—Eso no puedes saberlo. Los accidentes ocurren. Podrían haber
resultado heridos al cruzar una calle, o bajando unas escaleras —tomó a su
hermana por la barbilla y la obligó a mirarlo—. El destino juega un papel muy
importante en nuestras vidas, hermanita. Si tiene que suceder, sucederá. Y
apenas se puede hacer nada al respecto.
Joe observó a Demi mientras esta
caminaba por el sendero que llevaba a la casa. No habían hablado desde el
incidente con su hermano. De hecho, era la primera vez que la veía desde la
mañana.
Y lo mejor que podía hacer en aquellos momentos era desaparecer.
Cuanto más estaba con ella, más quería que llegaran a conocerse.
Pero cuando se apartó de la barandilla del porche, sus pasos le
llevaron directamente hacia ella. Trató de decirse que solo quería comentar los
progresos de Black Satin.
Cuando la alcanzó y se puso a caminar a su altura trató de
pensar en algo que decir. ¡Maldición! ¿Acaso había olvidado cómo iniciar una
conversación?
— ¿Tenías algo en mente, Jonas?
—No. Solo quería pedirte disculpas por…
—No hace falta. Sé que Cooper y tú no habéis podido evitarlo. —Demi
se encogió de hombros—. Los asnos son asnos y siguen siéndolo hasta el fin. Da
lo mismo que los tiñas, que les pongas flores en la crin o un sombrero en las
orejas. Siguen siendo asnos.
Joe se detuvo a mirarla un momento antes de romper a reír.
—Supongo que me lo tengo merecido.
—Desde luego —dijo Demi, devolviéndole la sonrisa.
Permanecieron mirándose. Sin advertencia previa, el ambiente se
cargó de anticipación.
Demi se estremeció al ver el profundo anhelo que reflejaban los
ojos de Joe, su intensa necesidad.
—Joe, no pienso…
—Yo tampoco —susurró él—. No cuando estoy cerca de ti —alargó
las manos para atraerla hacia sí—. Ahora mismo, todo lo que quiero es sentir —rozó
con sus labios los de ella—. Sentirte a ti —volvió a besarla—. A mí —la besó
una vez más—. Juntos.
Demi lo rodeó por la cintura con los brazos. ¿Cómo podía
resistir una mujer palabras como aquellas? Joe movió su boca sobre la de ella
con tal delicadeza que no pudo resistirse. Su cuerpo se acaloró mientras él la
besaba como nunca antes la había besado. Marcó el contorno de su boca con la
lengua, le mordisqueó los labios con sus fuertes dientes y luego los suavizó
con pequeños y repetidos besos.
Por primera vez en su vida, Demi dejó a un lado sus inhibiciones
y se entregó completamente al beso de Joe. Permitió que sus lenguas se
encontraran, que bailaran juntas una sensual danza. Una embriagadora sensación
de poder femenino se apoderó de ella al oír el ronco gemido de placer que
escapó de la garganta de Joe.
Él sintió el calor de un poderoso fuego creciendo en su alma.
Sabía con certeza que cuando por fin estuvieran juntos sería la pura
perfección. Dos mitades de un todo inequívocamente completo.
Mientras se apartaba un poco para mirar los ojos cargados de
pasión de Demi sintió que se erizaba el vello de la nuca. Tuvo la clara
sensación de que alguien los observaba.
Estaban bastante apartados de la casa, de manera que no podían
ser Whiskers o Ryan. Además, los ojos que los observaban eran siniestros y
estaban cargados de odio. Podía sentirlo en los huesos.
—Podría seguir así toda la noche, Demi, pero tenemos compañía —susurró
junto a su oído. Cuando ella trató de apartarse, la retuvo junto a sí—. Quiero
que te quedes a mi lado. Vamos a volver caminando hacia la casa como si no sucediera
nada. Pero si te doy una voz, quiero que corras como el diablo y no mires
atrás. ¿Entendido?
Demi asintió.
— ¿Quién crees que es?
Joe pasó un brazo por sus hombros y se encaminó hacia la casa.
—No lo sé. Pero no debe traerse nada bueno entre manos, o de lo
contrario hbría hecho notar su presencia.
Cuando entraron en el estudio, Joe respiró aliviado. Tras
alertar a Brad por teléfono, tomó su rifle.
— ¿Qué quieres que haga? —preguntó Demi.
—Nada. Quédate aquí.
—Pero podría…
—He dicho que te quedes aquí —insistió Joe—. Voy a encontrarme
con Brad en el establo. Fuera quien fuese, lo más probable es que se haya ido
cuando ha visto que entrábamos en casa —se encaminó hacia la puerta—. Pero
quiero comprobar si ha dejado alguna pista que nos pueda indicar de quién se
trata y qué pretende.
—Ten cuidado.
Joe se volvió y besó rápidamente a Demi en los labios.
—Descuida. Tenemos un asunto pendiente.
Aún no había amanecido cuando alguien llamó a la puerta del
estudio de Joe. Éste apartó la mirada de los libros de contabilidad.
—Adelante.
Cooper se asomó a la puerta.
— ¿Tienes un minuto?
—Claro. Siéntate.
—Demi me ha dicho que últimamente habéis tenido algún problema —dijo
Cooper tras sentarse frente al escritorio.
Joe asintió.
—Al principio sólo estaban robando un poco de ganado, pero
últimamente la cosa ha empezado a ponerse más fea.
—Eso he oído. Demi mencionó que alguien os estaba espiando
anoche.
—Brad y yo encontramos algunas huellas, pero nada más —admitió
Flint—. Jed estaba junto al establo de las yeguas preñadas, pero tampoco vio a
nadie. Fuera quien fuese, se esfumó rápidamente.
Cooper rio.
—Las reglas del juego siempre cambian cuando hay un Winchester
de por medio.
Joe lo miró a los ojos. Cooper tenía en mente algo más que los
intrusos.
—Creo que quieres decirme algo, Lovato. Si es así, suéltalo.
—Me caes bien, Jonas. Eres un tipo muy agradable.
— ¿Pero?
—Me tiene preocupado lo que hay entre Demi y tú. No quiero que
mi hermanita sufra —Cooper miró a Joe a los ojos—. Ya ha tenido bastante.
—No veo cómo…
Cooper alzó una mano.
—Sé que da la impresión de ser capaz de enfrentarse a cualquier
cosa y, hasta cierto punto, es así. Pero cuando Demi entrega su corazón no
retiene nada.
Joe no sabía qué decir. No iba a insultar la inteligencia de
Cooper negando que hubiera algo entre él y Demi. Miró el collar de diamantes
bajo la urna. Gracias a su ex esposa, no sabía si alguna vez estaría preparado
para reconocerlo.
Antes de que pudiera decir nada, Cooper sonrió.
—Sólo quería advertirte antes de irme. Haz daño a mi hermana y
volveré por algo más que una simple pelea.
Joe asintió.
—Lo tendré presente.
Cooper se levantó para irse.
—Gracias por la hospitalidad.
— ¿A dónde vas?
—A Nuevo México. Pero la semana que viene estaré en Amarillo, en
el rodeo Panhandle Stampede.
Joe sonrió.
—Veré si Demi deja que Ryan y yo la acompañemos cuando vaya a
verte.
—No cuentes con eso.
— ¿Por qué? —preguntó Joe, suspicaz.
—No le atraen especialmente los rodeos. Culpa a estos de algunas
de las peores cosas que le han pasado en su vida aunque, en mi opinión, nada ni
nadie podría haberlas prevenido.
—Mencionó lo que sucedió con vuestra madre —dijo Joe—. Lo
siento.
Cooper asintió.
—Eso y otro par de cosas la afectaron tanto que ni siquiera
quiere verme montar.
—Tu hermana puede ser un poco testaruda.
Cooper rio.
—No me estás diciendo nada que no sepa, Jonas —estrechó la mano
de Joe—. Si tienes tiempo, trae a Ryan a Amarillo. Me aseguraré de presentarle
a alguno de los muchachos.
—Seguro que le encantará, gracias.
Joe permaneció sentado mirando la urna de cristal largo rato
después de que Cooper se hubiera ido. Entendía la actitud protectora de este
hacia su hermana, pero se temía que estaba equivocado. Porque tenía la sensación
de que sería él quien se quedaría lamiéndose las heridas cuando Demi se fuera.