domingo, 8 de julio de 2012

La Inocente Novia Del Jeque Cap 17


Sin embargo, ¿sobreviviría Joe al hecho de perder todo lo que tenía allí? ¿Y qué tenía? ¿Pobreza y tristeza? A Joe se le pasó por la cabeza que no sería ninguna tontería mantener una relación con ella porque, por lo menos, le daría cierta felicidad.
De repente, Demi se dio cuenta del silencio que los había envuelto a ambos y de lo cerca que estaban el uno del otro.
-No debería estar aquí contigo -murmuró sintiéndose culpable.
-Estás aquí conmigo porque quieres estar conmigo -contestó Joe mirándola a los ojos.
Sí, era cierto, quería estar con él. Si hasta él se había dado cuenta, ¿de qué valía negarlo? Demi no tenía fuerzas para protestar y se preguntó por qué no dejarse llevar por una vez y hacer lo que de verdad quería.
La intensidad de la mirada de Joe la hizo sentir pinchazos calientes de anticipación por todo el cuerpo.

La tensión era insoportable. Demi sentía el latido de su corazón acelerado en los oídos, la habitación le daba vueltas y el oxígeno no le llegaba a los pulmones.
En un movimiento casi infinitesimal, se acercó a él.
Joe no pudo controlarse.
-Te deseo.
-¿De verdad? -murmuró Demi.
Joe se inclinó sobre ella y se apoderó de su boca. Al sentir su lengua en el paladar, Demi ahogó una exclamación y se estremeció, ladeando la cabeza para permitirle mejor acceso.
Los labios de Joe eran cálidos, expertos e increíblemente sensuales y con cada beso hacían que Demi quisiera cada vez más.
-Tú me deseas tanto como yo te deseo a ti -aulló Joe volviéndola a besar con urgencia.

A continuación, la tomó entre sus brazos y la sentó en su regazo, le bajó la cremallera de la sudadera y la deslizó por sus hombros.
-Oh... -exclamó Demi al sentir la mano de Joe sobre uno de sus pechos.
-Oh... -se burló él con sensualidad.
Demi no se podía creer lo que estaba sucediendo, pero estaba dispuesta a seguir la insistente demanda de su cuerpo. Cuando sintió los labios de Joe en la erótica zona del cuello, justo debajo de la oreja, no pudo evitar agarrarse a las mangas de su camisa con fuerza, pues jamás había sentido nada parecido.

-Nunca me ha gustado estar incómodo -declaró Joe con voz ronca. A continuación, la tomó en brazos como si fuera una muñeca que no pesara nada-. La verdad es que me suele gustar hacer el amor en la cama.
¿Cama?
Demi se tensó, pues no se le había pasado por la cabeza que aquellos besos fueran a desembocar en nada más, pero Joe eligió aquel preciso instante para volver a besarla y Demi sintió que se derretía como un helado y no pudo reaccionar hasta que se vio en su dormitorio, entre las piernas de Joe, que se había sentado en el borde de la cama y le había soltado el pelo.

-Te deseo desde la primera vez que te vi -confesó Joe acariciándole el pelo, que caía ahora sobre los hombros de Demi-. Y cada vez que te veo te deseo más y más...
Demi sentía que las piernas le temblaban.
-¿De verdad?
-Parece mentira que no te des cuenta, eres increíblemente guapa.
-Hoy no es que esté muy bien... -contestó Demi tocándose la mejilla amoratada.
Joe le acarició la mano y la miró a los ojos con intensidad.
-Hoy estás más guapa que nunca.

Demi, hipnotizada por completo por su mirada, se echó hacia delante y se apoderó de con pasión de la boca de Joe.
Inmediatamente, él le desabrochó la blusa y el cinturón de los pantalones. A continuación, la volvió a sentar sobre su regazo y se los quitó sin dejar de besarla.
-¡Cuánta ropa llevas! -comentó besándola por el cuello.
Al sentir sus senos expuestos cuando el sujetador cayó al suelo, Demi no pudo evitar taparse los pechos con las manos y tensarse.

Joe se quedó mirándola estupefacto, la echó hacia atrás e hizo que apoyara la cabeza en las almohadas.
-Supongo que tendrás experiencia, pero si estoy confundido, por favor, dímelo porque no me acuesto con vírgenes -murmuró Joe tumbándose a su lado en la cama.

La Inocente Novia Del Jeque Cap 16



-No, claro que no. Ella ha dicho lo típico de... «me tropecé y me golpeé». En fin, por lo visto la ha pillado haciendo lo que cualquier chica joven y sana haría con un hombre -rió Selena-. Es la única explicación que se me ocurre y me parece lógico porque, por lo que me han contado, esa chica no tiene ningún tipo de libertad, lo que no es en absoluto normal.

Una vez a solas, Joe decidió hablar con la jefa del personal de limpieza para que la mujer se asegurara de que Demi estaba bien.
No había necesidad de que él se involucrara de manera directa.
¿Sería cierto que Demi estaba con un hombre? ¿Y a él qué más le daba? No la conocía de nada. Aun así, no le gustaba la idea de que Demi hubiera estado con otro hombre porque la tenía por una chica inocente.

¿Se habría confundido? Entonces, recordó la pasión que Demi había demostrado entre sus brazos, pero se dijo que por un beso no podía juzgar y que, en cualquier caso, daba igual la experiencia sexual o carencia de ella que Demi tuviera porque aquella mujer no era para él.
Sin embargo, Joe recordó cómo desde pequeño lo habían educado para interesarse personalmente por cualquier problema que tuvieran sus empleados y la gente que lo rodeaba, y se dijo que tenía que ocuparse de aquel asunto en persona, así que encendió el ordenador y consultó los horarios del personal de limpieza para localizar a Demi.

Qué curioso que no se percatara de que hasta hacía muy poco tiempo ni siquiera había sabido de la existencia de aquellos horarios ni de que se pudieran consultar desde el ordenador.
Demi estaba encerando el suelo de madera en la galería, preguntándose de qué humor encontraría a su padre aquella tarde cuando llegara a casa y temblando ante la posibilidad de que se repitiera el episodio del día anterior.
-Demi...
Al oír su nombre, dio un respingo y se le cayó el cepillo de las manos. Sorprendida, se giró y se encontró con Joe.
Al instante, el príncipe se dio cuenta de que Demi estaba atemorizada y de que tenía una mejilla amoratada.
-¿Qué te ha pasado? -le preguntó Joe avanzando hasta ella en un par de zancadas-. ¿Ha sido tu padre?

La ternura de Joe desconcertó a Demi.
-No... no sé cómo se te ha podido ocurrir algo así -contestó nerviosa-. Me tropecé y me golpeé con una mesa.
Demi le acarició la mejilla y sintió que la furia se apoderaba de él al comprender que la habían golpeado. Se preguntó si podría hacer algo para ayudarla porque era obvio que aquella chica tenía una vida familiar problemática.
-Demi, no me mientas -le pidió en tono amable.
Al sentir los dedos de Joe sobre la piel con tanta suavidad, Demi se había quedado atónita porque hasta aquel momento no sabía que un hombre pudiera ser tan agradable.
-No te miento -murmuró.
-Te han pegado y no debes aceptarlo. Nadie tiene derecho a pegar a otra persona, ni siquiera un padre. Debo saber la verdad -insistió Joe-. Si no confías en mí, no te voy a poder ayudar.

-¡No podrías ayudar de todas maneras! -protestó Demi en un arrebato y sintiendo que las lágrimas resbalaban por sus mejillas.
-Te equivocas -contestó Joe haciendo un gran esfuerzo para no tomarla entre sus brazos y consolarla-. No me parece bien que tratemos un tema tan delicado aquí en la galería, donde podría vernos cualquiera -añadió guiándola al fondo de la galería, donde había una puerta de caoba que llevaba al ala del castillo de uso personal del príncipe-. Ahora que estamos solos, quiero que te tranquilices y que me cuentes exactamente lo que sucedió ayer -le indicó haciéndola sentarse.
-No te lo puedo contar... -sollozó Demi.
Joe la agarró de la mano.

-Ser leal a la familia es muy admirable, pero en tu caso se trata de una cuestión de seguridad personal, de tu seguridad, que es lo más importante en estos momentos. Lo que sucedió ayer podría volver a repetirse y las lesiones podrían ser mucho peores.

-Fue culpa mía... -dijo Demi sintiéndose culpable.
-¿Por qué dices eso?
-Si te hubiera permitido que hablaras con Kevin Judd, nada de esto habría ocurrido, pero me enfadé contigo creyendo que te estabas metiendo en mis asuntos -contestó Demi con lágrimas en los ojos.
-Ya, ya... -murmuró Joe sentándose en el brazo del sofá y tomando a Demi de la otra mano-. Cuéntame exactamente qué tiene que ver el fotógrafo en todo esto.
-A ese estúpido no se le ocurrió otra cosa que presentarse en mi casa para hablar con mi padre -le explicó Demi.

-¿Judd fue a tu casa? -preguntó Joe con el ceño fruncido.
-Sí, fue y le enseñó a mi padre fotografías de mujeres, según él, «medio desnudas». No te puedes ni imaginar cómo me lo encontré al llegar a casa. Estaba furioso...
-Muy bien, no hace falta que sigas -la interrumpió Joe colocándole un dedo sobre los labios-. No volverá a hacerte daño. No voy a permitírselo.
-Pero tú no puedes hacer nada por evitarlo -murmuró Demi con la respiración entrecortada.

-Te doy mi palabra de honor de que voy a protegerte -le juró Joe con determinación, pensando que la mejor manera de protegerla sería alejarla de Strathcraig.

La Inocente Novia Del Jeque Cap 15


SI hubiera podido, Demi no habría ido a trabajar a la mañana siguiente, pues tenía el pómulo amoratado e hinchado y estaba segura de que alguien le iba a preguntar qué le había ocurrido.
También estaba segura de que, si no quería denunciar a su padre a la policía, iba a tener que mentir.
Si en el momento del impacto no hubiera girado la cabeza, lo más seguro sería que tuviera también la nariz rota.
El hecho de que su padre se hubiera atrevido a pegarle una vez quería decir, sin ningún género de duda, que podría volverlo a hacer.

Demi  sintió que se le formaba una bola de angustia en la boca del estómago al recordar la furia de su padre y lo poco que le había importado hacerle daño, algo que aparentemente no le había hecho sentirse en absoluto avergonzado.
Al oír gritar a Demi, Mabel había bajado las escaleras a toda velocidad y se había quedado de piedra al ver la escena, pero al cabo de una hora ya le estaba echando la culpa a la visita de Kevin Judd y justificando la violencia de su marido.

Demi sentía los ojos hinchados y doloridos por las lágrimas que había derramado en silencio la noche anterior porque, aunque su padre nunca había sido un hombre de carácter fácil, tampoco se había mostrado nunca tan violento.

Obviamente, Jeanie tenía razón en pensar que era imposible que Demi consiguiera irse de casa con la aprobación de su padre y, sin embargo, ahora más que nunca necesitaba salir de allí, así que no le iba a quedar más remedio que irse en secreto. Para colmo, apenas tenía dinero y lo único que se le ocurría era hacer horas extras.
-Madre mía, pero, ¿qué te ha pasado en la cara? -le preguntó Selena Anstruther en cuanto la vio aparecer.

-Nada, que ayer me tropecé y me di con el borde de una mesa -contestó Demi encogiéndose de hombros-. Menos mal que no me he roto nada.
-Pues sí, menos mal -dijo la aristócrata mirándola sin rastro de sospecha-. Pobrecilla. Hoy solamente voy a necesitarte una hora, así que, cuando hayas terminado de limpiar y de organizar mi habitación, puedes incorporarte a tus ocupaciones normales.

Demi se sintió profundamente decepcionada y resentida porque, de nuevo, otro día en el que no le iban a permitir ayudar a organizar la fiesta. Era obvio que la aristócrata había preferido tomarla como doncella personal, algo que desagradaba profundamente a Demi.
Joe se quedó mirando la carta que había recibido aquella mañana de un primo suyo y apretó las mandíbulas. A continuación, se rió con amargura, hizo una bola con el papel y lo tiró a la papelera.

Aquello, desde luego, era la guinda del pastel.
Acababa de enterarse de que Camila, la única mujer a la que había amado, se acababa de casar con otro hombre.

¡Y él sin saber siquiera que estuviera prometida!
Debido a la reciente muerte de un pariente, la boda de Camila había sido pequeña y familiar y se había llevado a cabo a toda velocidad para que la pareja pudiera irse cuanto antes a Londres, donde el novio trabajaba como cirujano.
Joe se dijo que, tarde o temprano, aquello tenía que suceder. El hecho de estar casada no quería decir que la hubiera perdido porque, en realidad, jamás la había tenido.

«Tengo que ser fuerte», se dijo.
Una hora después, llegó Selena para recoger la lista de invitados que le había dejado el día anterior para que le echara un vistazo.
-Me parece que a Demi Ross no le van bien las cosas -comentó con los ojos en blanco.
Joe la miró enarcando una ceja.

-Parece ser que Demi se ha estado viendo a escondidas con el albañil polaco y, la verdad, no me extraña que haya intentado que nadie se enterara porque teniendo el padre que tiene... lo malo ha sido que se ha enterado de todas formas y
-Ya sabes que no me gustan los cotilleos -la interrumpió Joe.

-Esto no es un cotilleo -sonrió Selena-. Sé que te preocupas mucho por esa chica, por eso te lo cuento. En fin, para ir al grano, creo que su padre le ha pegado.
Joe no se inmutó.
-¿Te lo ha dicho ella?

La Inocente Novia Del Jeque Cap 14


Yo no tengo en absoluto la sensación de haber hecho el ridículo -se defendió Demi levantando el mentón.
Ante aquellas palabras, la dura mirada de Selena se dulcificó.
-Perdón si te lo he dicho de manera demasiado directa, pero me parecía que alguien tenía que advertirte por tu propio bien. Mira, ¿por qué no te vas hoy pronto a casa?
Demi decidió no hacerlo porque un par de compañeras ya se habían quejado de su nueva flexibilidad de horarios y no quería tener problemas, así que bajó al sótano y decidió terminar su turno de limpieza.

Mientras trabajaba, recordó que Selena le había dado una primera impresión favorable y se dijo que, tal vez, había sido ingenua al juzgarla porque parecía obvio que los rumores eran ciertos, que la aristócrata estaba interesada en el príncipe.
Cuando se disponía a irse casa, uno de los ayudantes personales de Joe fue a buscarla para indicarle que el príncipe quería verla.

Demi lo siguió hasta una sala de recepción donde la estaba esperando Joe y se dio cuenta de que, por una parte, se moría por verlo y, por otra, hubiera preferido irse a su casa.
Le latía el corazón aceleradamente y no pudo evitar pasear su mirada por el maravilloso rostro y espectacular cuerpo del príncipe.
En esos momentos, Joe se imaginó a aquella belleza de piel de porcelana tumbada en su cama con la melena desparramada sobre la almohada.
Aunque intentó borrar de su mente las eróticas imágenes, su anatomía reaccionó de forma violenta.

Joe se apresuró a recordarse que aquel encuentro no iba a tener lugar por interés personal, sino por el bien de Demi.
-Supongo que te estarás preguntando por qué quería verte -comentó.
-Así es -admitió Demi sintiendo una bola de fuego en el bajo vientre.
De nuevo, Joe la había mandado llamar. De nuevo, había querido verla. Aquello la hizo sentir como si estuviera flotando.

-He visto a Kevin Judd hablando contigo y me han informado de que no es la primera vez que esto sucede. Estoy preocupado.
Aquella explicación tomó a Demi completamente por sorpresa y la hizo bajar de su nube rosa y sonrojarse por haber sido tan ingenua de creer que el príncipe había querido verla por motivos personales.

-Bueno, por lo visto, quiere hacerme una sesión fotográfica porque cree que tengo lo que se necesita para convertirme en modelo —le explicó nerviosa.
-Haré todo lo que esté en mi mano para que no te vuelva a molestar -le informó Joe.
¿Con qué derecho asumía aquel hombre que no estaba interesada en la propuesta del fotógrafo? En casa, estaba obligada a aceptar la tiranía de su padre, pero no estaba dispuesta a consentir que ningún otro hombre tomara decisiones por ella ni le dijera lo que debía o no hacer.

-El señor Judd no me está molestando en absoluto -se defendió- Y, en cualquier caso, si así fuera, yo misma le diría que no estoy interesada en su propuesta.
-Como de hecho debe ser -insistió Joe muy seguro de sí mismo-. No tienes mundo suficiente como para sobrevivir en la pasarela. El mundo de la moda es despiadado, y te aseguro que Judd no tiene escrúpulos y no dudaría en dejarte en la estacada en cuanto a él le conviniera.

-¡Sé cuidar de mí misma! -exclamó Demi indignada.
-No me levantes la voz -contestó Joe-. No seas impertinente.
Demi bajó la cabeza apesadumbrada, sintiéndose como una niña regañada y castigada al rincón. En su interior, se mezclaban la vergüenza y el resentimiento. Estaba enfadada con el mundo en general y el no poder decirlo en voz alta y con libertad la enfadaba todavía más.

-Yo lo único que quiero es protegerte para que no te exploten -murmuró Joe.
-A lo mejor, tengo más mundo de lo que parece -dijo Demi dolida-. ¡A lo mejor me quiero arriesgar a convertirme en modelo!
Al ver cómo la miraba Joe, Demi se quedó sin aliento. Era obvio que la deseaba y aquello hacía que ella reaccionara de la misma manera.
-Por supuesto, esa decisión es tuya y sólo tuya -contestó Joe abriéndole la puerta para que se fuera.

Demi nunca se había sentido tan rechazada, pero consiguió salir con la cabeza bien alta. Cuando llegó a su taquilla y vio que alguien había dejado allí un ejemplar nuevo de la misma publicación que estaba leyendo la tarde en la que había conocido Joe, comprendió que había sido él y que realmente estaba preocupado por ella.
Aquello la tranquilizó y de mucho mejor humor llegó a casa, donde desgraciadamente la estaba esperando su padre muy enfadado.
-Ha estado aquí el señor Judd -le dijo en cuanto Demi entró en la cocina.
Demi tragó saliva.

-Por tu culpa, ese hombre ha venido a llenar mi casa de basura y a enseñarme fotografías de mujeres medio desnudas. ¿Cómo te has atrevido a decirle dónde vivías y a pedirle que viniera a convencer a tu padre para que te dejara ir a Londres con él?
-Yo no he hecho nada de eso -se defendió Demi sinceramente.
-Estás mintiendo y no pienso consentirlo -se enfureció Angus Ross levantando un puño y golpeando a su hija.

La Inocente Novia Del Jeque Cap 13


No tengo interés en que me hagan fotografías -proclamó Demi impaciente cuatro días después mientras cruzaba el patio del castillo.
Jeanie se rió al ver la cara de confusión de Kevin Judd.
-Si conociera usted al padre de Demi, señor Judd, entendería por qué se lo dice -le explicó al fotógrafo-, ¡Si conociera usted a Angus Ross, jamás le habría pedido a su hija que posara en minifalda! Yo soy amiga suya desde hace mucho tiempo y jamás le he visto las rodillas, así que no creo que usted vaya tener más suerte que yo.

-La oportunidad que le estoy ofreciendo es increíble. Le aseguro que no hay nada ofensivo en mi propuesta. Lo que pasa es que me da pena que se desperdicie una belleza tan increíble -contestó el hombre frustrado-. Yo creo que Demi podría llegar a ser una modelo famosa...
-¡Pues claro que podría serlo! -exclamó Jeanie alejándose con Demi-. ¿Tú crees que lo dice en serio? -le preguntó a su amiga una vez a solas.

-No sé -contestó Demi encogiéndose de hombros-. En cualquier caso, me da igual porque cuando me vaya de aquí pienso ir directamente la universidad y no pienso perder el tiempo con estúpidos sueños de fama y pasarelas.
-¿Qué tal te vas con lady Esnob? -le preguntó Jeanie cambiando de tema.
-No la llames así -contestó Demi-. Se porta muy bien conmigo.
-Qué raro porque todo el mundo dice que es muy mala persona.
-No es cierto.

-Si tú lo dices... -contestó Jeanie, nada convencida.
Demi llevaba dos días trabajando para lady Selena y estaba encantada contestando el teléfono, dejando mensajes, organizando la mesa llena de papeles de la aristócrata, deshaciéndole las maletas, planchándole la ropa y recogiendo la habitación en la que lady Selena se hospedaba cuando estaba en el castillo.

Lady Selena la trataba como a una conocida en lugar de cómo a una empleada y Demi no podía evitar querer complacerla.
Joe frunció el ceño al ver a Kevin Judd hablando con Demi en el patio, pues de todos era sabida la falta de escrúpulos del viejo fotógrafo.

Cuando se disponía a apartarse del ventanal, preguntándose si debía o no intervenir, llamaron para decirle que lady Selena quería verlo en persona inmediatamente.
-¿Qué ocurre que es tan importante como para que no lo podamos tratar por teléfono? -le preguntó a la aristócrata unos minutos después.
-Lo cierto es que es una cuestión un tanto delicada -contestó Selena-. Ha desaparecido una de mis joyas de mi habitación.
Joe se puso muy serio.
-Voy a llamar a la policía ahora mismo.
-No, no quiero que el personal de servicio se sienta bajo sospecha. La verdad es que el broche que ha desaparecido no valía demasiado.
-El valor económico es lo de menos. No pienso tolerar que nadie robe nada en mi casa.
-Espera un poco antes de llamar a la policía. A lo mejor, no me lo han robado y simplemente lo he extraviado. Le voy a decir a Demi que busque bien por toda la habitación.
-Como tú quieras -contestó Joe preguntándose por qué habría ido hablar con él sin haber buscado bien antes-. ¿Tienes ya la lista de invitados para la fiesta?
-Casi está terminada -contestó Selena-. ¿Por qué no vienes a tomar café hoy conmigo?
-Muy bien, nos vemos dentro de media hora -contestó Joe a pesar de que no le apetecía demasiado.
Cuando Selena le contó lo que había sucedido con el broche, Demi se preocupó de veras porque sabía que, si algo desaparecía, todos eran sospechosos.
-Por supuesto, me pondré a buscarlo ahora mismo -le dijo.

-Si no te importa, busca primero por esta sala y, cuando llegue el príncipe a tomar café dentro de media hora, te pasas a mi dormitorio y sigues allí -le pidió lady Selena-. Muchas gracias por tu ayuda. Espero que aparezca.
Demi estaba a cuatro patas buscando el broche por el suelo cuando oyó llegar a Joe y no pudo evitar sentir una gran emoción.
Por mucho que lo intentaba, no podía dejar de pensar en él.
De repente, al palpar con las manos sobre la alfombra, tocó algo que resultó ser el broche.
-¡Lo encontré! -exclamó incorporándose-. Vaya, perdón -añadió al ver que Joe la miraba desde el salón de la suite de lady Selena.
-¿De verdad lo has encontrado? -exclamó Selena encantada-. ¡No me lo puedo creer! ¿Dónde estaba?
-En el suelo, junto a la cómoda -contestó Demi.
-Es increíble, no sé cómo no lo he visto porque he estado buscando por todas partes.
-Suele ocurrir. Enhorabuena, Demi -intervino Joe.

Demi se quedó mirándolo fijamente. Cuando sus ojos se encontraron, sintió que los músculos del vientre se le contraían y que el aire no le llegaba a los pulmones.
-Sí, muchas gracias -dijo Selena sonriendo encantada-. ¿Te importaría que habláramos un momento a solas, Demi?
Sorprendida, Demi la siguió al pasillo.

-Tenía que sacarte de ahí cuanto antes –le dijo una vez a solas ante la confusión de Demi-. ¿No te has dado cuenta? Ha sido vergonzoso, te has quedado mirando al príncipe Joe. Has quedado completamente ridículo ante él. ¿No te han dicho nunca que no debes quedarte mirando a un hombre como una estúpida colegiala?
Sorprendida por el inesperado ataque, Joe bajó la mirada apesadumbrada. Sin embargo, algo en ella la hizo rebelarse pues ¿acaso no se había quedado él mirándola también? ¿Y cómo no iba a quedarse mirando encantada al único hombre que la había besado en su vida?

-Ya me di cuenta el día que te llevamos a tu casa que estás loca por él, pero procura disimular porque no creo que te apetezca que la gente se ría de ti -añadió Selena con un desprecio que no era propio de ella.



La Inocente Novia Del Jeque caP 12



-Selena Anstruther -se presentó la elegante mujer que iba sentada junto a él-, ¿Con quién tengo el gusto de hablar?
-Demi Ross -contestó Demi tímidamente.
Sabía perfectamente quién era aquella mujer, sabía perfectamente que su familia había construido el castillo de Strathcraig y había vivido en él durante unos doscientos años, pero que desgraciadamente el padre de Selena se había visto forzado a vender la propiedad para pagar sus deudas, lo que había provocado que se fueran a vivir a Londres cuando ella era niña.

-Estás empapada -intervino Joe-. Toma -añadió entregándole un pañuelo blanco.
Demi se apartó un mechón de pelo mojado de la cara y se secó el rostro con el pañuelo. Mientras lo hacía, miró a Joe y, cuando sus miradas se encontraron, sintió que se le aceleraba el corazón.
-Gracias.
-De nada -murmuró Joe educadamente.
Demi sonrió encantada y Selena  carraspeó, lo que la hizo dejar de mirar a Joe. Al darse cuenta de que la otra mujer la había pillado mirándolo, se avergonzó y bajó la cabeza.
-El príncipe Joe me ha dicho que trabajas como limpiadora del castillo -remarcó lady Selena-. Pareces una joven muy capaz. ¿No crees que podrías tener otro tipo de trabajo?
-Sí, eso espero, algún día... éste es mi primer trabajo -contestó Demi mirando por la ventanilla.
No quería que la llevaran hasta la puerta de su casa porque no quería ni imaginarse cómo se pondría su padre si se enterara de que había aceptado que alguien la llevara en coche.
-¡Se me acaba de ocurrir una idea estupenda! -exclamó lady Selelna-, ¿Por qué no me ayudas a organizar la fiesta que vamos a dar en el castillo?
-¿Yo? -exclamó Demi sorprendida.
-¿Por qué no? Me podrías ayudar a hacer algunos recados y a escribir las invitaciones a mano.
-Me encantaría -contestó Demi encantada ante la idea de hacer otra cosa que no fuera limpiar.
Lady Selena sonrió.
-Me encanta ayudar al príncipe a organizar sus recepciones, pero es mucho trabajo para una persona sola, así que me serás de gran ayuda.
-No sé si a la jefa de limpieza le hará mucha gracia -comentó Demi mordiéndose el labio.

A continuación, para su horror, se dio cuenta de que habían llegado a su casa y de que su padre los miraba con desprecio desde la puerta.
Joe, que no había dicho nada mientras las dos mujeres hablaban, lo estaba mirando con los ojos entrecerrados y los dientes apretados, fijándose en que Angus Ross parecía furioso.

Demi bajó del coche seguida de cerca por Joe, que le dijo al conductor que sacara la bicicleta del maletero. Mientras el hombre así lo hacía, Joe se presentó y le explicó al padre de Demi lo que había sucedido, lo que Angus Ross pareció aceptar.
-Así que ahora esa ramera trabaja para el príncipe, ¿eh? -comentó una vez a solas con su hija y con su mujer-. Obviamente, quiere meterse en su cama para recuperar el castillo que perteneció a su familia, pero no tiene nada que hacer porque seguro que el príncipe sabe que es una furcia que sólo busca su dinero.
-Por lo que me han dicho, no es fácil engañarlo -intervino Mabel-. Todo el mundo sabe que, antes de quedarse viuda, lady Selena se acostaba con quien le daba la gana. Obviamente, por eso sir Robert le dejó tan poco dinero a su muerte.
Demi miró a su perro con tristeza, deseando que su padre y su mujer fueran más compasivos con los demás.
Vivían en un pueblo pequeño en el que no había secretos y ella también conocía la historia de la aristócrata.

Lady Selena se había casado hacía ya más de diez años con sir Robert Anstruther, un próspero hombre de negocios que le doblaba la edad. Una vez convertidos en marido y mujer, habían decidido volver a las tierras que antaño fueran propiedad de la familia de ella y pronto habían comenzado las habladurías.
Sir Robert tenía en aquel lugar un pabellón de caza que no solía utilizar muy a menudo y su mujer decidió reformarlo y utilizarlo como casa de vacaciones.
Sir Robert pasaba mucho tiempo en Londres y su mujer solía ir mucho por la finca con amigos.

Cuando su marido murió, los rumores se hicieron cada vez peores y la gente llegó a decir que les había dejado casi todo el dinero a los hijos que había tenido en su primer matrimonio como venganza por sus continuas infidelidades.
A pesar de todo aquello, Demi creía que lady Selena merecía el beneficio de la duda, ya que le había parecido una mujer encantadora y ninguna persona que hablaba mal de ella tenía pruebas definitivas de que la aristócrata hubiera sido infiel a su marido o de que se hubiera casado con él por dinero.


Cuatro Noches De Pasión Cap 15


Miley despertó temprano. La luz del amanecer se filtraba a través de las cortinas y se quedó tendida un momento antes de salir de la cama.
Con lentos y cuidadosos movimientos recogió el neceser y salió de la habitación. Se vistió en la galería antes de bajar a la cocina, donde preparó un café.
Más tarde, se sirvió una taza y salió a la terraza.
Un nuevo día, reflexionó mientras el sol empezaba a despuntar por el horizonte y se oía el débil piar de los pájaros en los árboles cercanos.
-Te has despertado temprano -dijo Nick desde la puerta abierta.
Ella se volvió a mirarlo.
Despeinado, en vaqueros, con el torso desnudo y descalzo. La imagen sofisticada había desaparecido y en su aspecto había algo de primitivo.
-No quise perturbar tu sueño.
Nick se encogió de hombros.
-Me desperté cuando saliste de la habitación.
El recuerdo de la noche pasada fue tan vivido que casi se le escapó un gemido.
—Me gustaría marcharme pronto. Tengo cosas que hacer y necesito visitar a mi padre.
—Voy a preparar el desayuno.
—No. Por favor no lo hagas por mí. Termino el café, recojo el neceser y me marcho.
Uniendo la acción a la palabra, Miley terminó el café de un trago, luego se dirigió a la puerta principal, de paso recogió el neceser y se volvió para despedirse.
Él estaba muy cerca y ella no estaba preparada para recibir el beso que le dio en la boca.
Sin poder decir una palabra mientras él abría la puerta, rápidamente fue en busca de su coche, se puso tras el volante, arrancó el motor y salió a la calle.
Una vez en su apartamento hizo las tareas habituales y pasó algún tiempo observando el correo electrónico antes de ir a casa de su padre.
La fragilidad de Alexander la dejó preocupada y no se quedó mucho tiempo. Necesitaba descansar. Luego se puso en contacto con Cameron para ver cuál de los dos hablaba con el cardiólogo del padre.
Esa noche se acostó temprano y durmió bien. Al día siguiente se levantó con el sonido de la alarma del despertador.
En la oficina, tras una breve reunión para organizar su agenda, tasar los artículos de joyería y ver las prioridades del trabajo fue a su taller y ajustó el microscopio binocular hasta quedar satisfecha.
Era casi mediodía cuando sonó el teléfono móvil. Al ver el mensaje en la pequeña pantalla, sonrió. Era Taylor.

En unos cuantos minutos organizaron la hora y el lugar de encuentro para esa noche.
De pronto, el día le pareció más luminoso y se descubrió tarareando suavemente mientras trabajaba una gema bajo una potente lupa.
Eran casi las siete cuando Miley entró en el modernísimo café, muy de moda. Allí servían comida soberbia, el servicio era excelente y era tan popular que había que reservar mesa con anticipación.
El camarero la condujo a una mesa, y tras pedir agua mineral se dedicó a estudiar la carta mientras esperaba a Taylor.

Casi fue capaz de predecir el momento exacto en que la amiga entró en el café porque todas las cabezas masculinas se volvieron hacia la puerta.
-Smiley, siento llegar tarde. No sabes cuánto me ha costado aparcar.
A muy pocas personas les permitía usar ese diminutivo, y Siobhan era una de ellas.
La ropa, la larga melena rubia, el leve y exquisito maquillaje, todo hacía de ella una mujer única en su hermosura. Cosa de genes, decía Taylor alegremente cuando alguien le preguntaba con envidia cómo se las arreglaba para tener ese aspecto.
A los quince años, una de las más prestigiosas agencias de modelos la había contratado y dos años más tarde se presentaba en las pasarelas de Roma, Milán y París.
Sin embargo, ni la fama ni la fortuna se le habían subido a la cabeza.
Tras compartir los mismos colegios privados habían trabado una sólida amistad que se mantenía hasta entonces.
Casi antes de acomodarse, llegó el camarero a su lado.
-Agua mineral. Natural.

El pobre hombre estaba tan embelesado que escasamente podía hablar y apenas se contuvo de hacer una reverencia al marcharse.
Con una leve sonrisa, Miley se reclinó en su asiento.
-¿Cómo te fue en Italia?
-¿Sobre qué quieres que te hable? ¿Sobre el trabajo de pasarela, los contratiempos detrás del escenario o la divina pieza de joyería que he adquirido?
-La joya -dijo Miley al punto, y luego dejó escapar un murmullo apreciativo cuando su amiga le indicó el brazalete de diamantes que lucía en la muñeca. Una joya verdaderamente exquisita-. Muy hermosa. ¿Un regalo?
-Sí, de mí para mí -sonrió Taylor.
Miley  rió con deleite.
-Háblame del conde italiano.
-Primero vamos a comer, Miley querida. Estoy hambrienta.
No era justo que Taylor pudiera comer de todo con tan buen apetito y conservara una esbeltez tan fabulosa que los diseñadores se peleaban para que luciera sus modelos.

Cuando apareció el camarero, ambas ordenaron lo que deseaban.
-Cenar contigo es una experiencia increíble. Los camareros se pelean por servirte.
-Muy útil cuando una tiene prisa y debe comer en cinco minutos -dijo ella.
En ese momento, su teléfono móvil empezó a sonar y ella lo ignoró.
-¿No respondes?
-No.
-De acuerdo. ¿Es porque no sueles responder o se trata de una persona en particular?
-Lo último que has dicho.
Muy pronto, el camarero puso ante ellas unas apetitosas ensaladas de pollo.    
-¿Problemas?
-Algunos.
-¿El conde italiano?
-La ex esposa del conde italiano.
-Se opone a que mantengas una relación sentimental con él.
-Has dado en el clavo. Quiere retener el título que adquirió por su matrimonio.
-Pero a ti el título no te interesa para nada, Miley afirmó más que preguntó.
-Lo que pasa es que comparten la custodia de la hija y la ex lo amenaza con cambiar los términos de la custodia.
-¿Y puede hacerlo?
-Sí, cuestionando mi capacidad para atender a la niña mientras está con el padre a causa de mi profesión y mi estilo de vida. Aparte de eso, Roma estaba maravillosa. Y, en general, el pase de modelos fue todo un éxito. Y ahora te toca a ti.
¿Por dónde comenzar? Quizá sería mejor ni siquiera empezar. ¿Cómo podía justificar circunstancias tan personales y complejas?
-Como siempre. Ninguna novedad.

-Se comenta que estás saliendo con Nick.
-Nos invitaron a una cena y asistimos juntos a una exposición de arte, nada más.
Miley, recuerda que estás hablando conmigo. Durante el año pasado también coincidiste con él en varias reuniones sociales. Pero llegar a la velada juntos y luego marcharse juntos ya es otra cosa.
-¿Otra cosa?
-Así que cuéntame.
-Me pareció que acompañarlo era una buena idea-dijo con alegre ligereza.
-Estás loca por él.
-Nunca en la vida. Te equivocas. Él es...
-Un demonio de hombre -Taylor terminó por ella.
Al instante dejó escapar una alegre risa en tanto alzaba su vaso y lo chocaba contra el de Miley.
-Buena suerte, Miley querida.