—Porque este es el lugar al que perteneces.
— ¿Qué te hace pensar eso?
—Que me amas.
— ¿Y?
Joe dudó.
—Te deseo. Eres la mujer más excitante y apasionada que he
conocido. Hacemos buena pareja.
—Eso no es suficiente Demi se apartó de él y condujo a Satin
hacia la verja que daba al pasto. Tras soltarlo, volvió junto a Joe con la
visión borrosa a causa de las lágrimas.
—Quieres que me quede, pero sin compromisos, ¿no?
—Yo no he dicho eso.
—Entonces, ¿qué estás diciendo, Joe? —preguntó Demi con
suavidad.
—Sabes que siento cariño por ti.
— ¿Pero?
Joe se frotó la parte trasera del cuello en un evidente esfuerzo
por aliviar la tensión que sentía.
—Aún tengo que aclararme respecto a ciertas cosas.
Demi sintió un escalofrío.
—No soy tu ex esposa, Joe. No soy Nicole.
—Nunca he dicho que lo fueras.
Las lágrimas se derramaron incontrolablemente por las pálidas
mejillas de Demi.
—No hacía falta que lo hicieras —respiró profundamente—. Cooper
y yo nos iremos pasado mañana por la mañana, en cuanto acabe mi sesión con
Satin.
Cuando se volvió, Joe alargó una mano para detenerla.
—Demi…
Ella se libró con delicadeza de su mano y se encaminó hacia la
casa.
—No, Joe. No queda más que decir.
Demi se estremeció en la
soledad de su cama un momento antes de apartar la sábana. No podía soportar
permanecer un minuto más tumbada mientras su mente y su cuerpo combatían con su
corazón. Amaba a Joe y anhelaba sus caricias. Pero si él no podía creer en
ella, no había base para una relación ni motivo para que siguiera en el Rocking
M.
Descalza, bajó a la cocina. Raramente lloraba, pero sentía tal
torbellino de emociones que no lograba parar. Tal vez, un vaso de leche la
ayudaría a relajarse lo suficiente como para dormir un rato.
— ¿Qué sucede, hermanita? —preguntó Cooper, apoyado contra el
marco de la puerta.
El dormitorio de su hermano daba a la cocina, y Demi no se
sorprendió de verlo allí. Tenía el pelo revuelto, como si se hubiera pasado las
manos por él varias veces, y el rostro demacrado a causa de la convalecencia.
— ¿Has vuelto a tener esa pesadilla? —preguntó.
Cooper asintió.
—Cada vez que cierro los ojos.
—El médico te dijo que aún pasaría un tiempo hasta que dejaras
de revivir el accidente —Demi abrió la nevera—. ¿Quieres un poco de leche?
Podría ayudarte a relajarte.
—No —Cooper se sentó en una de las sillas de la cocina—. Y
tampoco te ayudará a ti.
—Puede que sí.
—La leche nunca ha servido y nunca servirá como sustituto de los
brazos de un hombre.
— ¿Qué quieres decir? —preguntó Demi, sorprendida.
—No te hagas la tonta, hermanita. Tu habitación está justo
encima de la mía. Esta es la primera noche que has dormido en ella desde que me
dieron el alta.
—Oh… no me había dado cuenta… —Demi cerró la nevera sin sacar la
leche.
Cooper se encogió de hombros.
—No tiene importancia. Eres una mujer adulta. Además, sé que tú
y Jonas estáis enamorados.
Sin previa advertencia, las lágrimas volvieron a derramarse por
las mejillas de Demi.
—Oh, Cooper, no sabes lo equivocado que estás.
A pesar de que aún no estaba totalmente recuperado de sus
heridas, Cooper se acercó a ella y la rodeó con sus brazos.
— ¿Qué sucede, corazón?
—Nada. Todo —Demi no pudo controlar un sollozo—. Oh, Cooper, lo
quiero tanto…
— ¿Y cuál es el problema?
—Él no me corresponde. De lo contrario, creería en mí.
Cooper se apartó para mirarla a los ojos.
—Sé que te quiere mucho. Lo he visto con mis propios ojos.
Demi asintió.
—Pero no confía en mí.
— ¿Por qué no nos sentamos y me
cuentas de qué va todo esto? —Cooper la acompañó hasta la mesa—. Luego decidiré
si voy a tener que dar una patada o no en el trasero a ese Joe Jonas.
Demi respiró profundamente y comenzó a hablar. Cuando terminó de
contarle a su hermano todo lo relacionado con la ex esposa de Joe y lo que
había hecho con Ryan, Cooper estaba moviendo la cabeza.
—No me extraña que Joe se muestre
reacio a comprometerse con otra mujer. Yo sentiría lo mismo si una mujer me
hiciera lo mismo —Cooper estrechó la fría mano de Jenna—. Dale un poco de
tiempo, hermanita. Cuando asimile del todo la situación, estoy seguro de que
nada se interpondrá entre vosotros.—¿Pero cuánto tardará?
—Un día, una semana, un mes. No lo sé —Cooper
sonrió—. Pero no creo que tarde mucho. Por lo que me has contado, Joe no quiere
que te vayas —su sonrisa se transformó en una risa—. Si yo estuviera tan colado
por una mujer, movería cielo y tierra para conseguir que se quedara.
Demi se encogió de hombros.
—Tal vez tú sí, pero no estoy segura
de que Joe lo hiciera.
—Yo sí —dijo Cooper con firmeza—.
Encontrará un modo de impedir que te vayas. Confía en mí —se levantó de la
silla y tiró suavemente de Demi para que hiciera lo mismo—. Y ahora ve a dormir
un rato, hermanita. Si no lo haces, acabarás teniendo el mismo aspecto que yo.
— ¿Vas a estar bien? —preguntó Demi
con una temblorosa sonrisa en los labios.
—Claro que sí —Cooper fue a entrar en
su cuarto, pero se volvió antes de hacerlo—. Por cierto, ¿cómo se apellida Jed?
—Summers. ¿Por qué lo preguntas?
—Tengo la sensación de que no le caigo
muy bien. Se va cada vez que trato de hablar con él. Sé que lo he visto antes
en algún otro sitio, pero no logro recordar dónde.
—Probablemente lo viste cuando viniste
a visitarme hace unas semanas. Y no te preocupes por su actitud poco amistosa.
Tengo la sensación de que es un solitario.
—No creo —dijo Cooper, pensativo—. El
día que vine, Jim aún estaba en el hospital y Tom y Jed tenían el día libre. El
único al que conocí fue a Brad. Y ahora que lo menciono, ¿dónde está Brad esta
noche? No lo he visto por aquí.
—Joe lo ha enviado a investigar otra
empresa de productos cárnicos en la que piensa que podrían estar aceptando
ganado robado —Demi bostezó—. Volverá mañana.
—Más vale que te vayas a la cama,
hermanita.
Demi besó a su hermano en la mejilla.
—Gracias, Cooper.
—Todo saldrá bien. Espera y verás —Cooper
rio mientras entraba en su dormitorio—. Y si es necesario, tu hermano mayor y
su rifle se asegurarán de ello.
Para cuando Joe terminó su primera
taza de café, aún sentía la cabeza como si fuera un bombo.
Sabía que no debía mezclarse el vino
con el whisky, pero lo había hecho de todos modos. Y esa mañana tenía que pagar
el precio.
El sonido del teléfono lo sobresaltó y
pareció atravesarle directamente los tímpanos.
Descolgó el auricular rápidamente para
que dejara de sonar.
—Rocking M —murmuró, malhumorado.
— ¿Joe? —Jed sonaba excitado—. Creo
que será mejor que vengas cuanto antes a la cabaña del Circle S.
Instantáneamente alerta, Joe se irguió
en el asiento.
— ¿Qué sucede?
—He atrapado a dos de los cuatreros.
Joe olvidó al instante su dolor de
cabeza.
—¿Puedes retenerlos?
Jed rio.
—Eso creo. Los tengo atados de pies y
manos.
—Enseguida voy.
Joe llamó de inmediato al sheriff Barlow para ponerlo al tanto
de la situación y luego tomó su rifle. Cuando salía a ensillar su caballo se
cruzó con Demi.
—¿Qué sucede? —preguntó ella,
señalando el rifle.
—Jed acaba de llamar desde uno de los
móviles. Ha atrapado a dos de los ladrones en la cabaña del Circle S —alzó una
mano y deslizó con delicadeza el pulgar por las ojeras de Jenna. Quería decirle
cuánto la había echado de menos la noche pasada, pero aquel no era el momento
para hacerlo—. Tengo que irme enseguida. Hablaremos cuando regrese.
—Joe, no…
Él apoyó un dedo en sus labios.
—Cuando regrese, cariño.
Demi suspiró, resignada.
—De acuerdo.
Joe tomó a su caballo, lo ensilló, lo montó y se acercó a ella.
Se inclinó y le dio un rápido beso.
—Resolveremos las cosas.