domingo, 19 de agosto de 2012
viernes, 17 de agosto de 2012
Errores Del Ayer Cap 13
El sonido de la puerta al cerrarse sacó a Joe de la bruma en que
se encontraba desde que las luces de la camioneta habían iluminado a Demi en el
balancín con Ryan acunado en sus brazos. ¿Había algo más dulce para la vista de
un hombre agotado que la imagen de una mujer y un niño esperando su regreso?
— ¿Cuánto tiempo lleva dormido? —pregunto.
—Más o menos una hora —Demi miró a Ryan y sonrió—. Quería
esperarte despierto, pero no lo ha conseguido. Le he prometido que tú lo
acostarías.
Joe se sentó junto a ella.
—Siento haberme retrasado tanto, pero han tenido que operar a Jim
de la pierna y, como no tiene familia por aquí, Whiskers y yo hemos esperado
hasta que ha salido del quirófano —se encogió de hombros—. No nos ha parecido
bien dejarlo sólo.
Demi asintió.
—Habéis hecho lo correcto. Es triste estar en un hospital sabiendo
que no hay nadie cerca que se preocupe por uno.
Joe la miró. Estaba seguro de que había hablado por experiencia.
— ¿Qué pasó?
—Caí con pulmonía después de una gripe severa y tuve que ser
hospitalizada.
— ¿Y tu hermano? ¿No estaba contigo?
Demi suspiró.
—Como siempre, Cooper estaba en algún rodeo. Yo no sabía dónde
ni cómo ponerme en contacto con él.
— ¿No podrías haber avisado a tus padres?
—Mi padre había tenido un accidente —Demi hizo una pausa y
suspiró profundamente—. Nunca llegó a recuperarse del todo. Murió un año
después. Eso fue mucho antes de mi estancia en el hospital.
—¿Y tu madre?
—Mamá… —la voz de Demi se quebró—… también se había ido.
Instintivamente, Joe pasó un brazo por sus hombros y la atrajo
hacia sí. Ella trató de apartarse, pero la retuvo a su lado. Se dijo que solo
le estaba ofreciendo consuelo, apoyo. Pero la sensación de tenerla junto a sí
le hizo admitir enseguida que había estado buscando una excusa para poder
volver a abrazarla.
—Creo que será mejor que vayamos a acostarnos —murmuró Demi con
voz ligeramente temblorosa.
Joe tragó saliva.
— ¿Qué?
—Es tarde. Necesitamos dormir —Demi le entregó al niño y luego
se levantó—. Cuando mañana termine de trabajar con Satin hablaré con Brad para
que me diga donde me necesita para trabajar.
Joe la miró, confundido.
— ¿De qué estás hablando?
—Con Jim en el hospital te falta un hombre —Demi se encogió de
hombros—. No se me ocurre ningún motivo por el que no pueda echar una mano.
—Ni hablar.
—No seas ridículo. Te vendrá bien la ayuda, y a mí no me importa
en lo más mínimo ofrecértela.
—He dicho que no —insistió Joe.
Demi apoyó las manos en sus caderas y lo miró con gesto
desafiante.
— ¿Y puede saberse por qué? Soy perfectamente capaz de trasladar
ganado, arreglar alambradas y comprobar el estado de los pozos.
Joe se puso en pie.
—Es un trabajo duro y sucio.
Demi arqueó una ceja.
— ¿Y adiestrar caballos no?
—No forma parte de tu contrato.
—Tampoco forma parte de mi contrato limpiar cocinas apestadas
por una mofeta, y eso no pareció preocuparte.
Al ver que Ryan se removía a causa de las voces, Joe bajó la
suya.
—Hablaremos de eso por la mañana.
Demi alzó las manos al pasar junto a él.
— ¡Muy bien!
—Ya veremos si te parece «muy bien» mañana —murmuró Joe mientras
la puerta se cerraba tras ella.
El mero hecho de pensar que Demi pudiera sufrir un percance
similar al de Jim hacía que se le encogiera el estómago, y estaba dispuesto a
hacer lo que fuera para impedirlo.
Errores Del Ayer Cap 12
Joe sabía que se estaba comportando como un idiota, pero no
podía evitarlo. Sin decir nada, sacó una venda del botiquín, vendó con ella a
Jim y luego lo ayudó a ponerse en pie sobre su pierna buena.
—No nos va a quedar más remedio que ir juntos en el caballo —dijo—.
¿Crees que podrás sostenerte en la silla, Jim?
Con los labios blancos a causa del dolor, el joven vaquero
asintió.
—Lo intentaré.
—Puede venir conmigo —ofreció demi.
Joe negó con la cabeza.
—Va a necesitar apoyarse, y tú no eres lo suficientemente
fuerte.
—Soy más fuerte de lo que parezco.
—No seas ridícula…
—Si no os importa —interrumpió Jim—, querría que me viera un
doctor antes de que se me caiga la pierna.
—Trae aquí los caballos, Demi —dijo Joe, avergonzado. Jim
necesitaba atención médica urgente y todo lo que se le ocurría hacer era
discutir con ella.
Cuando los caballos estuvieron a su lado, volvió a colocar las
alforjas y ayudó a Jim a montar. Luego montó tras él. Al notar que el cuerpo
del joven se relajaba por completo lo sujetó con ambas manos.
—Aguanta —murmuró, a pesar de saber que había perdido el
conocimiento—. Whiskers nos espera en el arroyo.
Media hora más tarde respiró aliviado al ver a Whiskers y a Ryan
esperándolos con una de las camionetas abiertas del rancho.
—He puesto unas mantas en la parte trasera para que Jim pueda ir
tumbado —dijo el viejo cocinero—. ¿Cuánto tiempo lleva desmayado?
—Desde que hemos salido del cañón —Joe condujo su caballo hasta
la parte trasera de la camioneta, desmontó sobre la plataforma y luego tumbó a
Jim sobre las mantas—. Además de una pierna rota, creo que se ha roto un par de
costillas y está parcialmente deshidratado.
— ¿Se va a poner bien, papá? —preguntó Ryan con voz temblorosa.
Joe saltó de la parte trasera de la camioneta y tomó a su hijo
en brazos.
—Claro que sí. Vamos a llevarlo al hospital de Amarillo y allí
lo dejarán como nuevo.
—No me gustan los hospitales —dijo el niño, lloroso—. La gente
que entra en ellos nunca sale.
El corazón de Joe se encogió al ver el miedo que reflejaban los
ojos de su hijo. Desde que su madre había muerto, le aterrorizaban los
hospitales. Lo abrazó y trató de tranquilizarlo.
—En los hospitales también se cura mucha gente.
Demi desmontó y se acercó a ellos.
—Ryan, ¿quieres volver a casa conmigo mientras tu padre y
Whiskers llevan a Jim al hospital? Así, podríamos terminar nuestra partida de
cartas.
El niño miró a Joe con gesto esperanzado.
— ¿Puedo, papá?
Joe miró a Demi. Su tranquilizadora sonrisa le hizo sonreír a su
vez.
—Claro. Si a ella no le importa.
—Por supuesto que no me importa —Demi tomó a Ryan en brazos y lo
sentó en el caballo—. Tú lleva a Jim al hospital. Te estaremos esperando en
casa.
Joe la miró un momento más antes de subir a la parte trasera de
la camioneta. Trató de ignorar la reacción que le habían producido sus
palabras, los sentimientos que habían evocado. Pero saber que lo estaría
esperando a su regreso hizo que su corazón latiera más deprisa.
Demi estaba sentada en el balancín del porche con Ryan dormido
en su regazó. Siempre había querido tener hijos y, si las cosas hubieran salido
como las había planeado, en aquellos momentos tendría uno de aproximadamente la
misma edad. Un niño o una niña de pelo rubio y ojos verdes como los de su
padre.
Por primera vez en seis años se permitió recordar libremente al
joven con el que había planeado casarse. Pero la imagen de su rostro ya no era
tan intensa y clara como lo había sido. El paso del tiempo había sanado en gran
parte el dolor de perderlo, y también había situado a Dan en un cómodo lugar del
pasado.
Un pasado con el que había aprendido a vivir, pero que no
olvidaría nunca.
Durante largo tiempo había esperado que alguien la despertara,
que le dijera que todo había sido una terrible pesadilla, que Dan no se había
ido. Pero así había sido, y nada en el mundo podía cambiar esa realidad.
Ahora volvía a esperar. A saber cómo estaba Jim. A Joe.
Su pulso se aceleró al ver que se acercaban las luces de un
vehículo. La espera había terminado. Joe estaba en casa.
— ¿Cómo está Jim? —preguntó en cuanto Joe y Whiskers subieron al
porche.
—Se va a poner bien —dijo Whiskers, y a continuación bostezó
aparatosamente—. Me estoy haciendo demasiado viejo para estos trajines. Nos
vemos por la mañana.
Errores Del Ayer Cap 11
—Ahí está —Demi se estremeció al ver el cuerpo caído en el
suelo. Rogando para que no fuera demasiado tarde, saltó del caballo y corrió
junto al hombre—. Jim. Jim, despierta.
Joe se arrodilló y apoyó los dedos contra el cuello del joven
vaquero.
—Su pulso es fuerte, pero creo que está prácticamente
deshidratado —tomó su cantimplora y empapó el pañuelo que Jim llevaba al cuello—.
Trata de despertarlo para que podamos darle un poco de agua.
Demi se colocó de manera que su cuerpo protegiera del ardiente
sol al vaquero.
—Vamos, Jim —dijo mientras le humedecía el rostro—. Tienes que
despertarte.
Joe se acercó con las alforjas y las dejó en el suelo. Luego
desabrochó la camisa de Jim y deslizó las manos por su torso.
—Por el moretón que tiene en el costado, yo diría que se ha roto
un par de costillas —señaló con una mano el extraño ángulo de una de las
piernas—. Debe tenerla rota por debajo de la rodilla.
Cuando desgarró con el cuchillo la tela del pantalón, la visión
de la pierna retorcida hizo que Demi apartara la vista.
— ¿Vas a estar bien? —preguntó Joe.
—Sí —contestó ella, y su expresión reveló a Joe que iba a
utilizar sus agallas para hacer lo que hubiera que hacer.
—Bien, porque la inflamación en torno a su bota está cortando la
circulación de su pie. Vas a tener que sujetarle la pierna con firmeza mientras
yo trato de quitársela. ¿Crees que podrás hacerlo?
—Sí —replicó Demi, pálida, pero con expresión resuelta.
Joe la miró y supo que no se iba a rajar, por muy desagradable
que pudiera llegar a ser la situación. Las palabras de Whiskers resonaron en su
mente. «Sí, señor. Cuando es necesario, seguro que lo da todo hasta que ya no
le queda nada dentro».
Siguiendo un repentino impulso, se inclinó hacia ella, apoyó una
mano tras su nuca y le dio un rápido y duro beso.
—Sigue así, querida. Lo estás haciendo muy bien —solo pretendía
que fuera un beso de ánimo, pero su cuerpo parecía tener otra opinión—. ¿Estás
lista? —preguntó, decidido a ignorar la repentina tensión de su bragueta.
Demi apretó los labios y alargó las manos para sujetar la pierna
de Jim. Era evidente que le estaba costando, pero no se iba a echar atrás. Joe
admiraba aquella clase de agallas.
Desgarró la costura lateral de la bota.
—Sujétalo con firmeza mientras trato de quitársela.
Jim recuperó la consciencia en ese momento y gimió.
—Duele… mucho.
—Aguanta solo un poco más, amigo —para distraerlo de su evidente
dolor, Joe preguntó—: ¿Qué ha pasado?
—Regresaba del cañón… cuando he visto un coyote arrastrando el
pellejo de un ternero —Jim contuvo el aliento mientras Joe liberaba su pie
hinchado. Cuando el dolor remitió en parte, continuó—. Como un idiota, he
sujetado las riendas a la silla y he sacado el rifle para cazarlo. Pero no
esperaba cruzarme con una cascabel. El viejo Red la ha olfateado y se ha vuelto
loco. Me ha arrojado al suelo de dos saltos y para terminar de arreglarlo me ha
coceado en las costillas.
— ¿Y has atrapado al coyote?
Jim rio débilmente.
— ¡No! Se ha dado la vuelta en cuanto me ha visto y luego se ha
quedado a observar el rodeo. Te juro que después de caer del caballo me ha
parecido oírle reír.
—Probablemente lo haya hecho. Imagino que tú y Red habéis dado
un buen espectáculo —la bota salió finalmente del pie y Joe respiró aliviado. Entregó
a Demi su cantimplora—. Trata de hacerle beber un poco.
Demi colocó la cantimplora sobre los agrietados labios de Jim y
este dio un sorbo.
—Es muy agradable despertar viendo el rostro de un ángel —dijo
el vaquero. De pronto se puso pálido y su rostro se contrajo en una mueca de
dolor.
—Tranquilo, Jim —dijo Demi con suavidad—. Ahora que estamos aquí
todo va a ir bien.
Joe sintió envidia cuando vio que apoyaba una mano en la mejilla
de Jim. El sonido de su aterciopelada voz pronunciando el nombre de otro hombre
y la visión de su mano acariciándolo hicieron que deseara ser él el herido.
Apretó los dientes para frenar aquellos absurdos pensamientos y
fue a buscar la manta que llevaba enrollada tras la silla.
—Quítate el cinturón, Demi —dijo mientras colocaba la manta
junto a la pierna herida de Jim. Luego se quitó su propio cinturón—. También
voy a necesitar el tuyo, Jim. ¿Puedes quitártelo?
Jim trató de erguirse, pero el dolor lo obligó a volver a
recostarse contra Demi.
—Dame un minuto… para recuperar el aliento… y lo intentaré de
nuevo.
—Yo te lo quito —dijo Demi.
Joe vio cómo acercaba sus manos a la hebilla del cinturón de
Jim. ¿Cuántas veces a lo largo de los últimos días había imaginado que hacía
aquello con él? No quería que se lo hiciera a otro hombre.
Mascullando una maldición, apartó las manos de Demi a un lado y
se ocupó personalmente de retirar el cinturón de Jim.
—Sostenle la pierna mientras pongo la manta debajo —ordenó,
ignorando la mirada de exasperación que le dirigió ella.
Tras envolver la pierna con la manta, colocó dos tablillas a los
lados y las sujetó firmemente con los cinturones. Luego alzó la mirada y vio
que Demi estaba ayudando a Jim a quitarse la camisa.
— ¿Qué crees que estás haciendo?
— ¿No has dicho que es probable que tenga dos costillas rotas?
—Sí.
— ¿Y no crees que habría que vendarle el torso?
Errores Del Ayer Cap 10
Una gota de sudor se deslizó por la frente de Demi. A pesar de
que una suave brisa mecía las ramas del roble que se hallaba junto a la casa,
el calor resultaba opresivo.
Hacía una semana que sufrían una ola de calor, hasta el punto de
que había tenido que trasladar prácticamente a la madrugada su horario de
trabajo con Satin.
— ¿Vas a jugar? —Preguntó Ryan, con sus pequeñas y redondeadas
mejillas rosadas a causa de calor—. Es tu turno.
Demi miró sus cartas.
— ¿Tienes algún cuatro?
—No.
Demi alargó una mano para tomar otra carta, pero un movimiento
en la distancia llamó su atención. No sabía quién era el jinete, pero debía
estar loco para hacer galopar al caballo con aquel calor.
Pero cuando el animal se acercó vio con preocupación que ningún
jinete lo montaba. Aquello solía indicar que había un vaquero con problemas, y
estos podían ser especialmente graves con aquel calor.
Dejó las cartas sobre la mesa y se puso en pie.
—Ve a avisar a tu padre, Ryan —dijo, a la vez que se encaminaba
al corral.
Ya estaba esperando cuando el caballo se detuvo ante la valla cerrada,
con el pecho cubierto de sudor y espuma saliendo de su boca. Se acercó
lentamente para evitar asustarlo y lo sujetó por la brida. Al ver las riendas
enrolladas en torno al pomo de la silla su preocupación fue en aumento. Era un
indicio innegable de que el jinete había salido disparado de la silla de forma
repentina e inesperada.
— ¿Qué ha pasado? —Preguntó Joe en cuanto se reunió con ella—.
¿Dónde está Jim?
—Yo diría que en algún lugar entre este y aquel al que Brad lo
haya enviado a trabajar esta mañana —contestó Demi.
Joe asintió.
—Brad lo ha enviado a comprobar cómo están los pastos en el
Cañón del Diablo.
— ¿Qué sucede? —preguntó Whiskers cuando él y Ryan llegaron.
—Parece que Jim ha tenido algún problema —dijo Joe a la vez que
se encaminaba al establo. Cuando volvió, dejó su silla en lo alto de la valla y
luego eligió uno de los caballos del corral—. Voy a buscarlo.
Demi fue a pasar la valla para tomar otro caballo. No quería
quedarse en el rancho si podía servir de ayuda para el amistoso vaquero.
—Voy contigo.
Joe le bloqueó el camino.
—No —dijo, mientras sacaba su caballo—. No va a ser un viaje de
placer, Demi.
—No seas cretino, Jonas —ella señaló con el pulgar por encima de
su hombro—. Hay un hombre perdido solo Dios sabe dónde, y tal vez herido, y
cuanto antes lo encontremos, mejor.
Joe entrecerró los ojos e interrumpió sus preparativos.
—Lo que más me preocupa es encontrar a Jim. Más allá del arroyo
seco se extiende uno de los territorios más duros de este lado del infierno. Ni
siquiera se puede acceder a él con un todo terreno. Lo que menos necesito es la
responsabilidad añadida de tener que cuidar de ti.
Demi alzó la barbilla.
—Sé cuidar de mí misma. Además, dos jinetes pueden cubrir más
terreno que uno.
—Eso es cierto —dijo Whiskers—. Vas a tener que traer a Jim en
tu caballo. Si se ha roto una pierna o algo, puede que necesites ayuda. Por si
hay que llevarlo al doctor, Ryan y yo podemos reunimos con vosotros en el todo
terreno a este lado del arroyo seco.
A Joe no le gustaban en lo más mínimo sus opciones. ¿Por qué su
única ayuda posible tenía que ser aquella pequeña y deseable rubia? Llevaba
días haciendo lo posible por evitarla, trabajando como loco para caer rendido
de noche y no pensar en ella.
Frunció el ceño mientras miraba su reloj. No tenía opciones. No
podía esperar a que regresaran sus hombres de las distintas zonas del rancho en
que estaban trabajando para empezar la búsqueda. Jim podía necesitar atención
inmediata.
Mascullando una maldición, tomó las riendas del alazán de Jim de
manos de Demi y se las entregó a Whiskers.
—Tranquiliza al caballo de Jim —ignoró la sonrisa del viejo
cocinero y se volvió hacia Demi—. Voy a la casa por el botiquín. Si no estás
lista para cuando vuelva, me iré sin ti.
Whiskers miró a lo alto, exasperado.
—No hay duda de que sabes hablar con dulzura a una joven.
Joe ignoró el comentario y se encaminó hacia la casa. Lo que
quería hacer con Demi no requería palabras, pero sin duda sería dulce.
Cuando regresó al corral, metió el rifle en su funda y ató las
alforjas y una manta extra a la silla.
—Quiero que sepas desde ahora que si no puedes mantener mi ritmo
seguiré sin ti.
Demi montó el caballo que había ensillado.
—No te preocupes. Si por casualidad me caigo del caballo,
siempre puedes hacer lo decente y pegarme un tiro para que no sufra.
Joe contuvo el aliento y pensó en el «sufrimiento» que estaba
experimentando él. Una mirada a los firmes muslos de Demi ceñidos en torno al
caballo había bastado para que el sudor cubriera su frente y los vaqueros se le
quedaran repentinamente pequeños.
—No me tientes —murmuró, y a continuación metió el pie en el
estribo y montó su caballo.
Whiskers observó a los dos jinetes mientras enfilaban sus
monturas hacia el Cañón del Diablo. Movió la cabeza mientras se volvía hacia Ryan.
—Cuando te hagas mayor y empieces a cortejar a las damas,
recuérdame que sea yo el que te enseñe a hacerlo.
Joe se centró en las oleadas de calor que brillaban en la
distancia mientras seguían avanzando. Su preocupación por Jim había ido
creciendo según pasaban los minutos. Esperaba haberlo encontrado ya, un tanto
avergonzado por haber perdido su montura, pero sano. Pero cuanto más se
acercaban al cañón, menos posibilidades había de que eso sucediera.
Al parecer, sus peores temores iban a confirmarse. Lo más
probable era que Jim estuviera inmovilizado.
Un pesado sentimiento de culpa se apoderó de él. Merecía que lo
fusilaran. Había insistido en que Demi se quedara en el rancho cuando lo cierto
era que iba a necesitar toda la ayuda posible para encontrar a Jim.
Pero estar cerca de ella suponía un auténtico suplicio para su
sistema nervioso, y por eso había exagerado un poco respecto a los peligros del
camino.
En realidad había exagerado bastante, admitió para sí, pero lo
cierto era que cuanto más tiempo pasaban juntos, más tiempo quería estar con
ella. Y eso, además de no ser una exageración, era un auténtico peligro.
Demi siguió a Joe mientras cruzaban el arroyo seco. Él no le
había dirigido la palabra desde que habían salido del rancho, pero le daba lo
mismo. De hecho, casi lo prefería. Durante los días pasados, Joe Jonas había
demostrado tener la personalidad de un poste de madera, y ella habría preferido
comunicarse con uno de estos que con él.
Tampoco había esperado que se mostrara agradecido cuando se había
ofrecido a acompañarlo, pero sí que al menos aceptara su ayuda sin protestar.
No habría insistido en ir, pero un vaquero herido y en medio de
aquel calor podía deshidratarse rápidamente, y encontrarlo cuanto antes era
cuestión de vida o muerte. Había ido por Jim, no porque quisiera pasar un rato
con el señor «amabilidad».
— ¿Cómo consigues traer el ganado aquí, Jonas? —preguntó.
—Lo traemos del este. Hay un paso bastante estrecho a unas
cuatro millas. Nosotros estamos siguiendo un atajo.
Cabalgaron unos minutos más en silencio, hasta que Demi señaló
unos buitres que volaban en círculos a poca distancia de ellos.
— ¡Maldición! —Murmuró Joe—. Me lo temía.
Pusieron los caballos al trote y se acercaron a la zona que
sobrevolaban los buitres.
Unas Locas Vacaciones Cap 22
-En absoluto. Ni siquiera he mirado a ninguna.
Y sí, siempre hay mujeres en los círculos en los que me muevo. Mujeres muy
guapas sin principios y con ojos ávidos dinero. Pero yo en lo único que podía
pensar era en cómo me sentí cuando hicimos el amor en mi cama con tanta
ternura y creamos este pequeñín.
-¿Lo amas? -le preguntó
ella con los ojos llenos de lágrimas.
-Claro que sí. ¿Tú no?
-Tú tienes más experiencia
que yo. .
-No ese tipo de amor -dijo
Nick tristemente-:-. No, mentía cuando dije que nunca había sentido algo así.
-¿Te preocupa mucho lo del
niño? -preguntó ella.' –Tengo que acostumbrarme a la idea, eso es todo. He sido
un hombre sin ataduras durante mucho
tiempo. No he tenido nunca a nadie míralo... Nick, no tienes por qué hacerla.
No tienes por qué venir aquí..
Él la interrumpió posando
sus labios en los suyos, abriendo su boca con un beso que la hizo estremecerse
de deseo.
-Sádico murmuró Miley con
voz temblorosa al sentir aquella magia.
Nick le mordió suavemente
el labio inferior.
-¿Quieres hacer el amor?
-No.
Nick sonrió y le acarició
delicadamente los pezones. Ella reaccionó visiblemente a aquel repentino
placer.
-Sí, sí que quieres -dijo
él, echándose a reír.
-Mi mente no quiere -le
corrigió Miley, tratando de salvarse de la presión sensual en que estaba,
intentando atrapada.
Nick le besó los párpados
mientras deslizaba las manos por su vientre.
-No vaya hacerte perder el
niño -susurró--. Tendré mucho cuidado. Créeme.
Miley tembló ante la
suavidad de su tono. Él sonrió y la estrechó entre sus brazos;
-No es eso -murmuró Miley-.
No me hagas que te quiera. Eso hará mucho más difícil la separación. Sólo...
sólo déjame creer que esto es Méjico y que estamos pasando unas vacaciones,
¿eh?
-Miley...
-¡Por favor!
Nick amó un profundo
suspiro y la soltó.
-Está bien. Unas
vacaciones.
y mirándole el vientre,
añadió
-Por los tres.
-Y... y nada de sexo -dijo
ella.
Miley le miró a los ojos,
viendo en ellos el miedo que tenía de perderle. Aquello le molestó, pero no
supo cómo reaccionar.
-¿Estás segura? -le
pregunto Podríamos disfrutar mucho el uno con el otro.
-Sí, ya lo sé. Pero no
quiero.
Le estaba imponiendo
límites a su autodominio, pero no podía olvidar la responsabilidad que tenía
para con ella. Se encogió de hombros, como si no le importara Y dijo:
-Vale. Nada de sexo.
Miley respiró, aliviada.
Había temido que Nick empezase a discutir Por supuesto que puedes seducirme
cuando quieras
-añadió él, dándole un
beso en la nariz.
-Gracias -replicó Miley con
una sonrisa forzada-. Lo tendré en cuenta.
Nick le guiñó un ojo.
-Hasta el sábado. Descansa
durante otra hora. Pasaré por la librería y le diré a mamá osa dónde estás. Ah,
y cuidado Con esos escalones.
-Sí, su señoría -replicó
ella en tono burlón.
Nick se echó a reír y serró
la puerta tras de sí con mucho cuidado. Miley se quedó mirando la puerta un
buen rato antes de volver a tumbarse. Se dijo que Nick no sería capaz de sentar
cabeza y establecerse en un sitio. Aquello sólo iba a significar más
sinsabores. Pero el caso era que parecía sentirse responsable de ella y no iba
a quitarle la vista de encima en cinco meses. Hizo una mueca de disgusto al pensar
en que tendría que hacer frente a Nick y a Demi juntos. Iba a ser un embarazo
turbulento.
Unas Locas Vacaciones Cap 21
Había algo en su cara; una
especie de ternura. Miley se preguntó qué le habría hecho aborrecer la idea de
tener un hijo.
Él le subió la blusa hasta
la barbilla. Miley se quedó inmóvil cuando vio que Nick se fijaba en los
sutiles cambios que habían experimentado sus pechos;"
-Están más grandes
-susurró él-. Y aquí más oscuros
-añadió, acariciando la
zona a la que se refería.
-Pequeños 'cambios -dijo Miley,
luchando por respirar-. Todo ello aumentará según avance e! embarazo
. Mi cuerpo
se está preparando para poder alimentar al niño.
-Yo creía que las mujeres
ya no se ocupaban de eso.
-Yo quiero hacerla todo
-dijo Miley, sonriendo. Me encanta. Estar embarazada, quiero decir. No he
tenido nunca a nadie mío por quien preocuparme, a quien querer. Él será todo
mi mundo. Le cuidaré cuando esté enfermo y jugaré con él cuando haya crecido.
Le llevaré conmigo a todas partes. Le...
Bajó los ojos al ver la
expresión de Nick y añadió:
-Lo que dijiste de
ayudarme a mantenerlo... No es necesario. Yo vivo desahogadamente con la
librería. Puedo ocuparme de él. Será responsabilidad mía.
Miley no se había sentido
nunca tan solo' ni vacío en toda su vida. Ella no le quería. Eso era lo que
acababa de decide.
Le bajó la blusa y dijo: -Serás
una buena madre.
-Siento que te hayas
enterado de esta manera, murmuró Miley-.
Te habría escrito, pero ni siquiera tenía tu dirección. Nick se levantó y se
acercó a la ventana. Parecía tan solo, tan perdido...
-¿Te... han herido?
-preguntó ella.
-Unos pocos rasguños.
Se quedó mirando durante
unos segundos el cigarro que acababa de encender y luego volvió los ojos a la
ventana. NO, había hecha nada bien desde que había bajada de aquel maldito
avión.
Hubiera querido, hablar de
reconciliación, pera, Cuando había visto que estaba embarazada, había perdida
las estribas. Había sido' par las recuerdas, por supuesto; le habían
obsesionado durante mucha tiempo'. Quizá can el tiempo' había sacada de quicio'
todo aquel asunto
Se volvió hacia Miley y le
inquietó su aspecto_ Aquella mujer, Demi, había hablado de la cansada que
estaba Miley. Y tenía razón. Estaba agotada: El aire radiante que tenía cuando'
entró en la librería había desaparecida. Y él, can su fría actitud y sus
estúpidas acusaciones, había sido' la causa. Había vuelto a hacer daño a Miley.
Otra vez. y sin pretenderla. ,-Respecta a lo que te dije antes -dijo' can aire
vacilante-.
Bueno, 'sé que el niño es
mía.
-¿Sí? –replicó Miley,
incorporándose-. Pues podría haber
tenido una legión de amantes desde que te fuiste.
-Había venida para ver si
podíamos salvar nuestro matrimonio.
-¿Y ahora?
_Ahora no, sé.
Miley se levantó de la cama y replicó
-Yo no, he cambiado de opinión, aunque, tú
hayas cambiado la tuya, Es la' único que pueda hacer para sentirme capaz de
llevar la librería y poder así mantener al niña. Ahora misma no, podría
soportar ninguna presión adicional. Confió en que lo entiendas.
-¿Estás segura de que es
un niña?
-Sí. Me han hecho análisis
y exploraciones Nick se sentía raro. Un hijo. Un pequeñín que quizá se pareciese
a él. Se quedó mirando a Miley como si no, la hubiera vista nunca, fijándose
en cada línea y en cada curva de su cuerpo.
-No' pongas esa cara de
preocupación, Nick, nO, vaya pedirte nada. Y ahora, si ya has dicha todo lo
que tenías que decir, tenga trabaja que hacer. Te daré el nombre de mi
abogado...
-¡No! -:-exclamó él.
NO, podían, divorciarse.
¡Maldita sea, ni siquiera quería pensar en ella! Ella iba a tener un hijo suyo
Y él no quería!
-'No quiero vivir contigo
-:-dijo' Miley obstinadamente.
-Ya querrás.
-Tendrás que obligarme.
Me gustas -:-dijo' él-. Te
la digo sinceramente. Sin engaños, sin trucas, sin rehuir las dificultades.
Eres toda una mujer.
NO" pensó Miley, no
iba a dejar que la convenciese tan fácilmente.
-¿Te acuerdas de mí? -le
preguntó fríamente-:-. Soy una solterona anticuada.
Nick tiró el cigarra y se
acercó a ella can un brilla en los ojos que la hizo' retroceder.
-Una solterona anticuada
muy atractiva, muy deseable. Y no, quiera el divorcio. Te quiera a ti.
-Pues no, estay en venta
-replicó Miley, reculando hasta que la pared la obligo a detenerse-. Vete de
aquí. Vete a volar algo. '
-La verdad es que no, me
ocupo de volar nada dijo Nick, poniéndole
un brazo al lado y aprisionándola así contra la pared-. Ya me dedica más a
cuestiones de logística y estrategia.
-De todos modos acabarán
matándote.
- También podría
atropellarme un coche cuando' baje a la calle -replicó él, encogiéndose de
hombros.
-No tan fácilmente.
Te desea -murmuró Nick.
-Sí, ya la sé, pera el
desea no es suficiente. Me dijiste que no, te volverías a enamorar nunca más,
así que la única que me ofreces es tu cuerpo', y entre guerra y guerra. Es un
cuerpo' maravilloso, y en la cama eres la que toda mujer desea. Pera me estás
pidiendo que viva con la muerte día tras día, y no puedo.
Antes de que él pudiera
responder, Miley le cogió una mano y le hizo posarla en su vientre.
-Llevo a tu hijo dentro.
No puedo vivir con el miedo Constante de perderos a los dos.
-No te entiendo -dijo Nick,
frunciendo el ceño. -Nichola, podría 'perderlo.
-¿Es posible eso?
-Soy fuerte. Y el niño
también. Pero no hay garantías. -¿Te... asusta pensar en perderle? -preguntó Nick.
. -¡Desde luego que sí!
-exclamó ella.
Nick estaba pensando en
otra mujer, en otro tiempo, y se maldijo a sí mismo por aquel lapsus. Miley
quería tener el niño. Estaba escrito en su cara.
-No puedo preocuparme por
él y por ti -añadió Miley en tono cortante. Y él se merece una oportunidad.-Tú
ya eres bastante mayor para cometer tus equivocaciones, pero yo soy responsable
de él.
Nick se la quedó mirando
durante un momento. Después se apartó de ella con un suspiro y encendió otro
cigarro.
-Llevo muchos años
haciendo este trabajo -dijo él al cabo de un minuto, mirando al suelo--. Es lo
único que sé hacer. -No te estoy pidiendo que cambies -replicó Miley.
-Estamos casados.
-Podemos divorciamos.
-¡Es que no quiero ese
maldito divorcio! -exclamó él rabiosamente
Miley se le quedó mirando
con aire desconsolado, buscando las palabras adecuadas.
-Supe que serías un
problema desde el momento en que te vi -dijo él amargamente-. Una librera
provinciana con el cuerpo y el alma de un ángel. ¿Tendría que morir para
librarme de ti?
Ella sonrió tristemente.
-Bueno, míralo de esta
manera, así no tendrás que luchar más con otros hombres. . .
-Ahora mismo tienes un
aspecto que... -empezó Nick. -Ahora mismo estoy embarazada -le interrumpió
ella-.
Dentro de dos o tres meses
más pareceré un globo.
-Para mí no -replicó Nick.
Bajó los ojos y añadió:.
-Bueno, voy a buscar mi
equipaje. Además, hay una gente a la que quiero ver.
-¿Tu equipaje?
-Voy a venir a vivir
contigo -repuso él-. Si no te gusta, lo siento. No pienso dejar que te mates
trabajando y que te pases el día subiendo y bajando esas malditas escaleras. Demi
tiene razón. Necesitas a alguien que cuide de ti. Por lo menos hasta que tengas
al niño. Después ya tomaremos las decisiones que haga falta.
_Pero... tu... tu
trabajo...
-Al diablo mi trabajo
-exclamó él-. Tengo bastante dinero en bancos extranjeros como para comprar
todo este edificio. Trabajo porque me gusta, no porque necesite dinero.
-Pero...
-Shhh. No hables, que es
malo para el niño. Bueno, volveré el sábado. Las cosas estaban sucediendo
demasiado rápido. Miley estaba estupefacta.
-Brujita de ojos grises -murmuró
él, atrayéndola suavemente hacia sí e inclinándose a besarla-. Abre la boca
-añadió-. Hace meses que no te beso.
-Pero seguro que has
besado a otras mujeres -replicó Miley en tono desafiante.
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