martes, 10 de septiembre de 2013

Camino a la Fama Capitulo 32



Irónico ¿no?

Demi aun miraba la puerta, cuando León salió de la cocina en su búsqueda. No comprendía, simplemente no lo hacía. ¿Había sido real todo aquello? ¿Joseph había estado en su casa para desearle suerte? ¿Qué demonios le ocurría a ese hombre?

No podía pensar con claridad, después de tanto tiempo sin verle la cara la primera impresión que tuvo al encontrarlo allí, fue dolorosa. Sí, aun le dolía verlo. 

No estaba segura de por qué, podía ser porque lucia incluso bien en ropa deportiva y todo sudado, podía ser porque lucia sexy a pesar de todo. Podía ser porque eso confirmaba que él, no estaba para nada afectado por la ruptura de su amistad o lo que sea que ellos tuvieran. ¿Y qué esperaba? ¿Qué hubiera perdido peso? ¿Qué estuviese todo desalineado? ¿Qué de alguna forma su ausencia lo afectara en apariencia al menos? Tal vez esperaba eso, razón que tan solo acrecentaba la sensación de sentirse patética.

— ¡Hey!—Demi sacudió la cabeza y golpeó la mano que cruzaba por delante de sus ojos— ¡Oye!—Se quejó León por su agresividad. Ella no le hizo caso y sin decir nada fue hasta su sofá para colocarse los benditos zapatos— ¿Ese es él? —No le respondió, prefería pensar que nada había cambiado, que aún no se hablaban o veían. Que él seguía pasando de ella, como había sido durante todo el mes— ¡Demi!

— ¿¡Qué!?—exclamó bastante harta de la insistencia de León. Él la observó frunciendo el ceño y ella se vio obligada a salir de su estado zombi come cerebros— ¿Qué?—inquirió más calmada, después de todo nada era culpa de León.

— ¿Qué pasa?—Él tomó asiento a su lado y le sonrió con cara de niño pequeño, Demi le acaricio el cabello como cuando realmente lo era, aunque ya había poco de ese niño travieso en los rasgos definidos y adultos de León.

—Nada.
—Estas mintiendo, pero bien…—Miró la puerta con mala cara— ¿Quieres que patee su trasero?—Ella rió ligeramente, tal vez aun si era un muchachito después de todo.
—Creo que te lo patearía antes de que puedas intentarlo—Realmente lo pensaba, no que León no pudiera defenderse pero Demi veía la diferencia muscular entre uno y otro. Y era inevitable, deducir quien ganaría en ese enfrentamiento.
—Parece un asesino en serie—Apuntó con sarcasmo.
—No seas tonto, es inofensivo.
—Eso es lo que quiere hacer creer, me parece que si no me mató fue porque no tenía donde poner mi cadáver— Demi torció el gesto frente a esa suposición.
—León, no digas esas cosas.
— ¿Acaso no lo notaste?—Inquirió él alzando la voz ligeramente, Demi sacudió la cabeza— ¡Estuvo a nada de sacarme los ojos! Ese tipo tiene una seria cuestión contigo.
— ¿De qué hablas?—preguntó, aunque en cierta forma tenía una idea de lo que quería decirle. Eso no significaba que fuese verdad, o para el caso que León pudiese notarlo en tan escaso tiempo a su lado.
Demi, está completamente puesto por ti.

— ¿Podrías hablar en este idioma? ¡Dios León! Realmente necesitas actuar como un hombre de tu edad—Él rodó los ojos, era como oír el mismo discursillo de siempre.
—Bien chiquilla inocente, lo diré de forma que hasta un niño pueda entenderlo. ¡Ese Joseph, quiere acostarse contigo!

— ¡Claro que no!—Se apresuró a decir, aun sabiendo que León estaba en lo cierto. Al menos lo estaría un mes atrás, en ese momento ella ya no podía precisar nada en lo referido a Joseph.

—Por favor Demi, hizo su pequeño despliegue de macho alfa mientras tú te cambiabas. Creo que piensa que tú y yo…—No acabó la frase y ella tuvo que mirarlo fijamente, para instarlo a proseguir.
— ¿Qué tú y yo, qué?—León se encogió de hombros, como diciéndole “vamos, no te hagas” Demi seguía sin poder captar el mensaje— ¿Qué?
— ¡Oh Demi, venga!
— ¡Explícate!

—Pues… piensa que yo estoy aquí prestándote un servicio, todo él estaba que bullía de rabia al verme.

— ¿Ah?—No era tonta, solo un tanto inocente en asuntos del tipo; hombre + mujer = sexo.
— ¡Dios!—Se quejó él antes de soltar un sonoro suspiro— Joseph cree que tú y yo tenemos algo…—Demi asintió lentamente, esperando porque las palabras le llegaran a la mente y de allí transitaran el camino de la lógica.

Su primer impulso fue hacer una mueca, a esta la siguió un escalofrío por toda la espina y luego finalmente un grito ahogado de horror.
— ¡Oh por Dios!

—Así es.
— ¡Qué asco! ¡Tú y yo! ¿Qué demonios…?—No le cabía en el cerebro esa idea, era demasiado para un día con tantas emociones— ¡Carajo León! No necesito esa imagen en mi cabeza…—Se sacudió un escalofrío—Es imposible.

—Oye, a mí no me hace muy feliz tampoco. Solo te digo lo que vi.
—Tú y ese idiota están enfermos —Sentenció poniéndose de pie. León soltó una gran carcajada antes de imitarla.

—Bueno tal vez, pero lo diferencia entre nosotros es que no puedes deshacerte de mí… hermanita—Le cruzó un pesado brazo sobre los hombros y ella lo miró frunciendo el ceño.
—No tientes tu suerte —Advirtió golpeándolo para que la soltara—Camina.
— ¡Voy!—exclamó su hermano, mientras cerraba la puerta a sus espaldas y se dirigían al hotel donde se llevaría a cabo la conferencia.
¡León y ella! «¡Que tremenda estupidez!» No podía ser posible que Joseph pensara realmente que ella…Agg ese hombre era…sonrió tenuemente. Era un idiota, pero la idea de que estuviese celoso de su hermano, le pintó una sonrisa real en los labios. Una que hace casi un mes no mostraba su cara. Era irónico que la persona que la hubiese puesto en ese estado de ánimo, sea la misma que le devolviera las ganas de reír. Irónico y triste.
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— ¿Cómo se ven las cosas del otro lado?
—Oh ya sabes lo usual, periodistas, cámaras, libretas, un escenario…—Fiona sonrió pasándole las manos por sus brazos, una técnica que según ella eliminaba el estrés—Relájate, lo harás bien— Demi suspiró sin encontrar esa confianza que poseía su amiga.

Antes de bajar del carro de su hermano, se había encontrado con un panorama distinto al que acostumbraba ver en esos eventos. Las puertas del hotel estaban asediadas por jovencitas con libros en sus manos, que a grito de pulmón pedían un autógrafo o una fotografía. Afortunadamente el estacionamiento era subterráneo y eso le dio la oportunidad de evadir a esos fanáticos. Estaba casi segura que ninguno le pertenecía a ella, era una lástima pues se llevarían una gran decepción si pensaban que esa tarde conocerían a Sir Rhone. Demi no era estirada, si debía dar autógrafos lo hacía pero eso rara vez ocurría, por lo que ni siquiera miró a ver si uno de los fanáticos sostenía un libro suyo.

—No estoy nerviosa—Mintió—He hecho esto antes—Y era verdad, lo había hecho varias veces.

Sin necesidad de observar al otro lado del telón, ella podía deducir como se vería todo, incluso algunos de los periodistas podían serles conocido. Si bien sus anteriores entrevistas habían sido más privadas, esta no sería nada que no pudiera manejar. Tenía experiencia, pero eso no significaba que con la práctica las cosas se le hicieras más simples. Aun le sudaban las manos, sentía fuertes palpitaciones y siempre caía en la vieja rutina de imaginarse a todos desnudos. 

No que funcionara, pero las cábalas nunca pueden sobrar. Después de todo había una razón por la cual era escritora y no actriz, no soportaba tener mucho tiempo la atención de cientos de ojos sobre ella. En las lecturas siempre tropezaba en las primeras líneas y debía disculparse apelando a su falta de contacto con los seres humanos, la gente reía y ella finalmente encontraba la fuerza para continuar. Con la prensa utilizaba la técnica de dejar que Ann abriera la charla, una presentación rápida, un resumen de su trabajo previo y una pregunta inicial. Demi respondía todo lo ensayado y las cosas acababan antes de que pudiera

comenzar a sudar como pollo en rosticería «¿Los pollos sudan?» Vaya uno a saber.
Pero en realidad no estaba preocupada, sabía que todo saldría bien. Otras cosas ocupaban su mente y para su desgracia no tenían nada que ver con la conferencia o con pollos. No al menos en ese instante.

—Estás pensando en el idiota ¿verdad?—Fiona era buena, no cabía duda de que sabía leerla.

—Agg…lo sé, no debo—Su amiga sacudió una mano en el aire, restándole importancia— ¿Hay alguien conocido?—inquirió tratando de guiar la conversación lejos de Joseph.

Fiona había estado pululando por el salón, mientras ella aguardaba en la parte trasera que jugaba de reservado, en el que podía “relajarse” o prepararse para la contienda, eso dependía de cómo uno lo quisiera ver. La conferencia iniciaría en unos diez minutos, todo ya estaba dispuesto, las sillas y sus inquisidores, el cartelón con la imagen de la portada del libro, el micrófono que la haría retumbar en los parlantes, haciéndola sentir como una mujer de ultratumba, incluso estaban los vasos de agua a los que debería recurrir cada minuto para mojar su desértica garganta. Todo, menos él.
En cierta forma, se alegraba de que Josh le hubiese informado antes que Joseph no pensaba presentarse. Eso la relajaba, pues no iba a tener que medir sus respuestas o buscarlo entre el público, esperando que dijera algo para ponerla en ridículo. Sabía que él no haría algo así realmente, pero a esta altura ya ni quería especular nada con respecto a su colega.
—Bueno… Fred y León están sentados en primera fila—La presencia de Fred era buen indicio, al menos si alguien la fastidiaba siempre podía enviar a su amigo policía a silenciarlo. La primera fila era para el apoyo emocional, la segunda, tercera, cuarta y teniendo en cuenta la magnitud del evento, quinta y sexta, estarían repletas de periodistas. Los fanáticos no estaban invitados a la reunión, pues se suponía que era la presentación formal… y vetándolos, le daban la exclusiva a la prensa. Aunque a decir verdad en la red se corría el rumor desde antes de que ellos iniciaran, pero Ann y Josh vendían el discursito de la exclusividad y ella no era nadie para discutirles. —También esta Josh, creo que ya lo viste antes.
Asintió recordando el rápido intercambio con él. Josh parecía apenado porque su protegido, hubiese optado por hacer como si ese día no fuese crucial para el libro. Por supuesto que ella no le contó de la visita que le había hecho esa mañana, por alguna razón prefería guardarse eso para sí misma

—Y vi a una gata disfrazada de zorra, anda rondando el escenario y clavando el tacón en todo espécimen masculino descuidado—Ann…pensó Demi con algo de aprensión.
—No hables así—Fiona se encogió de hombros, como si el insulto le pareciera poco.

—Estas en lo cierto, pobres animales no debería compararlos con “cosas” tan desagradables—Demi puso los ojos en blanco, no había caso discutir aquello. Sin importar cuantas razones le diera, Fiona aun la creería una estúpida por seguir trabajando con Ann.

—Mira, simplemente evita sacar las garras en su presencia.
— ¡Eso es ofensivo! ¿Acaso esperas que comparta la pipa de la paz con esa…esa…arrastrada, tanga floja?
— ¡Fiona!—La reprendió.

Demi eres demasiado buena. Deberías haber pateado su bulímico trasero hace años, esto es solo otra razón por la cual ella no te conviene—Frunció el ceño antes de mirarla con resignación.

No podía negar que las palabras de su amiga le dolieran y oírla repetir siempre lo mismo, solo le recordaba la escena del hotel y a Ann abrazando a Joseph «Asco». Todo en su interior se revolvía de odio y en verdad pensaba en patear su “bulímico” trasero hasta hacerla llegar a la Luna sin escalas, pero luego, luego se detenía a ver la imagen mayor y todo perdía fuerza. Y ya ni siquiera encontraba una explicación racional para su repentino pesar.
— ¿Con qué argumento la despido, Fiona? ¿Por qué vio a un hombre guapo y se acostó con él? ¿O por qué tuvo el coraje de hacer lo que yo no?

Demi…—Sacudió la cabeza para que no la compadeciera, ya habían tenido esa discusión y lo único que lograban con eso era despertar esa maldita, puta y desagradable sensación de querer llorar «Realmente ¿Puedo ser más patética?»—Oh cielo, disculpa.
—Olvídalo.
—Es que…odio verte soportarla, porque eso es lo que estás haciendo…soportando todo como siempre. Tendrías que haberle cantado sus verdades, cuando tuviste la oportunidad.

— ¿Con qué derecho? Él no me pertenece, Fiona— ¿Cuántas veces se había repetido eso? ¿Cuántas más tendría que hacerlo para convencerse? Joseph no era nada de ella y Ann, no había hecho nada malo. Sólo vio una oportunidad y la tomó, la misma oportunidad que ella había desechado. ¿Qué caso tenia llorar sobre la leche derramada? Ahora notaba los trasfondos de esa frase tan simple y en cierta forma, comprendía el doble sentido en el nunca antes había reparado—Ya no importa, en verdad—Sonrió—Lo he superado por completo—Su amiga asintió no muy convencida, para ser honesta ni ella misma se había creído.

—Ok chica superada—Depositó una mano sobre su hombro, como un entrenador de futbol listo para dar indicaciones—No es que quiera poner en duda tus palabras, pero hay cierta cosita que ya “superaste” entrando a las doce en punto— Demi giró su cabeza hacia la izquierda, tratando de ver lo que Fiona le apuntaba—Doce en punto linda, esa son las nueve.

—Oh…—murmuró apenada —Jet lag— Bromeó volviéndose por completo sobre su eje.

—Es sexy el condenado, pero tú eres fuerte…recuérdalo—Fiona le palmeó el trasero empujándola en dirección a Joseph, ella la miró como pidiendo ayuda y esta le sonrió antes de perderse al otro lado del telón. «Traidora»

Demi masculló algunas palabritas indecentes hacia su amiga, pero no tenía caso… ella ya la había abandonado a su suerte y el plan de ignorar al hombre que la observaba desde la puerta de emergencia, no iba a surtir efecto.

Ya no llevaba ropa deportiva, aun así no venía vestido como para afrontar la entrevista. Eso extrañamente la decepcionó un poco, pero no se permitió que aquello se viera reflejado en su rostro. No tenía idea que podía estar haciendo allí y una pequeña parte de ella, decidió al instante que no quería saberlo. Soltó un leve suspiro, mejor terminar con el circo antes de que la patética escena de reconciliación llegase a su fin y aparecieran los tramoyistas.

— Joseph…—Saludó nuevamente, o no lo nombraba en todo un mes o lo nombraba dos veces en un maldito día.

—Hola Demi—Caminó hasta ella, pero afortunadamente se detuvo a un seguro metro de distancia. Bien, pensó con satisfacción. Al menos él no tenía la confianza suficiente, como para invadir su espacio personal.
—Pediré que coloquen un micrófono para ti…—Comenzó a darse la vuelta.
—No, no vine a eso—Ella se volvió fingiendo estar confundida, era obvio que él no había ido para eso, pero ¿Por qué no fastidiarlo un poco?

—¿Ah no?—Preguntó mirándolo con ojos grandes e inquisidores— ¿Entonces para qué viniste? —Se golpeó el labio pensando—Ya me habías deseado suerte y…no creo que haya mucho más que hablar…no entiendo.
Demi—La cortó él sin ánimos de entrar al juego, una pena porque de la otra forma ella al menos podía sacarle seriedad al asunto.

— ¿Qué Joseph? ¿Para qué viniste?—En esa ocasión no había nada de humor en su voz, solo la simple necesidad de saber.

—Quería…olvide decirte algo en tu departamento—Ella asintió, sintiendo como un “algo” en su pecho comenzaba a revolotear de forma alarmante. De no haberse dado cuenta antes de que su corazón corría cuando estaba junto a él, se habría hecho revisar por un médico, pues en cierta forma era extraño tanto ajetreo por un individuo.

Y a decir verdad no un “gran” individuo, sino él. Alguien que parecía haber hecho del fastidio personal, un modo de vida.

—Ok… ¿Qué?—Joseph dio un paso más cerca y ella lo retrocedió inconscientemente. No quería mostrarse dolida por algo que en verdad, no debería afectarla. Pero era difícil, porque aunque su mente supiera como eran las cosas, todo el resto de ella parecía ir en contra de la decisión mayor. «No lo sientas, no perdiste nada» Y aunque su voz sonaba convincente en su interior, muchas veces quería preguntarle si realmente creía esa bazofia sacada de un libro de autoayuda.

—Mira Demi…—Él se inclinó en su dirección, bajando la voz deliberadamente—Sé que la cague ¿De acuerdo? Lo que sea que estábamos haciendo, lo arruine aquella noche en el hotel…

—No—extendió una mano para silenciarlo—Eso no importa ¿Sí? Olvídalo.

—No me interrumpas—Le pidió bajándole la mano, él parecía estar sofocándose con sus propias frases y ella tuvo que concederle la palabra a regañadientes. Era extraño verlo hablarle con tanta intensidad, con algo parecido a verdadero deseo de ser escuchado. — ¡Dios!—Se revolvió el cabello antes de plantar su mirada en sus ojos—La cuestión es que…quiero…

—Nada, él no dijo nada. Demi alzó las cejas expectante, se estaba resistiendo con todas sus fuerzas a interrumpirlo pero si no hablaba pronto, mucho no iba a poder hacer respecto a su curiosidad.
— ¿Qué quieres?—Terminó por perder la batalla y preguntó, su paciencia se encontraba al borde de un abismo. Esto no era una película, no podían meter comercial para crear suspenso.
—Pues…ya sabes.
—No, no lo sé.
—Sí, lo sabes.
— ¡Que no!—Él sonrió muy a su pesar.
—Ok, tal vez no…—Aceptó finalmente—Hmm…lo que hice fue bastante infantil y no sé porque lo hice, simplemente quería…molestarte—Ella abrió los ojos como plato, eso era una dosis de honestidad que no deseaba oír. —O sea…no molestarte, molestarte. Solo…quería enojarte tal vez…—La boca de Demi permanecía abierta, aguardando la parte en que decía algo coherente. Porque si seguía así, ella le daría tal patada que arruinaría gran parte del “encanto” de ese hombre.
— ¡Por Dios del cielo, Joseph! Si esto es un intento de disculpa, por favor…préndeme fuego seria más fácil para ambos.
— ¡No! Mierda es que…—Chasqueó los dedos y soltó una leve carcajada—Es que no me sale esto, soy consciente de que no actúe del todo bien contigo. Pero es que hay una parte de mi cerebro, que también te quiere culpar por todo…

— ¿¡A mí!?—Exclamó completamente atónita— ¿Y yo qué hice?
—Nada—replicó él al instante—Es que es eso…tú no hiciste nada.
—Perdona si no consigo tu lógica, pero ¿De aquí a cuando no hacer nada se considerada algo malo?

—No esa clase de nada, es que solo…—Sacudió la cabeza, sin acabar la frase—Olvida lo que dije ¿sí? Eso no importa…
—No, ahora quiero saber.
—Sólo olvídalo.
— ¡Dime!
—¡Bien!—aceptó exasperado—Tú no hacías más que confundir las cosas, cuando creía que avanzábamos al mismo objetivo, te echabas para atrás. Que si, que no, que tal vez…que somos colegas, que no te conozco, que no somos lo suficientemente colegas. No hay un propósito contigo ¿Qué se supone que tenía que hacer? Si nada de lo que me dices es claro…
—Podrías no haberte acostado con Ann—Sugirió mordazmente, él presionó la mandíbula al oírla decir aquello. Pero no había encontrado que otra cosa replicar, en cierto punto Joseph estaba diciendo una muy concreta verdad y eso la había puesto a la defensiva.
—Tienes razón, podría…y también podría raparme la cabeza, mudarme al medio oriente y comenzar el sacerdocio. ¡Eso no quiere decir que vaya a hacerlo!
— ¿Sabes qué? No me importa lo que hagas de tu vida, rápate la cabeza o mejor aún córtatela de cuajo…—Se pegó la vuelta para dirigirse al escenario, Joseph la detuvo antes de que pudiera dar siquiera un paso.
—Aguarda…bien, mal plan. Volvamos a la parte en la que me disculpo Demi
—Déjame Joseph, no hay caso. No podemos hablar civilizadamente—Él negó al instante.
—Eso no es cierto, si podemos—La movió lo suficiente como para que quedaran enfrentados—Vamos, no todo fue tan malo.
—No, no lo fue, pero eso ya no importa.
—Importa para mí—Lo miró sin poder ocultar su sorpresa ¿Qué había dicho? —Mira, puedo intentar darte una disculpa que no vas a aceptar o ambos podemos enfrentar el hecho, de que esto es una culpa compartida—Ella bajó la mirada incapaz de dejarse amedrentar por un par de palabritas de escritor. —Ok ¿70—30?
—90—10…

—Yo creo que lo tuyo fue un poco más de diez…—Contrarrestó Joseph, con el asomo de una sonrisa en sus labios.
—¿Ah sí? ¿Y con quien me acosté yo?—Le recriminó, logrando que él la fulminara con la mirada.
—Bien, 85—15—Demi le sonrió sin querer y Joseph captó su reacción al instante.
Tal vez él si tenía un poco de razón, pero eso no hacía que estuviese menos molesta. Aun así de alguna forma, iba admitir para sí misma que extrañaba tener esas charlas sin sentido, con las que nunca llegaban a nada más que a reírse de ellos mismos.

— ¡Demi!—Ambos se voltearon hacia la voz que la reclamaba.
Ann desde el pie de las escaleras que conducían al escenario, sacudió una mano para indicarle que ya era hora.

—Debo irme— Joseph envolvió sus largos dedos alrededor de su muñeca, impidiéndole marcharse—Tengo que…—Comenzó a decir, pero al mirarlo notó que él aguardaba algo más— Joseph…

— ¿Me perdonas?—inquirió deteniéndole el corazón en ese mismo lugar. Demi no supo que decir, qué hacer… ¿Tenia piernas? ¿O ahora flotaba como una boba gaseosa, insípida, incolora e inodora?
¿Por qué tenía que hacerle esto unos segundos antes de la conferencia? Como si hablar frente a cientos de extraños, no fuese suficiente para su errático y poco confiable corazón.
— ¡Demi! ¡Ahora!—Ella sacudió la cabeza al oír los gritos de Ann, e intentó liberarse nuevamente.
—Debo…
—Dime—Le urgió en un susurro—Al menos déjame ser tu amigo otra vez.
— Joseph…yo no…
—Me comportare como un amigo, no tienes que preocuparte.
—Pero no puedo…—murmuró logrando finalmente deshacerse de su amarre.
— ¿Por qué?
— ¡Demi!—«¡Demonios!» La mente le iba a explotar dentro del cerebro, no podían esperar tanto de ella, no en esa maldita situación.
Demi…—Pidió él aun aguardando a que le diera una razón, para su negativa.

— ¡Está comenzando! ¡Sube!—Y la perra de Ann seguía insistiendo. Nunca antes como en ese instante, deseó tener un clon que fuese capaz de amordazar a esa arpía.

— ¡Un minuto!—exclamó con voz de ultratumba, volviendo toda su atención a Joseph—Lo lamento, pero tú y yo no podemos ser amigos.
— ¿Por qué?—Ella lo miró por largo rato, tratando de descifrar la respuesta a esa simple pregunta en algún lugar de su rostro.

— ¡Si no subes, iré por ti!—Puso los ojos en blanco y dejando ir un amplio suspiro, amarró a Joseph por el cuello de la camisa y lo besó tomando ella la iniciativa, por primera vez en todo el tiempo que se conocían.

 Sin palabras o una mirada de advertencia, apretó sus labios contra los de él un infinito, sensual y acogedor segundo, para luego soltarlo pretendiendo que aquella acción era de lo más normal.
—Porque no podemos ser amigos ¿comprendes? —Él asintió lentamente, quizás tan confundido como ella por el reciente suceso.
—Estoy empezando a comprender—Y en esa ocasión, fue Joseph quien la amarró por la cintura para demostrarle como se daba un verdadero beso arrebatador de conciencias.

—Ok…—Susurró cuando hubo recuperado la cordura, palmeó su pecho y él la dejo ir.

Demi sonrió como idiota, mientras dificultosamente intentaba encaminarse hacia el escenario con un paso que bien podría atribuírselo a un ebrio de oficio.
—¡Demi!—Miró por sobre su hombro, sintiéndose aun obnubilada—Esta vez, no te puedes escapar—Le recordó Joseph desde el punto donde ella lo había dejado.

—No pensaba hacerlo—Le respondió suavemente y en ese instante el telón se descorrió lo suficiente para dejarla pasar. Ann le echo una rápida miradita de soslayo, mientras subían por las escaleras hacia el escenario. Pero Demi estaba en la décima nube, esa que estaba reservada para los idiotas, y no se detuvo a pensar que tal vez su agente los había visto besándose. No le importo tampoco, aun sintiendo el aroma de Joseph a su alrededor, poco le importaba el resto del mundo o los “gatos” que en el habitaran para el caso.

Se dejó caer en su silla y enfrentó a su público con una amplia sonrisa, las manos se alzaban aquí y allá con preguntas llenas de curiosidad. Tan solo esperaba que nadie le preguntara ¿Qué se estaba inyectando? Porque sería incapaz de ocultar que cierto hombre en la parte trasera del auditorio, era mejor que cien vueltas de heroína y crack juntos. 

Él le regalo un guiño y ella tuvo que sacudir la cabeza para enfocar la mente. Por su bien, debería ignorar esa chispa de satisfacción que aparecía en esos indecorosos ojos azules. No quería hacerse ilusiones al respecto y por sobre todo, no quería aparecer sonrojada en televisión nacional. Pero era imposible no soñar despierta, cuando todo Joseph parecía estar al pendiente de cada uno de sus movimientos.


Dios la ampare y la cuide, esa sería una larga y tortuosa conferencia. Aun así, el final pintaba un panorama por demás alentador. 

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