sábado, 23 de febrero de 2013

De Secretaria A Esposa Capitulo 12





Unos cálidos y fuertes dedos acariciaron los frágiles huesos de su muñeca y, de manera autoritaria, le colocaron el brazo en el costado. Emitiendo un sonido casi salvaje que pareció provenir de lo más profundo de su alma, joe selló sus labios con un apasionado beso que le dejó muy impresionada.

Sin ninguna fineza ni ternura, la hizo tambalearse debido a su casi implacable exigencia. Pero aquello no evitó que Demi respondiera con la misma necesidad y hambrienta pasión. La llama que había estado brillando levemente dentro de ella, repentinamente estalló en unas potentes llamaradas... en un abrasador fuego que habría sido capaz de calcinar cualquier cosa que se hubiera interpuesto en su camino.

Abrazó estrechamente al padre de su futuro hijo por el cuello para así hacer más intensa la erótica consumación de sus labios y lenguas, de sus profundos suspiros y gemidos. Sintió como si un ardiente líquido se apoderaba del centro de su feminidad y le temblaron todos los músculos debido a la devoradora necesidad que la había cautivado.

Las febriles manos de Joe estaban acariciándole todo el cuerpo a través de la superflua y no deseada barrera de su ropa. Demi sintió como aumentaba la impaciencia y la pasión de él junto con las suyas propias... hasta que el acalorado y espontáneo ritmo de éstas les impulsó a que se dejaran llevar por su potente y salvaje fuerza...

De alguna manera, él logró quitarle el vestido y ella a él la camisa. La intensa lujuria que se había apoderado de su cuerpo, provocó que Demi perdiera el equilibro y que cayera en el suave sofá en el que había estado sentada.

Joe la abrazó por la cintura al caer junto a ella y le hizo cosquillas en la cara con su pelo. La presión de su fuerte y musculoso cuerpo contra la delicada figura de Demetria, provocó que ésta sintiera ganas de llorar y que se percatara de que el ansia que ninguna cosa podía calmar salvo él aumentaba en intensidad...

—Te deseo tanto —juró Joe con la boca pegada a su mejilla—, ¡Te deseo demasiado! —añadió. A continuación comenzó a decirle una letanía de cariñosas expresiones en italiano mientras le bajaba las medias y las braguitas por sus temblorosas piernas.

Consumida por la intensidad de las sensaciones que la estaban embargando, así como por la incitante fragancia que desprendía el cuerpo de él, Demi introdujo los dedos por su pelo para, a continuación, bajar las manos y acariciarle los pómulos. Tomó su cara entre las manos y aceptó sus besos con un abierto entusiasmo. Con su propia apasionada lengua, incitó a que la besara aún más intensamente. No dejó de emitir susurros de placer.

Entonces Demi le quitó el sujetador. Le besó y le chupó los pechos. Estos estaban tan sensibles que ella sintió como un leve dolor le recorría el cuerpo al mordisqueárselos él. Como para liberar la sensibilidad de Demi, Joe comenzó a acariciarle la húmeda yema del centro de su feminidad. Ella separó sus delicados muslos y sintió como todo su cuerpo se ponía tenso durante unos segundos al verse embargado por una electrizante sensación ante la atrevida caricia de él.

Casi insoportablemente excitada y movida por la salvaje pasión que había aflorado en ella irresistiblemente la primera vez que había estado con Joe, Demi le acarició el pecho y disfrutó de la impresionante musculatura que se dejaba ver bajo el sedoso vello negro que cubría aquel hermoso torso. Pero él no le permitió que continuara explorando su cuerpo y le bajó las manos a la cremallera de sus pantalones chinos...

En unos segundos, la dura, erecta y, al mismo tiempo, sedosa erección de Joe estuvo dentro de ella. Presionó con fuerza en su humedad calidez...
Disfrutando del apasionado e intenso placer de aquel acto, Demi sintió como su corazón se llenaba de esperanza... y estuvo enormemente agradecida ante el hecho de poder estar de nuevo con él de aquella manera.

Incluso antes de que el poderoso cuerpo de Joe la hubiera poseído, sus sentidos habían estado deseando ser saciados. Parecía que el embarazo había aumentado su sensibilidad en lo que a él se refería... hasta el punto de que incluso la sola fragancia del perfume de él podía prácticamente deshacerla.

Y en aquel momento, mientras Joe le hacía el amor, mientras poseía su cuerpo y su alma para siempre con su poderoso reclamo, alcanzó el alivio, un alivio rápido e intenso, un alivio que le hizo temblar y estremecerse al verse abrumada por unas poderosas sensaciones que le robaron el aliento. Gimiendo, tuvo que jadear para recuperarse.

 Se agarró a los poderosos hombros de su amante y besó la suave piel que cubría aquellos tensos músculos. A continuación, cerró los ojos con fuerza, como para grabar en su memoria para siempre aquellos casi demasiado vulnerables e íntimos momentos para siempre. 

Joe había estado comportándose de manera impaciente con Demi durante todo el día. Y su impaciencia se había debido al hecho de que ella todavía había estado vestida... cuando lo único que él había querido había sido quitarle la ropa... Había querido arrancarle cada ligera barrera, barrera que había parecido ser una pared fortificada que le había impedido ver la encantadora perfección de su cuerpo y tocarla como deseaba...

Pero en aquel momento estaba donde quería estar y las sensaciones que se habían apoderado de él eran muy intensas. Sintió como si un dulce diluvio de verano cayera sobre su desnudo, hambriento y extremadamente excitado cuerpo en un imparable aguacero. Junto al poderoso alivio físico del orgasmo, también había sentido como la desolación que había contenido desde hacía mucho tiempo se apoderaba de él, desolación que había experimentado debido al fallecimiento de su esposa. 

Repentinamente, aquellos intensos sentimientos afloraron y, por muy increíble que pareciera, tuvo que contener las lágrimas.

No había llorado desde que había sido un niño pequeño... ni siquiera lo había hecho en el entierro de Sophia. En vez de ello, lo que había hecho había sido apartarse del mundo durante un tiempo.

 El aislamiento y la soledad se habían convertido en sus compañeros tras la ausencia de su esposa. Sus padres también habían fallecido, por lo que no había habido nadie que hubiera podido consolarle. Había tardado bastante tiempo en ser capaz de volver a conectar con la gente. Se había refugiado en el trabajo y éste había supuesto su único consuelo.

Se preguntó si estaba mal desear tanto a aquella hermosa mujer, mujer que juraba que estaba embarazada de su hijo, cuando sus caricias eran tan esenciales para él como respirar.

 Se planteó si debía sentirse aún más culpable de lo que ya se sentía ante el hecho de que su difunta esposa no hubiera sido capaz de concebir el hijo que ambos habían deseado tanto. No supo si tenía que seguir pagando por lo ocurrido...

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