domingo, 22 de septiembre de 2013

Marido De Papel Capitulo final





El bebé nació a las dos de la mañana. Tilly se sentó en la sala de urgencias con su bata y sus zapatillas, los rulos en el pelo, mirando furiosa al hombre desaliñado y pálido sentado frente a ella, que se estaba incorporando para darle las gracias al médico por haber ayudado a nacer a su hijo.
— ¡Es un niño! —Exclamó cuando el médico salió de la sala—. ¡Y Demi está bien! Puedo verla tan pronto como la traigan de la sala de recuperación!
—Ya la has visto, —le dijo ella entre dientes, alzando una ceja de su cara enrojecida—. Justo antes de que te desmayaras…
— ¡Yo no me he desmayado! —dijo—. Tropecé con esa maldita bata que llevaba en la sala de partos!
—¿La que solo te llegaba a las rodillas? —le preguntó, aunque ya lo sabía—. Demi se estaba riendo tan fuerte, que ni siquiera tuvo que empujar. El bebé nació justo en ese momento.
—Ha sido una noche movida, —comenzó a la defensiva.
—Claro, negando las contracciones hasta que rompió aguas. “son simplemente falsas alarmas, cariño, estás sólo ocho meses y tres semanas” le dijiste. Y allí fuimos, ¡corriendo al hospital porque temíamos que la ambulancia no llegara a tiempo, ¡y yo en camisón! Y entonces, cuando llegamos a la sala de partos, antes de entrar en la habitación, ¡te has desmayado cuando has visto salir al bebé!
Él Le miró furioso.
— ¡No me he desmayado, he tropezado…!
Ella abrió su boca para seguir discutiendo, cuando una enfermera se asomó a la puerta.
—Sr. Jonas, su esposa pregunta por usted.
—Voy enseguida.
—¿Está mejor ahora? —le preguntó la enfermera.
—He tropezado, —dijo con firmeza.
La enfermera y Tilly intercambiaron una divertida mirada, sin que él las viera.
—Sí, señor, ya se lo que pasó, pero, en un hospital, no podemos pasar por alto ninguna caída.
—Claro que sí. Ya lo sé.
Él siguió a la enfermera por el pasillo hasta que se detuvo en una habitación privada y se puso de lado a dejarle entrar.
Demi estaba sentada en la cama, con su hijo en sus brazos, llorando de alegría mientras veía como la enfermera le ponía a Joe, una bata y mascarilla.
—Normal del hospital, —farfulló.
—Sí, señor, pero todo es para la protección del bebé, y sabemos que a usted no le importa, —le respondió, con una sonrisa.
Él se rió entre dientes.
—Por supuesto que no.
Ella ató la última cinta y lo dejó con su nueva familia.
— ¿Estás bien? —preguntó.
Ella asintió.
—Sólo un poco cansada, y no me desmayado, —agregó.
—Por supuesto que no, querida, —dijo dándole la razón.
—Ven a ver lo que tengo.
Ella abrió la manta y apareció un niño perfecto. Sus ojos no se habían abierto todavía, y se veía muy pequeño.
—Crecerá ¿no? —preguntó Joe preocupado.
— ¡Por supuesto que sí!
Él tocó en la diminuta cabeza, fascinado. El bebé era más pequeño de lo que había esperado, tan frágil, tan tierna. Las lágrimas le picaban en los ojos cuando miró a su hijo.
Segundos después, el pequeño abrió la boca y empezó a llorar. Demi se río entre dientes mientras intentaba abrirse el camisón y dejó al aire un hombro, exponiendo un pecho firme e hinchado. Mientras Joe miraba, totalmente hipnotizado, dirigió el pezón hacia la boquita del bebé que lo cogió y empezó a mamar.
Orgullosa, miró a su marido y vio una expresión maravillada en su cara.
—Sé que hablamos sobre alimentarlo con biberón… —comenzó.
—Olvídate de eso —respondió, mirándola con sus ojos tan llenos de amor que brillaban—. Espero que puede hacerlo que durante un año o así, ya que me encanta veros.
Ella se río con timidez.
—Me encanta esta sensación —confesó, acariciando la pequeña cabeza—. ¡Oh, Joe, tenemos un bebé, —dijo extasiada—. ¡Un bebé de verdad, vivo y saludable! Él asintió. Casi no podía hablar por el nudo que tenía en la garganta.
—Te amo.
Tomó una bocanada de aire.
—Te quiero, cariño, —respondió. Sus ojos buscaron hambriento de ella—. Con todo mi corazón.
—Yo también, mi marido de papel, —ella murmuró.
—¿Estás recordando? —se burló él—. Yo también. Pero me siento bastante carne y hueso en este momento.
—Ya se nota, también —lo atrajo hacia ella y lo besó a través de la máscara—. ¿Se te ha olvidado que día es hoy?
Él frunció el ceño.
—Bueno, con toda esta emoción…
—¡Es tu cumpleaños!
Arqueó las cejas.
—¿Estás segura?
—Sí, lo estoy —le dijo ella—. ¿Te gusta mi regalo? —agregó, bajando la cabeza hacia para ver como el bebé seguía mamando.
—Me encanta, —contestó—. ¿Puedo uno de estos cada año? —se burló él.
—No prometerte nada, pero lo intentaré.
—Eso es un trato.
Tilly se reunió con ellos, un poco más tarde, todavía con la bata y los rulos en el pelo.
—Buen Dios, ¿todavía no has ido a casa? —le pregunto Joe, horrorizado.
Ella le sonrió divertida.
— ¿Cómo?
—Usted puede… —frunció los labios—. No tenías dinero para un taxi, y no sabes conducir.
—Cierto.
La miró avergonzado.
—Ahora voy a llevar a Tilly a casa —dijo inclinándose para besar a Demi y al niño—. En cuanto deje a Tilly volveré. ¿Necesitas que te traiga algo?
Ella asintió.
—Helado de fresa.
—¡Voy a estar de vuelta en un abrir y cerrar de ojos!
Y así fue. Durante muchos años después, el personal del pequeño hospital, seguía hablando del día en que nació el pequeño Donald Mandel Jonas, y cómo su orgulloso papá satisfizo el deseo de helado de fresa de Demi, trayendo hasta el hospital, un camión cargado con el helado más exquisito que encontró. Demi dijo que es una lástima que su bebé fuera demasiado pequeño para disfrutar de él, pero Joe le prometió que no habría ningún problema, ya que había comprado una empresa de helados, ¡y estaba, como loco, esperando que llegara el primer cumpleaños de su hijo!
Fin

Un Tío Malo Capitulo 25

Al llegar a la casa, Demi subió las escaleras para dejar las bolsas en su cuarto y ordenar la ropa. Joe caminó hacia la cocina, mirando a su hermana quien preparaba la cena.
- Hola Joe.- saludó Mónica, al mismo tiempo que le echaba sal a la carne que yacía en el sartén.- ¿Cómo les fue?
- Bien, ya está todo comprado.
- Que bien.- sonrío.- esperaremos a Erik para comer, ya debe de estar por llegar. Por mientras, ayúdame a cortar los vegetales.- le señaló.
Joe se arremangó las mangas hasta la altura de sus codos y cogió un cuchillo para cortar el tomate sobre la tabla de madera.
- ¿A dónde fue Erik?- preguntó Joe.
- Fue a la escuela de Demi para conseguirle clases particulares.
- ¿Qué?- dijo y paró de cortar para observarla.- ¿Por qué? Si ni siquiera ha entrado a la escuela aun.
- Se lo que estás pensando, Joe. Créeme que tampoco estoy de acuerdo con que Erik la presione tanto con sus estudios.
- ¿Entonces porque no haces algo al respecto?
- No puedo hacer nada.- suspiró.- Erik es su padre, y no me puedo entrometer en la relación que tiene con Demi.
- Claro que puedes. Eres su esposa, tiene que escucharte.- dijo, buscándola con los ojos.
Mónica esquivó su mirada, débil.
- No es tan fácil.
- Si lo es.
Se callaron cuando escucharon unas llaves entrar en la cerradura de la puerta principal, apareciendo Erik en la cocina.
- Hola Joe.- saludó Erik mientras se aflojaba la corbata. Joe solo ladeó la cabeza, en gesto de saludo.- hola cariño.- se dirigió hacia Mónica y le besó suavemente los labios.
- ¿Cómo te fue en la escuela?- dijo Mónica. Notó a Joe tensarse.
- Bien, ya conseguí las clases particulares para Demi.- sonrío.- por cierto, ¿Dónde está ella?
- Está arriba en su habitación ordenando sus cosas.- respondió Joe.
- Ya está lista la cena.- anunció Mónica.- llama a Demi Joe para que baje a comer.
Joe subió las escaleras en busca de Demi y ambos bajaron a cenar. Mientras comían, Erik sacó el tema de la escuela.
- Hoy fui a tu escuela Demi.- le dijo con naturalidad su padre.- alégrate, porque te conseguí clases particulares.
Demi casi se ahogó con el jugo que tomaba. Joe maldijo por lo bajo, mientras que ella miró sorprendida a su padre.
- Debes estar bromeando, ¿Verdad?
- Por supuesto que no, es por tu bien.
- Pero papá.- se quejó.- no quiero ir, aun no terminan mis vacaciones.
Erik la miró enfadado. Demi se hundió en la silla.
- Iras te guste o no, así para cuando entres a la escuela sabrás mas que todos tus amigos.- le dijo con brusquedad.- tus clases comienzan a partir del lunes.
- ¡Papá!- exclamó, su cara llena de angustia.
- Me lo agradecerás, hija, es por tu propio bien.- trató de tomar su mano sobre la mesa, pero ella la apartó.

- No papá, tu no tienes ni la mas mínima idea de lo que es bueno para mí.
Erik iba a decir algo, pero antes de que pudiera abrir la boca Demi se levantó de la silla y corrió escaleras arriba hacia su habitación. No quería seguir escuchándolo, no mientras que cada vez que le hablaba era nada más para enfadarse con ella. Mientras hundía su rostro en el cojín, se preguntó que había hecho de mal para ganarse su odio.

Joe miró a Erik desconcentrado. Su mirada entristeció. Mónica por su lado, permanecía en silencio mientras negaba con la cabeza. Joe corrió la silla hacia atrás, con la intención de levantarse pero Erik se lo impidió colocando su mano en su hombro.
- Déjala, Joe. Que no te dé pena.

Pero Joe no lo escuchó, y zafándose con un movimiento brusco, Erik lo soltó. Él lo miró petrificado. Joe lo ignoró y se apresuró a subir las escaleras.

Un Tío Malo Capitulo 24

- ¿En efectivo o con tarjeta?- le preguntó la chica, al mismo tiempo que mordía su carnoso labio inferior.
- Con tarjeta.- contestó
Joe.
La vendedora cogió y dobló la falta junto con las camisetas que
Demi a duras penas se las entregó. Demi fulminó a la mujer con la mirada por enésima vez cuando se giró y se agachó, buscando unas bolsas, o tal vez… para colocarle todo su culo en la cara a Joe. Demi lo codeó al ver que no le quitaba los ojos de encima. Él por su lado carcajeó.
- Gracias por su compra.- dijo la vendedora, inclinándose en el mostrador, haciendo que la abertura del cuello de su camisa se abriera dejando a la vista unos grandes y vultuosos pechos blancos.
Joe bajó la mirada, pero al instante la quitó.
- Gracias a ti, guapa.- dijo, esforzándose por mirarla a los ojos.- volveré mas seguido a esta tienda.- sonrío y cogió las bolsas.
- ¡Me llamo Cindy, por si acaso!- gritó para que la escuchara, en cuanto
Joe y Demi se alejaron.
Joe solo río por lo bajo. Demi rechinó los dientes, roja de rabia y golpeó a Joe en el hombro. Aunque leve, logró captar la atención de Joe.
- ¿Qué?
- Con que soy la única muñequita de tus ojos, ¿Eh?- dijo irónica.
- Vamos, no te enojes pequeña…
- Eres un cerdo que le mira las tetas a la primera mujer que se te cruza por delante. Estúpido, tonto.- masculló.
- Mmh… te vez jodidamente sexy cuando me insultas.
Ella se sonrojó. Era imposible tener una conversación seria con él sin que digiera algo que la hiciera sonrojar.
- Tú siempre mezclando las cosas, eres tan… tan…
- ¿Tan qué?- pregunto
Joe alzando una ceja, divertido.
- ¡Tan terco! Un idiota que piensa con la cabeza… ¡Pero la del pene!
Joe entrecerró los ojos.
- Eso no era lo que me decías el otro día mientras me montabas…
Demi sintió sus mejillas arder, por enésima vez.
- Es toda tu culpa.
- ¿Mi culpa? Ni que yo fuera el único calentón por aquí.
- Tú me pones así.
- Me alegra oír eso.- dijo, sonriendo pícaramente.- me encantas, pequeña.
- ¿Aun así con mis celos y todo eso?- preguntó con una inocencia que él no le creyó por ningún segundo.
- Absolutamente toda. Me fascinas.- dijo y tomo su rostro con las manos, para luego acercarla hacia él y devorarla en un beso hambriento.
Demi suspiró enamorada cuando se separaron. El hecho de que Joe la besara en público le encantaba. La hacia sentir mas segura, fascinada por qué no tenían que ocultar su relación fuera de la casa de su padre.
Después de haber recorrido unas cuantas tiendas más del centro comercial, compraron útiles escolares y zapatos para
Demi. Decidieron tomarse un descanso, al sentarse en una de las bancas mientras tomaban de sus bebidas antes de volver a casa.
- ¿Sabes,
Demi?- habló Joe, con la mirada fija en su bebida.- he estado pensando en algo…
- ¿En qué?- dijo y bebió de su coca-cola.
- Creo y es tiempo de dar el segundo paso. Quiero que nuestra relación sea más formal.- dijo, tratando de que ella entendiera la indirecta. Pero
Demi no la captó.
- ¿A qué te refieres?- preguntó, frunciendo el ceño.
- Me refiero a decirles a Erik y a Mónica sobre nuestra relación.
Demi casi escupió la bebida en su cara. ¿Había escuchado bien?
- ¿Hablas en serio?
- Si.- suspiró.- yo… ya estoy cansado de las mentiras. Quiero que lo sepan… que sepan que a la mujer a quien amo eres tú.
- Yo… no lo sé….- agachó la mirada.
- Amor.- le levantó el mentón con un dedo.- mírame, sabes que tarde o temprano lo sabrán.
- Lo sé, pero es que….- suspiró.- ¿Y si se lo toman mal?
- Tendrán que tomárselo bien, les guste o no. No te preocupes, ¿Por qué tanto miedo? No soy tu tío de sangre, ¿O si?
Ella solo negó con la cabeza.
- Vamos, no estés nerviosa, corazón.
- Está bien.- dijo insegura. Sabía que la decisión sobre decirle a su padre y madrastra sobre su relación, seria un gran paso. Estaba conciente de ello, pero al igual que él, ya estaba harta de las mentiras. Ya no quería ocultar el amor que sentía por
Joe, y menos con su propia familia.- quiero hacerlo.
- Vale.- sonrío.- le diremos primero a Mónica y después a Erik, ya que ella es más tranquila en comparación a él.
- Perfecto. ¿Cuándo se lo diremos?
- Pronto.

Un Tío Malo Capitulo 23

Que lo arrastraba de una tienda a otra. Se detuvo al frente de una tienda colegial, en donde entraron y se dirigieron a la sección de ropa escolar femenina.
- ¿La puedo ayudar en algo, señorita?- le preguntó amablemente una vendedora, aunque en vez de estar mirándola a ella, se comía a Joe con la mirada. Demi le dedico una mirada glacial.
- No gracias.- dijo irritada, tratando de que se fuera pero ella no entendió.
- Bueno, cualquier cosa no duden en llamarme.- y dedicándole una última mirada ardiente a Joe, se giró y caminó con un movimiento exagerado de caderas. Pareciera como si no tuviera otra cosa que hacer.
Demi se aclaró la garganta, y solo entonces Joe le quitó los ojos de encima a la vendedora para verla a ella con la boca abierta.
- Cierra la boca, que se te cae la baba.- gruñó, cogió unas cuantas faldas y camisetas de su talla y caminó hacia el probador. Joe la siguió por detrás.
- Vamos, no te enojes pequeña. Sabes que la muñequita de mis ojos eres tu.- dijo y trató de tocarle el hombro, pero antes de que pudiera hacerlo Demi se volteó y lo espetó con la mirada.
- Eres un cabrón, yo no le miro el culo a los hombres cuando pasan al lado mío.
- ¿Ah, no?- dijo alzando una ceja y cruzándose de brazos.- bien sabes que eso es mentira. Te quedas pegada mirándolos.
Demi se sonrojó.
- Es diferente.
- No lo es.- la tomo de los hombros y la giró quedando de espaldas a él. Apoyó su barbilla en su hombro y susurro muy cerca de su oído.- ahora ve, pruébate el uniforme y enséñame como te quedo.- y dándole una fuerte cachetada en el culo, la adelantó a entrar al probador.
Demi cerró las cortinas y Joe se sentó en uno de los sillones que estaban ahí a esperarla. Miró a su alrededor, habían unos cuantos sillones mas esparcidos y mujeres sentadas esperando a sus hijas, tal vez. Se podría decir que era el único hombre ahí, y las miradas y comentarios que hacían las mujeres entre sí respecto a él era algo imposible de evitar escuchar.
Pero los pensamientos de Joe estaban solo puestos en Demi. Centró sus ojos en la cortina, y vio a Demi sacarse las zapatillas por debajo. Sonrío cuando vio sus lindos calcetines rosados adornados de pequeñas flores. Pero toda su mente se torno en blanco cuando sus shorts cayeron al piso, seguido de su camiseta. Joe se tensó, y tejió en su mente una bonita imagen de ella en ropa interior. Y joder, tuvo que hacer un gran esfuerzo por no entrar y follarla ahí mismo. Era demasiada la tentación por la cual estaba pasando.
De repente, Demi giró sobre sus talones y Joe desvió su mirada hacia el techo. Las cortinas se abrieron y Demi apareció vestida con su bonito uniforme colegial.
- Joe.- lo llamó ella.
- ¿Ah?- dijo y solo entonces la miró.
- ¿Qué crees tu? ¿Cómo me queda?- preguntó y salió del probador para que él la pudiera ver por completo.
Lucía estupenda con aquella falda, ceñida a las caderas, estrecha, dejando ver sus largas piernas. Y con la camiseta puesta, algo transparente, que dejaba ver su sostén y algo más a la imaginación, mmh… perfecta.
- Gírate.- le ordenó.
Y lo hizo. Joe fijó sus ojos en su trasero, al mismo tiempo que se relamía los labios.
- Te queda perfecto. Venga, quítatelo y lo vamos a comprar.
Demi sonrío y se giró para adentrarse nuevamente al probador. Se desvistió y se coloco su ropa, para luego salir con la falda y la camiseta en las manos. Caminó junto a Joe al cajero, y al hacerlo, se encontró con la misma vendedora hace minutos atrás. Demi la fulminó con la mirada.

Un Tío Malo Capitulo 22

Demi río mientras corría por la sala principal. Se detuvo, tratando de abrir la puerta que daba acceso al jardín pero esta tenia seguro cuando de repente, unos fuertes brazos la tomaron de la cintura jalándola hacia atrás. Demi chilló.
- Te encontré, pequeña.- dijo
Joe riendo al mismo tiempo que ella.
- Ya, suéltame.- se movió tratando de que la soltara, pero él no cedió.
- No hasta que te disculpes.
- ¿Por qué?- preguntó con la voz más inocente y tierna que pudo hacer.
- Por hacerme esto.- señaló con el dedo su cara, la cual tenia dibujado unos graciosos bigotes y lentes.- que manera de despertarme, eh.
- Perdón.- hizo puchero.- es que no despertabas y estaba aburrida.- carcajeó.
- ¿Con que te hace gracia?- arqueó una ceja.- vas a tener que recompensarme por manchar mi bonito rostro.
- Yo creo que te vez muy guapo así.- río.- vamos, no te enfades
Joe.
Él sonrío. Como le encantaba que lo llamara por
Joe, y no como su tío. Ya habían pasado dos semanas, y las cosas entre ellos dos iban de maravilla. Joe no podía ser más feliz con ella, y estaba dispuesto a todo por estar con su sobrina. Lo sabia, sabía el riesgo que podría correr si su hermana o Erik supiera de su relación con ella en secreto. Pero la amaba. Y eso era lo único que le importaba.
Joe le echó una rápida mirada a su alrededor, cerciorándose de que nadie los estuviera observando y la besó. Demi se relajó y enrolló sus brazos en el cuello de él. Siempre se relajaba cuando la besaba, era como estar en un paraíso en donde su papá o su madrastra no estuvieran y solo existieran ellos dos. Joe profundizo el besó pegándola mas a él, deslizó sus manos por su espalda y las colocó en su cintura. Y joder, como le gustaba el sabor de sus labios…
- ¡
Demi!- se escuchó la voz de su madrastra llamarla.- ¿Dónde estás?
Al instante los dos se separaron de golpe, girándose y mirando en direcciones diferentes.
- Aquí estoy.- dijo ella en voz alta para que la escuchara.
-
Demi, tenemos que hablar… pero, ¿Qué te ha pasado Joe?- se río al ver a su hermano con toda la cara pintada.
- Fue esta graciosilla que está al lado mío.- y miró a
Demi.
- ¿Yo?- preguntó ingenua.- solo fue una simple broma
Joe… tío.- se corrigió al instante. Joder, se había acostumbrado a llamarlo así.
- Bueno, la cosa es que.- Mónica dirigió su mirada hacia su hijastra.-
Demi, tenemos que comprar tus útiles escolares.
Ella se quejó.
- ¿Por qué? Si aun falta todo un mes para que entre a clases…
- Por que después no queda nada, y hay que comprar con anticipación. Tenemos que comprarte útiles escolares, zapatos y ropa nueva, por que la que tienes ya no te queda.
- ¿Me estas diciendo gorda?- se hizo la ofendida.
- Nada que ver.- intervino
Joe.- estás estupenda Demi.- le dijo sinceramente, mientras le dedicaba una mirada ardiente.
A
Demi se le subieron los colores, pero no dijo nada.
- ¿Qué te parece si vamos de compras después del almuerzo?- le propuso Mónica.- pero tenemos que volver antes de las seis porque tengo que salir.
- Puedo acompañarla yo si quieres.- dijo
Joe.
- ¿De verdad?
- Claro que si.- sonrío.
- ¿Y tu
Demi, te parece bien que tu tío te acompañe?- le pregunto Mónica.
- Por mi no hay problema.- dijo fingiendo desinterés.
- Bien, gracias
Joe. Erik después te pasara la tarjeta de crédito para comprar todas las cosas.- miró su reloj de muñeca.- coño, llegaré tarde a mi cita con el dentista. Adiós, Erik está arriba en la habitación por cualquier cosa.- avisó y se alejó.
En cuanto escucharon la puerta principal cerrarse se miraron al mismo tiempo y sonrieron pícaramente. Hoy tendrían muchas cosas por las cuales hacer juntos. Y que cosas…

Un Tío Malo Capitulo 21

Demi permaneció en silencio tanto tiempo que Joe pensó que no iba a hablar. Hasta que finalmente, habló.
- ¿Qué?
- Te amo.- repitió.- joder, jamás pensé que diría esto pero te amo mas que a mi puta vida.
Demi también lo amaba. Y Joe al fin se dio cuenta, de que ya no veía a Demi como a una niña. No. la veía como una mujer. Desde la primera vez que la conoció, supo que era especial. Y ya no podía negarlo, porque la amaba y no aguantaría otro día más sin ella.
- Siempre te he amado.- susurro ella.
Los ojos de
Joe se iluminaron.
- ¿D-De verdad?- tartamudeo.
- Si.- dijo, esbozando una hermosa sonrisa.- eres tú, siempre has sido tú… el único hombre al cual yo he podido mirar.
En menos de dos segundos,
Joe se le acerco y la abrazo. Los pechos de Demi se ciñeron con fuerza en el torso de Joe. Él cerró los ojos ante la sensación y se frotó contra ella. Demi gimió sobre su oído.
- No sabes cuánto te deseo,
Demi...
- Solo cállate y bésame.
Joe sonrío y tomo sus mejillas entre sus manos, acerco su rostro al suyo y empezó a comerle la boca con desesperación. Demi cerró los ojos y envolvió su cuello con los brazos, Joe deslizo sus manos por su espalda hasta llegar a su trasero. Apretó y la apego mas a él, demostrándole así lo excitado que ya estaba. Joe la levanto y la llevo hacia la habitación de su hermana, para hacerle el amor como él solo lo sabía hacer.
Joe sonrío cuando se fijó en el sostén con forma de ositos que traía Demi. Se lo quito y hundió su cara en sus pechos. Exquisito. Demi jadeó y le quito los pantalones junto con su boxer para dejar a la vista un grande miembro con gruesas venas y un enorme glande purpúreo.
- ¿Te gusta lo que ves, cariño?
- Si….- gimió.- es enorme.
- Tócala…
Y lo hizo.
Joe cerró los ojos y gimió, cuando sintió como la pequeña mano de Demi empezaba a ceñirle con fuerza su polla. Empezó a desliar su mano, por toda su longitud, arriba y abajo. Más rápido. Joe la agarro de la muñeca y no precisamente con delicadeza. Si no paraba en ese momento iba a enloquecer y perder el control. No quería correrse aun… no sin dentro de ella.
- Tengo algo mejor para ti.
Joe se posiciono al medio de ella y le quito sus braguitas. Meció su pene en su errada y se hundió en ella de golpe. Jadeó al sentir la húmeda carne de Demi envolverle toda su polla. Ella chilló, y arqueó las caderas, ayudándolo más con la faena.
- Tío….- gimoteó
Demi.
- Esta noche no es tu tío quien te esta haciendo el amor.- suspiro empujando hasta el fondo.- sino
Joe
Demi lo miro con ternura a los ojos, en medio de una nube de lujuria.
- Te amo
Joe.
Él sonrío.
- Y yo a ti, pequeña.
Y a continuación,
Demi sufrió los primeros espasmos. Pero Joe no se detuvo. Siguió moviéndose dentro de ella, rápido… quería follársela duro hasta no poder mas. Y Demi se corrió, para que después la siguiera Joe, en un orgasmo potente, que termino por colapsarlos a ambos. Demi no podía sentirse mas satisfecha al sentir el caliente seminal de Joe dentro de ella… la hacia sentir completa.
Joe la abrazo por detrás.
- Creo que seria mejor irnos del cuarto de tu hermana antes de que lleguen tus papas.- le dijo al oído.
Demi río.
- Creo que es lo mejor.

Juntos recogieron su ropa y ordenaron la cama, para luego desaparecer y encerrarse en la habitación de
Demi. Donde siguieron amándose, envueltos entre las sabanas, como solo ellos dos lo sabían hacer.

Un Tío Malo Capitulo 20


Demi dejó los platos encima de la encimera y volvió hacia la mesa para recoger unos cuantos más. Joe hizo lo mismo. 

Nadie habló, retiraron los platos en silencio y actuaron como si estuvieran solos, ignorándose entre sí. La razón por la cual Joe no dejo que Carlos la ayudara, fue para que no pasara más tiempo con él. Podía ser muy celoso cuando se le proponía, y estúpido también.

Tragándose el miedo que sentía Demi hacia su padre, ella se le acercó.

- Papá.- le dijo ella.- no me siento bien, ¿Puedo volver a casa?
Erik gruño.

- Está bien.- contesto de mala gana. No le gustaba que su hija se retirara antes de lo planeado, ya que según él, mostraba mala impresión.- que Joe te vaya a dejar con mi auto. Mónica y yo nos quedaremos un rato más.

Demi solo asintió, temerosa de ganarse aun más el odio de su padre y se despidió. Al subirse al auto los recibió el silencio, Demi miraba por la ventana mientras que Joe se concentraba en manejar.

Al llegar a casa, entraron y Demi camino con la intención de subir las escaleras, pero Joe la cogió del brazo.
- ¿A dónde vas?

- A mi habitación, quiero dormir.- sacudió su brazo tratando de que la soltara, pero él no cedió.- suéltame.

- No lo creo.- dijo y la jaló hacia la sala principal.- ¿Por qué le estabas coqueteando a ese Carlos?

- No estaba coqueteando con él. Por favor tío, suéltame, no quiero seguir discutiendo.- le dijo con sinceridad, y es que no quería seguir con eso, que nada más le hacía más daño.
Pero él la ignoro.

- Necesitamos hablar.
- No hay nada de qué hablar.
- Por supuesto que si. Para empezar, no me gusta que hables con Carlos.
Demi se cabreó.

- ¿Y tengo que hacerte caso a ti? Maldita sea tío, Carlos no me gusta, ni si quiera me agrada. Tal vez yo le guste, pero el a mi no.
Joe al fin la soltó. 

Demi estaba roja de rabia, no le gustaba que Joe le digiera lo que tenia que hacer.

- ¿Por qué te comportas así conmigo? Un día te haces el indiferente, y ahora, de repente me hablas como si nada.- le preguntó ella.

- ¿Pero que quieres que te diga? Que odio que te acerques a Mark o a Carlos, que no soporto la simple idea de que otros idiotas te miren.

 Por eso te prohibí las salidas, Demi, porque temía que salieras con otros chicos, siendo yo el único que te puede mirar.- admitió, y ella pudo notar el dolor en su voz.- ¿Eso era lo que querías escuchar?
Demi se quedó anonadada. Pestaño varias veces, tratando de analizar bien sus palabras.

- Pensé que estabas enfadado conmigo…
- Lo estaba, pero ya no. Joder Demi, tengo miedo de perderte.- le confesaba.

- No te entiendo, ¿Por qué me dices todo esto?
Joe la tomo con brusquedad de los hombros. Por un momento, Demi pensó que él la iba a golpear y cerró los ojos. Pero no paso nada, por lo que los volvió a abrir. 

La mirada de Joe era pacifica, y en sus ojos transmitía algo que parecía terror. Y Joe habló, pero para entonces no estaba pensando con la cabeza, sino con el corazón.
- Porque te amo.