sábado, 23 de febrero de 2013

De Secretaria A Esposa Capitulo 11




Cínicamente, Demi pensó que desde luego que sí que lo había dicho en serio. Los hombres eran capaces de decir cualquier cosa para llevarse a una mujer a la cama. Algunos incluso estaban preparados para fingir estar enamorados con tal de conseguir lo que querían. Pero incluso en aquellas circunstancias, no les bastaba con tener sólo una mujer...

Consternada, recordó que a Joe no le había impresionado en absoluto cuando le había confiado que su ex novio había tenido una amante. Sintió una desesperada necesidad de saber si él tenía una. 

No sabía si estaba siendo una completa ingenua al esperar que no estuviera con otra mujer. Joe le había dicho que no tenía ningún compromiso pero, al haber experimentado personalmente lo apasionado que era, no le parecía que fuera un hombre que estuviera contento sin tener una mujer en la cama durante mucho tiempo. 

Se preguntó a sí misma cómo soportaría la potencial noticia de que Joe tenía una amante cuando la atracción que sentía por él había aumentado hasta convertirse en unas incesantes ansias que apenas podía controlar.

En unos cuantos meses iba a dar a luz al hijo de ambos. Se planteó si estaba destinada a estar siempre en la periferia de la vida de un hombre y no en el centro de ésta, que era lo que realmente deseaba...
— ¿Demetria?

—Hablemos de otra cosa, ¿te parece bien? —respondió, encogiéndose de hombros. Sintió la repentina necesidad de tener un respiro de todo aquello.
Entonces se acercó al otro lado del salón. Se sentó en uno de los lujosos sofás de cuero que había junto a una preciosa alfombra persa que contenía todos los sensuales y exóticos colores de un bazar de Marrakech.
—Dime qué te preocupa.

A Demi no debía haberle sorprendido que Joe se hubiera percatado de su desasosiego, pero por alguna razón lo hizo. Había tenido poca experiencia con los hombres, pero la que había tenido le había enseñado que éstos no estaban muy interesados en asuntos personales. Pero, según parecía, Joe era distinto.
Observó como él se sentaba en el sofá que había enfrente de ella. Lo hizo con una elegancia que le impresionó mucho. Pero no estaba de humor como para dejarse distraer tan fácilmente.

 Había aceptado viajar con Joe a Italia, pero que compartieran unas vacaciones no era garantía de un futuro juntos y repentinamente se sintió bastante desolada ante aquello. Sabía por experiencia personal lo dura que podía ser la infancia de un pequeño que sólo tuviera a uno de sus padres, razón por la cual sus sueños de—tener un hijo siempre habían incluido un padre permanentemente en escena.

Colocó su vaso de zumo a medio terminar en la elegante mesa de café que tenía al lado y miró a Luca fijamente.

—Necesito saber qué ocurrirá una vez que haya tenido el bebé. Has dicho que quieres ayudar a criar a nuestro hijo y tengo que saber a qué acuerdos vamos a llegar si ése es el caso. ¡No puedo pasarme los próximos seis meses en el limbo!
—Estoy de acuerdo. Y si el bebé es mío, yo también quiero que lleguemos a algunos acuerdos.

En aquel momento, Demi sintió como si una gran y pesada piedra se apoderara de su estómago al percatarse de que él todavía no creía que el bebé que estaba esperando fuera suyo. Se sintió muy triste. Se preguntó cómo iba a poder soportar esperar hasta que se realizara una prueba de paternidad para demostrarle que estaba diciendo la verdad. Junto a aquella frustración, también sintió un cada vez más profundo enfado ante el hecho de que no la creyera.

—No sé lo que puedo decirte para convencerte de que lo que estoy diciéndote es cierto. ¡Pareces decidido a demostrar que soy una mentirosa! —no pudo evitar espetar ya que se sintió invadida por la desesperación y la tensión que había sufrido durante los anteriores meses, meses durante los cuales no había parado de reprocharse a sí misma el no haberle dejado a Joe aquella mañana en Milán una dirección o un teléfono donde pudiera encontrarla.

Cuando vio que él se levantó y que se acercaba a ella, realmente no supo qué esperar. Repentinamente se quedó mirando fijamente los innegablemente sexys pies del padre de su futuro hijo. Sintió como los ojos se le llenaban de lágrimas.

Tomando las manos de ella entre las suyas, Joe la incitó silenciosamente a levantarse.
—No quiero angustiarte aún más de lo que ya estás, pero la confianza hay que ganársela, cara mía, y quizá un hombre como yo tiene mucho más que perder de lo que crees.

—Fuiste tú el que insistió en que querías mantener a este bebé cuando te dije que estaba embarazada. ¡No creas que quiero mantener ningún tipo de relación sentimental contigo ni nada de eso! ¡Después de lo que me ocurrió, es lo último que necesito!

—Dejando a un lado el tema del bebé y el hecho de que no quieres mantener una relación sentimental... —dijo él con voz ronca, apartando unos sedosos mechones de pelo que tenía ella en la mejilla. A continuación le secó las lágrimas— ¿qué ocurre con esta irresistible fuerza que se empeña en juntarnos? ¿Qué quieres hacer al respecto, Demetria? ¿Quieres ignorarlo?

Demi se preguntó cómo iba a ser capaz de ignorar su propia apasionada naturaleza. Siempre había percibido que la tenía, siempre la había sentido acechando bajo la prisión que suponían la ropa y la conformidad, pero desde aquella noche que había pasado con Joe en Milán, aquellas profundas ansias se habían hecho muy intensas, tanto que había temido no poder ignorarlas durante más tiempo.

Y, cuando él estaba a su lado, no tenía ninguna paz. Por lo que cuando Joe le preguntó si pretendía ignorar la irresistible fuerza que había entre ambos, supo sin lugar a dudas que tenía que responder con sinceridad.

—No —susurró, poniéndole una mano en la mejilla—. No voy a ignorarla... creo que eso sería... casi imposible. 

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