Demi permaneció largo rato observando cómo se alejaba. Amaba a Joe
tanto que le dolía, pero, ¿podían resolverse sus problemas tan fácilmente? Una
vez atrapados los ladrones, cualquier duda que Joe pudiera seguir teniendo
sobre ella desaparecería. ¿Pero bastaría eso para que confiara en ella?
Se encaminó hacia la casa, moviendo la cabeza. No estaba segura
de que Joe pudiera dejar atrás el pasado y volver a confiar.
— ¿Dónde ha ido Joe? —Preguntó Cooper cuando Demi entró en la
cocina—. Ha salido de aquí como un gato escaldado.
—Va a la cabaña del Circle S. Jed ha atrapado a un par de
cuatreros.
Cooper permaneció un momento pensativo antes de soltar un
repentino juramento.
—Es una trampa.
— ¿Qué quieres decir? —preguntó Demi, inmediatamente preocupada.
—Acabo de recordar dónde había visto a Jed —Cooper tomó un juego
de llaves de los ganchos que había tras la puerta y se lo entregó a su hermana—.
Tenemos que detener a Joe. Va directo a una trampa.
Demi alzó una mano.
—Un momento, Cooper. No entiendo. ¿Qué es eso de una trampa?
—Cuando has mencionado el Circle S he recordado donde había
visto a Jed. Un par de noches antes del accidente yo estaba en un bar en
Amarillo. Había un tipo bebido que no paraba de contar a todo el mundo que por
fin iba a recuperar el Circle S. Yo no sabía que trabajaba para Joe ni que el
rancho del que hablaba formaba parte del Rocking M. Dijo que llevaba unos meses
fastidiando al dueño y que para cuando terminara con él estaría acabado. Era
Jed.
Demi sintió que se ponía enferma.
—Su familia era dueña del Circle S antes que los McCray. Pero él
lleva años trabajando para la familia de Joe. ¿Estás seguro de que era él?
—Totalmente —Cooper señaló la puerta—. Y ahora ponte en marcha.
Tenemos que detener a Joe.
Demi dejó las llaves en la encimera.
—Tengo que ir a caballo. El único camino que lleva allí viene
del norte y está muy alejado.
Mientras corría al corral, su hermano la siguió cojeando. Se
detuvo para sacar algo de Daisy y, para cuando llegó al establo, Demi ya tenía
ensillado el caballo.
Cooper puso un pesado objeto en sus manos.
—Toma. Puede que la necesites.
Demi tomó la pistola y la guardó en las alforjas.
— ¿Puedes volver solo a la casa?
— ¡Claro que sí! Ahora vete y detén a Joe.
Demi montó el caballo.
—Hay una lista de números de teléfono en la pared de la cocina.
Llama al sheriff y luego a Tom a su móvil. Cuéntale lo que pasa y dile que vaya
a la cabaña en cuanto pueda.
— ¿Se ha llevado Joe un móvil?
Demi trató de recordar.
—No. Tenía prisa y supongo que no ha pensado en ello.
— ¡Ten cuidado! —dijo Cooper mientras Demi ponía a su caballo al
galope en dirección al Circle S.
Joe detuvo el caballo junto a la cabaña y desmontó. Miró a su
alrededor, pero no vio indicios de Jed o los ladrones. Miró en el cobertizo. El
caballo de este estaba allí, pero él no aparecía. Algo iba mal.
Sacó el rifle de la funda y fue a abrir la puerta de la cabaña.
Miró cautelosamente el interior, pero estaba vacío. Al salir sintió que el
vello de la nuca se le erizaba. La ya conocida mirada de odio estaba haciéndole
un agujero en la espalda.
—Así que eras tú —dijo, volviéndose hacia Jed Summers—. Debería
haberlo supuesto. Casualmente, fuiste tú el que encontró la nota y las latas de
queroseno.
—Así es, Jonas —Jed salió de detrás de unos arbustos apuntando
con su pistola a Joe—. Deja caer el rifle y dale una patada hacia aquí.
Joe dudó.
—Ni lo pienses —cuando Joe dejó el rifle en el suelo, Jed
asintió—. Eso está mejor. No querría matarte antes de que firmes esta escritura
y yo recupere mi propiedad.
—Ese papel no valdría de nada. Mis abogados se ocuparían de
ello.
Jed rio.
—Tus abogados pueden irse al diablo. Y tú no estarás para
contradecir la versión que yo les cuente.
—Eso es asesinato.
Negando con la cabeza, Jed se puso unos guantes de cuero y se
agachó a recoger el rifle de Joe.
—No. Será un accidente.
—Por supuesto.
Jed se aseguró de que el rifle estuviera cargado y luego le
alcanzó un papel.
—Firma esto para que pueda matarte.
—¿Cómo vas a preparar el accidente? —preguntó Joe para hacer
tiempo.
— ¿Qué más te da?
Viendo la expresión crispada de Jed, Joe comprendió que tenía
muy pocas opciones. Aquel hombre estaba loco. Pero cuanto más le hiciera
hablar, más posibilidades habría de que el sheriff apareciera.
—Pura curiosidad morbosa —contestó, tenso.
—Tu caballo se asustó y al caer se te disparó el rifle —explicó
Jed, riendo.
Joe detectó un movimiento en la colina, tras Jed, y al darse
cuenta de que Demi bajaba por la ladera el corazón se le subió a la garganta.
Tenía que mantener distraído a Jed como fuera. Se negó a pensar qué pasaría si
no lo lograba.
—¿Y cómo piensas explicar mi renuncia al Circle S?
Jed rio.
—Eso es lo mejor. Me lo vas a vender. He ahorrado mi parte de
los beneficios. Las cabezas que vendimos hace un par de semanas me reportaron
una buena cantidad. Cuando te encuentren tendrás el dinero en el bolsillo —volvió
a reír—. Dinero conseguido con tu propio ganado.
—¿Con quién has estado robando?
—¿Qué más te da? Vas a estar muerto.
—Ya te he dicho que siento curiosidad.
—Me traje un par de amigos de Oklahoma con un remolque, y otro
que solía trabajar en una empresa cárnica y llevaba la carne a otro que
falsificaba el sello.
Joe buscó a Demi con la mirada y casi lamentó haberlo hecho.
Había logrado deslizarse hacia un lado de Jed. Si éste decidiera dispararle, él
no podría hacer nada por impedirlo.
—No te vas a salir con la tuya.
—¿Y quién va a impedirlo? —preguntó Jed, confiado—. Los muertos
no pueden hablar.
—Pero yo sí —dijo Demi, apuntando con su arma al vaquero.
Nunca había apuntado con una arma de fuego a otro ser humano,
pero estaba dispuesta a hacer lo que fuera por Joe.