—¿Y el coste
de la vida?
—Es más alto
en la costa, claro, pero razonablemente bajo en el interior.
—¿Hay
incentivos arancelarios para los propietarios de negocios?
—Por
supuesto. ¿Por qué lo preguntas?
Nick se encogió de hombros.
—Por
curiosidad.
No estaría
pensando irse a vivir allí, ¿no? Había mencionado algo sobre su deseo de ampliar
los proyectos internacionales de su gabinete… pero no abriría un gabinete de
arquitectura en Morgan Isle. Y, aunque así fuera, ella no tendría por qué verlo
a diario.
Además, no
debería importarle en absoluto lo que hiciera. Nick
ya no era nada para ella. Al menos, eso era lo que quería creer.
—Ya hemos
llegado — Miley señaló el hotel, como un centinela
vigilando sobre los demás edificios.
Nick se echó hacia delante para verlo
mejor, tan cerca que Miley podía sentir el calor de su piel y el sutil aroma de
su colonia.
Y tuvo que
hacer un esfuerzo para no apartarse. E incluso más para no tocarlo, para no
esconder la cara en su cuello como solía hacer…
En lugar de
eso se quedó inmóvil, esperando que él no se diera cuenta.
—Había visto
fotografías, pero no le hacen justicia.
—No se puede
apreciar hasta que lo has visto con tus propios ojos.
Aquello era
lo mejor de la visita, pensó mientras observaba la expresión de Nick. En la costa, a unos pasos de una playa
privada, era desde luego un trozo de paraíso. Y él parecía genuinamente
impresionado.
Pero por fin Nick se echó hacia atrás y Miley
pudo respirar de nuevo.
—Arquitectura
clásica, pero con un equilibrio perfecto entre el clasicismo y la modernidad.
La verdad, siento cierta envidia. Me hubiera gustado diseñarlo.
—Tuvimos
suerte de encontrar un edificio tan bonito en el sitio ideal. Aunque las
reformas están siendo carísimas — Miley se inclinó hacia delante para
hablar con el conductor—. Llévenos a la entrada de servicio —luego se volvió
hacia Nick —. Desde allí puedes ver el
Houghton y la parcela donde se construirá el balneario.
Poco después
salían del coche y Nick se puso unas gafas
de sol.
Se movía con
la gracia y la confianza de un hombre que se sabía atractivo, pero sin la
arrogancia tan común en los hombres guapos.
Parecía
cómodo en su propia piel. Claro que siempre había dado esa impresión.
—Cómo puedes
ver, aún hay mucho trabajo por delante. Fue uno de los primeros hoteles que se
construyeron aquí y los Houghton han sido propietarios de la parcela durante
generaciones. Sus antepasados son casi tan antiguos como la familia real.
Él asintió,
quitándose las gafas de sol.
—Es un
edificio precioso. En los últimos años, más de la mitad de mi trabajo ha
consistido en restaurar edificios antiguos y estoy seguro de que si los
Houghton lo hubiesen cuidado mejor la estructura podría haberse salvado. Pero
en estas condiciones… — Nick sacudió la
cabeza—. No merece la pena conservarlo.
—Los
edificios históricos de la zona han recibido subvenciones oficiales para costear
reformas. Desgraciadamente, los Houghton nunca las solicitaron.
—Supongo que
no se puede ayudar a la gente que no quiere ayuda. Bueno, ¿por qué no me
enseñas el interior del hotel?
—Sí, claro.
Entraron a
través de la cocina y, aunque la hora del desayuno había terminado, los
cocineros ya estaban ocupados con el almuerzo.
—Muy moderna
—comentó Nick.
—Sólo lo
mejor, ya ves.
—Phillip me
contó que tú habías sido la responsable de las reformas en la cocina.
—En parte,
sí.
—Y también me
dijo que eras una gran chef.
¿También le
habría dicho que eso no le parecía bien? Porque no le sorprendería en absoluto.
—Es una de
mis pasiones. Estudié alta cocina en Francia.
—Recuerdo que
solías ser muy apasionada —sonrió él—. Pero eso debió ser después de conocerte.
Lo de estudiar alta cocina, quiero decir.
Miley asintió con la cabeza. Aunque no mucho
después. Una cosa más por la que podía darle las gracias.
—¿Tus padres
te dejaron ir a Francia a estudiar?
En realidad,
había tenido que convencerlos.
—Digamos que
llegamos a un acuerdo.
—Pues debió
ser un acuerdo muy interesante.
Aunque a ella
no le sirvió de nada porque cuando volvió a casa tuvo que hacerse cargo de sus
obligaciones reales. Debería haber imaginado que sus padres nunca la dejarían
realizarse como chef.
—Tener mi
propio restaurante siempre ha sido mi gran sueño — Miley
miró los modernos electrodomésticos, el mobiliario, la carta que ella misma
había diseñado…
Quizá nunca
tendría oportunidad de usarla, pero aquella era su cocina.
Alguien dejó
caer una sartén entonces y el guardaespaldas llegó inmediatamente a su lado,
pero Miley le hizo un gesto con la mano para que se
apartase.
— ¿Cuántos
guardaespaldas sueles llevar? —preguntó Nick.
—Depende de
la ocasión. Los miembros de la familia real no pueden salir de palacio sin
llevar escolta. Salvo Ethan, que se niega. Pero Maurice — Miley
señaló al hombre que iba tras ellos —es uno de los más leales. ¿Verdad que sí,
Maurice?
El hombre
esbozó una sonrisa.
—¿No te
molesta que haya alguien siguiéndote constantemente?
—Antes sí,
ahora casi no me doy cuenta. Además, es necesario.
—¿por qué?
¿Has recibido amenazas?
Le sorprendió
ver un brillo de inquietud en sus 0jos ¿De verdad seguía preocupado por ella
después de tantos años?
—No a mí
personalmente, ni a Phillip, pero hay que tener cuidado. Mi abuelo sufrió un
intento de asesinato hace años. Y mi padre, el rey Frederick, tuvo que lidiar
con algunas situaciones… complicadas. Era un hombre muy arrogante, debo decir,
y bastante egoísta.
Los métodos e
ideales de su padre eran algo que ella no aprobaba, pero Phillip había ido
transformando la institución poco a poco para adaptarla al siglo XXI.
—Bueno,
sigamos.
Aunque sus
apariciones públicas solían causar revuelo, mientras le enseñaba el vestíbulo
con su elegante cascada, Miley notó que muchos ojos estaban clavados en Nick. ¿Y por qué no? Era el tipo de hombre al que
otros hombres miraban con envidia y las mujeres con admiración. Ella no era
celosa, pero en circunstancias diferentes…
Circunstancias
que no tendrían lugar, se recordó a sí misma.