miércoles, 2 de enero de 2013

El Amante De La Princesa Capitulo 10





Su primer instinto era quemar las fotografías y los artículos del periódico, pero ¿y si Melissa Thornsby era su hermana? Si le hubiera cerrado la puerta a Ethan al descubrir que era hijo ilegítimo de su padre habría perdido una de las relaciones personales más estrechas de su vida. ¿Cómo podían negarle la entrada a Melissa si era miembro de la familia?

Pero había tanto en juego…
—¿Crees que debemos contárselo a Phillip?
—Creo que, por el momento, deberíamos mantenerlo en secreto —contestó Miley —. Hasta que no tengamos pruebas fehacientes no hay razón para disgustarlo.

—Me gustaría hablar con Charles para pedirle que averigüe todo lo que pueda sobre ella.
—Buena idea, podemos confiar en su discreción y también deberíamos pedirle que averigüe lo que se puede hacer si ella fuese la heredera y decidiera ocupar el trono.
—Si Phillip descubre que hemos estado haciendo todo eso a sus espaldas se pondrá furioso.

—Cuando llegue el momento, yo lidiaré con él. Tú encárgate de lo demás.
—Este podría ser un problema gravísimo, Miley. Especialmente si Melissa tiene algún resentimiento contra la familia.
Lo cual era enteramente posible.

—Nos preocuparemos de eso si ocurre. Pero, aunque fuese la heredera legítima, podría no tener interés en ocupar el puesto que le corresponde.
Quería creer eso, pero últimamente nada era tan sencillo.

Pretextando un supuesto dolor de cabeza que, después de su conversación con Ethan había dejado de ser un pretexto, Miley evitó cenar esa noche con el invitado de su hermano.

Desgraciadamente, no tuvo más remedio que pasar el día siguiente con Nick. Lo llevó al Museo de Ciencia Natural y al Centro de Investigación Científica y, aunque normalmente aquélla era su parte favorita de la visita, tenía tantas cosas en la cabeza que estaba distraída.

Pero Nick se tomaba su tiempo para verlo todo… en fin, había visto caracoles en el jardín moverse a más velocidad.
¿Y por qué tenía que estar tan cerca todo el tiempo? Siempre parecía estar rozando su mano, su brazo. ¿No entendía el concepto del espacio personal?
Pero si era tan horrible, ¿por qué sentía un escalofrío cada vez que la tocaba?
Y olía tan bien…

El familiar aroma de Nick, una mezcla de colonia, champú y su olor personal, era arrebatador. Cada vez que estaba cerca tenía que luchar contra el deseo de enterrar la cara en su cuello. ¿Cómo podía querer apartarse y, a la vez, estar tan obsesionada con él como una adolescente?

Nick llevaba todo el día intentando hacerla perder su supuesta calma y estaba funcionando porque cuando llegaron a la puerta de palacio estaba tan agitada que había empezado a sufrir un tic en el ojo izquierdo. Por eso le pidió al conductor que la dejase en su residencia antes de llevarlo a palacio. Estaba tan desesperada por alejarse de Nick que tuvo que hacer un esfuerzo para no tirarse del coche antes de que frenase del todo.
—Bueno, ha sido un día muy agradable. Nos vemos el jueves.
Casi estaba fuera, con un pie sobre la hierba, cuando él le preguntó:
—¿No vas a invitarme a tomar una copa? Miley cerró los ojos. «No dejes que te vea nerviosa».

Lo más turbador de la pregunta era que, en realidad, quería invitarlo a entrar y eso era precisamente lo que no debía hacer.
—Hoy no me viene bien.
—Ah, ya lo entiendo —sonrió Nick.
Todas las fibras de su ser le gritaban que estaba tendiéndole una trampa. Y aun así, preguntó:
— ¿Qué es lo que entiendes?
—He visto cómo reaccionas cuando estás conmigo. Cómo me miras, cómo tiemblas cuando te toco…
¿Temblar? Había sentido un pequeño escalofrío, nada más. Y no todo el tiempo.
Pero negarlo sería darle exactamente lo que quería: una discusión.
—¿Y qué quieres decir con eso?

—Que me deseas y no confías en ti misma estando a solas conmigo.
Era muy listo. Daría igual lo que hiciera ahora: invitarlo a entrar o decirle que no… en cualquier caso estaría dándole lo que quería. Y lo creyese de verdad o estuviera riéndose de ella, sospechaba que tenía razón. Seguía sintiéndose atraída por Nick. Si la besaba de nuevo, contra su voluntad o no, esta vez no podría detenerlo.

De modo que se quedó donde estaba, con un pie dentro del coche y el otro fuera, sin saber qué hacer.
— ¿Y bien?
—No hay manera de ganar, ¿eh?
—Pareces creer que tengo motivos ocultos. ¿Se te ha ocurrido pensar que a lo mejor sólo quiero estar a solas contigo un momento para conocerte mejor? ¿O para que tú me conozcas a mí? No soy una mala persona, en serio.

Miley no podía decidir qué era peor: un hombre con motivos ocultos sería fácil de manejar porque resultaría predecible. Era con los sinceros con los que tenía problemas.
Probablemente porque eran una anomalía.

—Hemos pasado dos días juntos —le recordó—. ¿Cuánto tiempo más necesitas?
—A lo mejor quiero estar unos minutos contigo sin que un guardaespaldas esté pendiente de nuestras palabras.

Ahí estaba el problema. Ella necesitaba que el guardaespaldas estuviera a su lado. Y no sólo para protegerla de Nick. Eso sería demasiado simple.
Necesitaba que alguien la protegiera de sí misma.

El Amante De La Princesa Capitulo 9





Después de enseñarle algunas de las mejores suites, almorzaron en Les Régals du Rois, el nuevo restaurante francés del hotel.

Nick estaba realmente impresionado con el Royal Inn, un establecimiento muy elegante y exclusivo, pero al que acudían tanto los más privilegiados como clientes normales.
En términos de tamaño, aquel proyecto no era lo que él consideraría importante, pero en términos de notoriedad sería interesantísimo.

—¿Qué te parece? —le preguntó ella cuando volvieron al coche.
—Creo que tu familia tiene una buena inversión entre manos.
Miley sonrió.
Y él pensando que había olvidado cómo hacerlo… pero era evidente que estaba orgullosa de lo que había conseguido su familia.
—No soy un experto en hoteles, pero hay una cosa a tomar en cuenta.
—Dime.
—He estado haciendo averiguaciones y creo que en Morgan Isle no hay hoteles equipados para organizar conferencias o reuniones empresariales. Podríais pensar en ello.
—¿Tú crees que atraería más clientes?
—En un mercado sin tocar, así que creo que merecería la pena.
—Se lo comentaré a Phillip y Ethan.

Por fin había dicho algo que no despertaba una mueca o un gesto de desaprobación, pensó. Aunque quizá había llegado el momento de mover las cosas un poco.
—¿Qué vamos a hacer ahora? ¿Un paseo por la costa?

—Eso tendrá que esperar. Phillip me ha dicho que quería verte esta tarde.
Aunque Nick estaba deseando charlar con su viejo amigo, no podía negar que se sentía un poco decepcionado. Estaba haciendo progresos con Sophie, rompiendo sus defensas. Ya no se mostraba tan tensa, tan desconfiada. A ese paso, en unos días la tendría exactamente donde la quería.

Pero no había prisa, se recordó a sí mismo. Tenía dos semanas. Tiempo suficiente para conseguir lo que quería. Y aquellas vacaciones eran exactamente lo que necesitaba. No recordaba la última vez que se había sentido tan relajado, una mañana que no despertase casi temiendo el día que le esperaba.
—Gracias por molestarte en enseñarme el hotel.
—Es lo que hago —Sophie se encogió de hombros.
—Y lo haces muy bien, alteza.
Ella arrugó el ceño.
— ¿He dicho algo malo?
—No, nada.
—Tiene que ser algo —dijo Nick, haciéndose el tonto—. ¿Por qué me miras así?
— ¿Por qué insistes en llamarme alteza?
—Es tu título ¿no?
—Sí, pero…
—Tienes que aprender a aceptar cumplidos, alteza.
—Pues a lo mejor deberías decirlos de forma que no sonaran tan…
—¿Tan qué?
—Tan sugerentes. Nick soltó una carcajada.
—¿Decirte que haces bien tu trabajo? ¿Eso te ha parecido sugerente?
Miley parecía a punto de explotar, pero sabía que no le daría esa satisfacción. Lo que ella no sabía era que le daba más satisfacción verla esforzándose tanto por recuperar la compostura.

—Muy bien, quizá era un poco sugerente, pero es muy divertido tomarte el pelo. Supongo que no te ocurre a menudo.
—No, no me ocurre a menudo.
—Pues tendrás que acostumbrarte —sonrió Nick.
—Parece que no tengo elección.

—No deberías tomarte la vida tan en serio, Miley.
—¿No debería tomarme la vida tan en serio? —repitió ella, irritada—. ¿Y por qué crees que debes decirme lo que tengo o no tengo que hacer? No me conoces ha pasado demasiado tiempo desde que estuvimos juntos.

Quizá no la conocía, pero sabía que era caprichosa y arrogante. Pero, aunque estaba acostumbrada a salirse con la suya, no sabía contra quién estaba luchando.
Y él lo estaba pasando demasiado bien como para cambiar de táctica.
Eran sólo las tres de la tarde, pero cuando Miley volvió a su residencia le pareció que aquél había sido uno de los días más largos de su vida.

No culpaba a Nick por estar enfadado con ella por lo que ocurrió en el pasado, pero estaba enviándole unos mensajes tan contradictorios que empezaba a ponerse nerviosa.
El coche la dejó en la puerta y Wilson salió a recibirla.
—El príncipe Ethan llamó mientras estaba fuera, alteza. Y pidió que lo llamase en cuanto volviera. Es urgente.

Miley suspiró. Lo último que necesitaba en aquel momento eran más problemas, pero Ethan no solía exagerar. Si él decía que era importante, debía serlo.
—Gracias, Wilson. Lo llamaré ahora mismo.
Usando el teléfono del estudio, marco el número de su hermanastro y Ethan contestó casi inmediatamente.

—¿Puedo ir a tu casa para hablar un momento contigo?
Lo primero que Miley pensó fue que Lizzy Se había puesto peor.
—Sí, claro. ¿Qué ocurre?

—Te lo contaré en cuanto llegue. Estoy en el palacio, así que tardaré cinco minutos.
Apenas había tenido tiempo de lavarse las manos cuando oyó el rugido del Porsche en la puerta y luego el sonido del timbre que anunciaba su llegada.
Y, en lugar de esperar que lo hiciese Wilson, abrió ella misma.
—Qué rápido.

Ethan le dio un beso en la mejilla antes de entrar. En las manos llevaba un sobre grande.
—Me vendría bien una copa.
Aunque su hermanastro era una de las personas más tranquilas que conocía, parecía visiblemente agitado.
—Vamos al estudio.
Él observó en silencio mientras Sophie le servía dos dedos de su mejor whisky.
— ¿Qué tienes que contarme que es tan urgente?
— ¿El nombre Richard Thornsby te suena de algo?
—Si te refieres al Richard Thornsby que fue Primer Ministro cuando aún vivía nuestro padre sí, claro que me suena.

¿Pero cómo lo sabía Ethan? Thornsby había muerto muchos años antes.
—Según tengo entendido, nuestro padre y él no tenían mucho en común.
—Eso es decir poco. Eran enemigos mortales.
—¿Y alguna vez te contó por qué?

—Yo no me atreví a preguntar. Pero no podíamos mencionar su nombre en casa. Incluso después de su muerte. Yo pensé que era porque tenían diferencias de opinión.
—He leído que nuestro padre lo echó de su puesto, lo cual arruinó su vida política para siempre.

—Nuestro padre era un hombre despiadado, Ethan. No toleraba a nadie que no estuviera de acuerdo con él —dijo Miley, intrigada—. ¿Por qué estás tan interesado de repente?
—Thornsby y su mujer murieron unos años después de que él dejara su puesto como Primer Ministro.
—Sí, en un accidente de coche.
—Pero hubo un superviviente.
—Eso es, su hija de diez años. Creo que se llamaba Melissa.
—Melissa Angélica Thornsby. Cuando sus padres murieron la enviaron a vivir con unos parientes en Estados Unidos.
—No lo sé, Ethan. Ya te he dicho que en casa no se hablaba de esa familia. Nunca, jamás.

—Yo creo saber por qué. Y no tiene nada que ver con diferencias políticas.
—No te entiendo.

—Creo que sus diferencias eran de naturaleza más… personal.
—Ethan, ¿te importaría decirme a qué te refieres?
—Que nuestro padre era un mujeriego no es un secreto para nadie y no sería tan extraño que hubiera tenido más hijos aparte de nosotros.
—¿Cómo?
—Hijos ilegítimos, como yo. Ayer estuve en el ático buscando entre las cosas de nuestro padre… y he encontrado esto.

Por fin, Ethan le entregó el sobre y Miley vació el contenido sobre una mesa: eran artículos de revistas y periódicos. Y no tardó mucho en averiguar de qué hablaban: todos eran sobre la hija de Thornsby, Melissa.
—No lo entiendo.
—¿Por qué guardaría nuestro padre un montón de viejos artículos sobre la hija de su rival?
No podía significar lo que ella temía…
—No, no puede ser.
Ethan tomó uno de los artículos.

—Mira esta fotografía: el pelo oscuro, la forma de la cara, los ojos…
Miley no podía negar que había cierto parecido.
—¿De verdad crees que es nuestra hermana?
—Creo que existe la posibilidad.
Si su padre había tenido una aventura con la esposa del Primer Ministro, eso explicaría su enemistad. Y, dada la reputación de su padre, no sólo era posible sino probable.
—¿Y si fuera así?

—Si lo es, podríamos tener un serio problema.
—Sí, bueno, a la familia no le vendría bien otro escándalo.
—Es peor que eso.
—¿Qué quieres decir?

—Melissa nació el mismo año que Phillip, un mes antes que él. Y como tú sabes igual que yo, es el primer hijo del monarca quien hereda el trono.
A Miley se le encogió el corazón.
—Si es nuestra hermana… ella sería la reina, no Phillip.
—Eso parece.
No quería ni imaginar lo que eso le haría a Phillip… o lo que significaría para el país.
—¿Phillip lo sabe?
Ethan negó con la cabeza.
—Quería hablar contigo antes de nada.

El Amante De La Princesa Capitulo 8





—¿Y el coste de la vida?
—Es más alto en la costa, claro, pero razonablemente bajo en el interior.
—¿Hay incentivos arancelarios para los propietarios de negocios?
—Por supuesto. ¿Por qué lo preguntas?
Nick se encogió de hombros.
—Por curiosidad.

No estaría pensando irse a vivir allí, ¿no? Había mencionado algo sobre su deseo de ampliar los proyectos internacionales de su gabinete… pero no abriría un gabinete de arquitectura en Morgan Isle. Y, aunque así fuera, ella no tendría por qué verlo a diario.
Además, no debería importarle en absoluto lo que hiciera. Nick ya no era nada para ella. Al menos, eso era lo que quería creer.

—Ya hemos llegado — Miley señaló el hotel, como un centinela vigilando sobre los demás edificios.
Nick se echó hacia delante para verlo mejor, tan cerca que Miley podía sentir el calor de su piel y el sutil aroma de su colonia.
Y tuvo que hacer un esfuerzo para no apartarse. E incluso más para no tocarlo, para no esconder la cara en su cuello como solía hacer…
En lugar de eso se quedó inmóvil, esperando que él no se diera cuenta.
—Había visto fotografías, pero no le hacen justicia.

—No se puede apreciar hasta que lo has visto con tus propios ojos.
Aquello era lo mejor de la visita, pensó mientras observaba la expresión de Nick. En la costa, a unos pasos de una playa privada, era desde luego un trozo de paraíso. Y él parecía genuinamente impresionado.

Pero por fin Nick se echó hacia atrás y Miley pudo respirar de nuevo.
—Arquitectura clásica, pero con un equilibrio perfecto entre el clasicismo y la modernidad. La verdad, siento cierta envidia. Me hubiera gustado diseñarlo.
—Tuvimos suerte de encontrar un edificio tan bonito en el sitio ideal. Aunque las reformas están siendo carísimas — Miley se inclinó hacia delante para hablar con el conductor—. Llévenos a la entrada de servicio —luego se volvió hacia Nick —. Desde allí puedes ver el Houghton y la parcela donde se construirá el balneario.

Poco después salían del coche y Nick se puso unas gafas de sol.
Se movía con la gracia y la confianza de un hombre que se sabía atractivo, pero sin la arrogancia tan común en los hombres guapos.

Parecía cómodo en su propia piel. Claro que siempre había dado esa impresión.
—Cómo puedes ver, aún hay mucho trabajo por delante. Fue uno de los primeros hoteles que se construyeron aquí y los Houghton han sido propietarios de la parcela durante generaciones. Sus antepasados son casi tan antiguos como la familia real.
Él asintió, quitándose las gafas de sol.

—Es un edificio precioso. En los últimos años, más de la mitad de mi trabajo ha consistido en restaurar edificios antiguos y estoy seguro de que si los Houghton lo hubiesen cuidado mejor la estructura podría haberse salvado. Pero en estas condiciones… — Nick sacudió la cabeza—. No merece la pena conservarlo.
—Los edificios históricos de la zona han recibido subvenciones oficiales para costear reformas. Desgraciadamente, los Houghton nunca las solicitaron.
—Supongo que no se puede ayudar a la gente que no quiere ayuda. Bueno, ¿por qué no me enseñas el interior del hotel?
—Sí, claro.
Entraron a través de la cocina y, aunque la hora del desayuno había terminado, los cocineros ya estaban ocupados con el almuerzo.
—Muy moderna —comentó Nick.
—Sólo lo mejor, ya ves.
—Phillip me contó que tú habías sido la responsable de las reformas en la cocina.
—En parte, sí.
—Y también me dijo que eras una gran chef.
¿También le habría dicho que eso no le parecía bien? Porque no le sorprendería en absoluto.
—Es una de mis pasiones. Estudié alta cocina en Francia.
—Recuerdo que solías ser muy apasionada —sonrió él—. Pero eso debió ser después de conocerte. Lo de estudiar alta cocina, quiero decir.
Miley asintió con la cabeza. Aunque no mucho después. Una cosa más por la que podía darle las gracias.
—¿Tus padres te dejaron ir a Francia a estudiar?
En realidad, había tenido que convencerlos.
—Digamos que llegamos a un acuerdo.

—Pues debió ser un acuerdo muy interesante.
Aunque a ella no le sirvió de nada porque cuando volvió a casa tuvo que hacerse cargo de sus obligaciones reales. Debería haber imaginado que sus padres nunca la dejarían realizarse como chef.

—Tener mi propio restaurante siempre ha sido mi gran sueño — Miley miró los modernos electrodomésticos, el mobiliario, la carta que ella misma había diseñado…
Quizá nunca tendría oportunidad de usarla, pero aquella era su cocina.
Alguien dejó caer una sartén entonces y el guardaespaldas llegó inmediatamente a su lado, pero Miley le hizo un gesto con la mano para que se apartase.
— ¿Cuántos guardaespaldas sueles llevar? —preguntó Nick.

—Depende de la ocasión. Los miembros de la familia real no pueden salir de palacio sin llevar escolta. Salvo Ethan, que se niega. Pero Maurice — Miley señaló al hombre que iba tras ellos —es uno de los más leales. ¿Verdad que sí, Maurice?
El hombre esbozó una sonrisa.

—¿No te molesta que haya alguien siguiéndote constantemente?
—Antes sí, ahora casi no me doy cuenta. Además, es necesario.
—¿por qué? ¿Has recibido amenazas?
Le sorprendió ver un brillo de inquietud en sus 0jos ¿De verdad seguía preocupado por ella después de tantos años?

—No a mí personalmente, ni a Phillip, pero hay que tener cuidado. Mi abuelo sufrió un intento de asesinato hace años. Y mi padre, el rey Frederick, tuvo que lidiar con algunas situaciones… complicadas. Era un hombre muy arrogante, debo decir, y bastante egoísta.

Los métodos e ideales de su padre eran algo que ella no aprobaba, pero Phillip había ido transformando la institución poco a poco para adaptarla al siglo XXI.
—Bueno, sigamos.

Aunque sus apariciones públicas solían causar revuelo, mientras le enseñaba el vestíbulo con su elegante cascada,  Miley notó que muchos ojos estaban clavados en Nick. ¿Y por qué no? Era el tipo de hombre al que otros hombres miraban con envidia y las mujeres con admiración. Ella no era celosa, pero en circunstancias diferentes…
Circunstancias que no tendrían lugar, se recordó a sí misma.

El Amante de La Princesa Capitulo 7




A saber lo que Cynthia, su ex, les habría contado. Pero aunque supieran que había tenido una aventura con otro hombre, daría igual. Como la mayoría de las mujeres, se apoyaban las unas a las otras.

Eso era algo que le gustaba de Miley, que iba por libre. Según ella, la mayoría de las mujeres se sentían intimidades por su título y las que no se sentían intimidadas tenían intención de aprovecharse de alguna forma.
Nick sacudió la cabeza, sonriendo.

Últimamente estaba amargado con todas las mujeres, pensó. Y seguramente Sophie sólo era un objetivo conveniente.
Se lo estaba poniendo fácil, desde luego. Pero al día siguiente empezaría la diversión de verdad. Y sabía, sin la menor duda, que ella merecía recibir una dosis de su propia medicina.


Nick estaba esperando en el vestíbulo a las nueve en punto, como habían acordado, y Miley se debatía entre la anticipación y la desilusión. En realidad, había esperado que tuviera que marcharse urgentemente para así ahorrarse el mal trago. Pero, por lo visto, al menos durante aquel día iba a tener que lidiar con ese inconveniente.

Aunque era un inconveniente muy atractivo, debía reconocer. Con un pantalón gris y una camisa de seda negra con los dos primeros botones desabrochados, dejando al descubierto un cuello increíblemente masculino, Sophie se vio perdida en los recuerdos…
¿Seguiría siendo su torso tan suave, tan bien definido? ¿Sería su piel tan cálida como antes?
Miley sacudió la cabeza para alejar esos pensamientos. No quería saberlo.
— ¿Has dormido bien? —le preguntó.
—Mejor que en mucho tiempo —contestó él.
En realidad, tenía un aspecto más alegre. Ella, por otro lado, había dormido fatal.
—Creo recordar que la última noche que dormí en esa cama no dormí en absoluto —dijo Nick, haciéndole un guiño—. Claro que entonces tenía compañía.

También ella lo recordaba con todo detalle. Recordaba sus besos, sus caricias… y cuando se quedaron dormidos, desnudos y abrazados como dos amantes.
El recuerdo hizo que se marease.
¿Dos semanas soportando esos recuerdos? Pues no, no le daría esa satisfacción.
—Fue hace mucho tiempo —le dijo, con expresión aburrida—. Supongo que lo había olvidado.
Nick se limitó a sonreír, como si pudiera ver lo que había detrás de esa máscara de frialdad.
—¿Nos vamos?
—Cuando digas, alteza.
¿Qué estaba haciendo, jugar con ella? A ese ritmo, iba a ser un día agotador.
Su guardaespaldas les abrió la puerta del coche y luego se sentó al lado del conductor.
—¿Qué vamos a hacer hoy? —preguntó Nick.
—Primero, vamos al Royal Inn. Algunas zonas del hotel siguen en obras, pero la mayoría de las reformas ya están terminadas. Comeremos en el restaurante del hotel y luego volveremos a palacio para cenar.

—¿Y mañana?
—Una visita al Museo de Historia Natural y al Centro de Investigación Científica. Luego, si tenemos tiempo, iremos a dar un paseo en coche por la costa.
—Supongo que no tendremos un momento para relajarnos.

—El miércoles tienes que jugar al golf con Phillip a las siete de la mañana y el jueves mi hermano piensa llevarte de caza, al otro lado de la isla. El sábado pasarás el día con Phillip y Hannah en el yate.

—¿Y las noches? —preguntó él, con un brillo burlón en los ojos.
Oh, por favor. ¿Podía ser menos sutil?
—Seguro que encuentras alguna forma de diversión —contestó Miley.
En lugar de mostrarse ofendido, Nick soltó una carcajada.
—Phillip mencionó un evento benéfico…
—Sí, el viernes por la noche.
—¿Tú también asistirás?
—Por supuesto.
—Entonces resérvame un baile.
Miley asintió amablemente, pensando: «ni lo sueñes».
Nick se inclinó un poco hacia ella en el interior del coche.
—Bueno, alteza, ¿qué sueles hacer normalmente?
—¿A qué te refieres?
—Si no tuvieras que enseñarme la isla, ¿qué harías un día normal?
Ella se encogió de hombros.
—Esto es lo que hago.
—¿Enseñas la isla a los invitados de tu hermano?
—Entre otras cosas. También acudo y organizo eventos benéficos, cenas oficiales… básicamente, el mío es un trabajo de Relaciones Públicas.
Nick asintió.

—Suena… interesante.
A Miley no le pasó desapercibido el sarcasmo ¿Quién era él para juzgarla?, se preguntó, enfadada. Estaba poniéndole muy difícil ser diplomática. Y sospechaba que eso era precisamente lo que quería.
Pero se negaba a darle esa satisfacción.
—¿No te parece bien?

—No, es que imaginaba que harías otras cosas… más importantes. Hace diez años tenías grandes aspiraciones.

En circunstancias normales ella sería la primera en admitir que sus deberes dejaban mucho que desear, pero frente a Nick se encontró defendiendo su puesto:
—Lo que yo hago es importante y necesario. Y no es tan banal como tú pareces creer.
—Lo sé, Miley. Sólo me preguntaba si lo sabías tú.
¿Qué?
Por primera vez desde… bueno, desde siempre, alguien la había dejado en silencio.
Pero no tardó mucho en recuperarse.
—¿Qué has querido decir con eso?

Nadie en Morgan Isle se atrevía a hablarle con tanta franqueza y, en cierto modo, le resultaba divertido. Sí, era un alivio estar con alguien que no se mostraba obsequioso sólo porque era la princesa.

—Tenía la impresión de que no te dabas cuenta de lo importante que eres. ¿Sabes que Phillip se ha referido a ti en varias ocasiones como el pegamento que une a la familia?
Y ella pensando que Phillip la consideraba una molestia… pero lo que más le sorprendía no era que su hermano pensara eso sino que se lo hubiera contado a alguien.
—Pues tiene una manera muy peculiar de demostrarlo.

—Los hermanos son así. Particularmente, los hermanos mayores. Pregúntale a mi hermana pequeña —sonrió Nick —. Más de una vez me ha acusado de meter la nariz donde no me correspondía. Pero yo lo hago con cariño, de verdad.
Miley sonrió… pero borró inmediatamente la sonrisa de su rostro. Nick estaba rompiendo sus defensas, metiéndose bajo su piel. Dentro de su corazón.
Girando la cabeza, se dedicó a mirar por la ventanilla. Estaban dejando atrás el campo para entrar en la ciudad.
—¿Ocurre algo? —preguntó él.
—No, pero… no quiero hablar de eso. No es apropiado.
—Muy bien. ¿De qué quieres hablar?
De nada. Sólo quería estar allí, en silencio. Pero una buena anfitriona no se comportaría así. No, debía ser amable y alegre. Ella solía ser como un camaleón, haciendo lo que convenía en cada momento o con cada invitado. Pero con Nick no estaba segura de quién debía ser.

Afortunadamente, en unos minutos llegarían al hotel. Situada en el mar de Irlanda, entre Inglaterra e Irlanda, Morgan Isle era una isla pequeña, pero con mucho encanto. Doscientas veinte siete millas cuadradas de costa.
—Se me había olvidado lo bonita que es la bahía —murmuró Nick —. Un paraíso.
Por fin un tema de conversación que no tenía que ver con su vida privada. Qué alivio.
—A nosotros nos gusta pensar eso.
—Han construido muchos edificios desde la última vez que estuve aquí, ¿no?
—Sí, claro, aunque más del cuarenta por ciento de la isla está dedicado a parques naturales.
—Phillip me contó que el turismo se había triplicado en los últimos años.
—Así es.
Y no era una coincidencia, además. Los cambios habían empezado tras la muerte de su padre y Phillip se había encargado de todo. Aunque al principio de manera extraoficial porque su madre, que siguió en el trono hasta su muerte, estaba gravemente enferma.
Como hermano Phillip podía ser insoportable, pero era un buen líder. Y se le ocurrió entonces que nunca le había dicho lo orgullosa que estaba de él.
—Nuestra economía está creciendo y el valor de las propiedades inmobiliarias se ha duplicado.

lunes, 31 de diciembre de 2012

Feliz Año Nuevo








- “Deseo de corazón que pasen un feliz año nuevo y que todas sus metas se concreten. Recuerden que siempre habrán momentos malos en la vida, lo importante es superarlos y nunca más mirar hacia atrás. 
 

Chicas de todo corazón les deseo un Feliz Año Nuevo aunque no nos conozcamos en persona las aprecio mucho y gracias por leer el blog un Abrazo xooxo.

domingo, 30 de diciembre de 2012

De Secretaria A Esposa Capitulo 8





Según había transcurrido el tiempo, había comenzado a ver una faceta nueva de su novio, aspectos que la habían conmovido mucho más que los caros regalos que éste le hacía. Había sido un lado sensible, tal vez incluso vulnerable, lado del que se había percatado al observar el miedo de Hayden al fracaso, el miedo que sentía a que sus colegas y amigos no pensaran que era suficientemente bueno, el que le había llegado a lo más profundo de su corazón.

Su ex novio había sentido verdadero pánico a no ser capaz de mantener el éxito que había logrado. Quizá Demi se había dado cuenta de que Hayden temía las mismas cosas que ella misma había temido desde aquellos días de colegiala en los cuales se habían burlado de ella por haber sido la chica pobre de la clase, la chica a la que su madre no podía llevar de vacaciones al extranjero, ni comprarle ropa bonita, ni inscribirla en clases de baile como hacían los padres de las demás niñas.

Pero, en realidad, no había sido la carencia de todas aquellas cosas lo que había provocado que Demi fuera tan vulnerable. No. Había sido la falta de cariño por parte de su madre lo que más le había afectado. Agotada de tanto trabajar y por tantas preocupaciones, Liz Lovato había construido una dura barrera alrededor de su corazón, barrera que había mantenido a su hija apartada de ella emocionalmente.

Pero, además, como había sufrido cierto acoso en el colegio y un sentimiento de baja autoestima que tal vez había adquirido por la educación que había recibido, Demetria había sentido que su propio corazón también estaba creando una barrera para protegerse. Incluso cuando los hombres le habían dicho que la encontraban atractiva, siempre había habido una parte de ella que no les había creído y que había esperado secretamente oír la verdad; que ella no era nada parecido a las cosas deseables que le decían que era, que todavía era la niña pobre de pelo rebelde que había sido admitida en la escuela de gramática por pena y no porque fuera inteligente o mereciera estar allí.

Cuando un precioso domingo por la mañana, durante un paseo por Hyde Park, Hayden le había sorprendido con un anillo de compromiso, ella se había quedado realmente impresionada. Él le había dicho que la amaba y que apenas había podido pensar en otra cosa que no hubiera sido el casarse con ella. Kate le había prometido que lo pensaría... le había dicho que quizá era demasiado pronto para acceder a un compromiso tan importante ya que sólo se habían conocido hacía unos pocos meses. Pero Hayden había seguido insistiendo y, aunque ella no tenía sus sentimientos hacia él muy claros, tontamente había aceptado a comprometerse. Era cierto que hacía poco que había perdido a su madre y, con perspectiva, se había dado cuenta de que tal vez había estado tratando de obtener el amor y la atención que le habían sido negados durante tanto tiempo. Quizá por aquello, la proposición de Hayden y su declaración de amor le habían resultado tan atrayentes.

La noche en la cual se habían comprometido, le había entregado su virginidad a su futuro marido. Incluso había comenzado a sentirse emocionada ante la idea de casarse y formar una familia con él. Pero sólo una semana después, todos sus sueños de un futuro feliz, de un marido devoto y de unos ansiados hijos, se habían desvanecido rápidamente.

Hayden le había dicho que tenía que viajar a Ámsterdam por negocios y que cuando regresara, aquel mismo día por la tarde, pasaría a buscarla para llevarla a cenar a uno de sus restaurantes favoritos. Pero durante la mañana, mientras estaba en el trabajo, Demi había comenzado a sentir unos dolorosos calambres que habían empeorado según había transcurrido el tiempo. Cuando llegó la hora de comer, se sintió bastante enferma debido al dolor. Su jefe le dijo que se marchara a casa y que descansara.

Hayden vivía en una casa en una exclusiva zona de Chelsea y ésta estaba mucho más cerca del trabajo de Demetria que su propio piso, el cual se encontraba al norte de Londres. Él le había dado una llave de la vivienda, por si acaso alguna vez se le olvidaban las suyas dentro y se quedaba sin poder entrar, o por si ella salía antes de trabajar y quería ir a esperarlo allí.

En cuanto entró en la lujosa entrada de la casa, supo que había alguien en ésta.
Con el corazón revolucionado debido a que no sabía si la persona que estaba dentro de la vivienda era un ladrón, ya que Hayden no le había telefoneado para decirle que su reunión se hubiera cancelado, comenzó a subir con recelo las escaleras que llevaban a los dormitorios. Pero en aquel momento oyó una risa femenina. Se agarró con fuerza al pasamanos de la escalera y se forzó en continuar hasta llegar a la puerta del dormitorio principal. Entonces la abrió. Vio a su novio tumbado en la cama junto a una exuberante pelirroja que por lo menos habría tenido diez años más que ella.

Recordaba haberse quedado allí de pie diciéndose a sí misma que lo que estaba viendo no podía ser otra cosa que un estrafalario producto de su imaginación ya que no se encontraba bien. Pero al haberse dado cuenta de la dura y fría realidad, había comenzado a temblar de la cabeza a los pies como si le hubieran echado un cubo de agua helada por el cuello. Se había quedado muy impresionada y, a la vez, se había sentido extremadamente furiosa. Pero lo peor llegó después, cuando Hayden le dirigió una mirada de menosprecio y se rió.
Fue la risa más fría e inquietante que ella jamás había oído.

— ¡Pequeña mujerzuela estúpida! —Espetó él—, ¿Por qué demonios has venido aquí a esta hora?
En aquel momento, Demi descubrió que el hombre con el que iba a casarse no era el feliz y alegre trabajador poseedor de un lado sensible que ella había creído que era. Descubrió que Hayden Michaels era un mentiroso y un timador que había tenido una amante durante más de dos años, amante a la cual no pretendía renunciar. De hecho, se había puesto furioso ante el hecho de que ella lo hubiera estropeado todo al aparecer de aquella manera en su casa.

Angustiada, había sentido como se le formaba un nudo en la garganta. Había estado demasiado disgustada como para decir nada, por lo que simplemente tiró las llaves de la casa a la cama y salió de aquel lugar tan rápido como pudo.

Todo aquello había sido algo muy vergonzoso. Sentía que había hecho el ridículo al haberse creído las mentiras de Hayden y, durante mucho tiempo después, se sintió como entumecida. Cuando pocos meses más tarde le había surgido la oportunidad de marcharse a Italia y tomarse un descanso junto a una compañera con la que había trabajado, la cual se había instalado en el romántico país mediterráneo, la había aceptado encantada.