martes, 7 de agosto de 2012

Errores Del Ayer Cap 4




— ¿Te has vuelto loco? Ese no es lugar para una dama.
Joe frunció el ceño mientras Whiskers se encaminaba hacia las escaleras.
—No tengo intención de alojarla con los hombres. Por eso te he dicho que prepararas una de las habitaciones.

—Pues no te quedes ahí parado con esa cara de mal genio. Sal a ayudar a la chica a traer sus cosas —dijo el viejo cocinero mientras subía los primeros escalones—. Tienes peores modales que una mula.
Contrariado por toda la situación, Joe salió a buscar a Demi y la encontró frente a los barracones, sacando una baqueteada maleta del asiento de una vieja furgoneta. Le habría gustado poder ignorar su típica amabilidad texana, pero le resultó imposible y se acercó a tomar la maleta.
—Va a alojarse en la casa principal.

—Eso no será necesario, señor McCray. Estaré perfectamente cómoda en…
—No es su comodidad lo que me preocupa —interrumpió Joe a la vez que cerraba de un portazo la furgoneta—. Tengo que dirigir el rancho, y no pienso quedarme quieto mirando cómo convierte a mis hombres en unos inútiles Casanovas. Ha venido aquí para adiestrar a Black Satin, no para ocupar sus tardes de los sábados con encuentros románticos. Y hará bien en recordarlo.

—Un momento, vaquero —Demi golpeó con la punta del dedo índice el pecho de Joe—. No tengo ninguna intención de relacionarme con sus hombres, pero si decidiera hacerlo no sería asunto suyo. Lo que haga en mi tiempo libre es solo cosa mía —tomó la maleta de su mano y la retiró con energía—. Y no vuelva a cerrar así la puerta de Daisy, o hará que se caiga la herrumbre que la mantiene de una pieza —a continuación se encaminó hacia la casa, pero se volvió enseguida para lanzarle una mirada iracunda—. No sé cuál es su problema, pero su actitud hacia mí apesta. Mientras haga mi trabajo, no tiene de qué quejarse. Y hará bien en recordarlo.

Joe la miró mientras se alejaba hacia la casa. No debería importarle lo que hiciera mientras adiestrara bien al caballo. Pero la visión de su bonito trasero y de sus largas piernas hacía que se le secara la boca. Aquellas piernas subían hasta…

Asqueado consigo mismo, movió la cabeza. ¿Cómo iba a esperar que sus hombres se mostraran inmunes a ella si él no podía? Más que ningún otro, él debería ser inmune a Demi Lovato y sus encantos después de cómo lo había engañado para que la contratara.
No debía acercarse a ella más de lo que se acercaría a una serpiente cascabel. Demi se iría en cuanto acabara su trabajo con Black Satin.
Y eso era precisamente lo que él quería

Errores Del Ayer Cap 3



—No me apetece bailar esta tarde, señor Jonas, así que déjese de dar vueltas y hable claro. El motivo por el que no quiere que me ocupe de su caballo no tiene nada que ver con mi supuesta falta de experiencia o fuerza, sino con el hecho de que soy una mujer.
Joe sintió que empezaba a perder el control de la situación.
—Usted ha tergiversado las cosas —dijo, agitando el contrato ante ella—. No pienso tratar con alguien dispuesto a utilizar engaños para conseguir un trabajo.
—Si echa un vistazo al contrato, verá que no ha habido ningún tipo de engaño. Mis honorarios y lo que puede esperar de mí están claramente expresados.
— ¿Incluye parte de su trabajo dejarse matar? La «proeza» que ha realizado en el corral ha sido una de las más descabelladas que he visto en mi vida.
—Admito que mis métodos no son muy ortodoxos, pero le aseguro que funcionan —dijo Demi, y se encogió de hombros—. Satin y yo nos estábamos entendiendo a la perfección hasta que usted y sus hombres han llegado.
Veía que Jonas estaba cada vez más enfadado, pero no le iba a quedar más remedio que acostumbrarse al hecho de que el mejor hombre para aquel trabajo era una mujer. Además, ella no podía permitirse empezar a cancelar contratos si pretendía alcanzar su meta. Y estaba cerca de alcanzarla. Muy cerca.
—No quiero que se ocupe de mi caballo —dijo Joe, tenso—. A Satin le espera un gran futuro, pero, después de conocerla, creo que su influencia no sería buena para mi caballo.

Demi sintió que la rabia se iba acumulando en su interior. Si sabía hacer algo era transformar un animal brioso y díscolo como Satin en un magnífico caballo para la competición. A fin de cuentas, hacía más de seis años que era entrenadora profesional de caballos y llevaba toda su vida junto a ellos.
—El año pasado, un caballo entrenado por mí ganó la segunda plaza en la National Reining Horse, otros dos ganaron el primer premio en competiciones similares y tres de los principales competidores de este año también han sido entrenados por mí.

—Está muy bien recomendada por Cal, señorita Lovato, pero…
—Pero nada —Demi se levantó, apoyó las manos en el escritorio y se inclinó hacia delante—. Si tiene una razón válida para querer cancelar el contrato, yo seré la primera en romperlo. Pero no la tiene. El hecho de que sea una mujer es intranscendente. Cuando entro en un corral carezco de género. No soy ni hombre ni mujer. Adiestro caballos y punto. Eso es todo lo que debería importarle.
Joe se levantó y adoptó una postura similar a la de ella, de manera que sus narices estuvieron a punto de tocarse.
—Voy a cancelar el contrato, señorita Lovato.

—Me llamo Demi, y no puede cancelarlo. Es un contrato blindado, a menos que ambas partes estén de acuerdo en anularlo. Y le aseguro que las gallinas empezarán a dar leche antes de que yo me eche atrás —se encaminó hacia la puerta y se volvió para sonreír a su rabioso patrón—. Hable con su abogado y él le aclarará las cosas. O me paga por adiestrar a su caballo, o me paga por no hacer nada. Punto. Usted elige. Pero deje que le recuerde que la lista de espera de mis clientes incluye a sus principales competidores. Sólo acepté adiestrar a su caballo y ponerle a usted por delante por hacerle un favor a Cal. De lo contrario, habría tenido que esperar por lo menos un año.

A continuación salió del despacho y cerró la puerta suavemente a sus espaldas, pero apenas logró caminar unos pasos antes de tener que detenerse para apoyar la espalda contra la pared. Todo el cuerpo le temblaba, y las rodillas se le habían vuelto de gelatina.

Hacía tiempo que había aprendido a enfrentarse a cierta animosidad por parte de los criadores de caballos de mentes más estrechas. Pero Jonas se había excedido criticando su habilidad profesional y su experiencia. Si le hubiera dicho desde el principio que prefería no tratar con ella, o que se sentía incómodo con la situación, se habría planteado la posibilidad de liberarlo del contrato. Pero ya no estaba dispuesta a hacerlo. Quería demostrarle lo que valía.

Sonrió para sí. Aquello era una primicia para ella. Además de adiestrar un caballo para la competición, se le había presentado una oportunidad de oro para dar una o dos lecciones a un asno.
Su sonrisa dio paso a una risita cuando una maldición, seguida del sonido de un teléfono al ser colgado con violencia, llegó desde el despacho de Joe. Al parecer, su abogado acababa de darle las buenas noticias. J.J. Adams adiestraría a su caballo y, a menos que quisiera pagarle por no trabajar, no iba a poder hacer nada al respecto.
Sonriendo, Demi se apartó de la pared. Había llegado el momento de recoger sus cosas de Daisy y buscar un lugar en el que alojarse en los barracones.
Joe se pasó la mano por la frente, tensa.

—Hilliard dice que recuerda que el contrato es uno de los más claros que ha visto en su vida. No hay nada que hacer. O D.D. Lovato  hace su trabajo, o le pago por no hacerlo y me busco otro entrenador.
—Debería haber buscado algún otro —dijo Brad con expresión sombría—. Cal no me dijo que D.D. Lovato era una mujer.
—No os culpo ni a ti ni a Cal —Joe lanzó una mirada iracunda hacia la puerta—. Es evidente que la señorita Lovato ya ha practicado este pequeño engaño antes con sus iniciales y le ha salido bien. Tuvo oportunidad de sobra de identificarse cuando hablasteis sobre el contrato. Además, yo debería haber hecho que investigaran su nombre antes de firmarlo —volvió la mirada hacia la urna de cristal—. Y puede que no sea mala idea hacerlo ahora.
Brad se levantó para irse.

—Haz lo que mejor te parezca. Ya que una de las condiciones del contrato es que el adiestrador tenga una habitación en los barracones, será mejor que me ocupe de eso antes de la cena.
—No. La señorita Lovato va a ser la única mujer de menos de sesenta años viviendo en un radio de treinta y cinco millas, y no quiero problemas entre los hombres —Joe siguió a Brad al vestíbulo—. Puede ocupar una de las habitaciones de arriba.
—le lo diré.
Joe negó con la cabeza.
—De ahora en adelante, yo me ocupare de Demi Lovato. Ya veremos cuánto le gusta tratar con alguien inmune a la distracción de su bonito rostro.
Brad se encogió de hombros antes de salir.
—Tú eres el jefe.
Joe fue a la cocina.
—Whiskers, necesito que prepares una de las habitaciones de invitados.
El viejo cocinero removió el contenido de una gran perola que tenía en el fuego y luego miró una bola de masa que se hallaba sobre la encimera.
— ¿No tengo bastante que hacer como para que vengas a pedirme que haga otra cosa?
—Pareces un poco agitado. ¿Te ha dado mucho la lata Ryan? —preguntó Joe a la vez que deslizaba un dedo por encima de una tarta de chocolate.
Whiskers tomó una cuchara de madera y golpeó con ella el dorso de la mano de Joe.
—Mantente alejado de esa tarta. Es para la cena —agitó la cuchara ante él—. Controlar a ese hijo tuyo es como tratar de retener al viento en una jaula. Es imposible.
Joe sonrió.

—Sospecho que vas a tener que echarte una siesta antes de la cena.
—Muchacho, sabes muy bien que apenas hago algo más que cerrar unos momentos los ojos durante el día.
Flint reprimió una risa. Los ronquidos de Whiskers mientras «cerraba unos momentos los ojos», podrían causar una estampida.
— ¿Dónde está Ryan? —preguntó, mirando a su alrededor.
—Supongo que fuera, buscando algún modo de crear problemas —Whiskers volvió a remover el contenido de la perola—. Hace unos momentos he oído un revuelo procedente de tu despacho. ¿Qué es lo que te ha irritado tanto?
Flint se puso repentinamente serio.
—La mujer que va a adiestrar a Satin.
Whiskers se quedó boquiabierto.
— ¿Mujer? ¿Has dicho mujer? ¿La que he visto cruzar el patio en dirección a los barracones?
—Sí.

Unas Locas Vacaciones Cap 7



-¿Qué?
-Que me excita -respondió él con toda franqueza. -¿Sólo con mirarte? -preguntó ella, mirándole con cara de profundo asombro.
-Tal vez sea por mi edad -repuso Nick, encogiéndose de hombros-. Tienes unos ojos muy expresivos, ¿sabes? Ellos me dicen todo lo que estás pensando.

-¿De veras? -dijo Miley, sonriendo-. ¿Y en qué estoy pensando ahora?
Él frunció los labios y luego sonrió.
-En que te gustaría cenar conmigo. ¿Qué te parece? -Sí. Me gustaría. Si no intentas seducirme.
Nick dejó escapar un suspiro.

-Me encantaría -confesó-. Pero tendré que tomarme las cosas con calma. Una virgen es toda una rareza para mí. La mayoría de mis conquistas de una noche han sido justo lo contrario de vírgenes.
Ella trató de no sonrojarse, pero sus mejillas la traicionaron.
-No quería ofenderte -dijo Nick rápidamente-. Además, contigo sería hacer el amor, no sólo sexo.

Miley sintió que se derretía por dentro al. Ver algo parecido a la ternura en su mirada.
-Lo siento.
-¿Por qué?
-Porque creo que... me habrías gustado como... amante. -Tú también a mí, pero no nos hemos encontrado en el momento indicado. Tendríamos que habernos conocido hace diez años. .

-No te habría gustado a los dieciséis años -replicó ella-.
La verdad es que me sobraban unos cuantos kilos.
-y yo estaba en una época muy difícil de mi vida. Qué  _ci_. .
Le cogió la mano y le dio un beso. En la palma, observando su gesto de placer.

-¿Cuánto tiempo vas a estar aquí?
-Cuatro días -respondió ella tristemente.
--Comparte  algunos recuerdos conmigo -murmuró Nick.
-Eso sólo empeoraría las cosas.
-Dejémoslo así -dijo él-.. No te seduciré.
-Mañana seguramente acabaré pidiéndote que lo hagas
-replicó Miley desalentadamente-. Junto a ti me siento terriblemente vulnerable.

-Yo también soy vulnerable --dijo él, recorriéndola con los ojos.
Miley  tuvo que hacer un esfuerzo para no apartar los ojos de su cara. Nick sonrió con malicia, sabiendo exactamente qué era lo que ella estaba pensando.
-No te preocupes -la tranquilizó-. Cuidaré de ti. -Eres tan guapo -murmuró ella.
-y tú eres despampanante. ¡Dinamita. Pura!
-Gracias.,
-Tan 'ingenua -continuó Nick-. I.D. se moriría de risa si me viera ahora.
-¿I.D.? -preguntó ella.

Un viejo amigo -contestó él, sonriendo--. Ahora cierra los ojos y vamos a tomar un poco de sol. Luego te llevaré a dar una vuelta por la ciudad.
Cerró los ojos, pero enseguida volvió a abrirlos y añadió: -Pero no iremos a los muelles.

De vez en cuando ocurrían milagros, pensó Miley ilusionadamente. Aquellos cuatro días iban a ser los más maravillosos de toda su vida.  

Unas Locas Vacaciones Cap 6



-¿De qué te ríes?
-¿De veras quieres saberlo?
Ella se puso también boca abajo y se apoyó en los codos. Se sentía atraída hacia aquel hombre, y no podía entender por qué le parecía tan natural estar tumbada junto a él, observándole.
 Nick tenía la vista fija en su generoso busto, y cuando ella hizo ademán de moverse, la detuvo.

_No vas a quedarte embarazada porque te mire -murmuro. ,
-Eres un hombre horrible -replicó Miley altivamente.
-Sí, pero soy mucho menos peligroso que cualquiera de los hombres que viven aquí. Digamos que soy un mal menor. , No voy a seducirte.
-Como si algún hombre tuviera esa intención -dijo ella, echándose a reír.
-Si lo estuviéramos en un lugar; público, te daría un curso intensivo de seducción. Acaba de pasarme algo que me ha traspasado hasta la médula, y tú tienes la culpa.

Miley se le quedó mirando con los ojos muy abiertos, tratando de convencerse de que no había oído aquella última frase.
-Ya veo que me has, entendido -dijo él, sonriendo perezosamente-. ¿Qué pasa, tan protegida has vivido siempre?
-Sí contestó Miley-. Tú no, ¿verdad?
-Efectivamente. Podría hacer que te saliesen canas si te contase la historia de mi vida. Sobre todo -añadió sin parpadear-, la parte que se refiere a las mujeres.

-No eres nada... romántico.
-No. De vez en cuando tengo necesidad de una mujer para calmar mi instinto sexual. Pero es lo único que es: sexo, sin ilusiones.
-Tiene que haber una razón -dijo Miley suavemente. Él asintió.
-Yo tenía veinticuatro años y ella veintiocho. Era una mujer muy experimentada y bella como un"'a diosa. Me sedujo en la cubierta de un yate, y, a partir de entonces, habría sido capaz de morir por ella. Pero era cara, y yo estaba enloqueciendo... Al final vendí todo lo que tenía para Comprar su fidelidad.
Hizo una pausa y continuó:

-Yo había ayudado a mis, padres a comprar una casa con el dinero que ganaba... -titubeó un instante sin llegar a explicar cómo ganaba aquel dinero--.Y llegué hasta hipotecarla. El banco ejecutó, la hipoteca. Mi padre, que había puesto los ahorros de toda su vida para contribuir al pago de la casa, murió de, un ataque al corazón poco después. Mi madre me echó la culpa de ello, ya que le había arrebatado algo por lo que él había trabajado durante toda su vida. Mi madre murió seis meses más tarde.
Cogió un puñado de arena y la dejó que se escurriera lentamente entre los dedos.
-¿Y aquella mujer?
-Encontró otro idiota -:¡-repuso él, sombríamente-. Uno con más dinero.     . .
-Lo siento. Comprendo que estés desengañilado, pero...
-Pero no todas las mujeres son insensibles y mentirosas –la interrumpió él-, ¿no es eso?
-El único novio que he tenido me engañó con otra chica -replicó Miley.
_Qué tórrida historia debió ser -dijo él con sorna.
_ Y o le quería, pero a él le interesaba más la satisfacción física que un amor para toda la vida.      .
_Eso le pasa a muchos hombres.
_Supongo que sí -dijo ella, dándose la vuelta y tumbándose  boca arriba-. De todos modos, he decidido que me gusta estar sola. 'Es mucho más seguro.
-Me desconciertas -admitió Nick.
-¿Por qué? ¿Porque no tengo experiencia?
Él asintió.
-En mi mundo no hay sitio para la experiencia. Para mí eres un ser curioso.
-Sí. Lo mismo que tú para mí.

Nick le apartó el pelo de la cara con sus manos fuertes y callosas, que parecían habituadas al trabajo duro. A Miley le gustó sentir aquella aspereza en la piel. Él le miró el escote del traje de baño y observó su reacción. La tela era muy fina y las puntas de los pezones se hicieron tan evidentes como su respiración agitada.
Miley hizo ademán de cubrirse con los brazos, pero él la disuadió con la mirada.
-Es algo tan natural como respirar -le dijo con un tono de voz que apenas se destacaba por encima del rumor de las olas-. Es muy halagador. No te dé vergüenza.
-Me crió una tía solterona -le explicó ella-. Me enseñó        que...,
Nick le puso un dedo sobre los labios.
-Ya me imagino lo que te enseñó -replicó, mirándole la boca-. Me gusta tu boca, Miley. Me gustaría besarte.

La idea era emocionante.. Ella se fijó en sus labios. El de arriba era fino y el inferior grueso y sensual.
-¿Te han besado mucho? -le preguntó Nick.
-Una o dos veces -repuso ella, intentando bromear. -¿En la boca?
Miley tuvo la 'impresión de que el corazón iba a salírsele del pecho. Y todavía fue peor cuando sintió el  roce de sus dedos deslizarse por su cuello, su clavícula, y llegar hasta sus pechos.
-Es impresionante, ¿eh? -murmuró él-. No hay nadie cerca, nadie puede vemos -añadió en tono tranquilizador.

Sonrió maliciosamente mientras deslizaba los dedos por debajo de la tela del bañador. El cuerpo de Miley reaccionó violentamente ante aquella provocación. Y Nick tenía demasiada experiencia como para no saber exactamente qué era lo que ella sentía.

-Una piel como la seda -musitó él Miley quería más. Quería que le acariciase los pezones; quería ver cómo lo hacía, ver cómo la poseía con aquellas manos encallecidas y expertas.
-Si sigues mirándome así, me voy a olvidar por completo de si hay espectadores o no.

Miley se sintió temeraria y vulnerable. Cuatro días en los que atesoraría recuerdos para toda una vida, pensó amargamente. Todas sus amigas estaban casadas, todas tenían un poco de felicidad. Todas menos Miley. Ella no la había tenido nunca. Y ahora aquel hombre que podía haber conseguido a cualquier mujer de la playa estaba jugando con ella, divirtiéndose al verla tan indefensa... y ella le dejaba.
Sus ojos se ensombrecieron y, al notario, Nick murmuró: -No. No estoy jugando.
Ella se mordió el labio inferior para contener las lágrimas.
-Sí, sí que juegas. Tú...      ,

Los labios de Nick se apoderaron de los suyos, impidiéndole continuar.
-Calla -murmuró, besándole los párpados-. Nadie puede vernos.'  .
Sus manos 'se deslizaban por debajo de la tela del bañador más y más adentro.
-Nichola -dijo ella, aferrándose a sus hombros.
Nick dudó un instante. La miró a los ojos y preguntó: -¿Es la primera vez?
-¿No resulta evidente? -contestó ella.
Nick le cogió la cara entre las manos y la 'besó con una ternura que no sentía desde que era un niño.
-Gracias, gracias.
No pudo soportado. La gratitud de Miley le hacía daño.
 -Hablas como si tuviera que hacer un esfuerzo para acariciar te -le dijo-. Si supieras más de los hombres, te darías cuenta de que tú me excitas mucho más a mí que yo a ti.
-¿Yo? -repitió ella con los ojos brillantes.
-Sí, tú.

Miley esbozó una sonrisa, y él se quedó maravillado al verla repentina belleza que cobraba su cara.
Se apoyó en un brazo y con el otro le acarició el pelo con  aire ausente.
-Me gustan tus piernas -dijo por fin.
-¿De verdad? Y ó creo que soy muy desgarbada.
.-Eres muy sincera, ¿verdad? -replicó Nick por segunda vez en aquel día-. Quizá yo también debiera serlo y decirte que en principio no me importa que me mires, pero que...

Unas Locas Vacaciones Cap 5




Miley apartó la cabeza. Prefería no verle. Era un hombre muy sensual, demasiado para una mujer que casi no sabía nada del sexo opuesto. Tenía que darse cuenta de su ingenuidad, y seguramente era algo que le divertía; pensó amargamente.

Al ver su expresión, Nick hizo un gesto de disgusto. ¿Por qué tenía que mirarle siempre con aquella cara de niña desvalida? Le molestaba. Se había cortado el pelo, ¿no? Estaba favorecida, pero ¿por qué demonios estaba envuelta en aquel chal? Todavía no había conseguido verla sin algo 'que no la cubriese desde el cuello hasta los pies. Frunció el ceño. Seguro que tenía el pecho plano y no quería que nadie se fijase. ¿Por qué no se daba  cuenta de que con sus intentos de disimularlo, sólo conseguía atraer más la atención sobre ello?

Se la quedó mirando con los ojos entrecerrados. Bonitas piernas y bonitas caderas también. Cintura de avispa. Y el chal. Había dicho que le hacía falta adelgazar, pero Nick no conseguía saber de dónde. A él le parecía perfecta.
Era sólo una mujer, pensó. Únicamente una aventura más. ¿Es que no iba a aprender nunca? ¿Acaso no había pagado ya por un gran amor? Un gran amor, pensó amargamente. Un capricho que le había costado todo lo que le importaba en la vida. Su casa, su porvenir, los ahorros que sus padres habían sacrificado para darle...

Apartó los ojos y contempló el mar. 'Después se volvió de nuevo a mirarla, esbozando una sonrisa. Aquella era una clase de mujer que no le resultaba familiar. Se dio cuenta de que le inspiraba curiosidad.

Avanzó hacia ella y Miley le vio por el rabillo del ojo. Sintió que el pulso le estallaba. No, rogó mentalmente, cerrando los ojos. «Vete, por favor. No me des esperanzas. No te acerques a mí. Me haces sentirme vulnerable, yeso es justamente lo que no quiero ser».
 -No te va a dar mucho el sol con eso puesto --':'le dijo Nick, tumbándose a su lado.
-No quiero quemarme -repuso ella con voz ahogada.
-¿Sigues enfadada par lo que te dije anoche? -preguntó él con una sonrisa.
-Un poco.  , Nick le quitó las gafas de sol para poder apreciar la expresión de sus ojos. Era un hombre muy seguro de sí yeso se veía. Precisamente por esa razón Miley le tenía miedo.

-No pretendía burlarme de ti -dijo bruscamente-. No estoy acostumbrado a las mujeres. He vivido mucho' tiempo sin ellas.
-y no te caen bien -replicó Miley.
-De vez en cuando. En la cama -le espetó él. Soltó una risita al verla sonrojarse.
-¿No me digas que te da vergüenza lo que te digo? -continuó en tono' irónico--. Estoy seguro de que el tipo de libros que has traído cuentan los detalles con toda crudeza.
-No es lo que estás pensando -protestó ella.
Tenía una vulnerabilidad a la' que Nick no estaba acostumbrado. Pero debajo había acero. Le daba la impresión de que bajo aquella timidez escondía un carácter tan decidido como el suyo.
-¿Te doy miedo?
-Sí... No he tenido mucho trato con hombres. No soy una mujer muy experimentada.
-¿Efes siempre tan sincera?
-no me gusta que me mientan, así que trato de no decirle mentiras a nadie. '

-¿Es tu regla de oro? -preguntó Nick, acariciándole suavemente el' pelo.
Se dio cuenta de que brillaba como Una piel de visón.
-Me gusta tu corte de pelo -añadió.

-Me daba mucho calor llevarlo largo -balbuceó ella.
No estaba acostumbrada a que la acariciasen, y aquel hombre tenía algo magnético. Le resultaba tremendamente inquietante tenerle tan cerca. La hacía experimentar sensaciones que no sentía desde la adolescencia, una ansiedad mezclada con miedo y con deseo.
-¿Por qué te has puesto eso? -preguntó él, señalando el chal.
Miley tragó saliva.

,.-Yo... no... Pero... -tartamudeó.
-Anda, quítatelo -dijo Nick-. Quiero ver cómo eres.
Había un pasaje parecido en la última novela de su autora preferida. Se había quedado sin aliento al leerlo. Pero esto era real, y el brillo de aquellos ojos negros la hizo estremecerse. Olvidó, por qué se había puesto el chal y dejó que Nick se lo quitara.

-Dios mío -exclamó, él al descubrir qué era" lo que ocultaba. Miley volvió a sonrojarse, sintiéndose como una adolescente azorada.
-¿Pero por qué? -preguntó Nick.
Ella se movió nerviosamente.
-Es que... los hombres se me quedan mirando...
-¡No me extraña! ¡Eres maravillosa!
Nadie la había dicho nunca una cosa así. Le miró fijamente a los ojos, pero no vio ninguna burla en ellos.
-¿Por eso llevas siempre esas blusas tan holgadas?
Ella asintió con un suspiro.

-Los hombres parecen creer que las mujeres que están... bien dotadas tienen todas unas costumbres muy relajadas. Me da vergüenza que se me queden mirando. .
-y yo que 'pensaba que tenías el pecho plano -dijo Nick, sonriendo.
-Pues ya ves que no.
-No hace falta que te cubras otra vez -le dijo él, tumbándose:--. Yo me encargo de alejar a tus admiradores.
Miley se sintió halagada. Y asustada. ¿Esperaría algún privilegio por aquella protección?
-Sin condiciones -murmuró él con los ojos cerrados-.
Quiero descansar, no tener un apasionado idilio.
-Lo mismo que yo -replicó Miley con aire apesadumbrado--. No sabría cómo tenerlo.
-¿Eres virgen?
-Sí.
-Cosa rara en estos días
-Es que creo en el príncipe azul. .

-No lo dudo, teniendo en cuenta lo que lees –repuso Nick, estirándose.
Miley se quedó extasiada al ver cómo se le marcaban todos los músculos.
Nick abrió los ojos y se sintió extrañamente conmovido al ver su expresión de arrobamiento.' Apostaría el sueldo de todo un año a que nadie la había acariciado ni siquiera del modo más inocente, pensó. Se preguntó cómo sería cuando la dominase la pasión, si los ojos le brillarían, si se relajaría y confiaría en él. Frunció el ceño ligeramente. Sólo una vez le había dedicado tiempo a una mujer, pero aquellos días ya los había olvidado. Sin embargo, sintió de pronto un ansia de acariciar a aquella criatura que estaba a su lado y enseñarle cómo se hacía el amor. Cómo se acariciaba.

Aquel pensamiento hizo que su cuerpo sufriera una súbita reacción.
Se dio la vuelta y. se apoyó sobre el estómago; asombrado por aquella inesperada ansiedad. ¿Sería una bruja? ¿Sabría lo que le estaba ocurriendo? No, decidió. De haberlo sabido, sus mejillas virginales lo habrían hecho bien patente. Seguro que no tenía ni idea de lo que les sucedía a los hombres. Sonrió para sí al pensarlo.

Unas Locas Vacaciones Cap4



Él se le quedó mirando con frialdad. Parecía enormemente tranquilo y despreocupado. Miley se preguntó si habría algo que pudiera llegar a ponerle nervioso. Tenía una curiosa seguridad en sí mismo, como si hubiera comprobado su resistencia hasta el límite y se conociera mejor que nadie.
Miró por encima del hombro, y en una sola ojeada, captó la situación.
-Disfrutarías más de tus vacaciones si te mantuvieras alejada de esta parte de la ciudad una vez que ha oscurecido –le dijo en tono amable, pero con autoridad-. Ya veo que tienes un admirador...
-Sí, "eso creo...

Iba a volver la cabeza hacia atrás, pero Nick la detuvo. -No lo hagas. Dirá que le estás alentando.
Se echó a reír y añadió:
-Tiene por lo menos cincuenta años y está calvo. Si has ido a los muelles a buscar un hombre, podrías haberle guiñado el ojo.
Nick había pretendido gastarle una broma, pero ella se sintió dolida. Estaba claro que no creía que pudiese atraer a un hombre como él.

-Es que me olvidé de en dónde estaba, si quieres que te diga la verdad. Me fijaré mejor la próxima vez. Perdona -añadió, alejándose de él.
Nick la observó encaminarse hacia el hotel, sintiéndose enfadado consigo mismo por no haberse dado cuenta de que su broma le resultaría ofensiva. Maldijo en voz baja y fue tras ella.
Pero Miley ya había tenido bastante. Se dirigió apresuradamente al hotel y subió por la escalera hasta el segundo piso en lugar de esperar al ascensor. Entró en su habitación y cerró la puerta con llave. Aunque tampoco tenía por qué enfadarse tanto. Nick no era la clase de hombre que perseguía a libreras Con gafas, se dijo fríamente.

Aquella noche no bajó a cenar. Lo más seguro era que Nick no se hubiera molestado en. Acercarse a ella, pero se sentía demasiado disgustada como para arriesgarse. Pidió. Que le sirvieran la cena el) la habitación y disfrutó de unos sabrosos mariscos a solas.

A la mañana siguiente, bajó a desayunar con el firme propósito de no dejar que Nick creyera que le rehuía. Y allí estaba él, sentado en una mesa que daba a la ventana y leyendo el periódico. Tenía buen aspecto, pensó, con aquellos pantalones  holgados y la camisa blanca y roja, desabrochada hasta la mitad. Como cualquier turista. Como si hubiera sentido su mirada fija en él, Nick  levantó los ojos del periódico y se la quedó mirando a su vez. Miley se sonrojó, pero él se limitó a sonreír y luego continuó leyendo. A partir de aquel momento, ella no supo siquiera ni lo que comía; y estuvo todo el rato observando a Nick con el rabillo del ojo.

Era un hombre demasiado experimentado para una pueblerina como ella, se dijo severamente. Tenía que mantenerse apartada de él. Nick no sentía el más mínimo interés por ella, a pesar de lo fascinada que Miley se sentía por él. Estaba de vuelta de todo y parecía que lo único que Miley conseguía era divertirle... nada más.

Decidida a disfrutar de los cuatro días de vacaciones que le quedaban, subió a su habitación. Se puso un bañador negro, se sujetó el pelo con unas horquillas y se miró al espejo. ¡Qué belleza tan arrebatadora!, pensó sarcásticamente. No era de extrañar que Nick no se mostrara interesado. Con el aspecto que tenía, ni un tiburón se sentiría tentado a acercarse a. ella.

«Vete a México y diviértete», le había dicho su amiga Demi. « ¡Hazte notar! ¡Atrae a los hombres!», Miley suspiró tristemente. En Greenville sería primavera y todo estaría empezando a florecer, y los libros estarían vendiéndose bien... sobre todo las novelas de amor. Y allí estaba ella, sin que nada hubiese cambiado, salvo el entorno. Sola y sin que nadie la quisiera ni la necesitara, como de costumbre. Miró con rabia a su reflejo e impulsivamente llamó por teléfono al salón de belleza del hotel y pidió hora para cortarse el pelo.

Más tarde, cuando se miró al espejo y vio el aire travieso que le daba el nuevo corte de pelo, sonrió complacida. Subió otra vez a su habitación, se maquilló un poco, cosa que no solía  hacer nunca, e incluso se puso perfume. El resultado final no le daba el atractivo de una estrella de cine, pero suponía una mejora evidente.

Por último, se miró el busto con aire desalentado. Estaba claro que no habría manera de solucionar aquel problema, se dijo, poniéndose un chal de playa por los hombros. Luego cogió la bolsa y metió la toalla y el bronceador. Finalmente se puso las gafas de sol y se encaminó a la playa.
Era maravilloso. La playa, el sol y el perezoso ritmo de las olas, todo se combinaba para serenarla. Se tumbó en la arena y admiró la belleza de todo lo que la rodeaba. Se preguntó qué habrían pensado los primeros colonizadores de la actual afluencia turística a aquel puerto cargado de, historia.

Sintió como si alguien la estuviese mirando fijamente y volvió ligeramente la cabeza. Vio a Nick, que paseaba por la playa fumando un cigarrillo. El sol hacía que el pecho le brillase como si fuera de platino. No llevaba camisa y estaba muy moreno. Miley no podía apartar los ojos de él. No era un hombre velludo, pero una fina capa de vello rubio le cubría los músculos del pecho y también las piernas, largas y fuertes. Llevaba unos pantalones cortos muy desgastados y unas sandalias.

lunes, 6 de agosto de 2012

La Inocente Novia Del Jeque Cap 37



-¡He sido tan boba! Si me hubieras dicho que me querías, yo te habría dicho que te quería también -añadió Demi desabrochándole la corbata.
-¿Entonces solamente tengo que decirte que te quiero? -contestó Joe con la respiración entrecortada.

-Sí, y yo te digo que yo también te quiero, ¿Qué te parece? Te he querido desde la primera vez que te vi en aquella moto cuando casi te llevaste a Squeak por delante.
A continuación, mirándose a los ojos, Joe se dio cuenta de que Demi sonreía encantada y ella se dio cuenca de que Joe estaba exultante de felicidad.
-Yo creo que yo también me enamoré de ti en aquel mismo instante. De verdad que no entiendo cómo puedes quererme cuando he cometido tantos errores -se lamentó Joe.
-Te quiero y punto.

-Yo creía que te habías casado conmigo solamente porque te habías quedado embarazada.
-Yo también creía que tú te habías casado conmigo por lo mismo.
-Pero la primera vez que te lo pedí, en el castillo, todavía no estabas embarazada -le recordó él.
-No, pero entonces creí que lo hacías porque te sentías culpable.
Joe la abrazó con fuerza.

-Admito que me sentía culpable, pero aquella propuesta nació del amor y del deseo. Desgraciadamente, aquel día no entendí a mi propio corazón y, cuando te acusaron de robo, me dejé llevar y eso me alejó de ti. Si eso no hubiera ocurrido, al cabo de unos días me habría dado cuenta de que eras la mujer con la que quería pasar el resto de mi vida, pero te decepcioné...
-No insistas en eso -lo reprendió Demi poniéndole un dedo sobre los labios.
-Te quiero tanto -dijo Joe besándola.

Dieciocho meses después, Demi estaba en la habitación de Tazeem, que por fin se había quedado dormido.

Aquel día, los príncipes habían dado una gran fiesta para el personal de servicio y sus vecinos y todos lo habían pasado en grande. El rey Hafiz, que últimamente iba mucho por el castillo escocés en el que vivían su hijo y su nuera, se había reído de lo lindo con los payasos que habían contratado para entretener a los más pequeños.
Incluso los mellizos, Amir y Bisma, que dormían apaciblemente en la habitación de al lado, había aguantado toda la fiesta.
Su llegada había sido una completa sorpresa y ahora los niños tenían dos meses y hacían las delicias de sus padres. Joe lo había pasado un poco mal durante el parto, pero pronto se había repuesto.

El último año y medio de casados había sido la gloria para Demi pues estaba segura de contar con el amor y la admiración de su marido y ahora ya no tenía que preocuparse constantemente por ser la esposa perfecta.
Su hermano Daniel había terminado el doctorado y estaba trabajando en un proyecto de conservación en el Golfo Pérsico, lo que le permitía ir a Dhemen a visitarla cuando quería.
Lo único que había empañado momentáneamente su felicidad había sido que no había podido hacer las paces con su padre. Angus Ross le había devuelto sin abrir todas las cartas que le había enviado y había muerto repentinamente de un infarto seis meses atrás.

Daniel y ella habían ido a su entierro con la conciencia bien tranquila porque habían intentado hacer las paces con su progenitor
Ahora, Demi disfrutaba y valoraba más que nunca del amor, la bondad y el apoyo que había encontrado en la familia de Joe.
-Tenemos dos niñeras y un montón de personal de servicio, pero, ¿por qué sabía yo que te iba a encontrar aquí? -sonrió Joe desde la puerta.
-Exactamente en el mismo lugar donde te encuentro yo a ti muchas veces —sonrió Demi-. ¿Se ha acostado ya tu padre? -añadió abrazándolo de la cintura y caminando a su lado hacia su dormitorio.

-Sí -contestó Demi-. Les he dicho a los payasos que tienen que volver para su cumpleaños porque hacía años que no veía reírse tanto mi padre. Muchas gracias -añadió mirándola con cariño-. A mi padre nunca le ha gustado viajar, pero tú le haces sentir tan a gusto en esta casa, que por eso viene tan a menudo.
-Me alegro.
-Me encanta estar casado contigo -sonrió Joe con voz ronca mientras la agarraba de la cintura.

-¿De verdad? -contestó Demi con una sonrisa provocadora y femenina.
-Me vuelves loco -le aseguró Joe acariciándole las caderas.
-Yo también te quiero mucho -contestó Demi pasándole los brazos por el cuello.
Joe se inclinó sobre ella y la besó y Demi se estremeció de deseo. A continuación, Joe le dijo lo feliz que era a su lado y cómo su vida no tendría sentido sin ella y sin los niños.
Demi lo escuchó mientras Squeak bostezaba sin parar pues ya había visto aquella escena muchas veces, así que se fue a dormir a su cesta, situada en la habitación de al lado.

Fin