viernes, 24 de agosto de 2012

Errores Del Ayer Cap 16




Demi suspiró satisfecha mientras, apoyada en la valla, contemplaba a Black Satin corriendo por el pasto con la cola alta, amo y señor de sus dominios. Pero se sobresaltó cuando un par de musculosos brazos la rodearon por la cintura. Estaba tan concentrada observando al caballo que no había oído a nadie acercándose.
—Será mejor que te apartes —advirtió—. Guardo una escopeta en Daisy que puede transformarte de semental en percherón en un abrir y cerrar de ojos. Y sé cómo usarla.
—No serías capaz de hacerle eso al tipo que te regaló esa escopeta y te enseñó a usarla, ¿verdad? —susurró el hombre junto a su oído.
— ¡Cooper! —Demi se volvió entre sus brazos. Alborozada al ver a su hermano, lo abrazó estrechamente—. ¿Cuándo…? ¿Cómo…?
—Frena el carro, hermanita —dijo él, riendo—. Pasé por la casa de Cal Reynolds en Houston y me dijo dónde encontrarte.
Demi volvió a abrazarlo.
—Me alegro tanto de verte. ¿Cuánto tiempo puedes quedarte?
Cooper se encogió de hombros y miró a lo lejos.
—Ya me conoces. Siempre en pos del próximo rodeo.
Feliz por ver a su hermano por primera vez en varios meses, Demi no dejó que nada ensombreciera su ánimo.
—No quiero pensar en eso ahora. Estás aquí y eso es todo lo que importa.
Cuando se encaminaron hacia la casa, Cooper preguntó.
— ¿Crees que al capataz le importará que me aloje en los barracones un par de días?
Demi dudó. Brad no pondría objeciones, pero por el modo en que Joe la había evitado desde el viaje que hicieron a Amarillo la semana anterior, no estaba segura de cómo reaccionaría.
—No creo que haya problema.
Cooper se detuvo y la miró con el ceño fruncido.
— ¿Te ha estado dando la lata alguien últimamente?
—Nada que no pueda manejar por mi cuenta.
—Sólo tienes que decírmelo, hermanita —Cooper simuló golpearla en la barbilla—. Ya sabes que soy muy capaz de poner en su sitio a quien haga falta.
Demi sonrió mientras simulaba tambalearse hacia atrás. En ese momento oyó que la puerta de la casa se cerraba de golpe. Al volverse, vio que Joe se acercaba a ellos como si fuera un toro embistiendo.
— ¿Es ése el que te está dando la lata? —preguntó Cooper.
—No exactamente…
Inmediatamente dispuesto para la lucha, Cooper la tomó por un brazo y la colocó a sus espaldas.
—Deja que yo me ocupe de esto.
— ¿Tienes algún asunto pendiente por aquí? —preguntó Joe en tono claramente amenazador cuando los alcanzó.
—Puede que sí —replicó Cooper—. Pero eso no es asunto tuyo.
—En este lugar no pegamos a las mujeres.
Cooper se encogió de hombros.
—Donde yo vivo tampoco.
Demi miró de un hombre al otro. La situación era explosiva. Joe estaba tan enfurecido como un oso con el trasero lleno de perdigones y Cooper había adoptado la actitud de Rambo. Si no hacía algo pronto, se iba a armar una gorda.
—Relajaos…

—Mantente al margen —dijeron ambos hombres al mismo tiempo.
Demi se situó entre ellos.
— ¡Basta ya! ¡Los dos! —apoyó una mano en el pecho de cada uno para mantenerlos separados—. ¿Sabe alguno de los dos con quién está a punto de pelear? ¿O por qué?
Ninguno de los dos contestó mientras se fulminaban con la mirada por encima de su cabeza.
—Lo suponía —Demi se volvió hacia Cooper—. Por si te interesa saberlo, este es mi jefe, Joe Jonas —dedicó a Joe la misma mirada mordaz—. Y me gustaría presentarte a mi hermano, Cooper Lovato —se apartó de en medio y alzó los brazos en el aire—. Y ahora, por mí podéis pegaros hasta caer sin sentido.
Ambos hombres la observaron mientras se alejaba hacia la casa como si fuera un general en un campo de maniobras. Luego se miraron con cautela.
Demi fue el primero en hablar.
—No te había reconocido. Desde los asientos no se distingue demasiado bien el rostro de los participantes en un rodeo, y cuando te he visto golpear a Demi en la barbilla…
—No te preocupes por eso —Cooper sonrió—. Es agradable saber que alguien cuida de mi hermanita cuando no estoy cerca.
Joe sonrió y le ofreció su mano.
—Bienvenido al Rocking M.


— ¿Aún disgustada, hermanita? —preguntó Cooper desde la valla del corral en el que estaba Demi.
Ella terminó de cepillar a Satin antes de volverse.
—Sí y no.
Cooper se echó atrás el sombrero con el pulgar.
—Aún estás enfadada conmigo. Pero me perdonas porque soy tu hermano y soy tan adorable como un osito de peluche, ¿verdad?
— ¡Ja!
Demi abrió la puerta del pasto y palmeó la grupa de Satin para que pasara. Luego se acercó a su hermano y lo miró atentamente. Su voz había sonado demasiado despreocupada, y su sonrisa resultaba un tanto forzada.
— ¿Por qué has venido realmente, Cooper?
Él dejó de sonreír y apartó la mirada.
—Tal vez solo porque quería ver a mi hermanita.
—Sí, claro. ¿Por qué no te pones un tutú, sacas la varita mágica y me cuentas un cuento de hadas?
Cuando Cooper se decidió a mirarla, sus ojos azules habían adquirido una expresión sombría. Demi solo lo había visto así una vez: la mañana en que le dijo que su madre se había ido.
— ¿Cooper?
— ¿Hay algún lugar en el que podamos hablar?
Un cuarto de hora después estaban sentados junto al riachuelo. Cooper permaneció unos minutos pensativo antes de animarse a hablar. Demi se limitó a esperar. Las cosas siempre habían sido así entre ellos.
— ¿Te has preguntado alguna vez qué harías si tuvieras que dejar de adiestrar caballos? —preguntó finalmente.
—Lo cierto es que no lo he pensado mucho —contestó Demi—. Pero supongo que trataría se seguir de algún modo en el mundo de los caballos.
Sus esperanzas aumentaron al anticipar lo que su hermano estaba a punto de decirle. Llevaba años rogando para que llegara el día en que dejara de competir, de apostar con el destino.
—Nunca he pensado mucho más allá del siguiente rodeo, pagar la inscripción y superar mi tiempo anterior —continuó Cooper—. Montar toros y caballos ha sido mi vida durante los últimos doce años. Es todo lo que sé hacer —cuando miró a Demi, sus ojos reflejaron la angustia que sentía—. Voy a tener que dejarlo, hermanita.
— ¿Cómo has llegado a tomar esa decisión? —pregunto ella, sabiendo que tenía que haber sido devastador hacerlo.
—He perdido el nervio —Cooper miró a lo lejos—. Últimamente he estado cerca varias veces.
— ¡Oh, Dios mío!
Cooper pasó un brazo por los hombros de Demi.
—Tranquila, cariño. No debería haberte dicho nada. Aún te altera hablar de eso, ¿verdad?
—Siempre me alterará —Demi se apartó de él y lo miró con ansiedad—. ¿Cuándo piensas dejarlo?
—La próxima semana, en el rodeo de Amarillo.
— ¿No vas a esperar hasta el final de la temporada?
—Estoy demasiado abajo en las listas como para acceder a la final de este año, y cada vez cuesta más conseguir el dinero para la inscripción —Cooper trató de sonreír—. No tiene sentido invertir el dinero en una causa perdida.
Todos los vaqueros que se dedicaban al rodeo tenían un espíritu competitivo elevadísimo, y Demi sabía cuánto debía haberle costado a su hermano hacer aquella confesión.
—Creo que has tomado la decisión correcta. Solo un tonto sigue jugando cuando sabe que la partida ha terminado.
—Eso pienso —Cooper tomó una hoja de hierba y mordisqueó un extremo pensativamente—. ¿Vas a venir a ver mi última participación?
Fue el turno de Demi de mirar a lo lejos.
—Sabes que no puedo hacerlo.
Permanecieron en silencio varios minutos antes de que Cooper volviera a hablar.
—No puedes seguir culpando al rodeo por todas las cosas que te han ido mal en la vida. Mamá nos dejó porque siempre quería algo más y mejor. Habría dado lo mismo dónde hubiéramos vivido o lo que papá hubiera hecho para ganarse la vida. Nunca se habría sentido satisfecha —arrojó la hoja de hierba al arroyo—. Creo que papá siempre supo que un día se iría. Simplemente no sabía cuándo.
—Pero de no ser por el rodeo, él y Dan seguirían vivos —dijo Demi, enfadada.
Cooper movió la cabeza.

Errores Del Ayer Cap 15


Joe rio sin ningún humor.
—Si la hubieras conocido, no necesitarías preguntármelo. Nicole era muy vengativa. Cuando nos divorciamos, trató de vengarse quedándose parte del rancho. No le sentó bien que el juez sentenciara a mi favor. Lo último que me dijo fue que un día se vengaría.
— ¿Mantuvo en secreto su embarazo?

Joe asintió mientras entraba con el coche en el largo sendero que llevaba a la casa.
—Una de las cosas que se interpuso entre nosotros fue que yo quería hijos y ella no. Ocultarme la existencia de Ryan fue su venganza final —miró a Demi y sus ojos reflejaron cuánto le había dolido el engaño de su esposa—. Nunca recuperaré los años que perdí con Ryan.
Pensar que alguien fuera capaz de utilizar a un niño de ese modo hizo que Demi se sintiera enferma. Una lágrima se deslizó por su mejilla cuando acarició con delicadeza el rostro del niño. Sentía una afinidad especial con él. Aunque su propia madre no ignoró a sus hijos antes de dejarlos, no los amó lo suficiente como para quedarse.

Tras aparcar el vehículo, Joe lo rodeó para recoger a Ryan, pero Demi retuvo al niño entre sus brazos. Cuando la miró a los ojos y vio la angustia que reflejaban y las lágrimas que amenazaban con derramarse de ellos, se quedó mudo.
Odiaba ver llorar a cualquier mujer, pero las lágrimas de Demi lo desgarraron por dentro.
— ¿Qué sucede, cariño?
—Ryan nunca entenderá por qué su madre lo trató así —dijo ella con voz temblorosa.
Joe apoyó una mano en su mejilla.
— ¿Cómo sabes eso?

—Cuando tenía nueve años, mi madre se fue y nunca volvió. Una noche me metió en la cama y a la mañana siguiente se había ido. Crecí preguntándome si habría dejado de quererme por algo que había hecho. Durante mucho tiempo pensé que si hubiera sido diferente se habría quedado.
—No fue culpa tuya, querida.
Demi asintió.

—Tardé mucho tiempo en comprender que yo no había hecho nada malo, que fue la manera que mi madre encontró para vengarse de mi padre por no dejar de viajar de rodeo en rodeo sin llegar a asentarse nunca en ningún lugar.

Joe la ayudó a salir del todo terreno, pasó un brazo por sus hombros y caminaron en silencio hasta la casa.
Quería tomarla en sus brazos, borrar su dolor. Pero Demi le entregó a Ryan en cuanto entraron en la casa.
—Lo que te hizo tu esposa fue deplorable, y tienes todo el derecho del mundo a sentirte amargado por ello. Pero lo que le hizo a Ryan fue peor. Lo utilizó para vengarse de ti —su mano tembló cuando acarició la mejilla del niño—. Los inocentes siempre sufren más por una venganza que la supuesta víctima.

Mucho después de meter a Ryan en la cama y de instalar a los cachorros para pasar la noche, Joe pensó en las palabras de Demi. Ryan era el que más había sufrido las consecuencias de la venganza de Nicole.
¿Por qué no se había dado cuenta de eso? ¿También habría estado ciego para ver otras cosas?
Al parecer, así era. De lo contrario, habría reconocido enseguida que Demi nunca había sido, y nunca sería, una mujer parecida a su ex esposa.

Errores Del Ayer Cap 15



Demi trató de fijar la mirada en algo… en cualquier cosa por encima de su cintura. Sus oscuros ojos marrones la retenían cautiva y, como si fuera una criatura nocturna atrapada por una luz, no tuvo voluntad para volar y alejarse.
Se humedeció los labios.
—Deberíamos irnos.
—Desde luego —dijo él, y a continuación alzó una mano para frotar con el pulgar una gota de agua de la comisura de los labios de Demi.
Ella se estremeció cuando vio que inclinaba la cabeza para besarla. Acarició con lentitud y a conciencia sus labios antes de hacerle entreabrirlos para penetrar en el interior de su boca con la lengua.
Cuando la moldeó contra sí, Demi sintió que en su alma estallaban fuegos artificiales. La sensación de sus pechos presionados contra él y la firmeza de la evidente excitación de Joe, hicieron que una oleada de deseo recorriera sus venas. Apartó a un lado todo pensamiento y dejó que sus sentimientos tomaran el control.
Joe alzó una mano y tomó en ella la sensible carne de uno de sus pechos. Le acarició el pezón con el pulgar mientras dejaba un rastro de ardientes besos en su garganta.
—Será mejor que nos vayamos —murmuró—. Ryan se disgustará si no consigue hoy su cachorro.
Demi recuperó la cordura con lentitud, hipnotizada por el sonido de su ronca voz de barítono. Permitió que Joe la llevara junto a su caballo.
— ¿No vamos a caminar? —preguntó, sin aliento.
—No —él la tomó por la cintura y la subió a la silla sin ningún esfuerzo. Luego se montó tras ella y la colocó sobre sus musculosos muslos.
El cuerpo de Demi se acaloró al sentir el íntimo contacto.
—Puedo ir andando —susurró.
—Ni hablar, cariño —Joe la sujetó con un brazo y puso el caballo en marcha—. ¿Qué clase de caballero sería si te dejara caminar mientras yo cabalgo?
El cálido aliento de Joe junto a su oído hizo que Demi se estremeciera. Maldijo interiormente su debilidad.
—No sé qué te traes entre manos, Jonas, pero…
—Sólo te estoy dando una vuelta a caballo, querida.
—…ni siquiera nos gustamos.
—Tú sí me gustas a mí. Lo único que sucede es que no me fío de ti —Joe le mordisqueó la parte trasera del cuello—. Pero eso no significa que no podamos disfrutar el uno del otro mientras estás en el Rocking M.
Demi se mordió el labio inferior para no gemir, pero cuando las palabras de Joe penetraron su aturdido cerebro, se puso rígida. Pasó una pierna por encima del pomo de la silla y trató de librase de su brazo.
— ¡Suéltame, miserable reptil!
Sorprendido por su exabrupto, Joe tuvo que hacer malabarismos para no caer con ella de la silla.
Frenó al caballo.
—No hasta que te calmes.
Demi dejó de luchar y le dedicó una mirada iracunda.
— ¿Cómo quieres que me calme si acabas de dudar de mi honradez? Ponte en mi lugar, Jonas. ¿Cómo habrías reaccionado?
Joe sabía que habría tumbado de un golpe a cualquiera que hubiera dudado. Pero no era su honradez la que estaba en cuestión.
—Utilizaste tus iniciales en nuestro contrato sabiendo que pensaría que eras un hombre. Eso es lo mismo que un fraude, cariño.
— ¿Me habrías contratado si no lo hubiera hecho así?
—No.
—Son los hombres como tú los que me obligan a utilizar mis iniciales en lugar de mi nombre completo.
Y eso no es ningún fraude. Son mis iniciales —Demi apoyó un dedo con firmeza contra el pecho de Joe—.
Y deja que te aclare algo, vaquero. Pienses lo que pienses de mí, no soy una mujer que tenga aventuras.
—El hecho de que la integridad de una bella mujer esté en duda no es obstáculo para que un hombre la desee.
—Ya me he calmado —dijo Demi de repente—. Puedes soltarme. Reacio, Joe dejó que bajara del caballo. Una vez en el suelo, ella se volvió a mirarlo.
—Me halaga que me encuentres atractiva, Jonas, pero resulta que no creo en las relaciones sexuales separadas del amor —dijo, y a continuación se encaminó hacia la casa.
Demi acababa de cepillarse el pelo cuando Ryan entró corriendo en la habitación.
— ¿Vas a venir con nosotros? Te dejaré sostener a mi perrito.
Ella dudó.
— ¿Sabe tu padre que has venido a pedirme que os acompañe?
—Oh, sí. Ha dicho que podía hacerlo. ¿Estás lista?
—Supongo que sí —dijo ella, no queriendo decepcionar al niño.
Ryan la tomó de la mano y salieron juntos de la casa. Joe los esperaba en el porche. Por la expresión del rostro de Demi dedujo que no estaba muy convencida de acompañarlo a ningún lado después de su conversación de esa tarde. Se inclinó hacia ella.
—Nunca habría pensado que fueras una cobarde —susurró, y rio abiertamente cuando ella frunció el ceño y se encaminó con paso firme hacia el todo terreno.
Unas horas más tarde, Joe no pudo evitar sentirse aturdido mientras conducía desde la perrera municipal hacia el rancho. Whiskers había accedido a tener un perro en la casa. ¿Qué haría cuando se enterara de que había adoptado tres?
En algún momento de la tarde, y no sabía exactamente cómo, había perdido el control de la situación. Entre los ruegos de Ryan y las caras de pena de Demi, se había ablandado como una lata de aluminio en un torno.
Movió la cabeza. Debía estar suavizándose mucho con los años. Si se lo hubieran pedido, habría sido capaz de adoptar todos los perros de Texas para no decepcionarlos.
— ¿Me tomas en brazos, Demi? —Preguntó Ryan—. Betsy solía hacerlo cuando me iba a quedar dormido.
Demi miró a Joe.
Él asintió.
—Ya estamos en los terrenos del Rocking M. No habrá mucho tráfico.
Demi soltó el cinturón de seguridad de Ryan y lo tomó en brazos.
—Me gustas mucho —dijo el niño, acurrucándose contra ella—. Eres muy suave.
Demi dedicó una mirada fulminante a Joe cuando este soltó una risita irónica. Luego miró a Ryan, que se había quedado instantáneamente dormido y lo besó en la frente.
— ¿Betsy era su niñera?
Joe negó con la cabeza.
—Betsy era la doncella de Nicole. Era una mujer decente, pero apenas tenía tiempo para Ryan —toda traza de diversión desapareció de su rostro cuando añadió—. Dudo que Nicole lo sostuviera más de una docena de veces en brazos durante los cuatro años que lo tuvo.
—Pero era su madre.
Joe alzó una ceja.
—Conoces lo suficiente el ganado como para saber que solo por dar a luz las vacas no crían a sus terneros. He visto a más de una rechazarlos.
—Sí, pero se supone que las personas somos diferentes al ganado.
La expresión de Joe se endureció.
—Si el instinto de criar no existe, poco se puede hacer al respecto.
Demi tragó saliva. Aquello era algo que conocía muy bien por propia experiencia.
— ¿Entonces por qué no…?
— ¿Traté de obtener la custodia de Ryan antes de la muerte de Nicole?
Ella asintió.
—Hasta que mi esposa murió, yo ni siquiera sabía que tenía un hijo —respondió Joe con amargura.
Demi lo miró, pero él siguió con la vista fija en la carretera, tenso. No era de extrañar que desconfiara profundamente de las mujeres.
— ¿Y cómo pudo hacer eso?

Errores Del Ayer Cap 14



—Déjalo ya, Demi. No me convences —dijo Joe mientras dedicaba una mirada severa a la mujer que estaba sentada al otro lado del escritorio. Demi le había argumentado muy razonablemente por qué debería permitirle echar una mano en las tareas del rancho, pero él no estaba dispuesto a ceder. No quería correr el riesgo de que resultara herida.
—No seas testarudo, Jonas —replicó ella—. Necesitas ayuda y yo tengo tiempo para ofrecértela.
—No.
—Puedo comprobar el estado de los molinos y los pozos, puedo informar sobre el ganado enfermo o herido…
—He dicho que no. Trabajar sola puede ser peligroso.
—Podría formar equipo con uno de tus hombres.
Aquello era lo último que quería Joe.
—No conoces la zona.
—Eso es una tontería, y lo sabes. Estaría trabajando con alguien que la conoce. Además, ayer recorrí el área que va de aquí al Cañón del Diablo.
—Mantente alejada del Cañón del Diablo —ordenó Joe.
Demi se levantó rápidamente para salir.
—No hay problema.
Joe iba a decir que aquello no significaba que hubiera consentido, pero en ese momento sonó el teléfono y Demi aprovechó para irse.

Dos horas más tarde Joe y Ryan cabalgaban por el cuadrante sur del rancho. Joe se dijo que el hecho de que demi estuviera trabajando con Tom Davison no tenía nada que ver con la dirección que había elegido. Simplemente estaban dando el paseo que le había prometido a su hijo unos días atrás.
Pero lo cierto era que, tras hablar con Brad, no había podido ensillar su caballo tan deprisa como le habría gustado. Tom tenía fama de donjuán, y a Joe le irritaba la idea de que Demi estuviera sola con él.

—Mira papá —dijo Ryan, y señaló el rebaño de vacas que había ante ellos—. Ahí están Demi y Tom.
Joe sintió que el corazón se le subía a la garganta al ver que Demi estaba a punto de lazar un novillo de gran tamaño para marcarlo. La acción fue rápida y efectiva y, a pesar del miedo que le produjo, no le quedó más remedio que admirar la habilidad con que la llevó a cabo.
Contempló cómo ambos desmontaban después de haberlo tumbado, lo marcaban y luego intercambiaban una palmada antes de recoger sus lazos. Para cuando los alcanzaron, Joe podría haber partido en dos un clavo con los dientes.
—Puedes venir a echarme una mano cuando quieras, cariño —dijo Tom. Luego se volvió hacia Joe y sonrió—. ¿Has visto…?
—Demi, llévate a Ryan a casa —ordenó Joe—. Ya has tenido bastante por hoy.
—Pero no he terminado…
—Ya me has oído. Vuelve a la casa.
Demi dudó un momento. Luego montó su caballo y se acercó al de Ryan.
— ¿Qué problema tienes, Jonas?
Joe no apartó la mirada del otro vaquero.
—Necesito hablar de algo con Tom.
Tom le devolvió la mirada.
—Haz lo que dice. Al parecer, el jefe quiere desahogarse.
Una vez que Demi y Ryan se hubieron alejado, Joe apoyó una mano en el pomo de la silla.
—Llevas suficiente tiempo trabajando en esto como para saber lo que puede pasar cuando se tumba a un novillo como lo habéis hecho. Sobre todo si el que laza no es un experto.
—Demi me ha dicho que ya lo había hecho antes —dijo Tom, tenso—. Y tal como ha lazado al novillo…
—Podría haber resultado herida o muerta —interrumpió Joe—. Si quieres seguir trabajando en el Rocking M, más vale que no se te ocurra volver a ponerla en peligro —sabía que se estaba comportando como un auténtico estúpido, pero no podía remediarlo—. Y ya que estamos en ello, la señorita Lovato es territorio prohibido. Está aquí para realizar un trabajo y no quiero que se distraiga.
Tom lo miró atentamente un momento.
— ¿Es ese el verdadero motivo, o la está reivindicando como suya, jefe?
Sin pararse a pensarlo dos veces, Joe asintió.
—Yo ya te he advertido
—¿Te gustan los perros, Demi? —preguntó Ryan.
—Claro. ¿Por qué?
—Quiero un cachorro.
Joe detuvo su caballo junto a un álamo y oyó la excitada voz de su hijo. Sonrió mientras desmontaba. Estaban sentados a la orilla de un arroyo, y parecía que el niño había convencido a Demi para salir a pescar después de haber regresado al rancho.
Con el ánimo ligero, se encaminó hacia ellos. Había pensado mucho desde que dejó a Tom en el pasto norte, y había llegado a varias conclusiones. Durante los días pasados había estado evitando a Demi, pensando que así se aplacaría la atracción que sentía por ella, pero lo cierto era que solo había servido para alentarla.
Sonrió, satisfecho. Había notado que ella tampoco era totalmente inmune a él, de manera que, ¿por qué no aprovechar el tiempo que iban a estar juntos?
Lo único que le quedaba por hacer era convencerla.
—El otro día querías un gatito —dijo cuando estuvo junto a ellos—. Si tuvieras un cachorro, ¿quién lo cuidaría?
— ¡Yo! —Ryan dejó su caña a un lado y se puso en pie de un salto—. ¿Puedo tener uno?
Joe rio mientras lo tomaba en brazos.
—Sí, pero tienes que prometer que cuidarás de él.
— ¡Lo prometo, papi, lo prometo! ¿Cuándo podemos ir a buscarlo? ¿Hoy?
Joe guiñó un ojo a demi y dejó al niño en el suelo.
—Podríamos ir a Amarillo esta tarde, pero, ¿qué me dices de la pesca?
Demi sintió que los latidos de su corazón se aceleraban cuando Joe le dedicó su devastadora sonrisa.
—Ya no quieres pescar más, ¿verdad, Demi? —preguntó Ryan, esperanzado.
—No, supongo que no.
Al ver que Joe se agachaba, Demi supuso que iba a recoger la caña de Ryan, pero lo que hizo fue apoyar una de sus grandes manos en las de ella. Se miraron y sintió que una intensa calidez llegaba hasta el fondo de su alma. Cuando tiró de ella con suavidad para que se levantara, su corazón dio un vuelco.
Retiró su mano con tal rapidez de la de Joe que perdió el equilibrio y experimentó de inmediato la extraña sensación de volar. Un instante después, el agua del riachuelo se cerraba sobre su cabeza y su trasero golpeaba contra el mullido lecho del fondo. Un gran objeto cayó a su lado y, cuando logró erguirse y apartar su pelo empapado del rostro vio el sombrero de Joe flotando a su lado. Al parecer, también le había hecho perder el equilibrio a él.
Ryan rio.
—Cuidado, Demi.
Antes de que pudiera preguntar a qué se refería, unos fuertes brazos la rodearon por las piernas y volvió a caer. Cuando logró ponerse en pie y vio a Joe a su lado, le salpicó el rostro con agua.
—Eso ha sido tu perdición —dijo él, y su profunda risa resonó cálidamente en el cuerpo de Demi.
Cuando vio que empezaba a avanzar hacia ella, trató de alcanzar la orilla, pero la corriente le impidió moverse todo lo rápido que habría querido y Joe la atrapó por la cintura.
Ella luchó por liberarse.
—Seguro que no quieres hacerlo, Jonas.
— ¿Por qué no?
—No me gusta que me hagan ahogadillas.
El rio y volvió a llevarla hasta el centro del riachuelo.
—A mí tampoco me ha gustado que me tiraras al agua ni que me salpicaras, querida.
Riendo, Demi no sonó tan convincente como le habría gustado.
—No lo he hecho queriendo. En serio.
—Y yo tampoco voy a hacer esto queriendo —dijo Joe, y volvió a arrojarla al agua.
Demi logró tomar una bocanada de aire antes de sumergirse y, moviéndose bajo la superficie, logró colocarse tras él. El acertado empujón que dio a la parte trasera de sus rodillas logró el resultado deseado. Joe cayó al agua como un saco de ladrillos.
Cuando salió, estrechó a Demi contra su sólido cuerpo.
— ¿Tregua?
—Tre… tregua —asintió ella con voz ronca. La proximidad de Joe hacía estragos en sus sentidos, y se sorprendió rodeándolo por el cuello con los brazos.
— ¿Vais a salir de una vez del agua para que podamos ir a comprar mi cachorro? —preguntó Ryan, claramente impaciente con los dos adultos.
—Por supuesto —contestó Joe sin apartar la mirada de Demi—. Tengo una idea. ¿Por qué no recoges las cañas y las llevas a casa? Nosotros iremos enseguida.
Cuando el niño tomó las cañas y se alejó hacia la casa, Demi vio que una lenta sonrisa curvaba los labios de Joe mientras la llevaba hacia la orilla. Se traía algo entre manos, y estaba segura de que no tenía nada que ver con la compra del perro.
Si hubiera tenido algo de sentido común, habría salido corriendo y no habría parado hasta la frontera con Oklahoma. Pero cuando Joe la dejó en el suelo, su traicionero cuerpo se negó a moverse del sitio.
Empapado, con la camisa y los pantalones pegados al cuerpo y marcando claramente cada músculo y cada parte de su anatomía, resultaba realmente difícil resistirse al varonil atractivo de Joe.

jueves, 23 de agosto de 2012

Unas Locas Vacaciones Cap 29 Terminda



El bautizo se celebró seis meses después, cuando el pequeño Joshua van Meer había cumplido ya dos meses. Mientras Miley, sostenía en brazos al niño, Nick estaba él su lado, rebosante de orgullo. Los ocupantes del primer banco de la iglesia, pertenecientes a una congregación presbiteriana y situada a las afueras de Chicago, eran un grupo hetereogéneode personas.

Demi se sentía incómoda sentada al Iado de aquella gente y se había levantado de no haberle sujetado ella a tiempo. Vaya colección, de hombres curiosos, pensó, mirándoles con curiosidad. Uno de ellos era enjuto y fuerte y tenía cogida de la, mano a una mujer de aspecto regio. Dos eran de color, uno alto y serio y el otro más bajo y risueño. Luego había una pareja, los dos morenos, pero él 'ton ojos negros y ella con ojos verdes. La mujer estaba embarazada. Por último, había un hombre de tez morena y aire latino, que llevaba una ropa muy elegante. Demi volvió a prestar atención al pastor, que había cogido al niño en' brazos. Demi sonrió. Su ahijado.

 Demi había querido que estuviese junto a ellos durante la ceremonia, pero se había torcido el' tobillo al subir al avión y casi no podía ni estar de pie. Mejor así, pensó con una sonrisa, aquel holandés y ella eran demasiado parecidos como para llevarse bien. Pero, así y todo, tenía que admitir que él era estupendo como padre y como marido. Un hombre asombrosamente hogareño en muchos aspectos. Lo único raro que tenía eran sus amigos.
Cuando la ceremonia se acabó, J .D. y los demás se quedaron quietos en el banco. Demi se preguntó si se habrían fugado de algún sitio, ya que no hacían otra cosa que mirar a 'su alrededor.
Miley se  acercó a ella.
-¿A que es guapo Joshua? -le dijo con aire entusiasmado, besando al niño--. Oh, Demi no conoces a nuestros amigos.
¡Gabby!
Gabby y su marido se acercaron a las dos mujeres.
-¡Es precioso! -exclamó Gabby-. Yo quiero una niña, -añadió con una sonrisa-:-, pero J.D. insiste en 'que sea niño.
-;-No me importa lo que sea, con tal de que sea nuestro-intervino su marido--. Hola, Miley. Una ceremonia muy bonita. Nick ni siquiera .se ha desmayado. Estoy orgulloso de él.
-¿Qué te parece? ¡Nick casado y con un hijo! –exclamó el hombre enjuto y fuerte.
-Gasi me caigo redondo cuando me enteré -intervino el hombre alto de color.
--Calla,First le dijo Gabby al primero de ellos y a ti, vergüenza te debía de dar, Apollo añadió, dirigiéndose al hombre de color-. Nick ha tenido que esperar a encontrar a la chica adecuada, eso es todo.
-Bueno, me alegro de que lo haya conseguido -replicó Apollo--, porque estoy seguro de que será el mejor vicepresidente que una empresa pueda tener. Y, tú, First, ¿cuándo te vas a unir a nosotros?' Semson y Drago ya lo han hecho. Y nos hace falta alguien que enseñe a conducir, un vehículo en un combate.
-Tus atemorizados magnates me fastidian -repuso First con sorna--:. Y, además, la señora Darwiri y yo estamos pensando en establecernos juntos.
Sonrió a la mujer que estaba a su lado, que era la madre de Gabby, y añadió:
-Vamos a criar ganado.
-Yo se lo debo todo a J.D. -dijo Apollo, sonriendo al marido de Gabby-, él consiguió que me absorbieran. Los años de andar escondiéndose han terminado. Me alegro de que decidieras hacerte abogado. J.D.
-:-Yo también -replicó l.D.
Se volvió a Nick, que se acercaba en ese momento, y añadió:
-Estaba a punto de ir a buscarte. Gabby y yo vamos a empezar unas clases de parto sin dolor. ¿Tienes alguna recomendación que hacemos? Nick abrazó a Miley por los hombros y sonrió:
-Sí. Cómprate un bote de pelotas de tenis.
-¿Pelotas de tenis? -preguntó Gabby, sorprendida.
-Sí -repuso Nick con aire conspirador-. Son para tu, dolor de espalda. J.D. tendrá que hacerlas rodar arriba y abajo por tu columna vertebral.
-Es realmente útil -intervino Miley, inclinándose a besar al niño--. Lo mejor de todo es cuando le tienes en brazos por primera vez.
-Sí -dijo Nick-. Y ahora vamos a asar unas chuletas.
¿Todo el mundo sabe cómo llegar a nuestra casa?
-Yo me encargo de guiar a quienes no sepan -respondió
Apollo--. ¿Tienes bastantes chuletas?

-First y la señora Darwin han traído un montón. Yo creo que, si te colocamos el último de la fila, habrá bastante para todos. .
Apollo le miró con cara de indignación.
--,-¡No como tanto!
-¿No? -replicó Nick-. Pues acuérdate de Angola, cuando te comiste el conejo que yo acababa de cazar.
-¿Ah', sí? Entons.es acuérdate tú también de Vietnam, cuando te comiste la serpiente que acababa de cazar yo.
-Esto es un bautizo intervino J.D.-. Se supone que en una ocasión como ésta hay que olvidar las viejas, rencillas.
-¿De veras? -dijo Apollo--, pues tú eres el listo que se comió la caja de galletas que me mandó mi madre.
-y el pastel que yo cogí de la cocina del campamento -añadió Nick.
J.D., puso a Gabby delante de él.
-No podéis pegar a un hombre cuya mujer está embarazada, la mía también lo estaba hace sólo dos meses –replicó Nick. .
-Será mejor que no me acerque mucho a vosotros -dijo, Apollo--. Podría ser contagioso.
-Tú no te vas a quedar embarazado, Apollo de veras –le dijo Nick, sonriendo maliciosamente.
 -Muy gracioso. Sabes bien que me refería al virus del matrimonio.
-¡Y vaya virus!  Intervino  J.D., abrazando a Gabby-.
¡Qué manera de extenderse!      .       .
-Estoy muerta de hambre -dijo Dani cuando paró de reírse--. Vamos a casa. Tenemos toda clase de comida.
-SÍ, pero tenemos que asegurarnos de que Apollo no llegue antes que nosotros -replicó J.D. son sorna. . .
- Voy a devolver el regalo de navidad que te he comprado -le dijo Apollo Con aire ofendido.
-Pero si estamos casi en marzo -le recordó J.D.
-Eso me da diez meses para pensarme si te compro algo o no.
-Venga -intervino Nick, soltando una risita-, vamos a celebrado.
-SÍ -dijo Miley.
Y, bajando la voz para que solo Nick la oyera, añadió:
-Tengo en mente una celebración de otra clase para después. El médico me dijo que ya podía.
-SÍ, ¿eh? -murmuró Nick con ojos brillantes-. Bueno; tendremos que pensar en cosas nuevas, ¿no crees? .
Le susurró algo al oído, y, a pesar de los meses de matrimonio, Miley se sonrojó. .
Se sentía más viva que nunca. Le miró con ,tal cara de adoración que toda la gente que estaba con ellos pareció desaparecer.
-Esta noche-'-murmuró Nick-. Te haré el amor como aquella mañana en Veracruz. .
-Me volverás a dejar embarazada.
-Ya hablaremos de eso esta noche.
-¿No te arrepientes de nada? -preguntó ella.
-Absolutamente de nada -repuso Nick.


FIN

Una Locas Vacaciones Cap 28




Demi estaba encantada con la noticia de que el marido de Miley iba por fin a sentar la cabeza.
-Tiene que sentir algo por ti -le dijo a Miley, sonriendo-.
Me da igual lo que digas, ningún hombre llega a tanto sólo por una atracción puramente fisica.

Miley se la quedó mirando con expresión pensativa. -En algunas cosas sigues siendo muy ingenua –añadió Demi con una maliciosa sonrisa-. Está loco por ti, lo que pasa es que todavía no se ha dado cuenta.
Si fuera cierto... pensó Miley, rezando por que se realizara un milagro. Si le gustara el trabajo que le ofrecía Apollo... Ni siquiera. Irse a vivir a Chicago plantearía ningún problema.
Demi  y Joe la irían a ver a menudo. Y ella podría volver a Greenville de vez en cuando. Demi sería la madrina, se dijo sonriendo.
Con la mente en Nick y no en lo que estaba haciendo apoyó una escalera contra la pared y se subió a coger un libro de un estante muy alto. Estaba a mitad de camino cuando resbaló y cayó al suelo, dando un grito de terror.
-¡Oh,. Dios mío, el niño! -sollozó, cogiéndose el vientre.
-No pasa nada -le dijo Demi rápidamente-. Llamaré a una ambulancia. ¡Túmbate y quédate tranquila! ¿Te has hecho daño en algún sitio?
-¡No sé!

Demi echó a correr al teléfono Miley se quedó tumbada en el suelo, llena de pánico, «No, por favor, que no pierda a mi hijo». Cerró los ojos y las lágrimas rodaron por sus mejillas mientras empezaba a sentir dolor en una pierna y en la espalda.
Los siguientes minutos fúeron una pesadilla. Llegó la ambulancia, los enfermeros la colocaron en la camilla y la llevaron al hospital, a urgencias. Miley tenía tanto miedo a perder el niño que casi no se dio cuenta de que Demi no se apartaba de ella.
La examinó el médico de urgencias. pero no le dijo nada. Después empezaron a hacerle exploraciones y análisis y por fin la llevaron a una habitación y la dejaron allí, temblando de incertidumbre. El médico que la había atendido le explicó que, cuando tuvieran los resultados de los análisis, la informarían.

Miley estuvo llorando sin parar. Demi trató de calmada, pero fue inútil. Miley  sentía dolores en el vientre y creía que iba a perder el niño. Demi le pidió un número de teléfono para localizar a Nick en Chicago. Miley le dio el número de j.D. y cerró los ojos. Hubiera querido decir que no serviría de nada. Nick iría, pero sólo porque se sentiría obligado... y entonces se acordaría de otro tiempo, de otra mujer embarazada...
El doctor Carter llegó horas después, la echó una mirada y volvió a salir a pedir un sedante. Entró otra vez, le cogió la mano' e hizo un gesto con la cabeza a Demi para que saliera.
-Al niño no le va a pasar nada -le dijo una vez que Demi hubo salido Y a ti tampoco. Así que ahora tranquilízate.
Miley dejó de llorar, aunque seguía teniendo los ojos húmedos y enrojecidos.
-¿Qué?
-El niño está bien -repitió el doctor Carter, guiñándole un ojo. Los niños son fuertes. Están inmersos en un fluido que es una maravillosa protección. Tú tienes contusiones aquí y allá, pero eso se cura. Te pondrás bien.
-Gracias a Dios -dijo Miley-. ¿Pero... y esos dolores que sentía en el vientre?     
-Falsos dolores de parto. Unas cuantas punzadas es algo normal. Así que deja ya de preocuparte, ¿quieres?
Entró una enfermera con una jeringa, pero antes de que pudiera acercarse a la cama, la puerta se abrió de golpe y Nick irrumpió en la habitación.       .
-¡Nick! -exclamó Miley.
Nick tenía la cara enrojecida, como si hubiera corrido, y estaba casi sin aliento.
-¿Estás bien? -le preguntó con voz entrecortada, palpándola como si esperase encontrarle algún miembro roto ¿Está bien el niño?
-Sí -murmuró Miley-, sí, Nick, estamos bien. Los dos. Lo único que pasa es que me caí de la escalera y...
-Oh, Dios! -exclamó él, sentándose a su lado.
Miley se quedó anonadada al ver la expresión de sus ojos. Él la acarició con manos temblorosas y escondió la cara en su cuello.
Miley le abrazó y empezó a acariciarle el pelo. Al notar algo húmedo' en el cuello, los ojos se le llenaron de lágrimas también a ella.
-cariño -susurró, estrechando a Nick contra sí.
Reía y lloraba a la vez. Ahora podía conquistar el mundo.
¡Podía hacer cualquier cosa! ¡Nick la quería!
-El embarazo es también dificil para los padres -dijo el doctor Carter, quitándole la jeringa a'la enfermera-. Quítese ese impermeable, joven
Él mismo le quitó el impermeable y la chaqueta y luego le subió la manga de la camisa, todo ello sin que Nick pareciera darse cuenta, y por último le puso la inyección.
-Miley, yo creo que ya no te hace falta el sedante, ¿no? -añadió con una sonrisa.
-No -murmuró ella.

El médico asintió y salió con la enfermera de la habitación. -Te quiero -susurró Miley-. Te quiero...
Nick la hizo callar con sus labios. Luego levantó la cabeza y dijo
-J.D. fue a decirme que Demi había telefoneado. Creí que me volvía loco. J.D. me consiguió un pasaje de avión. Salí corriendo del aeropuerto y me subí al taxi de otra gente ni  si quiera sé cómo he llegado aquí.
La besó suavemente en la boca y prosiguió:
-Iba... iba a: telefonearte esta noche. Quería decirte que me gusta mucho el trabajo que estoy haciendo, que he encontrado le una casa para nosotros... en la playa, con un patio cercado. Será' estupendo para el niño.      .
-Sí, cariño.
-:-Me daba tanto miedo lo que podía encontrarme aquí... -dijo él-. En lo único que podía pensar era en que acababa de darme cuenta de lo que sentía realmente por ti, y en que de pronto podía haber acabado. Otra vez me habría quedado solo.
-Mientras yo viva, no estarás nunca solo.
-Miley, te quiero.
-Ya lo sé -dijo ella con una sonrisa de felicidad.
Nick se rió también.
-Nunca lo había dicho. Pero no es difícil. Te quiero. -Yo también te quiero. ¡Ooohh...!
Miley se tocó la espalda y añadió:
-Tengo magulladuras en todas partes. ¡Esa absurda escalera!
-¡Se acabaron las escaleras!--replicó Nick con firmeza-. Nos vamos a vivir a Chicago, donde yo pueda cuidarte Demi puede ir a vemos.
-¿Eso es lo que quieres de verdad?
-¿Cómo voy a cuidar de ti si estoy en otra parte del mundo? -dijo Nick con voz cada vez más somnolienta-. Además y soy demasiado viejo, Me gustan las nuevas técnicas de adiestramiento que estoy aprendiendo. J.D. me contó que "cuando se casó con Gabby descubrió que el matrimonio era más emocionante que esquivar balas. Creo que es cierto.
Miró el vientre de Miley y añadió
-Está bien, ¿verdad?
-Te voy a dar un hijo "murmuró ella, acariciándole la mejilla-. Un niño fuerte y sano. Eso es lo que me ha dicho el médico.
-Os cuidaré a los dos --:-le aseguró Nick con voz emocionada.
Miley le mordisqueó suavemente el labio inferior.
-y yo te cuidaré 'a ti en cuanto me den de alta –replicó en tono burlón.     
Él se palpó la frente y exclamó:
-Dios mío, creo que necesito cuidados urgentemente. ¿Qué había en aquella inyección?
-Un sedante: Lo trajeron para mí, pero supongo que decidieron que te hacía más falta a ti.
-Me gustaría seguir hablando -dijo Dutch, sonriendo tristemente-, pero creo que es mejor que me tumbe, un poco.
En ese' momento entró el doctor Carter acompañado de una enfermera. Traía una cama vacía. El médico miró su reloj y le dijo a Nick:
-Creo que ya está listo para utilizar esta cama. Acuéstese,  futuro padre. Creo que podrá dar una cabezada hasta la hora  de comer. ¿Te sientes bien ahora, Miley? -añadió.
-De maravilla -repuso ella.
Sonrió con la seguridad de una mujer que se sabe profundamente amada...

Unas Locas Vacaciones Cap 27




Miley no estaba segura de cómo había esperado que fueran los amigos de Nick, pero cuando éste le presentó a J.D., a Gabby Brettman y a Apollo Blain, la cara que puso debió
Traicionarla
-¡Eh! -dijo Apollo, estrechándole la mano a Miley-. ¿Qué te había dicho, J.D.? Miley esperaba que fuéramos como los soldados que aparecen en la portada de la revista Mercenarios.
Miley se sonrojó y se echó a reír.
-Bueno, es que hasta ahora no había visto nunca a unos mercenarios profesionales. En fin, por lo menos no esperaba veras con la ropa de camuflaje.
-Hombre, eso me supongo que no -replicó Apollo, soltando una risita.
Ella bajó los ojos tímidamente.
-Animales -dijo Nick, abrazando a Miley por los hombros-. Debería daros vergüenza.
-Bueno, es que somos curiosos -intervino J.D.
-Claro que lo somos -le secundó Apollo-. Al fin y al cabo, hacía falta toda una mujer para cazar a Nick, ¿no os parece?
-Yo estoy completamente de acuerdo -repuso Gabby-.
Ven, Miley, échame una mano en la cocina mientras estos tres hablan de negocios.        ..
-Creo que será lo mejor -dijo Miley-. Al menos sé distinguir mejor una patata de un cogollo de lechuga que un AK-47 de un UZI.      .
Nick le sonrió cariñosamente.
-¿Qué puedo hacer? -preguntó Miley, entrando en la cocina con Gabby.
-Puedes contarme cómo lo has conseguido -exclamó Gabby con una sonrisa radiante-. ¡Nick casado! ¡Sinceramente, J.D. y yo casi nos desmayamos al enteramos!
-Es. Una larga historia dijo Miley, sintiendo que tenía una amiga en Gabby-. No se trata de amor, ya sabes -añadió, sentándose en una silla.
Gabby se la quedó mirando.
-Para ti sí lo es. Eso se ve. ¿Eres feliz Con él?
Todo lo que se podía esperar. Es muy atento y cariñoso conmigo, y quiere tener el niño, pero no me puede querer.
Gabby sirvió dos tazas de café y le tendió una a Miley. Luego miró el reloj del horno de microondas y se sentó en la mesa junto a Miley.    .
-¿Sabes lo de Melissa?
Dani supo instintivamente a quién se refería.
La mujer que le abandonó.
Gabby asintió.
-Yo no debería saberlo, pero es que una vez que Nick resultó malherido, le contó toda: la historia al.D. Nick no lo sabe. J,D. no se lo ha dicho. Esa mujer...
-Me lo ha contado todo -dijo Miley-. Se quedó deshecho cuando vio que yo estaba embarazada.
-¿Sabías cuál era su trabajo cuando te casaste con él?
-No. Lo descubrí cuando unos hombres secuestraron el avión en. el que veníamos de Méjico
-Qué manera tan curiosa de descubrirlo.
-Sí. Él pensó que podíamos intentarlo, llevando cada uno nuestra vida, pero yo no acepté Preferí dejarle. Unas cuantas semanas después descubrí que estaba embarazada. Nick volvió...
-Me acuerdo de la primera vez que oí hablar de Nick -dijo Gabby-. Martina, la hermana de J.D., había sido secuestrada por unos terroristas y fuimos a Italia a ocupamos del resto. Nick era el mediador. J.D.no me lo presentó. Me explicó que Nick Odiaba  las mujeres.
-Eso me contó a mí -replicó Miley, sonriendo-. ¿Cuándo le conociste?
-En la boda, cuando me casé con J.D. No era en absoluto como yo me había esperado. Al principio me ponía nerviosa cuando estaba con él. Después le fui conociendo... todo lo que       él deja que la gente le conozca.
Hizo una pausa y continuó:
--Me habló de ti la otra vez que estuvo aquí. Quería saber como me habría sentido yo si hubiese estado embarazada y l.D no hubiese querido abandonar su antiguo trabajo. Yo me eché a llorar.
-Ya he llorado bastante -dijo Miley-. No sé qué hacer.
Comprendo que no tengo derecho el pedirle que cambie su vida por mí. Pero no. puedo vivir sabiendo lb que hace. Estoy loca por él, me moriría si le ocurriese algo.
-Eso es lo que yo siento por l.D. -replicó Gabby-. Te envidio por lo del niño -añadió con una melancólica sonrisa-.
l.D. y yo lo hemos intentado... Pero parece ser que no puedo quedarme embarazada.   
-Pues yo tengo una amiga que al principio no se quedaba embarazada -dijo Miley acordándose de 'una amiga de otros tiempos-. Pero, a los cinco años  de casarse tuvo trillizos y, al año siguiente, mellizos.   .
-¡Qué perspectiva tan maravillosa!
-¿Qué es todo ese alboroto? -preguntó l.D abriendo la puerta de la cocina-.¿ Vamos a cenar esta noche? -añadió, dirigiéndose a Gabby.
Ella se levantó y le dio un beso.
--Sí, claro que vamos a cenar, pozo sin fondo. Y nos estábamos riendo al hablar de unos trillizos.
-¿Qué?
-Ya te lo contaré después. ¡Vamos a cenar!
Era tarde cuando Miley y Nick llegaron al elegante apartamento que éste tenía cerca del lago'. Ella no se había esperado tanto lujo, aquello era algo que subrayaba aún más la diferencia que había entre cómo vivía cada uno. Durante la cena la conversación había versado inevitablemente sobre los viejos tiempos y sobre camaradas, a quienes Miley no conocía. Y después se habló del trabajo que Apollo le había ofrecido a Nick, y Miley escuchó atentamente mientras lo describían. No era tan peligroso como lo que había estado haciendo hasta ahora, desde luego.
No había ni la mitad de riesgo. Tendría que acostumbrarse a ello, pensó y lo lograría si se .lo proponía.
-No creo que pueda a acostumbrarme a un trabajo de oficina -le dijo Nick, adivinando sus pensamientos.
-Sí, ya lo sé.
-Pero lo voy a intentar -añadió él.
-Yo no te voy 'a pedir más. Me conformaré con lo que puedas darme. Me... queda muy poco orgullo.
Suspiró profundamente y añadió:
-Me gustaría irme ya a la cama, Nick. Estoy muy cansada. -Sí, ha sido un día muy largo. Puedes escoger el dormitorio que quieras.
 Miley se le quedó mirando y abrió la boca para decir algo, pero cambió de opinión y se dio media vuelta.      
-Miley...
-¿Sí? -contestó ella sin volverse.

-Mi habitación es la primera puerta a la izquierda. La cama... es lo suficientemente grande para los tres.
-Si no te importa... -murmuró ella con los ojos llenos de lágrimas importarme! -exclamó Nick, acercándose a ella y abrazándola.
La besó ansiosamente, devorándola.
-¿Ahora? -preguntó él con voz temblorosa.
 -Ahora -gimió ella.  
 Miley se estremeció de alegría mientras él la cogía en brazos y la llevaba a su dormitorio.

Dos semanas después Miley tuvo que volver a Greenville para una nueva revisión médica y para contratar a alguien que ayudara a Demi en la librería. Nick volvió con ella, aprovechando que era fin de semana. Pero tenía que ir a Chicago el lunes para asistir a un congreso.
 No me gusta nada tener que dejarte así dijo Nick, paseando la mirada por el apartamento.
Miley se había convertido en una parte tan esencial de su vida que le resultaba extraño separarse de ella.
Ella tampoco quería aquella separación, pero todavía no te
nía médico en Chicago, y además, quería asegurarse de cómo iba su embarazo.
-No te preocupes por mí -replicó, acompañándole a la puerta-. Estaré bien. Las noches se me harán eternas, pero ya me las arreglaré -añadió en tono burlón.
Nick no sonrió. Le acarició la mejilla. Era por el niño por lo que se sentía incómodo, se dijo. Sólo por el niño
-Volveré pasado mañana. Pasaremos el restó de la semana aquí, poniendo las cosas en orden. Dile a Demi que he dicho que te cuide
-Sí -repuso Miley, sonriendo--. ¿No me das un beso de despedida? .
Él la atrajo hacia sí y le cubrió la boca con la suya. Era como volar, pensó cerrando los ojos y saboreando sus labios. Volar, flotar. Se le iba la cabeza. Por fin levantó la cabeza y observó su mirada de adoración. Ahora ya no le molestaba aquella expresión. Quizá es que se había acostumbrado a ello.
-Pórtate bien -le dijo--. Y ten cuidado con esos escalones, ¿vale?
-Vale. Adiós.
-Adiós.
Le acarició el pelo y se marchó. Miley  cerró la puerta y entonces se dio cuenta de que no se había sentido tan sola desde que sus padres la abandonaron.