A Miley se le puso el corazón en la garganta. Deseaba eso más de lo
que Nick podía imaginar. Se sentía
feliz cuando estaba con él. Se sentía… normal. Era el único hombre que parecía
entenderla de verdad y, sobre todo, que no intentaba controlarla. Nick respetaba su independencia y…
Fue entonces
cuando se dio cuenta de que, aunque había jurado que no iba a pasar, se había
enamorado de él.
—¿Una aventura
pasajera?
—Creo que
ninguno de los dos está buscando un compromiso —contestó él.
Esa respuesta
fue una sorprendente desilusión. ¿Pero qué había esperado?
—Sí, claro.
He llegado a la conclusión de que soy demasiado independiente como para estar
atada —le dijo. Tenía que convencerse a sí misma de eso.
No podía
dejarse atrapar por un hombre que no quería ser atrapado.
Nick salió de la ducha y, después de
secarse con la toalla, entró en la habitación para mirar la hora. Debía
encontrarse con Miley abajo en diez minutos para dar un
paseo y si no se daba prisa llegaría tarde.
Volvería a
casa en unos días, a Estados Unidos, a su nueva vida como hombre libre con la
que había soñado desde el día que pronunció el «sí, quiero» cuando debería
haber dicho: «no, no quiero». Entonces, ¿por qué pensar en marcharse de Morgan
Isle lo dejaba con una sensación de vacío en el estómago?
La idea de
seguir allí lo atraía más que volver a Nueva York. Con el proyecto del
balneario estaría muy ocupado y la posibilidad de conseguir encargos en Europa
había sido siempre el objetivo de su padre. Y el suyo.
Pero
marcharse de Morgan Isle significaba algo más: había llegado el momento de
romper con Miley. Sabía que estaba enamorada de él
y lo único que quedaba por hacer era dejarla y romperle el corazón. Todo muy
sencillo, pero no encontraba el momento adecuado.
Aunque estaba
seguro de que, tarde o temprano, se presentaría la ocasión.
Su móvil sonó
entonces y cuando miró la pantalla comprobó que era Jonah. Tenía la sensación
de que habían pasado meses desde la última vez que habló con él.
—Siento no
haberte llamado antes —se disculpó su amigo—. Ha sido una semana agotadora.
Sólo quería decirte que Cynthia ya ha recogido todas sus cosas.
Se había
olvidado de eso por completo. Una semana antes lo temía, pero ahora ya no le
parecía importante. Se sentía… como ajeno a su antigua vida.
—¿Intentó
alguna de sus maniobras?
—No, nada
para lo que no estuviéramos preparados.
Nick puso el altavoz del móvil para
poder vestirse mientras hablaba con su amigo.
—¿Qué quieres
decir?
—No se llevó
nada que no fuera suyo. Y lo mejor de todo es que nunca tendrás que volver a
hablar con ella.
A su familia
no le haría gracia. Seguían esperando que cambiase de opinión y se reconciliara
con Cynthia a pesar de haberles dicho muchas veces que eso no iba a pasar.
Hasta ese
momento siempre había tomado sus decisiones pensando en otra persona, pero a
partir de aquel momento haría sólo lo que él quisiera hacer. Tuviera la
bendición de su familia o no.
—Parece que
lo estás pasando bien en Morgan Isle —dijo Jonah.
—¿Qué quieres
decir?
—Te has
convertido en una celebridad.
—No te
entiendo. Su amigo soltó una carcajada.
—No lo sabes,
¿verdad?
—¿Saber qué?
—Todas las
revistas han publicado fotografías tuyas llevando a la princesa en brazos.
—¿En serio? — Nick había estado demasiado ocupado como para
leer los periódicos o poner la televisión.
—Y se
especula sobre si vas a ser un nuevo miembro de la familia real.
No,
imposible. Aunque esas especulaciones harían que su inevitable traición doliese
mucho más. Y eso debería ser una fuente de satisfacción, pero…
—Supongo que
no tengo que preguntar cómo va tu plan de venganza. Parece que la tienes
comiendo en la palma de tu mano.
—Como había
planeado —asintió Nick.
¿Por qué esa
idea lo dejaba tan… vacío?
—Bueno, pues
entonces supongo que debes estar contento.
Nick oyó un ruido y, al girar la
cabeza, vio a Miley en la puerta. Y supo por su
expresión que llevaba allí un rato, de modo que debía haberlo oído todo…
Había estado buscando
el momento adecuado y allí estaba.