Destellos de triunfo.
—¿Qué tal luzco?
—Si desabotonas al menos tres
botones, podríamos vender tus favores en las calles—Josh le frunció el ceño,
vagamente ofendido por su comentario.
—Pues aun no estoy tan
desesperado, como para intentar robarte el trabajo—Joseph rió, mirándolo a través del reflejo del espejo.
Se colocó el saco que terminaba
por completar su atuendo formal, nunca se sentía cómodo vistiendo de ese modo,
pero la situación requería cierta decencia por su parte. Luego se volvió y alzó
las manos, esperando su crítica.
—Nada mal—Sentenció su agente,
observándolo con poco interés—.Casi pareces un niño grande.
—Oh gracias, entonces he
conseguido el efecto esperado.
—Al menos te dignaste a usar
pantalones, eso es un gran merito—Josh deambuló por la habitación, toqueteando
libros o pasando sus dedos por la cómoda, como si de alguna forma estuviese
evitando entrar en una charla mas profunda. Joseph se dedicó a colocarse los gemelos, en tanto que fingía no
sentir la tensión en el ambiente. —Así que… ¿Qué tal Roma?
—Ya sabes, misma fuente, mismo
coliseo, mismo paisaje…
—La ciudad del amor—masculló su
amigo en voz queda, deslizando la mirada un segundo en su dirección. Joseph le dedicó un chasquido de
lengua.
—Esa es Paris.
—¿En verdad? Hubiese jurado que
era Roma.
—Pues no—Josh se encogió de
hombros.
—Supongo que no importa la
ciudad, estando enamorado todas deben se verse estupendas ¿no lo crees?
—¿A qué viene esto?—preguntó
fastidiado, ante la dirección que tomaba la conversación.
—A nada, solo hacía un
comentario.
—Tú no haces comentarios sin
intención, dime qué te traes—Él no respondió, sino que se dedicó a darle una
mirada inocente. —Vale, Josh…no debes preocuparte, te dije que me comportaría.
—No digo lo contrario, confío en
ti. Pero es que a veces tu racionalidad, no corre en la misma dirección que la
mía.
—¿Acaso piensas que hare una
escena?—rió suavemente—. Me tienes en muy baja estima, compañero. No tengo
razón para comportarme mal, verla no me produce nada. Eso está en el
pasado…—Josh enarcó una ceja y Joseph
se silenció, sabía que ese gorgoteó verbal parecía decir todo lo contrario.
Parecía que de alguna forma, no solo intentaba convencer a su amigo sino que
intentaba convencerse a sí mismo. Cosa que era completamente mentira.
—Esto es importante para ambos, Joseph. No solo para ti y Demi, también para mí—Se acercó unos
pasos, viéndolo fijamente a los ojos. —Jamás esperé que dos de mis escritores,
obtuvieran una nominación. ¿Entiendes la magnitud de este evento?
Joseph lo miró confuso, sin atinar una
reacción más cínica o más desinteresada. Algo que le habría gustado mostrar,
algo que debería haber mostrado. No tendría que sentir curiosidad, pero allí
estaba presente el sentimiento y por más que quiso patear la duda de su mente,
se encontró a sí mismo haciendo la pregunta.
—¿A qué te refieres con dos de
tus escritores? —Su agente lució un gesto aun mas desconcertado que el suyo
propio.
—¿A qué me refiero? No estés de
broma, Joseph. Necesito que te
enfoques en lo importante, necesito que hoy entres en ese salón, sonrías y te
muestres estúpidamente feliz con tu vida.
—¿Por qué no iba a mostrarme
feliz?
—Bien, sabes… eres un idiota—
Josh se dio la vuelta dirigiéndose a la puerta. —Solo promete que te
comportaras, si no quieres hablar con ella, perfecto. Eso hará las cosas más
fáciles.
—No respondiste mi pregunta— Su
voz lo detuvo en medio de su dramática retirada.
—No entiendo tu pregunta.—Joseph suspiró pesadamente.
—¿Por qué dos de tus escritores?
—Él se encogió de hombros debajo del dintel, lo observó como buscando la razón
por la cual regresaba sobre una obviedad.
El problema era que para Joseph, aquello no era una obviedad.
El problema era que en algún momento, el mensaje se había extraviado y mientras
se miraban fijamente, Josh lo comprendió. Su amigo, realmente no lo sabía.
—Porque soy el agente de
ambos—explicó en un susurro de voz, notando el desconcierto en los ojos azules
que lo estudiaban.
—¿Qué pasó con Ann? —Josh no supo
si reír o maldecir la astucia de Demi.
—Ann ya no trabaja con Demi, en realidad hace tres meses que
dejó de hacerlo.
—¿Por qué?
—¿Por qué?—repitió incrédulo. —
¿Realmente no lo sabes?
—¿Saber qué? Ya dímelo… —Josh
sonrió con aspereza.
—Ella vendió las fotografías, las
robó del mail de Demi y las vendió. —El rostro de Joseph se cubrió por una mascara de frialdad, sus ojos destellaron
rabia y Josh supo entonces la fortaleza que había tenido Demi al engañarlo.
—¿Por qué no me lo dijiste?
—masculló con una nota de indignación.
—Creí que lo sabías.
—¿Saberlo?—En esa ocasión el tono
de Joseph, se elevó incluso mas.
—Cuando Demi me llamó para pedirme consejo,
me dijo que había hablado contigo al respecto. También me dijo que entre ambos
habían acordado no tomar acciones legales, me dio a entender que no querías
volver
a oír del asunto. Y que no
querías volver a oír noticia de ninguna de las dos, lo respeté. Supuse que…
—Ella no me dijo
nada—Interrumpió, la cólera ya hasta era palpable—. Ella te mintió y me hizo a
un lado—Josh reaccionó ante esas palabras.
—¿Ella te hizo a un lado?—Le
espetó en reproche, Joseph no
parecía dispuesto a tomar su parte de culpa en todo ese juego—. Nadie hace a un
lado a una persona que decide alejarse, Joseph.
—No me vengas con…
—¿Vas a culparla a ella?—Lo cortó
—Así que Demi es la culpable de todo, es culpable de que tú no supieras sobre
Ann y también es la culpable de que no tuvieras tu pequeña cuota de venganza.
—Sonrió sin gracia—. Has resultado ser más cobarde de lo que esperaba, buen
amigo.
—Cierra la boca.
—Sí, lo hare. Porque es una
perdida de tiempo intentar razonar contigo, te molesta que en esta ocasión
decida no estar de tu lado.
—¿Así va a ser?—inquirió alzando
ambas cejas con brío— ¿Ahora tienes un nuevo favorito?
—No se trata de favoritismo,
estúpido. Se trata de ti…—Josh sacudió la cabeza, incapaz de encontrar el hilo
de pensamiento que utilizaba su amigo—. Joseph,
no te fuiste porque te sintieras traicionado. Sé que eso fue la excusa que te
diste, pero también sé la verdadera razón que te hizo marchar. Falta que tú la
aceptes y dejes de actuar como la victima, nadie puede hacerte a un lado al
menos que estés presente. —Miró su reloj de pulsera y luego al chico. —Es hora
de irnos.
En silencio ambos abandonaron la
casa, Joseph se sumergió en sus
pensamientos en tanto que dejaban las calles de su barrio atrás, y se dirigían
al departamento de su antigua colega. La velada ya comenzaba a fastidiarlo y
eso que aun ni siquiera la había enfrentado. Todo cobraba una velocidad no
deseada, mientras la paz que había amasado esos tres meses se diluía con las
últimas palabras de su amigo.
………………………………………………………………………………………….
Con los ojos fijos en la calle, Demi tuvo que pestañar varias veces
ante la escena que la recibió.
—Su carruaje la espera, madame—
Josh movió su mano apuntando la enorme—y quitadora de alientos—limusina, que
cubría dos espacios de su precario estacionamiento.
Nunca ni en sus mejores sueños
había visto una, mucho menos montando en uno de esos tributos al lujo. Mientras
se arreglaba para el evento, pensó que quizás Fiona había exagerado escogiendo
un vestido tan ostentoso. Pero ahora que veía a Josh en su esmoquin, la
limusina, al chofer y su gorro, sentía ganas de besar los pies y el buen gusto
de su amiga. Por primera vez, estaba acorde a los acontecimientos. Y por
primera vez, realmente se sintió merecedora de ese agasajo.
—¡Carajo, Josh! ¡Sí que te
luciste!—Él le enseñó una radiante sonrisa.
Demi podía estar metida en las telas
mas finas, pero eso no le quitaba su espontanea simpleza.
Le abrió la puerta para ayudarla
a entrar, y fue cuando una pequeña vena de impaciencia la embargó sin previo
aviso. No tenía que ser un genio, para saber quién estaba en el interior de su
“carruaje”. Pero tras repetirse mentalmente que no importaba, al menos unas
diez veces, dibujó una sonrisa en su rostro y entró.
Joseph estaba sentado contra la ventana
del lado derecho, su traje negro brillaba bajo la tenue luz de la limusina y su
cabello estaba mas largo de lo usual. Algunas ondas se deslizaban por detrás de
su oreja, en donde el color se tornaba mas claro. Algo de su tono rubio de la
infancia, el mismo que se veía oscuro siempre que lo usaba al ras. Demi, tuvo que admitir que el cabello
largo lo hacía ver más joven y apuesto.
Maldito fuera.
—Buenas noches—Saludó, pues su
educación la obligaba a mostrarse cortes, incluso con personas que no merecían
ni una pisca de tales tratos.
—Buenas noches —respondió él, sin
apartar los ojos de la ventana.
Como si a ella le molestara tener
o no su atención ¿Quién se creía? Mejor que se quedara viendo la ventana, no
había nada en esos ojos que tuviera ánimos de contemplar. Esa era una gran
noche, no había necesidad de agriarla desde tan temprano.
—Sí, esto será fascinante. —Tanto
Demi como Joseph, volvieron la mirada hacia Josh. Sólo él podía catalogar
ese ambiente como fascinante, faltaban que saltaran chispas entre ambos y ellos
serían fuente de iluminación propia.
La limusina se puso en movimiento
y mientras llevaba su atención a ningún lugar especifico, el tiempo pareció
momentáneamente estático. Pensaba que tenerlo frente a frente sería algo
demasiado difícil, se equivocaba. No era la indiferencia que Joseph mostraba hacia su persona, ni
siquiera era la necesidad de obtener al menos una palabra de arrepentimiento.
Ya ni esperaba que eso ocurriese, si bien en un libro todo sería llanto, disculpas
y abrazos, en su historia solo había un gran y enorme vacio. El mismo que al
parecer, ninguno de los dos tenía ánimos de cruzar. ¿Esperanza? Esa no tenía la
capacidad de vivir, luego de tres meses de ser ignorada. Demi no guardaba siquiera el consuelo
de sentir esperanza, aun y con todo eso, estaba feliz.
La entrega de premios se llevaba
a cabo en un gran teatro del centro de la ciudad, al cual las personas parecían
llegar en tropel. Todos vistiendo sus mejores accesorios y deslumbrando con
sonrisas de quien ya se siente ganador. La antesala estaba atestada de
escritores, algunos conocidos por ella, otros que en su vida había escuchado
nombrar. No era algo digno de las premiaciones a películas, pero teniendo en
cuenta el poco amor que se le profesa a la literatura, ella no podía quejarse
de la concurrencia. Josh se había hecho de unas copas de champagne, al momento
de cruzar la puerta principal y ella bebía intentando lucir un rostro calmo.
Mientras esperaban por ser llamados hacia el salón de conferencias, los
agasajaban con alguna bebida fina y uno que otro manjar. La muchedumbre se
reunía en pequeños
grupos, discutiendo asuntos que
podían ir desde política, hasta un chisme fresco. Nada que le interesara mucho
oír, pero que por el bien de la socialización, debía fingir escuchar.
Joseph se había apartado de ellos y en
algún momento lo había perdido de vista, en tanto que Josh aprovechaba su
estado catatónico y la hacía estrechar tantas manos como dedos tenía ella en
todos sus miembros. Se sentía abrumada, impaciente y algo nostálgica, aunque no
sabía el por qué. O quizás sí, pero decir que le encantaría reírse de todas
esas personas con alguien en especial, no sería justo para su recientemente
adquirida “independencia de idiotas” ¿verdad? Y como una respuesta que llega
cuando nadie la pide, él entró en su campo visual.
Sostenía su copa con dos dedos,
tal y como solía hacerlo al remover sus vinos, antes de paladearlos con su
experta boca. Parecía que había nacido con dicho artilugio en la mano, no que
fuese alcohólico pero Joseph
jamás se veía mal sosteniendo una copa. La mano derecha en el bolsillo del
pantalón negro, el saco abierto y la camisa desabotonada, lo suficiente para
crear el efecto esperado por cualquiera que quisiera disfrutarlo. A simple
vista, nadie podría atinar a decir que él tuviese algo malo. Lastima que
enamorarse de una fotografía, tuviese el mismo efecto desolador que hacerlo de Joseph. Lastima.
—Tienes que conocer a…
—En realidad, necesito ir al
tocador —Cualquier excusa le valía, para recuperar su tranquilidad, su cordura
o cómo osen llamarla hoy en día. Ella necesitaba sacarse esa fotografía de la
mente, lo necesitaba tanto como concentrarse en el premio de turno, y quizás
también como conseguir un bronceado para el verano.
—De acuerdo, no te demores en
nada entramos al salón.
Asintió y prácticamente en
voladas se dirigió al cuarto de baño, o al que ella esperaba lo fuese. No que
importara en realidad, pues jamás llegó a enterarse si la puerta de madera con
la pequeña mujer en un recuadro, era o no el cuarto de baño.
— Demi.
Se detuvo y no porque estuviesen
diciendo su nombre, cosa que haría a cualquiera volverse y mirar al ejecutor
del llamado. No, ella se detuvo por otra razón. La misma que la obligó a
sacudir la mano y liberarse del calor de unos dedos que minutos antes, se
aferraban a una copa con toda naturalidad.
—Podemos…—Lo miró —. ¿Cómo estas?
—Bien. —Silencio — ¿Tú?
—He tenido mejores días.
—Claro —Joseph se acercó un paso, desviando la vista al piso y luego a su
mano que parecía suspendida en el aire en un pedido mudo. —Voy a…
—Ya no trabaja contigo.
—¿Qué?—inquirió confusa.
—Ann, ya no trabaja contigo.
—No.
Le habría gustado decirle el
porque, también le habría gustado contarle el modo en que la había corrido, tal
vez incluso reír con el recuerdo. Pero no
podía, porque eso no importaba.
No importaba, porque a Joseph no
le importaba.
—Fue ella —Eso significaba que
Josh había abierto la boca, ella asintió sin agregar nada de por medio. —No me
lo dijiste. —Demi frunció el ceño, por un instante creyendo que él le reprochaba
aquello. — ¿Por qué?
—Porque tenía mis dudas de que tu
contestador fuera a darte el mensaje.
— Demi…—En esa ocasión la mano, llegó a
rozarla. Se apartó.
—Necesito ir al tocador, si me
disculpas.
—Aguarda—Joseph se cruzó frente a ella, impidiéndole avanzar. Alzó el
rostro pidiéndole que se quitara, él la ignoró como quien ignora a crio
caprichoso. —No lo sabía.
—Me doy cuenta —respondió
renuente a seguir por ese rumbo.
—Podrías habérmelo dicho, yo…
—¿En qué hubiese cambiado, Joseph? —preguntó, comiéndose su
replica. — ¿Acaso eso hubiese evitado que te marcharas?
—No, es que…
—Está bien, sabes, lo entiendo.
—No, no entiendes.
Demi le sonrió, procurando mantener
las lágrimas a raya. Había llorado por él, porque bien, no iba a negar que su
rechazo no le hubiese dolido. Pero eso representaba el pasado y no había motivo
de hurgar en la herida, sanaría, como todo en la vida eso también sanaría.
—¿Qué importa? Entenderlo o no,
eso no cambia nada.
—Si tan solo me escucharas un
segundo…
—Vale ¿Y qué me dirás? ¿Qué lo
lamentas? ¿Qué tu intención no era echarme la culpa a mi? ¿Qué en verdad solo
ataste cabos y la mejor salida que encontraste fue desaparecer? —No dijo nada
—Esto no tiene que ver con Ann, Joseph
—Le palmeó el hombro con tranquilidad —. Y está bien, realmente lo entiendo.
—No está bien… Demi…
—¡Aquí están! ¡Vamos! Esta
comenzando— Josh pareció materializarse de la nada y ella agradeció
internamente su interrupción.
Los amigos intercambiaron una
mirada cargada de significado, pero ninguno abrió la boca. Josh la tomó por le
brazo para escoltarla al salón de conferencias, mientras Joseph caminaba a un metro de
distancia. Sus ojos en la punta de sus zapatos y el cabello cayéndole en
cascadas sobre la frente. De haber deseado dar un aspecto más desolador,
seguramente no lo habría conseguido. Pero Demi se obligó a ignorarlo, a esa altura ella podía darse el
lujo de tratarlo como se merecía. Después de todo, en verdad se lo merecía
¿cierto?
Ella lucía un vestido azul
Francia, Francia, Paris…la ciudad del amor. De no saber que todo era una cruel
coincidencia, hasta pensaría que Josh había planificado aquel comentario y
aquel escenario. Pero no.
Demi cruzó las piernas, haciendo que
el corte en el lateral de su vestido, revelara gran parte de su muslo derecho.
Escandalosamente sexy, otra casualidad o cruel coincidencia que él ocupara el
lugar propicio para ser
su único espectador. Josh a su
izquierda, permanecía con la vista fija en el escenario. Tres hombres se
encontraban hablando, todos esperaban porque dieran inicio a la ceremonia.
Todos excepto él, bien quizás una parte suya si quería saber el final de la
odisea, pero no era particularmente lo que capturaba su atención.
Su mano se elevó, para sacudir
casualmente los risos que enmarcaban su rostro. Algo inocente e inconsciente,
pero Joseph podía jurar que
dicho movimiento había sido ejecutado para su disfrute o su tortura. Venga, Demi sabía que lo tenía encantado con
su apariencia. Aun si no se hubiese presentado haciendo alarde de su belleza,
él solo tendría ojos para mirarla.
Varios sinónimos poco apropiados
acudieron a su mente, podía verse etiquetado por cada uno de ellos y sabía que Demi los había utilizado. No la
culpaba, aceptaba el hecho de que la había cagado, no le gustaba pero lo
aceptaba.
—Estás hermosa—Ella se sobresaltó
a su lado, seguramente sin esperarse algún comentario por su parte.
Era lo mas estúpido que pudo
haber dicho, pero que lo condenen si no era cierto.
—Gracias.
Ni siquiera lo miró, aunque él
pudo observar la involuntaria curva que se dibujó por un segundo en sus labios
con gloss. Tan deliciosos, tan delicados, tan apetitosos como los recordaba.
Tan estúpido él que prefirió vivir de recuerdos y no de instantes, podía
almacenar dichosos recuerdos. Pero los instantes, esos eran los que se
mejoraban con el tiempo, los que parecían hechos para repetirse una y mil
veces.
Se inclinó ligeramente en su
dirección, mientras ignoraba lo que acontecía más allá de sus asientos.
—Una disculpa no valdría de nada
¿cierto? —Ella ni se inmutó —¿Podrías al menos mirarme?
Negó, llevándose el dedo índice a
los labios en un pedido de silencio. Josh también notó el murmullo y le frunció
el ceño, instándolo del mismo modo a callar.
—De acuerdo si no quieres verme,
no te obligo —Suspiró, casi pegando su boca a su oído. —No necesitas verme,
puedes escucharme y si me escuchas con eso me doy por bien servido. —Un nuevo
«¡shh!» se levó desde su lateral y Demi puso los ojos en blanco. —Puedo hacer esto toda la
noche, no me importa que me corran de aquí.
—Basta Joseph —En esa ocasión, ella lo miró de reojo dándole a entender
que no quería pasar por eso. En parte lo comprendía, pero también estaba
aquella parte que deseaba acortar aun más la incipiente distancia, besar su
cuello, su boca y engullirla sin reparos en pos de todo ese tiempo, apartados.
Se sacudió en su asiento
incomodo, volvió a mirarla, sintiéndola tan distante como había esperado que
ocurriera. Porque por eso se había marchado ¿Para qué engañarse? Josh tenía
razón, no tenía que ver con las fotos o con Ann, todo se debía a ella.
—Todo es tu culpa—Le dijo
repentinamente, sin reparar en lo que acababa de confesar. Demi en esa ocasión, lo observó
anonadada y quizás también algo molesta.
—¿A qué mierda viene eso?
—Ninguno de los dos rompía el volumen de un susurro, pero las palabras tenían
la contundencia de un golpe al bajo vientre.
—Si no hubieses sido tan…—Sus
ojos chocolate se veían envueltos en distintas emociones, pero donde antes
había visto afecto ahora encontraba dolor, ira y remordimiento. —Y aun así te
ves hermosa.
—Estas demente.
—Es tu culpa. —Le espetó, incapaz
de encontrar un mejor argumento.
—Yo no soy culpable de nada, yo
no desaparecí. Estuve aquí todo este tiempo.
Parte del dolor en sus ojos, se
reflejó en su tono de voz. Demi volvió a apartarle la mirada.
—Perdóname.
—No hay nada que perdonar.
—Entonces, no me odies.
—No te odio—Joseph la tomó por la barbilla,
esperando que le dijera eso una vez mas.
—No me mientas. —Ella le sostuvo
la mirada.
—No lo hago y me siento bastante
estúpida por eso. —Una fuerza sobrehumana lo detuvo de abrazarla allí mismo o
de hacer algo mucho mas extremo, había tanto que no se estaban diciendo. Había
tanto por decir, tanto por hacer, tanto.
Joseph la liberó, llevando su vista al
escenario. Demi se sentía estúpida por no ser capaz de odiarlo ¿Cómo debía
sentirse él con eso? Ciertamente no debía sentir culpa y aun así no podía
quitarse la mala sensación del pecho. Como si el obligarla a tenerlo cerca,
fuese algo por lo que estar avergonzado.
—Es tu culpa porque… —No tuvo la
entereza de mirarla mientras decía aquello. —Todo era demasiado…bueno—Entonces
volvió el rostro, aguardando su reacción.
—¿Todo era demasiado
bueno?—Asintió lentamente— ¿Así que resultaste ser el peor novio en el mundo,
porque todo era demasiado bueno? —A nadie se le escaparía la ironía que
destilaba su pregunta.
—No entiendes.
—No, en verdad es que no. Puedo
comprender que yo no soy tu tipo de mujer y puedo comprender que no eres de los
que gusten de compromisos duraderos. Pero ¿en que cabeza cabe que alguien huya
de algo bueno?
—Eres mi tipo de mujer, ese es el
problema. Eres el tipo de mujer con la que podría verme a largo plazo y eres
exactamente el tipo de mujer que no puedo… manejar. —La pequeña boca de Demi, se abrió hasta formar una mueca
de desconcierto. —Siento que contigo nunca puedo planear nada, que estoy
caminando por hielo fino y no me gusta perder el control. Cuando supe que León
había tomado las fotos, incluso me planteé la posibilidad de hacer caso omiso
de ello. No me importaba, Demi, no me importaba porque podía ignorar todo aquello y
quedarme contigo. Y ese no soy yo, nunca antes
habría pensado en un método de
engañarme de la realidad, para poder satisfacer una necesidad tan mundana.
—¿Qué quieres decir?
—Que estaba dispuesto a cubrirme
los ojos y seguirte, no me importaba si me asestabas un tiro por la espalda—Se
pasó una mano por el cabello, evitando su mirada y procurando calmar las
palpitaciones de su inútil corazón. —Es tu culpa que me vuelva estúpido. Tenía
que alejarme de ti, pensar claramente… porque eres una mujer. Un ser humano,
tenía que convencerme de que puedo pasar de ti…
—Lamento haberte costado un viaje
a Italia —Él sintió la tirantes en su voz y comenzó a desesperarse.
—Mierda, Demi. ¿Qué dices?
—Nada —Se cruzó de brazos en un
modo indirecto de finalizar la conversación. Joseph volvió a aproximarse a su oído.
—Podría ir ida y vuelta a la
luna, y te aseguro que ese viaje tampoco sería suficiente para pasar de ti.
—Cerró los ojos —. No puedo, porque ya… ya me echaste a perder. Y ahora tienes
que vivir con eso en tu conciencia, querida.
—Creo poder soportarlo.
—Yo no —Lo miró, ambos a escasos
centímetros del otro. Algo que había sido tan común tres meses atrás, ahora
parecía la hazaña más complicada—. Aun eres mi novia.
—Solo porque no estabas aquí para
terminar la relación como se debe.
—Estoy aquí ahora, termina
conmigo—Ella se acercó incluso mas, a tal punto que podía saborear el gusto de
su gloss. Cargó los pulmones de oxigeno y Joseph supo que aquel reto de miradas, no la iba a avasallar.
—Ya no quiero ser tu novia—Le
dijo con aplomo, en tanto que él engullía sus palabras con mas dificultad de la
que se hubiese esperado.
—Su pedido será tomado en cuenta
y recibirá una respuesta de aquí a diez años.
—Preferiría algo más rápido.
—Lo lamento, la central de novios
esta un poco saturada últimamente. Pero sepa que fue escuchada y…—Un sonido lo
interrumpió, obligando a ambos a llevar la vista hacia adelante.
La voz chillona de una mujer que
ocupaba el centro del escenario, se preparaba para anunciar al ganador del
premio que los había llevado allí en primer lugar. El mismo que por un momento,
había pasado a un plano completamente ajeno a esos dos escritores. Vagamente
recordó el día que aceptó ser parte de esa travesía, todo por un premio, todo
por una nominación.
Todo eso eclipsado por una
mirada, por unos labios, por un cuerpo, por una simple mujercita de carácter
impulsivo. Demi le tomó la mano inconscientemente y Joseph la presionó sin poder reprimir una sonrisa, finalmente
comenzó a sentir el peso de lo que ocurriría en segundos. Sin embargo el rozar
su piel nuevamente, terminó por ganar en el terreno de las emociones. Era la
mano de su mujercita impulsiva, después de todo.
Le importaba poco o nada lo que
aconteciera, siempre y cuando pudiera quedarse así un momento más.
—La novela ganadora es…
Y el momento entonces, se disolvió.
*o* ohh, mi Dios!! jajajajaja
ResponderEliminarHola, soy fan de tus novelas, TODAS me encantan! ... Porque borraste la ultima novela,de la universitario y el profe,se ve que es buena :3 Porfa siguela no la borres ... I LOVE U
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