viernes, 17 de agosto de 2012

Errores Del Ayer Cap 10




Una gota de sudor se deslizó por la frente de Demi. A pesar de que una suave brisa mecía las ramas del roble que se hallaba junto a la casa, el calor resultaba opresivo.
Hacía una semana que sufrían una ola de calor, hasta el punto de que había tenido que trasladar prácticamente a la madrugada su horario de trabajo con Satin.
— ¿Vas a jugar? —Preguntó Ryan, con sus pequeñas y redondeadas mejillas rosadas a causa de calor—. Es tu turno.
Demi miró sus cartas.
— ¿Tienes algún cuatro?
—No.
Demi alargó una mano para tomar otra carta, pero un movimiento en la distancia llamó su atención. No sabía quién era el jinete, pero debía estar loco para hacer galopar al caballo con aquel calor.
Pero cuando el animal se acercó vio con preocupación que ningún jinete lo montaba. Aquello solía indicar que había un vaquero con problemas, y estos podían ser especialmente graves con aquel calor.
Dejó las cartas sobre la mesa y se puso en pie.

—Ve a avisar a tu padre, Ryan —dijo, a la vez que se encaminaba al corral.
Ya estaba esperando cuando el caballo se detuvo ante la valla cerrada, con el pecho cubierto de sudor y espuma saliendo de su boca. Se acercó lentamente para evitar asustarlo y lo sujetó por la brida. Al ver las riendas enrolladas en torno al pomo de la silla su preocupación fue en aumento. Era un indicio innegable de que el jinete había salido disparado de la silla de forma repentina e inesperada.
— ¿Qué ha pasado? —Preguntó Joe en cuanto se reunió con ella—. ¿Dónde está Jim?
—Yo diría que en algún lugar entre este y aquel al que Brad lo haya enviado a trabajar esta mañana —contestó Demi.
Joe asintió.
—Brad lo ha enviado a comprobar cómo están los pastos en el Cañón del Diablo.
— ¿Qué sucede? —preguntó Whiskers cuando él y Ryan llegaron.
—Parece que Jim ha tenido algún problema —dijo Joe a la vez que se encaminaba al establo. Cuando volvió, dejó su silla en lo alto de la valla y luego eligió uno de los caballos del corral—. Voy a buscarlo.
Demi fue a pasar la valla para tomar otro caballo. No quería quedarse en el rancho si podía servir de ayuda para el amistoso vaquero.
—Voy contigo.

Joe le bloqueó el camino.
—No —dijo, mientras sacaba su caballo—. No va a ser un viaje de placer, Demi.
—No seas cretino, Jonas —ella señaló con el pulgar por encima de su hombro—. Hay un hombre perdido solo Dios sabe dónde, y tal vez herido, y cuanto antes lo encontremos, mejor.
Joe entrecerró los ojos e interrumpió sus preparativos.

—Lo que más me preocupa es encontrar a Jim. Más allá del arroyo seco se extiende uno de los territorios más duros de este lado del infierno. Ni siquiera se puede acceder a él con un todo terreno. Lo que menos necesito es la responsabilidad añadida de tener que cuidar de ti.
Demi alzó la barbilla.

—Sé cuidar de mí misma. Además, dos jinetes pueden cubrir más terreno que uno.
—Eso es cierto —dijo Whiskers—. Vas a tener que traer a Jim en tu caballo. Si se ha roto una pierna o algo, puede que necesites ayuda. Por si hay que llevarlo al doctor, Ryan y yo podemos reunimos con vosotros en el todo terreno a este lado del arroyo seco.
A Joe no le gustaban en lo más mínimo sus opciones. ¿Por qué su única ayuda posible tenía que ser aquella pequeña y deseable rubia? Llevaba días haciendo lo posible por evitarla, trabajando como loco para caer rendido de noche y no pensar en ella.

Frunció el ceño mientras miraba su reloj. No tenía opciones. No podía esperar a que regresaran sus hombres de las distintas zonas del rancho en que estaban trabajando para empezar la búsqueda. Jim podía necesitar atención inmediata.
Mascullando una maldición, tomó las riendas del alazán de Jim de manos de Demi y se las entregó a Whiskers.
—Tranquiliza al caballo de Jim —ignoró la sonrisa del viejo cocinero y se volvió hacia Demi—. Voy a la casa por el botiquín. Si no estás lista para cuando vuelva, me iré sin ti.
Whiskers miró a lo alto, exasperado.

—No hay duda de que sabes hablar con dulzura a una joven.
Joe ignoró el comentario y se encaminó hacia la casa. Lo que quería hacer con Demi no requería palabras, pero sin duda sería dulce.
Cuando regresó al corral, metió el rifle en su funda y ató las alforjas y una manta extra a la silla.
—Quiero que sepas desde ahora que si no puedes mantener mi ritmo seguiré sin ti.
Demi montó el caballo que había ensillado.
—No te preocupes. Si por casualidad me caigo del caballo, siempre puedes hacer lo decente y pegarme un tiro para que no sufra.

Joe contuvo el aliento y pensó en el «sufrimiento» que estaba experimentando él. Una mirada a los firmes muslos de Demi ceñidos en torno al caballo había bastado para que el sudor cubriera su frente y los vaqueros se le quedaran repentinamente pequeños.
—No me tientes —murmuró, y a continuación metió el pie en el estribo y montó su caballo.
Whiskers observó a los dos jinetes mientras enfilaban sus monturas hacia el Cañón del Diablo. Movió la cabeza mientras se volvía hacia Ryan.
—Cuando te hagas mayor y empieces a cortejar a las damas, recuérdame que sea yo el que te enseñe a hacerlo.

Joe se centró en las oleadas de calor que brillaban en la distancia mientras seguían avanzando. Su preocupación por Jim había ido creciendo según pasaban los minutos. Esperaba haberlo encontrado ya, un tanto avergonzado por haber perdido su montura, pero sano. Pero cuanto más se acercaban al cañón, menos posibilidades había de que eso sucediera.

Al parecer, sus peores temores iban a confirmarse. Lo más probable era que Jim estuviera inmovilizado.
Un pesado sentimiento de culpa se apoderó de él. Merecía que lo fusilaran. Había insistido en que Demi se quedara en el rancho cuando lo cierto era que iba a necesitar toda la ayuda posible para encontrar a Jim.
Pero estar cerca de ella suponía un auténtico suplicio para su sistema nervioso, y por eso había exagerado un poco respecto a los peligros del camino.

En realidad había exagerado bastante, admitió para sí, pero lo cierto era que cuanto más tiempo pasaban juntos, más tiempo quería estar con ella. Y eso, además de no ser una exageración, era un auténtico peligro.
Demi siguió a Joe mientras cruzaban el arroyo seco. Él no le había dirigido la palabra desde que habían salido del rancho, pero le daba lo mismo. De hecho, casi lo prefería. Durante los días pasados, Joe Jonas había demostrado tener la personalidad de un poste de madera, y ella habría preferido comunicarse con uno de estos que con él.

Tampoco había esperado que se mostrara agradecido cuando se había ofrecido a acompañarlo, pero sí que al menos aceptara su ayuda sin protestar.
No habría insistido en ir, pero un vaquero herido y en medio de aquel calor podía deshidratarse rápidamente, y encontrarlo cuanto antes era cuestión de vida o muerte. Había ido por Jim, no porque quisiera pasar un rato con el señor «amabilidad».
— ¿Cómo consigues traer el ganado aquí, Jonas? —preguntó.
—Lo traemos del este. Hay un paso bastante estrecho a unas cuatro millas. Nosotros estamos siguiendo un atajo.
Cabalgaron unos minutos más en silencio, hasta que Demi señaló unos buitres que volaban en círculos a poca distancia de ellos.
— ¡Maldición! —Murmuró Joe—. Me lo temía.
Pusieron los caballos al trote y se acercaron a la zona que sobrevolaban los buitres.

Unas Locas Vacaciones Cap 22




 -En absoluto. Ni siquiera he mirado a ninguna. Y sí, siem­pre hay mujeres en los círculos en los que me muevo. Mujeres muy guapas sin principios y con ojos ávidos dinero. Pero yo en lo único que podía pensar era en cómo me sentí cuando hi­cimos el amor en mi cama con tanta ternura y creamos este pequeñín.
-¿Lo amas? -le preguntó ella con los ojos llenos de lágrimas. ­
-Claro que sí. ¿Tú no?

-Tú tienes más experiencia que yo. .
-No ese tipo de amor -dijo Nick tristemente-:-. No, mentía cuando dije que nunca había sentido algo así.
-¿Te preocupa mucho lo del niño? -preguntó ella.' –Tengo que acostumbrarme a la idea, eso es todo. He sido un hombre sin  ataduras durante mucho tiempo. No he tenido nunca a nadie míralo... Nick, no tienes por qué hacerla. No tienes por qué venir aquí..

Él la interrumpió posando sus labios en los suyos, abriendo su boca con un beso que la hizo estremecerse de deseo.
-Sádico murmuró Miley con voz temblorosa al sentir aquella magia.
Nick le mordió suavemente el labio inferior.
-¿Quieres  hacer el amor?­
-No.
Nick sonrió y le acarició delicadamente los pezones. Ella reaccionó visiblemente a aquel repentino placer.
-Sí, sí que quieres -dijo él, echándose a reír.
-Mi mente no quiere -le corrigió Miley, tratando de sal­varse de la presión sensual en que estaba, intentando atrapada.

Nick le besó los párpados mientras deslizaba las manos por su vientre.      
-No vaya hacerte perder el niño -susurró--. Tendré mu­cho cuidado. Créeme.
Miley tembló ante la suavidad de su tono. Él sonrió y la es­trechó entre sus brazos;
-No es eso -murmuró Miley-. No me hagas que te quiera. Eso hará mucho más difícil la separación. Sólo... sólo déjame creer que esto es Méjico y que estamos pasando unas vacaciones, ¿eh?
-Miley...
-¡Por favor!
Nick amó un profundo suspiro y la soltó.
-Está bien. Unas vacaciones.
y mirándole el vientre, añadió
-Por los tres.

-Y... y nada de sexo -dijo ella.
Miley le miró a los ojos, viendo en ellos el miedo que tenía de perderle. Aquello le molestó, pero no supo cómo reaccionar.
-¿Estás segura? -le pregunto Podríamos disfrutar mucho el uno con el otro.
-Sí, ya lo sé. Pero no quiero.

Le estaba imponiendo límites a su autodominio, pero no po­día olvidar la responsabilidad que tenía para con ella. Se enco­gió de hombros, como si no le importara Y dijo:
-Vale. Nada de sexo.

Miley respiró, aliviada. Había temido que Nick empezase a discutir Por supuesto que puedes seducirme cuando quieras
-añadió él, dándole un beso en la  nariz.
-Gracias -replicó Miley con una sonrisa forzada-. Lo ten­dré en cuenta.
Nick le guiñó un ojo.

-Hasta el sábado. Descansa durante otra hora. Pasaré por la librería y le diré a mamá osa dónde estás. Ah, y cuidado Con esos escalones.
-Sí, su señoría -replicó ella en tono burlón.

Nick se echó a reír y serró la puerta tras de sí con mucho cuidado. Miley se quedó mirando la puerta un buen rato antes de volver a tumbarse. Se dijo que Nick no sería capaz de sentar cabeza y establecerse en un sitio. Aquello sólo iba a significar más sinsabores. Pero el caso era que parecía sentirse responsable de ella y no iba a quitarle la vista de encima en cinco meses. Hizo una mueca de disgusto al pensar en que tendría que hacer frente a Nick y a Demi juntos. Iba a ser un embarazo turbulento.

Unas Locas Vacaciones Cap 21




Había algo en su cara; una especie de ternura. Miley se pre­guntó qué le habría hecho aborrecer la idea de tener un hijo.
Él le subió la blusa hasta la barbilla. Miley se quedó inmóvil cuando vio que Nick se fijaba en los sutiles cambios que ha­bían experimentado sus pechos;"
-Están más grandes -susurró él-. Y aquí más oscuros
-añadió, acariciando la zona a la que se refería.
-Pequeños 'cambios -dijo Miley, luchando por respirar-. Todo ello aumentará según avance e! embarazo

. Mi cuerpo se está preparando para poder alimentar al niño.
-Yo creía que las mujeres ya no se ocupaban de eso.
-Yo quiero hacerla todo -dijo Miley, sonriendo. Me en­canta. Estar embarazada, quiero decir. No he tenido nunca a na­die mío por quien preocuparme, a quien querer. Él será todo mi mundo. Le cuidaré cuando esté enfermo y jugaré con él cuando haya crecido. Le llevaré conmigo a todas partes. Le...
Bajó los ojos al ver la expresión de Nick y añadió:
-Lo que dijiste de ayudarme a mantenerlo... No es necesa­rio. Yo vivo desahogadamente con la librería. Puedo ocuparme de él. Será responsabilidad mía.
Miley no se había sentido nunca tan solo' ni vacío en toda su vida. Ella no le quería. Eso era lo que acababa de decide.

Le bajó la blusa y dijo: -Serás una buena madre.
-Siento que te hayas enterado de esta manera,  murmuró Miley-. Te habría escrito, pero ni siquiera tenía tu dirección. Nick se levantó y se acercó a la ventana. Parecía tan solo, tan perdido...
-¿Te... han herido? -preguntó ella.
-Unos pocos rasguños.     
Se quedó mirando durante unos segundos el cigarro que aca­baba de encender y luego volvió los ojos a la ventana. NO, había hecha nada bien desde que había bajada de aquel maldito avión.

Hubiera querido, hablar de reconciliación, pera, Cuando había visto que estaba embarazada, había perdida las estribas. Había sido' par las recuerdas, por supuesto; le habían obsesionado durante mucha tiempo'. Quizá can el tiempo' había sacada de quicio' todo aquel asunto

Se volvió hacia Miley y le inquietó su aspecto_ Aquella mu­jer, Demi, había hablado de la cansada que estaba Miley. Y tenía razón. Estaba agotada: El aire radiante que tenía cuando' entró en la librería había desaparecida. Y él, can su fría actitud y sus estúpidas acusaciones, había sido' la causa. Había vuelto a hacer daño a Miley. Otra vez. y sin pretenderla. ,-Respecta a lo que te dije antes -dijo' can aire vacilante-.
Bueno, 'sé que el niño es mía.
-¿Sí? –replicó Miley, incorporándose-. Pues podría haber  tenido una legión de amantes desde que te fuiste.
-Había venida para ver si podíamos salvar nuestro ma­trimonio.
-¿Y ahora?
_Ahora no, sé.
 Miley se levantó de la cama y replicó
 -Yo no, he cambiado de opinión, aunque, tú hayas cambia­do la tuya, Es la' único que pueda hacer para sentirme capaz de llevar la librería y poder así mantener al niña. Ahora misma no, podría soportar ninguna presión adicional. Confió en que lo entiendas.
-¿Estás segura de que es un niña?

-Sí. Me han hecho análisis y exploraciones Nick se sentía raro. Un hijo. Un pequeñín que quizá se pa­reciese a él. Se quedó mirando a Miley como si no, la hubiera vis­ta nunca, fijándose en cada línea y en cada curva de su cuerpo.
-No' pongas esa cara de preocupación, Nick, nO, vaya pe­dirte nada. Y ahora, si ya has dicha todo lo que tenías que de­cir, tenga trabaja que hacer. Te daré el nombre de mi abogado...
-¡No! -:-exclamó él.
NO, podían, divorciarse. ¡Maldita sea, ni siquiera quería pen­sar en ella! Ella iba a tener un hijo suyo Y él no quería!
-'No quiero vivir contigo -:-dijo' Miley obstinadamente.
-Ya querrás.
-Tendrás que obligarme.
Me gustas -:-dijo' él-. Te la digo sinceramente. Sin en­gaños, sin trucas, sin rehuir las dificultades. Eres toda una mujer.
NO" pensó Miley, no iba a dejar que la convenciese tan fácilmente.
-¿Te acuerdas de mí? -le preguntó fríamente-:-. Soy una solterona anticuada.
Nick tiró el cigarra y se acercó a ella can un brilla en los ojos que la hizo' retroceder.
-Una solterona anticuada muy atractiva, muy deseable. Y no, quiera el divorcio. Te quiera a ti.
-Pues no, estay en venta -replicó Miley, reculando hasta que la pared la obligo a detenerse-. Vete de aquí. Vete a volar algo. '
-La verdad es que no, me ocupo de volar nada  dijo Nick, poniéndole un brazo al lado y aprisionándola así contra la pared-. Ya me dedica más a cuestiones de logística y estrategia.
-De todos modos acabarán matándote.
- También podría atropellarme un coche cuando' baje a la calle -replicó él, encogiéndose de hombros.
-No tan fácilmente.
Te desea -murmuró Nick.

-Sí, ya la sé, pera el desea no es suficiente. Me dijiste que no, te volverías a enamorar nunca más, así que la única que me ofreces es tu cuerpo', y entre guerra y guerra. Es un cuerpo' ma­ravilloso, y en la cama eres la que toda mujer desea. Pera me estás pidiendo que viva con la muerte día tras día, y no puedo.
Antes de que él pudiera responder, Miley le cogió una mano y le hizo posarla en su vientre.
-Llevo a tu hijo dentro. No puedo vivir con el miedo Constante de perderos a los dos.
-No te entiendo -dijo Nick, frunciendo el ceño. -Nichola, podría 'perderlo.
-¿Es posible eso?
-Soy fuerte. Y el niño también. Pero no hay garantías. -¿Te... asusta pensar en perderle? -preguntó Nick.

. -¡Desde luego que sí! -exclamó ella.
Nick estaba pensando en otra mujer, en otro tiempo, y se maldijo a sí mismo por aquel lapsus. Miley quería tener el niño. Estaba escrito en su cara.
-No puedo preocuparme por él y por ti -añadió Miley en tono cortante. Y él se merece una oportunidad.-Tú ya eres bastante mayor para cometer tus equivocaciones, pero yo soy responsable de él.
Nick se la quedó mirando durante un momento. Después se apartó de ella con un suspiro y encendió otro cigarro.

-Llevo muchos años haciendo este trabajo -dijo él al cabo de un minuto, mirando al suelo--. Es lo único que sé hacer. -No te estoy pidiendo que cambies -replicó Miley.
-Estamos casados.
-Podemos divorciamos.
-¡Es que no quiero ese maldito divorcio! -exclamó él rabiosamente
Miley se le quedó mirando con aire desconsolado, buscando las palabras adecuadas.
-Supe que serías un problema desde el momento en que te vi -dijo él amargamente-. Una librera provinciana con el cuerpo y el alma de un ángel. ¿Tendría que morir para librarme de ti?
Ella sonrió tristemente.
-Bueno, míralo de esta manera, así no tendrás que luchar más con otros hombres.       . .
-Ahora mismo tienes un aspecto que... -empezó Nick. -Ahora mismo estoy embarazada -le interrumpió ella-.
Dentro de dos o tres meses más pareceré un globo.
-Para mí no -replicó Nick.
Bajó los ojos y añadió:.
-Bueno, voy a buscar mi equipaje. Además, hay una gente a la que quiero ver.
-¿Tu equipaje?
-Voy a venir a vivir contigo -repuso él-. Si no te gusta, lo siento. No pienso dejar que te mates trabajando y que te pases el día subiendo y bajando esas malditas escaleras. Demi tiene razón. Necesitas a alguien que cuide de ti. Por lo menos hasta que tengas al niño. Después ya tomaremos las decisiones que haga falta.
_Pero... tu... tu trabajo...

-Al diablo mi trabajo -exclamó él-. Tengo bastante dinero en bancos extranjeros como para comprar todo este edificio. Trabajo porque me gusta, no porque necesite dinero.
-Pero...

-Shhh. No hables, que es malo para el niño. Bueno, volveré el sábado. Las cosas estaban sucediendo demasiado rápido. Miley   estaba estupefacta.
-Brujita de ojos grises -murmuró él, atrayéndola suavemente hacia sí e inclinándose a besarla-. Abre la boca -añadió-. Hace meses que no te beso.
-Pero seguro que has besado a otras mujeres -replicó Miley en tono desafiante.

Unas Locas Vacaciones Cap 20




-Realmente te encanta estar embarazada, ¿verdad? '-le preguntó cuando Miley fue a que le hiciese la tercera' revisión, estando de poco más de cuatro meses y medio.
-¡Cada segundo que pasa! -'-contestó ella, .acariciándose el abultado vientre-. Creo que esta mañana se ha movido. Era como si un pájaro  intentara escapar.
-Sí -dijo el médico, sonriendo--. Eso es lo que me dicen siempre que se siente. La primera señal de un niño sano. Las ex­ploraciones que hemos hecho nos lo aseguran. ¿Ha sabido algo de su marido?,

-No -repuso ella, bajando los ojos-. Puede ser que... no vuelva nunca.
-Lo siento. La razón por la que se lo he preguntado es por­  que me gustaría que se apuntase usted a unas clases para dar a luz de manera natural. Incluso aunque usted no quisiera  tener un alumbramiento natural, le ayudar n a la hora del parto. Se trata de ejercicios preparatorios que, desgraciadamente, exigen la colaboración de otra persona.
_¿No... No podría hacerla Demi?
El médico, que conocía a Demi, sonrió.
-Es la persona que conozco que mejor serviría para entrenar a alguien. Lo único que tiene que hacer es estar junto a us­ted y decirle cuándo debe respirar.
-Ya lo hace muy bien -le explicó Miley.
-De acuerdo; El mes que viene la inscribiré a usted. Y aho­ra fuera de aquí. Y no haga muchos esfuerzos. Hace un calor terrible este verano.
-Dígamelo a mí -replicó ella, que sudaba incluso con la blusa sin mangas que llevaba-. Bueno, hasta la próxima.

Decidió dar un corto paseo antes de volver al trabajo. Hacía una deliciosa tarde de verano, de esas que atraen a los soñado­res a la orilla de los estanques y a los prados salpicados de flo­res. Cantó un poco mientras caminaba, sonriendo al sentir la gra­videz de su vientre. Qué mundo tan hermoso. Qué maravilla es­tar embarazada y gozar de buena salud.
Finalmente, echó a andar hacia la librería porque sabía que Demi se preocuparía si estaba fuera mucho rato. Anduvo perezosamente por la pequeña zona comercial del centro de Green­ville, ajena a los compradores y a los gritos de los niños que jugaban en la acera.      

Abrió la puerta de la librería, entró y se encontró cara a cara con Nick. Llevaba una camisa y unos pantalones de color ca­qui y tenía una nueva cicatriz en la mejilla. Parecía haber adelgazado un poco, aunque seguía tan guapo y tan atractivo como siempre. Demi debía pensar lo mismo, porque le miraba con los ojos muy abiertos.   
   
-No -murmuró  con voz ronca, abriendo los ojos y viéndolos el uno en frente del otro, mirándose furiosos. Los dos se volvieron a la vez.
-No -"-repitió Miley con todas fuerza-. Si queréis discutir, salid a la calle. Pero aquí no, no puedo soportarlo.
-Perdona -le dijo Demi suavemente-. ¿Estás bien?
-Sí, gracias-contestó Miley, incorporándose.
Nick la miró con gesto de enfado.
-Bueno, no tienes por, qué mirarme así -añadió-. ¡No me he quedado embarazada sola, acuérdate!
Demi tuvo que reprimir una" sonrisa.
-Os dejaré solos para que habléis,-dijo.
Podemos hablar en casa –replicó Miley mirando airadamente a Nick allí podré tirar cosas y gritar.
Al verla levantarse con aire decidido, Nick pensó que era todo un carácter.
.No vayas tan deprisa, no te conviene -le dijo, cogiéndola de la mano. .
Volviéndose hacia Demi, añadió:
-¿Podrás arreglártelas sola durante una hora o así?
-Claro que sí. ¿Y tú?
-Sí,  mamá -contestó Nick en tono burlón.
Luego salió a, la calle con Miley, que le guió a su casa. Estaba al lado de la tienda y para llegar a ella había un tramo de escaleras. Nick frunció el ceño al verlas. No le gustaban las escaleras.
-Tienes que cambiarte de casa -le dijo cuando entraron en el apartamento.
 -¿Qué? -preguntó ella.
-Que tienes que mudarte. No puedes andar subiendo y bajando escaleras estando... así.
-Eso que tú llamas «así» es un niño y le voy a llamar Joshua Nick replicó Miley en tono desafiante.

Nick la observó atentamente y por primera vez en muchos meses, se volvió a sentir un hombre completo. Dejarla a ella había sido lo más difícil que había hecho en su vida. Todo el tiempo que había estado fuera, había estado pensando en ella, añorándola deseándola. Todavía la deseaba, pero ahora estaba embarazada. Él no quería un hijo. Aquello le traía recuerdos insoportables.

Ni siquiera había querido volver, no había querido que su vida cambiase. Y sus peores presentimientos habían resultado ciertos al verla.
-¿Has traído los papeles del divorcio? -preguntó ella en tono calmado.        .
Nick puso cara de irritación y encendió un cigarro sin siquiera preguntarle si le molestaba.
-¿Cómo voy a divorciarme de ti estando, en el estado en que estás? -replicó fríamente-. Necesitarás ayuda para mantener al niño, supongo.
No habría podido hacerle más daño si le hubiese dado un puñetazo.
Le miró  rabiosamente, con los ojos llenos de lágrimas.
-¡Vete! -gritó,
-¿Es que ni siquiera es mío?
Cogió lo primero que tenía a mano, una estatuilla, y se la lanzó. .
-¡Maldito seas!
Nick se agachó y la estatuilla se estrelló contra la puerta rompiéndose en mil pedazos.
-¡Sal de' mi apartamento! ¡Sal de mi vida! ¡Te odio, te odio..,!
De pronto le entraron unas horribles náuseas. Se dio la vuelta, echó a correr al cuarto de baño y allí vomitó. Lloró desconsoladamente, sin preocuparse de que Nick estuviera delante, sujetándola la cabeza,
-Te Odio -le dijo cuando por fin pudo hablar.
Estaba apoyada contra el lavabo. Casi no podía moverse.
-Sí murmuró él, lavándole la cara y las manos.
Después la llevó al dormitorio, la ayudó a tumbarse en la cama y encendió el ventilador, colocándolo de forma que le die­se directamente.
'-Duérmete -le dijo en voz baja-. Luego hablaremos. _No quiero hablar _murmuró ella con voz somnolienta. Pero estaba agotada. Cerró los ojos y segundos después se quedó dormida.  

Nick se sentó en la cama junto a ella, asustado al ver lo que le había hecho. La miró cariñosamente y luego le subió la blusa, le aflojó el elástico de la falda y contempló su vientre, li­geramente abultado. Hizo una mueca de dolor al acordarse de otro tiempo y de otra mujer embarazada. Pero Miley no era como aquella, se dijo. Acarició aquella piel tan suave con aire indeci­so. Sí, su, hijo estaba allí. Un niño, había dicho ella. ¿Podría es­tar tan segura? Claro, ahora se podía hacer análisis y explora­ciones. Posó la mano sobre e! vientre y de pronto notó que algo se movía. Apartó la mano como movido por un resorte.
Miley se había despertado al sentir e! primer roce de sus de­dos, quedándose fascinada al ver la expresión de su cara. Pero aquella última reacción la hizo reír:        '
-¿Qué ha pasado? -preguntó Nick.
-Que e! niño se ha movido.
-¿Movido? -repitió él, posando la mano en e! vientre otra vez.
Apretó un poco y volvió a suceder. Se echó a reír. Suavemente. Alegremente.

-Cuando crecen más, dan patadas -le explicó Miley-, El médico dice que cuanto más activos son, es que están más sa­nos. Y este se mueve mucho.
-No había visto nunca a una mujer embarazada de esta forma.
-No me molesta que me mires -murmuró ella, encantada de ver cómo estaba reaccionando.

Unas Locas Vacaciones Cap 19




Nada era igual. Miley volvió a la librería como siempre, porque su vida había cambiado. Su amiga, Demi Lovato la miraba con cara de sorpresa, y Miley estaba casi segura de que Demi no creía ninguna palabra de lo que le había contado de sus vaca­ciones en Méjico. Pero al día siguiente los titulares del periódico  pusieron las cosas en su sitio -¡Es cierto! -gritó Demi, irrumpiendo en la tienda-.

¡Viene todo aquí en el periódico, lo del secuestro del avión!  ¡Mira!
Miley miró el periódico que Demi había extendido sobre el mostrador', Había una foto del piloto y otra borrosa de uno de los secuestradores, el que no había resultado herido, cuando le sacaban del avión. No había ninguna foto de Nick, pero Miley no había esperado ver ninguna. Él parecía tener una gran habilidad para esquivar a los periodistas..
-Aquí viene algo del hombre que dominó a los secuestra­dores... -continuó Demi, frunciendo el ceño, leyó el artículo, conteniendo la respiración ante el vibrante relato de los hechos.  

-¿Hiciste eso? -añadió, mirando a Miley.
-Él me dijo 'que habrían pedido armas nada más llegar a Miami.
-Un mercenario;-dijo Demi-. Pero no le preguntaste a que dedicaba ante' de casarte con él? .
­-Si le vieras, no te sorprenderías que no lo haya hecho -respondió Miley.
No 'quería hablar de Nick. Quería olvidar. En aquel mo­mento, él estaría viajando hacia otra zona conflictiva...

-Ningún hombre es tan guapo tomo para eso  dijo Demi. Ni siquiera Miley.
Miley era su marido, un hombre encantador, que no era ni la mitad de peleón que aquella morena bajita y regordeta.
Por cierto -añadió--, ha telefoneado la señora Jones para darte las gracias por los libros firmados.
-No tiene por qué darlas. Fue muy agradable conocer a las autoras.
Examinó el cambio que había en la caja registradora y abrió la librería.     
 -¿Dónde está él ahora? -preguntó Demi de pronto.
-Buscando un buen abogado, supongo. Creo que hemos establecido una nueva marca en matrimonios breves. Una semana. Podrías buscar una solución -replicó su amiga.

-Su trabajo le obliga a jugarse la vida continuamente, Demi. Y yo no puedo pasarme la mía preocupándome por él.
-Supongo que sabes lo que haces -dijo Demi, encogién­dose de hombros-. Ya veo qué cuando decides correr una aven­turilla, no te conformas con medias tintas, ¿eh? Casándote con desconocidos, engañando a secuestradores...       .
Miley sonrió. Sí, había corrido una aventura. Pero ahora ha­bía terminado, y sería mucho mejor que guardase todos aque­llos recuerdos agridulces en un baúl y que continuase con su vida. El primer paso era quitarse a Nick de la cabeza para siem­pre. El segundo era dejar de leer el periódico. En lo sucesivo, cada vez que se enterara del estallido de una guerra, pensaría  en él.
Desde luego, no iba a ser fácil. En las semanas que siguie­ron todo parecía conspirar para recordarle a Nick. Sobre todo, Demi, que se volvió muy suspicaz cuando Miley empezó a vo­mitar el desayuno.
-Es la maldición de Moctezuma -dijo Miley, saliendo del baño con la cara blanca como la cera.
-Es la maldición del holandés errante -replicó su amiga. -No estoy embarazada.
-Yo tuve un aborto -dijo Demi-. Pero nunca olvidaré cómo me sentía ni el aspecto que tenía. Tú estás blanca como el papel, te agotas con una facilidad pasmosa y tienes siempre el estómago revuelto. .
Era justo lo que Miley había estado temiendo y deseando a la vez. Pero había llegado a la misma conclusión que Demi. Se sentó en el banco que había detrás del mostrador y suspiró desalentadoramente. .
-¿Pero es que ni siquiera se te ocurrió pensar en anticon­ceptivos? -le preguntó Demi, abrazándola.

Demi, que era sólo cuatro años mayor que ella, a veces parecía que tenía dos veces su edad. Miley dejó que las lágrimas acudieran a sus ojos. Lloraba con mucha facilidad aquellos días. La noche anterior había sido porque, en un reportaje de televi­sión sobre la guerra de guerrilla en África, había creído ver una cabeza rubia entre las tropas.

-Estoy embarazada -murmuró con voz temblorosa. -Sí, ya lo sé.
-Oh, Demi tengo un miedo espantoso -dijo, aferrándo­se a su amiga-. No sé absolutamente nada de niños.
-ósea, yo tampoco sé nada sobre dar a luz niños, pero ya nos las arreglaremos. Yo cuidaré de ti. ¿Quieres tenerlo? -aña­dió, mirándola a los ojos.
Miley se estremeció. .
-Una vez vi una película sobre cómo se desarrollan los niños -dijo, poniéndose suavemente la mano sobre el vientre-.
Te mostraban lo que ocurre cuando se interrumpe el embarazo.
Estuve llorando durante horas.
-Algunas veces es mejor así _replicó Demi.
-En algunas circunstancias, sí -convino Miley-, pero en cuanto a mi... quiero tener un hijo suyo. Me pregunto si será ru­bio -añadió con una sonrisa.
-Puede que sea una niña.    ,
-Me encantan las niñas -dijo Miley soñadoramente-. ¿No es asombroso? ¿Tener una vida diminuta dentro de ti, y sentirla crecer? ._
-Sí -repuso Demi con expresión melancólica-. Fue el momento, más feliz de mi vida.
-'-Puedes compartir el mío.
Demi, que era dura como el acero, no pudo evitar que los ojos se le llenaran de lágrimas.
-Claro que sí. Pero" ahora mismo lo que te hace falta es ir al médico y saber de cuánto tiempo estás.
-Ya lo sé -dijo Miley, recordando la mañana en que Nick le había hecho el amor con tanta ternura.
-Tendrás que tomar vitaminas -continuó Demi-. Y una dieta adecuada.
-y 'Comprar ropa para el niño y una cuna...
-Hasta el séptimo mes no -replicó Demi-. Tienes que ser realista. A veces sucede y a veces no. Pero es mejor no darlo por seguro tan pronto.
-¡Aguafiestas!

-El médico te va a decir lo mismo. Miley, yo compré las cosas para el niño cuando sólo estaba de un mes. Tuve el" aborto a los cuatro meses y entonces todas aquellas cosas relucientes se convirtieron en inservibles. No lo hagas.
Miley  abrazó cariñosamente a su amiga, y dijo: -Gracias por ser mi amiga y por preocupar te de mí. -Alguien tiene que hacerla. ¿Vas a decírselo a él?
-¿Cómo? -Preguntó Miley-.' Ni. Siquiera sé su dirección. .
_Dios mío, se ha casado con un hombre y no sabe dónde vive
-, Bueno -replicó Miley, sonriendo--, es que no hablamos mucho.
Demi señaló el vientre de Miley.
-Ya me he dado cuenta.

-¡Alto ahí! -exclamó Miley-. Además, él dijo que no que­ría tener hijos, Le daría algo si se enterase. Por otra parte nos divorciaremos lo sepa o no.       
-¿Pero cómo puedes divorciarte de un hombre que no sa­bes dónde está?
-Él es el que va a pedir el divorcio, no yo. Tiene mi dirección. .
-Estupendo. y ahora llama al médico lo primero.

Miley estaba sana, y en cuanto su médico le puso un com­plejo vitamínico, empezó a florecer. Henry Cartel', el médico, se echaba a reír cada vez que ella iba a su consulta a hacerse una revisión. Estaba muy contento con sus progresos Y con su acti­tud hacia el embarazo.     '

domingo, 12 de agosto de 2012

Unas Locas Vacaciones Cap 18




Pero Miley no dijo nada más. No pudo. Todos sus sueños se habían derrumbado. Aquella revelación era mucho más dolorosa que lo que había visto en el avión.
Segundos después, bajaron el piloto, el copiloto y la azafata, y fueron todos juntos a la comisaría. Miley se apartó de Nick, evitando rozarle.      .
Minutos después estaban sentados en un despacho, contando con todo detalle lo que había sucedido en el avión al personal de seguridad del aeropuerto y a tres agentes federales. No tardaron mucho, y al final les dijeron que tenían que comparecer ante el tribunal para declarar. Pero Miley casi no oyó nada. Estaba intentando afrontar el hecho de que estaba casada con un mercenario. Y no sabía qué hacer.

Observó a Nick mientras hablaba con los otros hombres. No parecía un mercenario. Pero su aire de autoridad, su seguridad, su manera de tomar el mando de las cosas... sí, todo tenía sentido ahora. Le parecía saber incluso cuándo había sucedido, cuando aquella mujer le había engañado. Aquello había sido el principio. Y ahora Nick tenía el tipo de vida que le gustaba, y una mujercita obediente y sumisa que le esperaría en casa mientras él recorría el mundo jugándose la vida.
No, señor, pensó, no iba a convertirse en su felpudo. Le importaba él, pero en lo que se refería a su relación, no sólo por el sexo. y, si eso era lo único que Nick quería de ella, podía marcharse.
Se dio cuenta hasta qué punto 'aquel hombre se había convertido en parte de su vida.

 Sólo con mirarle, sentía ganas de echarse en sus brazos. Sabía muchas cosas de él, cosas que la hacían sonrojarse de sólo recordarlas. Pero nada de aquello era real. No podía quedarse en casa mientras él estaba fuera, arriesgando su vida. ¡No le extrañaba que no quisiera niños! ¡Cómo le va a querer hijos con ese tipo de trabajo! ellos ni siquiera verán a su padre! Y en cuanto a ella, ¿cómo iba a poder vivir con la preocupación consumiéndola? Cada vez que Nick se marchara, se preguntaría si le iba a-volver a ver. Y aquella incertidumbre acabaría matándola. No, pensó tristemente. Mejor tener un dulce recuerdo que no. una continua pesadilla. Nick tendría que divorciarse de ella. Miley sabía que él no estaría dispuesto a abandonar su tipo.de vida. Y ella no, podía seguir casada con él en aquellas circunstancias. Así que, no quedaba nada. Aquel sueño había .acabado demasiado pronto.

Cuando salieron del despacho, el capitán y el ayudante de vuelo que le había llevado el bolso y los libros les acompañaron.
-¿Y ahora qué? _preguntó ella desalentadamente.
-La compañía aérea pagará el hotel-repuso el capitán con una sonrisa-. Mañana les llevaremos a Greenville.
-Los chicos de la prensa acaban de hacer su aparición -intervino Nick con expresión de disgusto.
-¿No le gusta, la popularidad? -le preguntó el capitán.
-;En absoluto. Miley y 'yo vamos a coger el 'próximo avión que salga de aquí esta noche. Me temo que las agencias de información van a tener un día muy ajetreado.

Seguramente -convino el capitán-. Parece ser que nuestros secuestradores tenían algunos interesantes vínculos con cierto dictador de América Central, y ciertos vínculos comunistas también. Habrían pedido armas nada más aterrizar -añadió, mirando a Nick.
-Sí -replicó Nick-. Y se las habrían proporcionado. -¿Ha utilizado esa navaja muy a menudo? -le preguntó el capitán. ,
-Demasiado a menudo, en los últimos años.
-¿Le importaría decirme cuál es su ocupación?
-¿No le parece una pregunta indiscreta?
-Operaciones secretas, -dijo el capitán.

Nick asintió, y, 'sin hacer caso de la mirada de Miley, repuso:
-Soy un mercenario profesional. Mi especialidad es la logística, pero también me doy buena mano con las armas pequeñas, y tengo una cierta fama en el manejo de la navaja. Por cierto, cual. De  los médicos la extraigan, me. Gustaría que me la devolvieran.
-Se la chaparé en oro, si quiere -dijo el capitán-. Nos ha salvado usted de un buen lio. Si alguna vez necesita ayuda, hágamelo saber.
-Eso no es muy probable, pero gracias.
El capitán se alejo y Nick observó cómo los periodistas rodeaban al. Piloto una vez que se quedó solo.
-¿Por eso es por lo que querías esquivar a los periodistas?
-le preguntó Miley.

Aquel hombre la asustaba. A pesar de' que se había leído dos veces Los perros de la guerra,. Y de que había visto la película otras tres, casi no podía creer lo que había oído. Era como una película. Todo ello. El secuestro del avión, la tranquilidad con que Nick había manejado a los secuestradores y había resuelto el asunto... Tenía los ojos clavados en su cara mientras daba vueltas en la cabeza a todo aquello. Estaba casada con un mercenario. ¿Qué iba a hacer ahora?.
-No me gusta la publicidad -replicó Nick-. Mi vida privada es sagrada.
 ¿Y en dónde encajo yo en tu vida?
-Tú eres mi mujer.
¿Por qué te has casado conmigo?
-Porque te deseaba.
Así que aquello 'era todo, pensó Miley. No le dolió saberlo, aunque estaba segura de que le dolería cuando se le quitase aquel aturdimiento. Todavía se sentía como conmocionada Había arriesgado su vida, había visto a Un hombre caer herido a sus pies, se había enterado de que su marido era un mercenario...

-Sí, eso 'es lo que creía replicó ella demasiado Despreocupadamente. ¿Y cómo crees que va a ser nuestra vida matrimonial? ¿Qué quieres, que yo me siente en casa a esperarte sin saber siquiera si volverás?
Nick se quedó desconcertado. Le había cogido por sorpresa. .
-Yo pensé que cada uno tendríamos nuestra vida. Que Podríamos disfrutar el uno del otro. Pertenecernos el uno al otro, No. Lo siento. No podría vivir así. Es mejor que te divorcies de mí.

Aquello era casi cómico. Aquella mujer le estaba dando con la puerta en las narices. ¡A él! Las mujeres le habían perseguido durante años, habían hecho todo lo posible por cazarle. ¡Y aque­lla librera de pueblo le estaba rechazando!
-No tienes por qué poner esa cara de susto -le dijo Miley
Simplemente me estoy ahorrando unos cuantos sinsabores, eso es todo. No podría vivir sabiendo que tu vida está en constante peligro. Eso me destrozaría.
-No soy un suicida -empezó él.
-Ni tampoco eres un superhombre. Tienes cicatrices. Cuan­do las vi por primera vez, no supe de qué' eran, pero ahora ya lo sé. Y un día te atravesará una bala. No quiero estar en casa sola esperando a que suene el teléfono. Soy fuerte, pero no tan­to. Me importas demasiado.
A Nick le asombró el efecto que le hicieran aquellas tres últimas palabras. A ella le importaba lo que le sucediese.. Claro, estaba escrito en sus ojos, que le miraban con adoración cuando él le hacía el amor. .

-Ya hablaremos cuando lleguemos a Greenville --dijo él con firmeza.
-Puedes hablar todo lo que quieras -replicó Miley, echan­do a andar-, pero yo ya he dicho mi última palabra.
-¡Solterona anticuada! -estalló Nick.
-¡Mira quien fue a hablar! -exclamó ella, mirándole con indignación-. ¿Y tú qué te crees que eres, soldado? ¿Un don del cielo?
Le dieron ganas de estrangularla, pero, en lugar de hacerlo, se echó a reír.
-y no te rías de mí -continuó ella-. Fue todo un cuento, verdad? Me dijiste que para ti era hermosa, pero sólo he sido un ligue, ¡un Juguete entre combate y combate!

-Al principio sí, pero ahora no.
-Sí, es que ahora soy una responsabilidad legal -replicó Miley-. Soy una temporada de vacaciones que ha terminado. Nick negó con la cabeza. Era más guapa a la luz del día, pensó.
-Tú no has terminado, preciosa.
-¡Soy una solterona anticuada! -gritó ella.
Un ayudante de vuelo que pasó junto a ellos, les sonrió y dijo, guiñándole un ojo: .
-No crea.
Miley cogió el bolso y los libros y echó. andar hacia la terminal. .
-¿Dónde vas? -preguntó Nick.
-A casa. Tengo una librería de la que ocuparme.' -Espera.
-¿Qué?
Nick titubeó. No era corriente en él, pero la verdad era que esta vez no sabía qué hacer. Si la presionaba, podía perderla. Pero tampoco podía dejarla marchar. Se había convertido en al­guien muy importante para él. No quería ni pensar en no volverla a ver.
-Piénsalo durante un tiempo -,-dijo finalmente-. Durante unas semanas, hasta que yo vuelva.      .

-¿Volver? -preguntó ella con los ojos llenos de lágrimas.
¡Cuánto le dolía verla así! Nick nunca había visto una ex­presión así en una mujer. Él había estado al borde de la muerte, y no se, había asustado tanto como ahora, al ver la expresión de Su rnt.üer.
Miley luchó por dominarse  Respiró profundamente y, segu­ra ya  de que sería un suicidio seguir junto a él, añadió:
-No cambiaré de opinión.
-De todas formas, seguiré en contacto contigo.
-Haz lo que quieras.
-Tengo un trabajo que, cumplir,-dijo él-. No puedo vol­verme atrás.
Nick se dio cuenta de que era la primera vez en años qué le daba explicaciones a alguien.    

No quiero saberlo -replicó Miley-. Tú tienes tu vida y yo la mía. Si me lo hubieras dicho al principio, no me habría acercado a ti.
_Creo que eso lo sabía. Cuídate mucho. Siempre lo hago -dijo ella, mirándole con adoración por última vez-. Cuídate tú también.
-Sí. Miley se quedó mirando su alianza de matrimonio, y él vio la expresión de sus ojos.

-Sigue llevándolo -murmuró Nick-. Me... gustaría pen­sar que llevas mi anillo,
Las lágrimas rodaron por sus mejillas. Sin volverse a mirar­le, Miley echó a andar a toda prisa, llorando tanto que casi no veía por donde andaba. Nick se quedó parado donde estaba, observándola hasta que desapareció de su vista.