Demi estaba terriblemente asustada y no sabía como reaccionar. Ese
hombre que hacía unos minutos le había parecido el más atractivo del mundo y al
que terminó besando por alguna extraña razón, parecía un asesino en serie que
deseaba estrangularla y disfrutar haciéndolo.
Tragó saliva, era verdad que no
era muy habladora, Demi se consideraba más bien tímida y se ocultaba en si
misma. Aunque su familia solía juzgarla por su naturaleza libre y salvaje, ella
prefería estar sola y disfrutaba de cada pequeña cosa que la rodeaba.
Auque en
su vida solían haber más problemas que alegrías Demi trataba no desanimarse,
pero estaba claro que ese no era su día. Se sentía muy estupida y atemorizada y
que ese hombre la fulminara con la mirada no ayudaba.
Un teléfono comenzó a sonar y Demi logró salir de su estupor un instante, vio
al hombre sacar el móvil de su bolsillo y mascullar algo, se sentía tan mareada
y confusa que no llegó a comprender nada de lo que el hombre decía.
-Estaré allí en un instante. Me surgió un…- la observó de arriba a bajo y eso
la incomodó. – pequeño problema. – Colgó el teléfono y tiró de ella por el
largo pasillo.
-¿A dónde me lleva?- preguntó Demi agitada y tremendamente asustada, intentando
frenar con sus pies, lo que hizo que casi se cayeran.
-¿Qué coño crees que haces?- Le gritó.
-¡Quiero que me suelte, no lo conozco, no se a donde me lleva, déjeme ir! –Lo
vio apretar la mandíbula y todo el valor que había tomado se esfumó
rápidamente.
Volvió a forcejear con el, pero este la agarró de la cintura y la
apretó contra si. Demi comenzó a golpear su pecho con fuerza.
-¡Quédate quieta!
-¡No!
El hombre tomó sus manos con una sola suya, las apretó contra su pecho y ella
alzó el rostro furiosa. Entonces vio como brillaban esos ojos marrones, era un
brillo especial, completamente diferente de lo que Demi hubiera visto nunca.
Lo
vio posar sus ojos en sus labios y se sonrojó, intento apartarse, pero fue
demasiado tarde.
La beso con rudeza, casi con rabia, Demi deseaba apartarse, le estaba haciendo
daño, en ese momento el la atacó con su lengua y un dulce deseo recorrió su
cuerpo.
Se pegó más a él y el placer de sentir su calor y su fuerza hizo que su
cabeza comenzara a dar vueltas, entonces los flashes comenzaron de nuevo y para
cuando recuperó la razón se encontraba en la salida de la universidad con un
hombre que sonreía con rabia y un montón de paparazzi que no dejaban de sacar
fotos y hacer preguntas que ella no comprendía.
-Señor Jonas, ¿es esta joven su nueva pareja?- gritó uno.
-¿Qué a pasado con Francesca? – Exclamó otro.
-¿Desde cuando se conocen?
-¿va en serio?
Demi no comprendía de que hablaban, el la apretó contra el y ella ocultó su
rostro en el hueco entre su cuello y su pecho.
-No daremos declaraciones, mi prometida y yo tenemos prisa. – lo oyó decir y Demi
se sintió morir. ¡Prometida!
¿Desde cuando?
No supo cuando entró en un coche y mucho menos se enteró cuando el tal Señor
Jonas le pidió al chofer que arrancara. Demi prefirió quedarse callada y
observar como el hablaba por teléfono y le indicaba al chofer donde tenía que
ir. Cuando por fin colgó la miró fijamente y Demi se ruborizó.
-¿A dónde me llevas? – susurró mirándolo fijamente. Acababa de comprender que
no la asustaba, que solo se había sentido acorralada, pero aunque tenía el
aspecto de un animal asechando su presa, Demi no le temía.
-Al aeropuerto. Nos marchamos a Grecia.
-¿Nos que? – jadeó Demi. El hombre sonrió de forma socarrona.
-Te esta bien por intentar conquistarme y haber planeado todo esto. Con ese
aspecto de santa y esos besos de virgen que das estuve a punto de creérmelo.
Pero solo eres una pequeña viborita que creyó que iba a ganar. Pues estas muy
equivocada, te pondré un anillo en ese dedo y vas a hacer lo que yo te diga. –
Abrumada por sus palabras Demi no supo que decir.
-No se de que me esta hablando, ni siquiera sé su nombre. Yo… - tragó saliva y
apretó nerviosa sus dedos.
– No pienso ir con usted a ninguna parte. A demás,
¿Por qué tengo que hacer lo que usted diga? No lo comprendo…- intentaba parecer
tranquila, pero la cabeza le iba a explotar y solo deseaba irse a la cama y
dormir un año entero. El la miró severo y frunció un instante el seño, entonces
de repente una sonrisa casi malvada escapo de sus labios.
-Si no haces lo que te digo, juro por lo que más quieras que arruinare tu vida
y ninguna empresa o persona querrá darte trabajo después de que termine
contigo.