Unos cálidos y fuertes dedos
acariciaron los frágiles huesos de su muñeca y, de manera autoritaria, le
colocaron el brazo en el costado. Emitiendo un sonido casi salvaje que pareció
provenir de lo más profundo de su alma, joe
selló sus labios con un apasionado beso que le dejó muy impresionada.
Sin ninguna fineza ni ternura, la
hizo tambalearse debido a su casi implacable exigencia. Pero aquello no evitó
que Demi respondiera con la misma necesidad
y hambrienta pasión. La llama que había estado brillando levemente dentro de
ella, repentinamente estalló en unas potentes llamaradas... en un abrasador
fuego que habría sido capaz de calcinar cualquier cosa que se hubiera
interpuesto en su camino.
Abrazó estrechamente al padre de
su futuro hijo por el cuello para así hacer más intensa la erótica consumación
de sus labios y lenguas, de sus profundos suspiros y gemidos. Sintió como si un
ardiente líquido se apoderaba del centro de su feminidad y le temblaron todos
los músculos debido a la devoradora necesidad que la había cautivado.
Las febriles manos de Joe estaban acariciándole todo el cuerpo a través
de la superflua y no deseada barrera de su ropa. Demi
sintió como aumentaba la impaciencia y la pasión de él junto con las suyas
propias... hasta que el acalorado y espontáneo ritmo de éstas les impulsó a que
se dejaran llevar por su potente y salvaje fuerza...
De alguna manera, él logró
quitarle el vestido y ella a él la camisa. La intensa lujuria que se había
apoderado de su cuerpo, provocó que Demi
perdiera el equilibro y que cayera en el suave sofá en el que había estado
sentada.
Joe la abrazó por la cintura al caer
junto a ella y le hizo cosquillas en la cara con su pelo. La presión de su
fuerte y musculoso cuerpo contra la delicada figura de Demetria,
provocó que ésta sintiera ganas de llorar y que se percatara de que el ansia
que ninguna cosa podía calmar salvo él aumentaba en intensidad...
—Te deseo tanto —juró Joe con la boca pegada a su mejilla—, ¡Te deseo
demasiado! —añadió. A continuación comenzó a decirle una letanía de cariñosas
expresiones en italiano mientras le bajaba las medias y las braguitas por sus
temblorosas piernas.
Consumida por la intensidad de
las sensaciones que la estaban embargando, así como por la incitante fragancia
que desprendía el cuerpo de él, Demi introdujo
los dedos por su pelo para, a continuación, bajar las manos y acariciarle los
pómulos. Tomó su cara entre las manos y aceptó sus besos con un abierto
entusiasmo. Con su propia apasionada lengua, incitó a que la besara aún más
intensamente. No dejó de emitir susurros de placer.
Entonces Demi
le quitó el sujetador. Le besó y le chupó los pechos. Estos estaban tan
sensibles que ella sintió como un leve dolor le recorría el cuerpo al
mordisqueárselos él. Como para liberar la sensibilidad de Demi, Joe comenzó a acariciarle la húmeda yema del
centro de su feminidad. Ella separó sus delicados muslos y sintió como todo su
cuerpo se ponía tenso durante unos segundos al verse embargado por una
electrizante sensación ante la atrevida caricia de él.
Casi insoportablemente excitada y
movida por la salvaje pasión que había aflorado en ella irresistiblemente la
primera vez que había estado con Joe, Demi le
acarició el pecho y disfrutó de la impresionante musculatura que se dejaba ver
bajo el sedoso vello negro que cubría aquel hermoso torso. Pero él no le permitió
que continuara explorando su cuerpo y le bajó las manos a la cremallera de sus
pantalones chinos...
En unos segundos, la dura, erecta
y, al mismo tiempo, sedosa erección de Joe estuvo
dentro de ella. Presionó con fuerza en su humedad calidez...
Disfrutando del apasionado e
intenso placer de aquel acto, Demi sintió
como su corazón se llenaba de esperanza... y estuvo enormemente agradecida ante
el hecho de poder estar de nuevo con él de aquella manera.
Incluso antes de que el poderoso
cuerpo de Joe la hubiera poseído, sus
sentidos habían estado deseando ser saciados. Parecía que el embarazo había
aumentado su sensibilidad en lo que a él se refería... hasta el punto de que
incluso la sola fragancia del perfume de él podía prácticamente deshacerla.
Y en aquel momento, mientras Joe le hacía el amor, mientras poseía su cuerpo y
su alma para siempre con su poderoso reclamo, alcanzó el alivio, un alivio
rápido e intenso, un alivio que le hizo temblar y estremecerse al verse
abrumada por unas poderosas sensaciones que le robaron el aliento. Gimiendo,
tuvo que jadear para recuperarse.
Se agarró a los poderosos hombros de su
amante y besó la suave piel que cubría aquellos tensos músculos. A
continuación, cerró los ojos con fuerza, como para grabar en su memoria para
siempre aquellos casi demasiado vulnerables e íntimos momentos para siempre.
Joe había estado comportándose de
manera impaciente con Demi durante todo el
día. Y su impaciencia se había debido al hecho de que ella todavía había estado
vestida... cuando lo único que él había querido había sido quitarle la ropa...
Había querido arrancarle cada ligera barrera, barrera que había parecido ser una
pared fortificada que le había impedido ver la encantadora perfección de su
cuerpo y tocarla como deseaba...
Pero en aquel momento estaba
donde quería estar y las sensaciones que se habían apoderado de él eran muy
intensas. Sintió como si un dulce diluvio de verano cayera sobre su desnudo,
hambriento y extremadamente excitado cuerpo en un imparable aguacero. Junto al
poderoso alivio físico del orgasmo, también había sentido como la desolación
que había contenido desde hacía mucho tiempo se apoderaba de él, desolación que
había experimentado debido al fallecimiento de su esposa.
Repentinamente,
aquellos intensos sentimientos afloraron y, por muy increíble que pareciera,
tuvo que contener las lágrimas.
No había llorado desde que había
sido un niño pequeño... ni siquiera lo había hecho en el entierro de Sophia. En
vez de ello, lo que había hecho había sido apartarse del mundo durante un
tiempo.
El aislamiento y la soledad se habían convertido en sus compañeros tras
la ausencia de su esposa. Sus padres también habían fallecido, por lo que no
había habido nadie que hubiera podido consolarle. Había tardado bastante tiempo
en ser capaz de volver a conectar con la gente. Se había refugiado en el
trabajo y éste había supuesto su único consuelo.
Se preguntó si estaba mal desear
tanto a aquella hermosa mujer, mujer que juraba que estaba embarazada de su
hijo, cuando sus caricias eran tan esenciales para él como respirar.
Se planteó
si debía sentirse aún más culpable de lo que ya se sentía ante el hecho de que
su difunta esposa no hubiera sido capaz de concebir el hijo que ambos habían
deseado tanto. No supo si tenía que seguir pagando por lo ocurrido...
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