Demi suspiró mientras sentía las manos de Joe recorrerle su espalda, de arriba hacia abajo,
con una lentitud que la hacía estremecer. Ella giró sobre el colchón, quedando
al frente de él. Lo besó.
Él sonrió.
- Mmh…- susurró él, acariciando su mejilla, con
una ternura que a ella le conmovió.- desearía quedarme todo el día aquí en la
cama, haciéndote el amor.
- Y yo también.-
jugueteó con el cabello de Joe.- pero hay que levantarse, ¿Te imaginas que Erik
llegue y nos vea así?
- Probablemente le cogería un ataque de ira.-
sonrió. Demi rió, ya se lo
imaginaba, con la cara roja de rabia.- pero tranquila, que pronto él lo sabrá,
y todo se arreglara.
- Espero que así sea.- suspiró.- espero que sepa
entendernos, así como lo hizo Mónica.
Joe notó el miedo en su voz. Apartó las sabanas que
cubrían su cuerpo desnudo y la cogió de las caderas, levantándola y obligándola
a que se colocara a horcajadas encima de él. Demi gimió, fuerte, al sentir la dura polla de Joe
entrar de golpe en ella.
- Lo hará. Todo va a estar bien.- dijo Joe,
tomándola del culo.- ahora, no pienses en eso, porque te haré olvidar de todos
los problemas. Sólo… disfruta.
Y por supuesto que la iba a hacer olvidar de todos
sus problemas. Demi comenzó a
moverse encima de él, de arriba hacia abajo, haciendo a Joe enloquecer,
gimiendo por más.
Demi podía sentir la
firme polla de Joe en todo su interior. Durísima. Y le encantaba. Demi siguió montándolo, cada vez más rápido. Los ojos
de Joe jamás se despegaron de ella. Arqueó las caderas, ayudándola más con la
faena de follársela duro.
Como amaba Joe la expresión de la cara de Demi cuando le hacia el amor. Su cabello, caía sobre
sus hombros, cubriendo sus senos. Joe le apartó el pelo, y se los besó.
Demi gimió. Una deliciosa melodía, para los oídos de Joe.
Alejó la cara un poco, observando la hermosa imagen de sus pechos meciéndose de
arriba hacia abajo, al mismo ritmo que Demi se movía cada vez más rápido.
- Oh, sí, justo así bonita.- gimió él, enterrando
sus dedos en sus caderas.- me harás enloquecer… mmh…
Era gracioso, pensar de que hace apenas unos minutos
habían hecho el amor, y ahora, estaban haciéndolo de nuevo como conejos.
Erik y
Mónica habían salido hacia una cena formal de un cumpleaños, y ellos dos habían
aprovechado el momento para escabullirse en la habitación matrimonial de ellos
y echarse un buen polvo.
A Demi le encantaba la cama de su padre, era amplia y
grande. Perfecta para hacer el amor. Aunque claro, después de todo el escándalo
que hacían ellos dos entre las sabanas, tenían que dejar todo en orden, sin
ninguna pizca de evidencia que ellos hubiesen estado allí.
Cuando Demi llegó al orgasmo, lo siguió Joe, para luego
dejarla caer encima de él y arroparla entre sus brazos. Joe le besó la frente,
sintiendo como sus respiraciones se calmaban, y sus corazones volvían a latir
con normalidad.
Demi cerró los ojos
con fuerza, deseando poder quedarse así con Joe por siempre. Y el miedo la
invadió, otra vez. Hoy sería el día, en que le dirían a su papá toda la verdad.
Habían quedado de acuerdo con Joe y Mónica, en decirle a Erik toda la verdad
después de la cena. Él estaría de buen humor, un buen momento para confesarle
toda la verdad. No más mentiras. No más secretos. Todo iba a salir bien.
Joe apartó el cabello de Demi que cubría su rostro. La cogió de la barbilla y
la besó. Ella sonrió.
- Te amo.- murmuró él sobre sus labios.
Demi
abrió la boca para decirle un “y yo a ti”, pero
antes que pudiera decirlo, alguien entró a la habitación. De repente, una
maldición.
- ¿Qué mierda?
Los dos voltearon a ver quién había sido el intruso
que se metió en la habitación. Joe abrió los ojos completamente, y sintió a Demi tensarse bajo sus brazos. Lo único que sabían,
era que habían sido descubiertos por Erik.