-Te estoy proponiendo que te vistas, que subas al coche conmigo
y que no mires atrás.
Demi lo miró atónita.
-¿Me estás pidiendo que me vaya contigo?
-Te estoy pidiendo que seas mi amante.
Demi no se podía creer lo que estaba escuchando.
-Pero...
-Escúchame antes de contestar. Tengo una casa en Londres en la
que podrías vivir de momento. Cuando hayas encontrado una que te guste, la
compraré para ti y me haré cargo de todos tus gastos.
Demi comprendió lo que le estaba ofreciendo y la sorpresa y la
furia se apoderaron de ella.
-No me respetas en absoluto, ¿verdad? ¿Es porque soy una
doncella de la limpieza o porque me he acostado contigo sin pensármelo dos
veces?
Joe la miró desconcertado.
-El respeto no tiene nada que ver con todo esto...
-¡Ya me he dado cuenta! Me he comportado como una estúpida, pero
eso no quiere decir que esté dispuesta a convertirme en una fulana.
-No es eso lo que yo te propongo. Lo que quiero es que pases a
formar parte de mi vida.
-¡No te creo! -exclamó Demi con lágrimas en los ojos-. Lo que
ocurre es que no crees que sea digna de nada mejor y me reservas para la cama.
Muy bien. Me importa un bledo, pero lo que no entiendo es que te hayas rebajado
a tocarme si me tienes en tan poca estima.
Cegada por las lágrimas, recogió su ropa, se metió en el baño,
se limpió en el bidé y se vistió a toda velocidad.
¿Cómo se había atrevido Joe a proponerle semejante trato?
Aquella oferta había sido horriblemente humillante. Claro que, ¿qué esperaba? ¿Tener
una relación de igual a igual con un príncipe cuando sus vidas no tenían nada
que ver?
No debería haberse acostado con él.
Le hubiera gustado poder revivir el maravilloso momento de unión
que se había producido entre ellos antes de que todo se estropeara, pero era
imposible.
Demi tomó aire y, al abrir la puerta, se encontró Joe paseándose
por la habitación con expresión grave en el rostro.
Cuando él se había quedado a solas, su intelecto había vuelto a
reaccionar y la fría lógica se había apoderado de su mente. Su existencia
perfectamente orquestada y racional se había salido de los raíles y se había
estrellado con estrépito.
Joe era un hombre disciplinado y no estaba acostumbrado a
equivocarse, pero debía admitir que se había comportado sin escrúpulos. ¿Acaso
enterarse de que Camila se había casado lo había afectado más de lo que creía?
Por supuesto, la sugerencia de Selena de que Demi mantenía
relaciones con otros hombres le había ido muy bien para creer que era más fácil
y para juzgar su deseo por ella más aceptable.
Ahora que podía pensar de nuevo con claridad, se daba cuenta de
que nada, absolutamente nada, podía excusar el hecho de que se hubiera acostado
con una empleada.
En lugar de ayudar a una joven que estaba pasando por un momento
espantoso en su vida, se había aprovechado de ella, había traicionado su
confianza y se había comportado muy mal.
Era responsable del daño que le había causado a Demi y ahora se
daba cuenta de que proponerle que se convirtiera en su amante había sido
todavía peor.
Se sentía avergonzado por su comportamiento y sabía
perfectamente lo que tenía que hacer.
-Demi, me gustaría hablar contigo -le dijo al verla aparecer.
Demi no quería ni mirarlo, estaba consiguiendo mantener la
compostura a duras penas y no quería ponerse a llorar delante de él.
-No hace falta que digas nada más. Supongo que te aliviará saber
que no voy a seguir trabajando en el castillo y que me voy a ir de Strathcraig.
-No, que me digas eso no me alivia en absoluto. ¿Adonde vas a
ir? -preguntó Joe frunciendo el ceño.
-Tengo planes.
-Los planes no son suficientes. No permitas que lo que ha
sucedido entre nosotros te haga tomar una decisión equivocada. No estás pasando
por un buen momento y yo no he hecho más que complicarte las cosas.