–¿Qué otra cosa quieres que
diga, Joseph? ¿Quieres que te diga que lo siento? Bueno, lo
siento. Y, antes de que te atrevas a acusarme de haberme quedado embarazada a
propósito, te advierto que no lo hagas. Esa es la última cosa del mundo que
haría.
–¡Mensaje recibido!
–He estado tomando la píldora. Puede que fuera
aquella primera vez…
–Usamos preservativo. Siempre hemos usado
protección. Esto es una locura. No puedo creerlo.
–¡Porque odias cualquier cosa que se escape a
tu control!
–¡Esto no va a llevarnos a ninguna parte, si
empezamos a discutir!
–Tienes razón –susurró ella–. No he venido a
pelear. No me importa asumir la responsabilidad. La primera vez que hicimos el
amor, usamos un preservativo que había tenido durante años en el bolso. Tal
vez, estaba caducado.
El bolso se le había mojado en una ocasión con agua de
mar. También, el preservativo podía haberse pinchado con la punta de una llave
o una horquilla o cualquiera de los cientos de objetos que había llevado encima
a lo largo de los últimos cuatro años.
Demi había empezado a tomar la
píldora nada más llegar a Londres. Sin embargo, entonces, ya había sido
demasiado tarde.
–Comencé a tomar anticonceptivos al llegar
aquí, por eso, no le di importancia al hecho de que se me había retrasado el
periodo. Hasta que, hace un par de semanas, fui a ver al médico para preguntarle
si estaba tomando la dosis adecuada. En cualquier caso…
–Estás embarazada –afirmó él, aceptándolo poco
a poco–. Vas a tener un bebé.
–Lo siento –se disculpó ella con expresión
tétrica–. Estás en estado de shock. Lo entiendo y siento haberte estropeado la
velada, pero llevo dándole vueltas todo el día y quería decírtelo cuanto antes.
Ahora que lo he hecho, creo que lo mejor que puedo hacer es irme y darte tiempo
a que te hagas a la idea…
¡Iba a ser padre!
–¿Cómo es posible que yo no me diera cuenta?
–Nunca nos damos cuenta de las cosas que no
esperamos –repuso ella–. Y mi constitución no es tan delgada como para que se
me note enseguida el embarazo.
En parte, Demi deseó que él
mostrara su descontentó abiertamente.
En vez de eso, parecía alguien que se
hubiera acurrucado en el suelo después de recibir un puñetazo en el estómago.
¡No era típico de él comportarse así! Eso era prueba de lo hundido que se
sentía. Ella también había pasado por el estado de shock. Había necesitado
horas para digerir la noticia.
Antes o después, Joseph comenzaría a
mostrar su rabia y a acusarla de haberlo manipulado, cuando comprendiera las
consecuencias y las repercusiones que un bebé podía tener en su vida ordenada y
sin compromisos emocionales.
Cuando se acercó el camarero, le hicieron una
seña para que se fuera.
–¿Vas a tener un hijo mío y lo primero que me
dices es que quieres terminar nuestra relación?
–No tenemos una relación –negó ella y se puso
tensa al notar el cambio en el ambiente. Él la miraba con gesto frío y duro–.
Hemos… mantenido… cierto interés sexual el uno en el otro. Y no me mires así.
Sabes que estoy diciendo la verdad.
¿Se estaría él dando cuenta de la oportunidad
que le estaba brindando de negarlo y decirle que las cosas habían cambiado?
¿Iba a aprovecharla para decirle que, aunque no había querido comprometerse al
principio, en el presente pensaba de otra manera?
Sin embargo, Joseph no dijo nada.
–Ninguno de los dos contábamos con esto.
–Vas a tener un hijo mío y la única forma de
solucionar el problema que se te ocurre es romper conmigo…
viene un JEMIBABY en camino....!!!
ResponderEliminarojala q Joe se de cuenta de lo q siente en realidad por Demi....
siguela please URGENTEEEEEE....!!
SALUDOS Y CUIDATE