Sí -dijo ella con una forzada sonrisa tranquilizadora.
El vecino echó una mirada dudosa a Nick y decidió alejarse.
-Subamos por esta escalera.
Si Nick la tocaba estaría perdida. Una cosa conduciría a la otra.
Era mejor terminar allí mismo.
-No.
Nick apenas contuvo el deseo de sacudirla.
-Dime que lo que hemos compartido no significa nada para ti.
-Yo...
Ella no
podía hacerlo. Sus ojos se nublaron mientras luchaba por encontrar algo que
decir y que no fuera una insensatez.
Nick alargó
un brazo hacia ella con menos tensión. Con una mano le tomó la nuca y luego la
atrajo hacia sí con la otra, y entonces la besó suave e intensamente.
Cuando alzó
la cabeza ella sólo pudo mirarlo.
-Eres
difícil -dijo con calma-. Ninguna mujer me ha enloquecido tanto como tú lo has
hecho -añadió con una cálida sonrisa-. Me has mantenido a distancia durante un
año rechazando amablemente mis invitaciones. Tenía que contentarme con unas
breves conversaciones muy educadas cada vez que nos encontrábamos en alguna
reunión social.
-Sí.
Miley
recordaba todas y cada una de esas ocasiones, sus nervios en estado de alerta
cada vez que veía su figura; un reconocimiento en un nivel emocional muy
profundo que temía explorar, porque si penetraba en su espacio no podría salir
de allí.
-Cásate
conmigo.
Miley abrió
la boca y la cerró de inmediato,
-¿Qué has
dicho?
-Cásate
conmigo -repitió Nick. Ella sólo pudo mirarlo, sumida en un silencio
conmocionado-. ¿De verdad quieres que nuestros hijos sepan que su padre propuso
matrimonio a su madre en un garaje subterráneo? -preguntó suavemente.
Era una
broma pesada.
-No hablas
en serio.
-Hablo muy
en serio
-Nick.
-Quiero
compartir el resto de tu vida -dijo suavemente-, Quiero ser el padre de tus
hijos y verlos crecer junto a ti.
No había
duda de que hablaba con toda seriedad.
La verdad
estaba allí, en la profundidad de sus ojos oscuros, en la sincera calidez de su
voz, en el toque de su mano.
Desde el
interior la alegría ascendió en espiral y cantó con dulce y gloriosa
sensualidad en las venas de Miley.
Nick esbozó
una sonrisa cuando su mirada recorrió las paredes del garaje, que parecían una
caverna de cemento.
-Había
planeado un entorno bastante diferente a este.
Los labios
de Miley se entreabrieron en una suave y trémula sonrisa.
-No necesito
música suave, luces suaves, excelente comida ni vino.
Nick
recorrió con los dedos el mentón y le alzó la barbilla para acariciar con el
pulgar el labio inferior.
-¿Sólo
necesitas las palabras, cariño?
Ella sintió
como si se balanceara al borde de algo maravilloso.
-Sólo si las
dices en serio.
-Tú eres
para mí el amor que pensé que nunca encontraría -declaró con suavidad-. Te
quiero, te necesito. A ti -dijo enfatizando la última palabra-. Para el resto
de mi vida.
Por el momento
ella no parecía capaz de articular una palabra. Estaba abrumada. Él la
abrumaba. Con un gesto instintivo presionó la boca en la palma de la mano
masculina.
-No quería
gustarte -dijo con voz
temblorosa-. Y especialmente no quería enamorarme de ti.
Había
luchado denodadamente contra él, odiándolo por obligarla a reconocer que sus
almas eran dos partes de un todo.
-¿A causa de
mi presunto pasado peligroso? -preguntó, divertido.
-Tu pasado
modeló y forjó al hombre que has llegado a ser.
Le confirió
tenacidad, fuerza de voluntad e integridad de la que carecían muchos hombres
iguales a él.
Nick la besó
con tanta intensidad y ternura que ella sintió que se derretía en sus brazos.
Minutos más
tarde, la llevó de la mano hacia el ascensor.
-Tenemos que
salir de aquí -dijo con una sonrisa apasionada oculta bajo una capa de buen
humor-. ¿Tu casa o la mía?
-¿Me estás
permitiendo tomar la decisión?
Él se detuvo
para volver a besarla intensamente.
-Tienes una
boca descarada.
-¿Eso es un
cumplido?
Segundos
después se abrió la puerta del ascensor.
-¿Al
vestíbulo o a tu apartamento?
-La gata.
-Así que no
vamos al vestíbulo.
El ascensor
empezó a subir al piso de Miley.
-Necesito
ropa -continuó ella.
-La gata se
acostumbrará.
-¿A qué?
-A su nuevo
hogar.
Ella lo miró
y sintió que se derretía.
-Te quiero.
-¿Quiéreme,
quiere a mi gato? —interrogó él en tono jocoso.
-Ella está
conmigo -dijo al tiempo que el ascensor se detenía en su planta.
Nick le sacó
las llaves de la mano, entraron en el apartamento y él cerro la puerta.
-¿Debo
interpretarlo como un sí?
Miley lo
miró con serenidad. El amor estaba allí, para ella, sólo para ella. Dudó si
alguien había visto a Nick tan vulnerable como en ese momento y eso la conmovió
más que todo lo que él hubiera podido decir.
-Sí -dijo
sencillamente.
Nick
necesitaba demostrarle cuánto significaba ella para él... y lo hizo tan
concienzudamente que el día dio paso a la noche. Era medianoche cuando fueron
al refrigerador. Luego se prepararon una tortilla, tostadas y café.
-¡La compra!
-Miley exclamó de pronto en tono desesperado mientras movía la cabeza de un
lado a otro-. La dejé en el coche –añadió mientras pensaba en la leche
estropeada, y en los otros comestibles.
-¿Tienes
algún plan específico para las próximas semanas? -preguntó Nick distraídamente.
Miley estaba
adorable, con los ojos chispeantes, la piel cálida y la melena en desorden.
Nick estiró
una mano y le colocó un mechón de pelo detrás de la oreja.
-¿Alguna
razón en particular?
La sonrisa de
Nick expresaba una divertida indulgencia.
-Una boda.
La nuestra -dijo. Llegaría el día en que nada de lo que hiciera o dijera la
sorprendería... pero todavía faltaba mucho para que eso sucediera- Algo
privado, por deferencia a tu padre. Sólo la familia y algunos amigos íntimos.
Si deseas una ceremonia tradicional, podemos repetir los votos dentro de unos
meses.
-¿Semanas? -Miley
reiteró en un tono de divertido asombro-. Este fin de semana debo ir a Roma a
la boda de Taylor.
-Perfecto.
Vamos juntos, pasamos unos días en la ciudad...
Ella alzó
una mano.
-Vas
demasiado rápido.
-Y
regresamos a tiempo para ocupamos de los trámites matrimoniales -concluyó.
-¿La luna de
miel antes de la boda? –intentó decirlo a modo de broma, pero no le resultó del
todo.
-¿Alguna
objeción?
¿Cómo podía
hacerlo cuando todo lo que quería era estar con él?
-Me dejas
sin aliento -admitió pensando en la organización de una boda y en los planes de
viaje para Roma.
Y también
estaba su trabajo.
Nick observó
su lucha emocional e intentó calmarla.
-Todo se
limita a una serie de llamadas telefónicas. Déjamelo a mí.