domingo, 8 de julio de 2012

Cuatro Noches De Pasión Cap 14


Nick, no esperaba verte aquí —se oyó una dulce voz a sus espaldas. Miley  vio que Delta Goodrem se acercaba a Nick. Y se acercaba demasiado-. Miley, no he visto a Cameron esta noche.
Cameron solía apoyarse en la presencia de su hermana a modo de cobertura, en tanto que a ella le agradaba proporcionársela. A ambos les resultaba cómodo. La experiencia de dos relaciones anteriores ya no estimulaba a miley  a tener fe en la especie masculina.
-Cameron no ha podido venir -respondió con suavidad.
El aspecto de Delta era increíble; vestida a la perfección de pies a cabeza en un estilo italiano y con un elegante peinado muy natural. Enfundada en un traje de seda negro que realzaba sus curvas, su presencia era un imán que atraía la atención de todos los hombres.
Los ojos de Delta se entornaron un segundo cuando un invitado fue en busca de Nick y lo llevó junto a un grupo de hombres.
-¿Has venido con Nick? -preguntó incrédula-. Es un hombre que no encaja con la gente de tu clase, ¿no es así?
-¿Y eso significa...?
-Es rico, salvaje y peligroso. Nunca conseguirías manejarlo.
-¿Y tú sí?
Tras lanzarle una mirada, la modeló dejó escapar una risa reprobatoria.
-Oh, por favor, querida.
-En ese caso, ¿por qué Nick me invitó a mí cuando es obvio que tú estás muy dispuesta a acompañarlo?
Los hermosos ojos azules de Delta echaron chispas de rabia.
-¿Tal vez se deba al factor novedad? -dijo en un gélido tono burlón.
-¿Lo crees así? Tal vez esté cansado de las mujeres que disputan entre ellas para atraer su atención.
Delta puso una mano en el brazo de Miley.
-Hacerse la difícil es un juego poco aconsejable. Terminarás sufriendo.
-¿Y eso te preocupa?
-No te engañes, querida.
-¿Has terminado? -preguntó Miley con una sonrisa estudiada.
-Creo que sí. Por ahora.

Cualquier cosa era mejor que cruzar espadas con la reina del glamour, así que Miley se alejó para ver el resto de la exposición.
Después de un rato, encontró a Delta sumida en una charla con Nick.
No estaba preparada para soportar el dardo doloroso que atravesó su cuerpo. Era ridículo, y odió esa reacción tanto como lo odiaba a él.

Nick Jonas simplemente era una aberración. Un hombre que cruelmente manipulaba las circunstancias en beneficio propio. Así que, ¿qué importaba si, era un amante experimentado, sensible a las necesidades de una mujer? Había otros hombres igualmente experimentados. Hombres de familias nobles, educados en colegios privados, graduados con honores en la universidad y que se desenvolvían en el campo de los negocios, de la medicina, del derecho.
Ella los conocía, había alternado con ellos... pero nunca se había encendido una chispa que la hiciera arder. Hasta que conoció a Nick.

¿Era Delta su compañera habitual? Era cierto que durante el último mes los había visto juntos en un par de ocasiones... Y no había duda de que Delta estaba dispuesta a clavarle las garras.
-Miley, querida. Esperaba encontrarte aquí. ¿Cómo estás?
Había muchas señoras de la alta sociedad, pero Annouska Pendelton era jefe indiscutible de toda esa minoría selecta.
-Muy bien, gracias.
-¿Cómo está el querido Alexander? Lamento tanto que no se encuentre bien -dijo y luego añadió, tras una breve pausa-: Veo que has venido con Nick Jonas esta noche. Un hombre interesante e influyente.
-¿Verdad que sí? -convino Miley dulcemente.
Annouska desvió la mirada
-Ah, Nick. Estábamos hablando de ti.
Él se acercó a ellas. Demasiado cerca de Miley. Tan cerca, que podía sentir la fragancia de su perfume masculino.
-¿Sí? -preguntó en un tono de seda.

-Ambos debéis venir a la velada que se celebrará el próximo mes. Os haré llegar las invitaciones en el curso de la semana. Disfrutad de la fiesta -dijo al tiempo que presionaba los dedos de Miley y el brazo de Nick.
-¿Te apetece un café? -preguntó Nick cuando quedaron a solas.
«Lo que a mí me apetecería es irme a casa y dormir en mi cama... sola», pensó Miley. Sólo que eso no iba a suceder.
-¿No? En ese caso nos marcharemos.
Intentó zafarse de la mano que oprimía la suya, pero fue imposible.
-Delta quedará desilusionada.
-¿Y esperas que te dé mi opinión?
-¿Deberías?
Les llevó varios minutos llegar a la salida y ella captó la mirada venenosa de Delta cuando abandonaron la galería.
-¿Te importa? -dijo Miley al tiempo que clavaba las uñas en la palma de Nick para soltarse-. No voy a escapar ni a gritar por la calle.
-No llegarías muy lejos.
-No necesitas recordarme mi obligación.
No cruzaron palabra durante el trayecto a Point Piper. Y apenas Nick estacionó, ella salió del vehículo.
¿Por qué estaba tan enfadada? Nick  Jonas no era suyo. Nada le unía a él. Era libre de ver a quien quisiera, y Delta Goodrem  era una tigresa en la cama.
Una risa lúgubre nació y murió en su garganta mientras precedía a Nick dentro de la casa.
-¿Te apetece algo de beber? -preguntó al tiempo que deshacía el lazo de la corbata y se desabrochaba la chaqueta.

Miley continuó su camino hacia la escalera.
-¿Para qué jugar a fingir? -dijo al tiempo que subía los primeros peldaños-. ¿Para poner en un contexto diferente la verdadera razón de mi presencia aquí?
-¿Un hombre y una mujer que se entienden en la cama? -preguntó él, en un tono suave como la seda.
-Es sexo solamente -dijo ella a sabiendas que mentía.
Y sin decir más, siguió hacia la primera planta, consciente de la anticipación sensual que invadía su cuerpo a medida que subía los peldaños.
El calor y la pasión de la posesión de Nick se habían convertido en una entidad palpable y se odió por desear lo que él pudiera darle, porque había una parte de ella que deseaba que fuese real. Deseaba todo el bagaje emocional, y no sólo la mera parte sexual.

Pero todo lo que podía haber entre ellos se remitía al sexo. Y ella debería sentirse contenta. Implicarse emocionalmente con Nick sería lo mismo que lanzarse desde un avión sin paracaídas. Sí, una locura.
Miley entró en el dormitorio de la suite, se quitó los zapatos, las joyas y bajó la cremallera del vestido.
Era consciente de la presencia de Nick y del neceser que le tendía en ese momento. Sus dedos temblaron al recibirlo y de inmediato fue al cuarto de baño.
Minutos después, se quitó el maquillaje, se soltó el pelo y deliberadamente evitó mirarse en el espejo.
Nick  estaba en la cama, con la cabeza apoyada en un codo y mirándola con una cierta ironía.
De pronto fue muy consciente de la camiseta que le cubría los muslos. La antítesis del glamour. Delta, o cualquiera de las muchas mujeres que habían compartido su cama habrían elegido una prenda transparente, tal vez negra o escarlata.
Pero ella no estaba allí para provocar. Así que se introdujo bajo la ropa de cama y se volvió a mirarlo.
Él deslizó un dedo por la mejilla y luego lo enredó en sus cabellos.
Después trazó el contorno de la piel detrás de la oreja y recorrió la base del cuello mientras la besaba.
Miley  dejó escapar un gemido cuando una mano descansó en el muslo.
¿Cómo podía sucumbir tan fácilmente? De pronto tuvo el descaro de pensar que había estado sobre ascuas durante toda la velada, esperando ese momento, deseándolo.
En ese instante, la lengua de Nick jugaba una danza erótica en su boca y ella empezó a responder.

Nick se puso de espaldas, la atrajo hacia sí y empezó a acariciar sus pechos. Los pezones se excitaron mientras él los tocaba y los besaba hasta que ella dejó escapar un breve grito mitad de dolor y mitad de placer.
La erección era una fuerza muy potente y Miley sintió que se incendiaba cuando él, dentro de ella, empezó a moverse con mucha suavidad al principio imprimiendo a ambos cuerpos un ritmo lento que fue creciendo en profundidad hasta que ella se sintió totalmente perdida, inconsciente de los sonidos que escapaban de su garganta, atrapada en el erotismo del ascenso hasta las alturas sólo para quedar suspendida en la cima... y luego volver a caer en los brazos de Nick.

Cuatro Noches De Pasión Cap 13


-Minimizar los encuentros sexuales contigo es mi mayor prioridad -dijo intentando guardar la calma-. Voy a necesitar mi coche por la mañana, así que lo llevaré a tu casa.
-Seis y media, Miley -dijo y cortó la comunicación antes de que ella pudiera añadir algo más.
La elección del vestido no fue un problema, acostumbrada como estaba a una intensa vida social.
El estilo en boga era el de una mujer suave y femenina, así que escogió uno de seda color jade, con tirantes en los hombros y un profundo escote en pico. Luego se recogió el cabello en un moño flojo y se dio los últimos toques de maquillaje.
Eran las seis y veinticinco cuando estacionó frente a la verja de entrada de la casa de Nick.
El Aston Martín ya estaba fuera y Nick le abrió la puerta del coche.
Miley se limitó a inclinar la cabeza a modo de saludo y se dirigió al vehículo.
-Una mujer puntual -comentó con una mirada penetrante.
-Dijiste a las seis y media —respondió ella en tanto lo sometía a un deliberado examen. Iba vestido de esmoquin, con camisa blanca y corbata de lazo y ella sintió que se le aceleraba el pulso-. ¿Nos vamos?
-Te has vestido para impresionar -dijo Nick tras una mirada apreciativa, en un sutil tono burlón.
-Debería ser para... matar -replicó ella con una sonrisa estudiada mientras se acomodaba en el asiento del acompañante.
-¿Debería ponerme en guardia por si llevas un arma escondida? -preguntó mientras se sentaba tras el volante.
-No es mi estilo.
-¿Y hacer un comentario sobre un vestido sí lo es?
-Es una prerrogativa femenina -respondió con una cierta ironía-. El vestido será una especie de armadura contra todas las miradas femeninas que esta noche se clavarán como dagas en mi espalda.
-¿Debido a mi presunta reputación?
-Tú lo has dicho.
Nick dejó escapar una risa ronca y ella se mantuvo en silencio durante el breve trayecto a Double Bay. Luego intentó mostrarse civilizada cuando el maître los acomodó en una mesa reservada.
-Al parecer Australia te atrae bastante -dijo en un intento por iniciar la conversación-. Estuviste todo el año pasado en Sidney.
En ese momento esperaban el primer plato. Nick se reclinó en el asiento y la miró pensativa mente.

-Tengo intereses comerciales y casas en varios países.
-Por lo tanto hay que asumir que tu residencia en la ciudad será transitoria.
-Posiblemente. Miley bebió un sorbo de vino.
-Se comenta por ahí que has tenido un pasado tortuoso.
-¿Y tú lo crees?
Ella lo estudió cuidadosamente.
-A veces los rumores de sociedad pueden ser erróneos.
-Invariablemente.
Había una dureza manifiesta en su mirada, algo peligrosa, casi letal bajo la superficie. Su mirada era la de un hombre que había visto muchas cosas, superado otras tantas... y que había logrado sobrevivir.
-Creo que disfrutas el misterio de esas suposiciones, y además creo que debido a que eres demasiado listo has esquivado el brazo de la ley-Gracias -dijo con irónico cinismo.
El camarero llegó con los platos, les llenó las copas de vino y se retiró.
-¿Tienes familia en Nueva York? –preguntó Miley.
-Un hermano.
El único que había sobrevivido a un tiroteo desde un coche que había matado a sus padres. Un suceso tremendo sucedido en los primeros meses de su estancia en Sidney y que fue la razón que le hizo tomar el primer avión para casa... y quedarse allí a labrar su fortuna.

Eran casi las nueve de la noche cuando entraron en la galería de arte.
El objetivo de la exposición de esa noche era más para hacerse ver que comprar esculturas y pinturas. Sin embargo, la velada iba a ser un éxito debido al hecho de que sólo los que tenían poder de compra y prestigio social habían recibido invitación.
Incluso era de rigor donar una cuantiosa suma de dinero para una obra de caridad.
Camareras uniformadas circulaban con bandejas de canapés mientras que lo camareros ofrecían champán y zumo de naranja.
La llegada de Nick y Miley fue debidamente observada y posiblemente despertaba todo tipo de especulaciones.
Vamos a mirar un poco —sugirió Nick suavemente mientras la conducía a la sección de pinturas más cercana.
Los impresionistas modernos no llamaron la atención de Miley y pronto se encontró explicando sus razones mientras iban a mirar algunas esculturas hechas en metal.


Cuatro Noches De Pasión Cap 12


Miley despertó lentamente y en unos segundos comprobó que no se encontraba ni en su cama ni en su casa. Tras volver la cabeza vio que estaba sola en el lecho.
Allí no había señal de Nick. Después de mirar el reloj, saltó de la cama consternada, sacó ropa limpia del neceser y fue al cuarto de baño.
Quince minutos después bajaba las escaleras y se dirigía a la cocina. Al oler el aroma del café y de las tostadas, de inmediato sintió que el estómago protestaba de hambre.
Nick estaba vestido con un pantalón oscuro y una camisa impecable. La chaqueta a juego y la corbata colgaban del respaldo de una silla.
Su aspecto era demasiado dinámico para alguien que había pasado gran parte de la noche entregado a la actividad física. La sola visión del hombre puso en tensión los nervios de Miley.
-Te iba a dejar dormir otros cinco minutos más antes de subir a buscarte -dijo mientras señalaba la cafetera-. ¿Café?
-Por favor -respondió ella. Se sentía incómoda e increíblemente vulnerable-. Luego me iré en un taxi.
Nick puso frente a ella un plato con huevos revueltos y tostadas.
-Yo te llevaré a casa. Siéntate y come.
-No tengo hambre.
Él la examinó apreciativamente, notó las sombras bajo los ojos y el cansancio.
-Come y luego nos iremos -insistió.
Cualquier protesta habría sido inútil, y además el plato era apetitoso. Miley se sentó, dio buena cuenta del desayuno y luego se sintió más dispuesta a enfrentar el día.
Tan pronto como hubo terminado. Nick  se puso la corbata y la chaqueta.
Miley  empezó a despejar la mesa con la intención de lavar los platos.
-Déjalo.
-Sólo será un par de minutos.
-Ya lo hará la señora de la limpieza.
Sin decir una palabra, ella recogió el neceser y lo siguió hacia el garaje.
Tras el corto viaje entre Point Piper y Double Bay, Miley casi no esperó a que Nick estacionara a la entrada de su edificio para abrir la puerta del coche.
Como no le vino a la mente ninguna palabra adecuada de despedida, se alejó sin más.
Cuando abrió la puerta del apartamento, el gato maulló indignado. Tras dejar el neceser a un lado, le puso comida y luego bajó al estacionamiento subterráneo.
Minutos después, conducía su Porsche de época hasta el taller en medio de un difícil tráfico de hora punta.

No fue nada fácil concentrarse en el trabajo mientras intentaba disipar de su mente la poderosa imagen de Nick. ¡Santo cielo, todavía podía sentirlo en su piel!
Como si no le hubiera bastado con el encuentro nocturno, se había acercado con sigilo en la madrugada y había vuelto a despertar sus sentidos incluso media dormida como estaba.
¿Cómo podía reaccionar con tanta pasión hacia un hombre a quien odiaba?
Y sin embargo, así era. Todo pensamiento racional barrido por una química sexual en todo su apogeo.
Durante el descanso para comer respondió la llamada de Cameron que le había dejado un mensaje en el teléfono móvil.
-Sólo llamaba para saber cómo estás -dijo el hermano.
-¿Quieres saber cómo he sobrevivido al Acto Primero del drama nocturno en tres actos?
-¿Cinismo, Miley?
-Tengo derecho. ¿No te parece?
-¿Y cuándo tendrá lugar el Acto Dos?
-El sábado por la noche.
-Te agradezco...
-No, por favor, no sigas por ahí —dijo con fiereza y cortó la comunicación.
A continuación, después de comer frugalmente y sin apetito, volvió a su quehacer.
A media tarde le dolía la cabeza y tuvo que tomarse un analgésico. Más tarde ajustó el microscopio binocular, luego la luz y se entregó al trabajo.
Miley se sintió muy aliviada cuando al fin terminó la jornada. Camino a casa se detuvo en un supermercado y compró comida para ella, fruta fresca y comida para el gato.

Más tarde, tras darle de comer, se preparó una ensalada y pescado. Después estuvo una hora mirando televisión y luego trabajó un rato en el ordenador portátil.
Cuando al fin estuvo en su cama sintió el peso del gato en sus piernas. Compañía y amor incondicional, fue lo último que pensó antes de dormirse no sin dificultad.
Era difícil intentar dormir cuando el único hombre que la agraviaba invadía sus pensamientos y sus sueños. Al día siguiente, sentía que se le desplomaba el estómago cada vez que sonaba el teléfono. Esperaba una llamada de Nick para confirmar el encuentro del sábado siguiente.
El viernes por la tarde era un manojo de nervios y lo maldijo de modo muy locuaz.
En consecuencia, le costó trabajo responder de forma civilizada cuando oyó su voz el sábado por la mañana.
-Pasaré a buscarte a las seis y media. Primero cenaremos y luego iremos a una exposición de arte.
-Si me dices la hora en que piensas volver a tu casa podemos reunimos allí -sugirió con rigidez.
-No.
Los dedos de Miley apretaron el teléfono móvil.
-Qué significa ese... «No»? preguntó conteniendo la rabia-Puedes llevar a otra persona a cenar y a la exposición.
-¿Ir de una mujer a otra? -preguntó en tono jocoso.
-Alternar contigo no forma parte del trato.
-Verás, según lo convenido tengo derecho a doce horas de tu tiempo. Si prefieres no salir, estoy muy dispuesto a pasar esas horas en la cama contigo.
Miley quiso matarlo.



viernes, 6 de julio de 2012

CUATRO NOCHES DE PASIÓN Cap 11




Aunque, si se movía podía perturbar el sueño de Nick y esa no era una buena opción.
Miley contó ovejas, sin el menor resultado. Después se concentró en el intrincado diseño de una joya en la que estaba trabajando.
¿Cuánto tiempo permaneció en la oscuridad? ¿Diez, veinte minutos? ¿Cuatro, cinco horas?
Entonces se produjo un ligero movimiento, la habitación quedó bañada en una suave luz y Nick surgió junto a ella, con la cabeza apoyada en un codo.
-¿No puedes dormir? -preguntó arrastrando las palabras.
Los ojos de ella aparecían oscuros, grandes y la tez pálida.
-No sabía que estabas despierto.
-¿Te duele la cabeza?
Habría sido tan fácil asentir.
-No.
Él deslizó los dedos por su mejilla.
-¿Librando una batalla interna?
-Sí.
Los labios de Nick se curvaron en una sonrisa divertida.
-La sinceridad es una virtud muy difícil de encontrar en una mujer.
-Está claro que no has conocido a la mujer apropiada.
Miley pensó si esa era su voz. Sonaba increíblemente enronquecida. Sensual más bien, pensó acobardada al sentir el dedo que recorría la sien y colocaba un mechón de pelo detrás de la oreja. Había una atmósfera de irrealidad en esa conversación. Ella era consciente de la habitación, de la cama, del hombre en el que pronto enfocó toda su atención.
Con el dedo pulgar él delineó el labio inferior y luego lo deslizó hasta la barbilla en tanto buscaba la boca femenina, como un preludio a la deliberada seducción de los sentidos femeninos.
La sutil exploración se convirtió en una
sugerente posesión sensual que la llevó a prescindir de sus inhibiciones... con demasiada facilidad para su paz mental.
Debería intentar escapar, retirarse, protestar un poco, pero el toque de sus labios tenía algo de mágico que ella no podía resistir, y gimió mientras las manos acariciaban sus pechos y luego atormentaban los excitados pezones.
Una onda de calor se había apoderado de sus venas llenando su cuerpo de honda calidez sensual mientras él le quitaba la camiseta.
Durante largos segundos soportó la mirada apreciativa sobre su cuerpo desnudo y supo instintivamente que el momento de la intimidad había llegado.
Todas las células de su cuerpo respondieron con dolorosa vivacidad cuando él se inclinó sobre un pecho y suavemente mordió el pezón.
Miley deslizó los dedos por el pelo de Nick y gimió deseando que se detuviera al sentir la lengua alrededor del ombligo antes de posarla entre los muslos.
A pesar del ruego para que desistiera, la caricia se hizo más íntima, y aunque ella luchó contra las sensaciones que le producía se sintió lanzada hacia lo alto, tan alto que un breve grito de placer escapó de su garganta.
Cuando pensaba que la sensación ya no podía ser más intensa, volvió a repetirse, hasta tal punto que sintió que su cuerpo se incendiaba.
¡Santo cielo! El ferviente susurro salió de sus labios corrió una plegaria irreverente mientras Nick se apoderaba de su boca en un beso tan intenso que al fin la venció, obligándola a compartir el placer de la sensualidad.
Un sonido de alarma sonó en su mente.
-¿Alguna protección? -murmuró.
-Ya me he ocupado de eso.
Entonces Nick la penetró y poco a poco ella sintió que sus músculos se relajaban a medida que él comenzaba a moverse lentamente al principio y luego con mayor insistencia hasta que el movimiento acompasado se convirtió en una entidad hipnótica contra la cual no había ningún poder capaz de resistir.
Una experiencia nunca antes vivida. Una intoxicación cautivadora de sus sentidos mientras él la llevaba a un punto de éxtasis mágico.
Luego no tuvo recuerdo del grito que se escapó de su garganta, ni de las uñas clavadas entre las costillas o sus dientes en la carne de Nick. Ese instante la había convertido en una salvaje desenfrenada, conducida más allá del mero deseo, a un lugar primitivo donde la pasión era una entidad incandescente.
Entonces Nick la acomodó lenta y suavemente, calmando el cuerpo estremecido hasta dejarlo quieto entre sus brazos.
Las lágrimas le corrían por las mejillas y él sintió el corazón oprimido ante la vulnerabilidad de Miley.
Se sentía totalmente expuesta. Como si ese hombre tuviera la facultad de ver dentro de su corazón, dentro de su espíritu, en todo su ser, y todos sus secretos quedaran al desnudo.
Cuando Nick se tendió, siempre con ella entre sus brazos, la miró bajo la suave luz y ella no pudo retirar la mirada. No tenía palabras, nada que pudiera decir.
Más tarde, él volvió a abrazarla y al sentir que entraba otra vez en su cuerpo, dejó escapar un gemido mientras se adaptaba al ritmo de Nick, y juntos alcanzaron el clímax.     
Más tarde, Nick la estrechó contra su cuerpo hasta que ambos empezaron a respirar con normalidad.
Ella se había dormido al instante con la mejilla apoyada en el pecho masculino, incluso protestó cuando él bajó de la cama y la tomó en brazos.
-¿Qué haces? -preguntó en un tono débilmente escandalizado mientras él entraba en el cuarto de baño y luego en la ducha.
-No podemos compartir la ducha –protestó Miley.
Diego dejó escapar una risa ronca.
-Hemos compartido hasta la última intimidad -dijo al tiempo que empezaba a pasarle el jabón suavemente por la piel.
Eso ya era otra cosa y ella le puso una mano en el pecho a modo de silenciosa protesta.
-No.
Él no se detuvo.
-Más tarde dormiremos.
Ella intentó empujarlo.
-Puedo hacerlo yo misma.
-Permítemelo.
-Nick...
-Me gusta oír mi nombre en tus labios.
-Por favor -murmuró al sentir el contacto más íntimo de la mano de Nick.
Estaba invadiendo su intimidad de una manera que nunca había experimentado con otro hombre.
-En un minuto más te tocará a ti -dijo en tono divertido, y luego
Tuvo la audacia de reír cuando ella le mordió el hombro.
-Si quieres jugar, querida, estoy dispuesto a complacerte.
-Ya he jugado bastante.
Y era verdad, porque la fatiga se había apoderado de ella.
Todo combinado con el chorro de agua caliente, el vapor y la hora tardía.
Él terminó de lavarla y luego hizo lo propio. En un par de minutos salió del agua y la secó con una toalla de baño que luego utilizó para él.
Segundos después, la condujo al dormitorio, la acomodó bajo la ropa de cama y apagó la luz.
Luego la atrajo contra su cuerpo y esperó que el cansancio venciera el rechazo de Miley, hasta que al fin ella se durmió.

CUATRO NOCHES DE PASIÓN Cap 10 Niley




El Aston Martín entró en el garaje cuyas puertas electrónicas se cerraron con un imperceptible clic.
Atrapada
«Llévame a casa». Las palabras surgieron como un grito silencioso antes de apagarse en su garganta. «Tienes que superar esto», le dijo sin piedad una voz interior. «Piensa en Alexander, en Cameron».
« ¿Y quién piensa en mí?»
Nick  sacó el neceser de viaje del maletero y a continuación la guió hacia el vestíbulo interior de la casa.
Con creciente desesperación ella contempló las amplias dimensiones de la estancia, la escalera curvada con su balaustrada de intrincado diseño que conducía a la planta superior. Una araña de cristal pendía del alto techo y las paredes estaban cubiertas con finas pinturas. Todo el conjunto hablaba de un ambiente de gran lujo y prosperidad.
Nick dejó el neceser al pie de la escalera e indicó una puerta a su derecha.
-¿Te apetece una bebida?
Miley lo vio entrar en una espaciosa sala.
El pensamiento de una amable charla fingida era más de lo que podía soportar.
Toda la velada había sido una antesala al momento en que tendría que compartir su cama. No tenía ningún sentido alargar la espera.
-Si no te importa, preferiría ahorrarme los prolegómenos.
Estaba nerviosa. Él podía percibirlo en su voz, en el pulso que palpitaba en la base del cuello y sintió placer.
-¿Prefieres subir?
-Sí.
Nick sé encogió de hombros imperceptiblemente, cerró la puerta de la sala e indicó la escalera.
Tras subir y atravesar la galería con balaustradas, Nick la condujo a una suite lujosamente amueblada.
Miley entró en la habitación y se detuvo, incierta. «Piensa. Quítate los zapatos y las joyas».
Se quitó los pendientes con facilidad, pero a causa del temblor de los dedos no pudo abrir el cierre del collar.
-Déjame a mí –dijo Nick con calma acercándose a ella.
Demasiado cerca. Casi podía sentir el contacto del cuerpo masculino a sus espaldas.
Demonios, ¿es que para facilitar las cosas no debería hacer el papel de la seductora y arrojarse en sus brazos?
Los dedos tocaron la nuca e inconscientemente contuvo la respiración. Luego se separó cuando él le puso el collar en las manos.
Miley fue hacia el neceser y colocó las joyas en una pequeña bolsa. Cuando se volvió, él estaba detrás y el estómago se le oprimió cuando empezó a quitarle las horquillas del pelo.
Los dedos de Nick recorrieron la graciosa curva del cuello y ella sintió el toque a lo largo de la espina dorsal.
-Hermosa -murmuró Nick.
Y Miley tuvo que luchar contra el fascinante tono de su voz. Sería tan fácil volverse hacia él, besarlo y dejarse llevar.
Sin embargo, hacer eso significaría que ella toleraba su actitud y no había la menor maldita esperanza de que algún día perdonara sus manipulaciones.
-No finjamos hacer de esto lo que no es.
Miley alcanzó a bajar un poco la cremallera del vestido antes que intervinieran las manos de Nick.
-¿Sexo a un alto precio?
-Es lo que querías Miley se encogió de hombros intentando que fuese un gesto negligente-. Si quieres terminar de desenvolver el paquete, puedes continuar.
Nick entornó los ojos.
-¿Cómo podría un hombre resistirse a la tentación? -preguntó con la voz enronquecida.
Entonces terminó de bajar la cremallera, luego retiró los tirantes de los hombros y el vestido se deslizó suavemente a la alfombra.
La única prenda que protegía la desnudez de Miley era una breve braguita de seda y se esforzó por quedarse inmóvil mientras él la contemplaba apreciativamente.
Los ojos despidieron llamaradas azules cuando la mirada de él se detuvo en los pechos, descendió por su cuerpo y luego alzó la vista para encontrarse con una expresión de indignado desafío.
Con una lentitud deliberada se quitó los zapatos, los calcetines, la chaqueta, la corbata, se aflojó el cinturón de los pantalones y empezó a desabotonarse la camisa.
Realmente el hombre era apuesto. Anchos hombros, caderas estrechas, estómago plano, piel aceitunada y músculos endurecidos que denotaban una fuerza innegable.
El breve boxer de seda escasamente ocultaba su excitación y Miley odió sentir que se ruborizaba.
Tras echar la ropa de cama hacia atrás. Nick se aproximó a ella. Los ojos de Nick se agrandaron un segundo cuando él trazó con el índice la curva del labio inferior.
Una oleada de calor invadió su cuerpo, el pulso empezó a latirle aceleradamente mientras él le tomaba la cara entre las manos, y emitió un gemido silencioso cuando inclinó la cabeza hacia su rostro.
Miley no esperaba el lento contacto de su boca o el modo en que la punta de la lengua se introdujo entre sus labios mientras su rostro continuaba entre las manos de Nick.
Luego sintió que los pulgares se deslizaban por sus mejillas y contuvo la respiración cuando el beso se hizo más intenso.
Nick tiraba de sus sentidos y los despedazaba destruyendo de ese modo la barrera protectora que ella había erigido contra él.
Las manos de Miley se alzaron hasta los hombros sólo para apoyarse allí, vacilantes, mientras él capturaba su nuca con una mano y con la otra recorría toda la espalda hasta la parte inferior y la atraía hacia su cuerpo.
Con un leve movimiento, Nick le quitó la braguita y ella gimió al sentir su mano entre las piernas.
Nada pudo hacer para impedir la caricia de los diestros dedos. Él sabía cómo y dónde tocar, hasta hacerla enloquecer.
Sin embargo, Miley sabía que entre su mente y su cuerpo no había sincronía. Su mente permanecía ajena a la tentación que invadía su cuerpo.
«Disimula», sintió que le decía la silenciosa voz interior. «Hazlo de una vez, y entonces todo habrá terminado». Sólo por esa noche.
Nick volvió a tomarle la cara entre las manos.
-No lo hagas -le advirtió con suavidad.
-No sé qué quieres decir -murmuró ella, con una mirada sorprendida.
Él trazó la curva de su boca con el pulgar y notó los ojos llameantes de ira.
-Sí lo sabes.
Miley pudo sentir el rubor que cubría sus mejillas. ¿Qué tenía ese hombre que podía leer sus pensamientos más secretos?
Sus otros compañeros sentimentales se entregaban de tal modo a su propio placer que nunca se habían preocupado por el de ella.
Una risa sofocada nació y murió en su garganta. Sólo había tenido dos novios que le habían declarado su devoción con un ojo puesto en la fortuna de su padre.
-No quiero estar aquí contigo.
-Tal vez no, por el momento.
-¿Estás seguro de que hay suficiente espacio en esta habitación para ti y para tu ego?
La ronca risa de Nick casi fue la perdición de ella.
-¿Dudas de que pueda lograr que me desees?
-Sería un verdadero triunfo -las palabras escaparon de su boca antes de poder impedirlo.
Nick entornó los ojos, guardó un interminable silencio y luego la soltó. Entonces fue hacia la cama.-Ven.
-¿Prefieres la cama? -preguntó ella, incierta.
-Es más cómoda -respondió él-. Para dormir -añadió tras una pausa mientras observaba la confusión que nublaba la mirada de Miley.
-¿Dormir? -ella sintió que repetía todas sus palabras.
-Por el momento. ¿Te molesta?
¿Aplazamiento de la ejecución? No estaba segura de sentirse aliviada o irritada.
-¿Un respiro antes de la ejecución? ¿Debo agradecértelo?
—No presiones, querida -dijo en un tono suave como la seda, aunque la advertencia era puro acero.
Capitular era lo más conveniente, pensó ella mientras iba hacia el neceser, sacaba una camiseta larga de algodón y se la ponía. Luego, tras un instante de vacilación se metió en la cama lo más lejos posible de Nick.
Con un mando a distancia él apagó las luces y Miley sintió que se le tensaba el cuerpo a la espera del momento en que se aproximaría a ella.
Sólo que él no lo hizo, y ella se quedó inmóvil hasta que sintió su respiración acompasada.
¡Maldición, se había dormido! Con toda facilidad y rapidez había sido capaz de relajarse y quedarse dormido dejándola allí, despierta, para que hirviera de indignación en silencio. ¡La tentación de darle un puñetazo fue tremenda! ¿Cómo se atrevía a desconectar de esa manera?
Todavía sentía las huellas de sus manos en el cuerpo y los labios levemente hinchados por el contacto de su boca.
Cielo santo, no debía sentirse desilusionada.
Nick Jonas era alguien que le disgustaba intensamente, más bien que odiaba. Y la química que había entre ellos no alteraba las cosas.
Sus extremidades y todo su cuerpo estaban rígidos. Habría dado cualquier cosa por poder estirarse, acomodar el almohadón y quedar en una posición más confortable.