y tú, seguramente no deberías quedarte a pasar la noche en palacio.
—Sí, bueno…
debería irme a casa, es verdad.
—Me gusta Nick, Miley. Y sé que intentas hacerte la
dura, pero me preocupa que te haga daño.
Era temprano,
apenas había pegado ojo y no estaba de humor para un sermón. Por no decir que
también ella estaba preocupada. Había ocurrido algo esa noche, algo especial.
Lo que supuestamente sólo era una noche de sexo había terminado siendo algo
más. Al menos, para ella. ¿Pero qué sentiría Alex?
Mejor no
saberlo. Habían pasado una noche juntos y lo dejarían así, como habían
planeado.
—No te
preocupes —sonrió, besando la mejilla del niño—. Nos vemos esta noche, en el
baile.
—Espero que
sepas lo que estás haciendo —dijo su cuñada.
También ella
lo esperaba. Porque no podía arriesgarse a hacer la única cosa que había jurado
no hacer…
Enamorarse de
él.
Nick no dejaba de mirar a Miley en el baile del Royal Inn. Llevaba un vestido largo y el
pelo sujeto en un complicado moño que dejaba al descubierto su largo cuello y
sus bronceados hombros.
Iba de grupo
en grupo, hablando con todo el mundo casi al ritmo de la orquesta. Tenía un
aspecto elegante, refinado y sexy al mismo tiempo.
Y,
aparentemente, había sido justo lo que necesitaba porque no podía recordar la
última vez que había dormido tan bien. Hacía tiempo que no despertaba sin
sentir una nube negra sobre su cabeza, una sensación de angustia en el pecho.
Se sentía… en paz.
Pero lo que
debería experimentar era una sensación de triunfo o de satisfacción. Había ido
allí decidido a seducir a Miley y lo había conseguido. Mejor aún,
había sido ella quien había dado el primer paso.
Lo único que
tenía que hacer ahora era abandonarla porque sabía que le había robado el
corazón La noche anterior había visto en sus ojos que seguía amándolo.
Pero en su
plan había un fallo: Miley no era la mujer que él esperaba
que fuera. Y su plan de venganza empezaba a parecerle infantil y mezquino.
Mientras iban
al hotel, con Phillip y Hannah en el coche, Miley
había disimulado a las mil maravillas. Se había mostrado tan amable con él como
se mostraría con cualquier invitado de su hermano.
Pero cuando
llegaron al Royal Inn, donde tendría lugar el baile benéfico, le quedó claro de
inmediato la carga que suponía el título para cada miembro de la familia.
Fueron acosados por la prensa en cuanto salieron del coche y, una vez dentro,
un ejército de empleados e invitados los monopolizaron durante horas.
Nick estaba en el bar, observándola.
De vez en cuando sus miradas se encontraban y compartían una sonrisa secreta,
pero no podía dejar de pensar que ella intentaba mantener las distancias a
propósito.
—Me parece
que no nos conocemos.
Una atractiva
morena acababa de sentarse en un taburete, a su lado. Llevaba un vestido rojo
de sirena con un escote de vértigo… que llenaba por completo.
—Soy Nick Rutledge.
—Madeline
Grenaugh —dijo ella, apretando su mano de manera sugerente—. Es usted
norteamericano.
—Así es.
—¿De la Costa
Este?
—Nueva York.
Es usted muy perceptiva.
—Señor
Rutledge, no tiene usted ni idea —sonrió la morena. No intentaba disimular en
absoluto. ¿Por qué no le daba la llave de su habitación o le hacía un mapa para
llegar a su casa?
—¿Qué le trae
a nuestro país?
—Soy invitado
de la familia real. Fui a la universidad con el rey Phillip.
—Ah, entonces
tenemos algo en común. Mis padres también son amigos de la familia real.
—¡ Nick, ahí estás!
Él se volvió
al oír la voz de Miley.
—Hola.
—Siento mucho
no haber podido atenderte. Ah, hola,
Miley, no te había
visto.
Nick tenía la
impresión de que Madeline era precisamente la razón por la que Miley se había acercado a hablar con él.
—Hola, Miley.
No se dirigía
a ella usando el título, algo que parecía un error intencionado. La tensión
entre las dos mujeres era evidente.
—Veo que ya
conoces a nuestro invitado —dijo Miley entonces, poniendo una mano en su
brazo.
—Así es. Y
creo que estaba a punto de pedirme que bailásemos.
¿Ah, sí?
¿Para que pudiera clavarle sus garras? No, de eso nada. Sexy o no, lo último
que necesitaba era otra mujer manipuladora. Aunque sólo fuera un baile de cinco
minutos.
—Lo siento,
Madeline, pero le prometí a la princesa el primer baile —se disculpó, levantándose—.
Encantado de conocerte.
Si las
miradas matasen…
La sonrisa de
la morena era puro hielo y la de Miley … bueno, la de Miley no era muy caritativa.
—Menos mal
que me has salvado.
—Madeline es
una vampira. Y tiene sus ojos puestos en la corona desde que era pequeña.
—¿Ah, sí?
—Intentó
conquistar a Phillip y cuando se dio cuenta de que eso era imposible se dedicó
a manipular a unos y a otros para conseguir lo que quería. Ningún hombre
inteligente saldría con ella. Pero al verte ha debido olisquear sangre fresca…
—Ah, sangre
fresca —repitió Nick, burlón,
tomándola por la cintura al llegar a la pista de baile—. Y supongo que tu
reacción no tiene nada que ver con los celos.
—Ya te
gustaría.
Sé que
estabas celosa.
—Tu
arrogancia nunca dejará de asombrarme.
aaaaaaaawwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww ternuritaaa en 5 4 3 2 1
ResponderEliminarlooo amooo a Nick
ajaja y la nove me encantaaa, así que sube prontiitoo :)