jueves, 3 de octubre de 2013

Inocencia Capitulo 1




-¿¡YO!?- murmuró Demi.

Joe quería matarla, quería agarrarla del cuello y estrangularla, pero lo que más deseaba era devorarle esa boca perfecta que estaba inflamada por sus besos y que lo había puesto duro en un instante. 

Al mirarla mejor la reconoció, era una de las recién graduadas, aunque parecía más una monja que una universitaria.

Parecía tan casta y pura, una flor inocente con un rostro angelical y un alma fría como el hielo y el que se consideraba frío se murmuró con ironía.

Había sido un estúpido beso, delante del que al parecer era el fotógrafo del Seattle Times, reconocía al chico.

-¡Mierda, mierda, mierda!- masculló moviéndose imperativo por el pasillo. 

Cuando se despertara a la mañana siguiente saldría en el periódico y sus hermanos se enterarían igual que su madrastra. Solo pensar en Anastasia le ponía los pelos de punta. 

Clavó la vista en la culpable de sus recientes problemas, temblaba apoyada contra una de las paredes y se miraba esos horribles tacones de color negro con la punta desgastada. 

Había sido una gran actriz, muchas mujeres habían intentado cazarlo pero ninguna lo consiguió, no se consideraba un hombre para el compromiso, amaba y respetaba a las mujeres, pero también disfrutaba de su cuerpo y su presencia.

 Pero en ese momento las odiaba a todas, aparte del gran rencor que guardaba hacía su madre por haberlo abandonado, a sus cinco madrastras que solo conseguían arruinar un poco más la vida de su padre y sacarle dinero, estaba Anastasia una mujer despiadada que lo único que quería era apoderarse de todo lo que por sangre y sudor le correspondía a él y al final estaba ese ratoncillo tembloroso que se la había jugado.

 Se acercó a ella a paso firme y la tomó del hombro, ella jadeó asustada y colocó sus pequeñas manos en sus hombros, Joe inclinó la cabeza para que ella pudiera ver lo furioso que estaba.

-Eres una víbora. ¿Qué pretendes conseguir con todo esto fulanita?- gruñó.

Demi estaba asustada y ese hombre le estaba haciendo daño. Ella quería escapar, salir huyendo y no volver a recordar nada de lo ocurrido jamás.

-Yo...- tenía la garganta seca y un enorme nudo en el estómago y el pecho que le evitaba respirar con regularidad.

-¿Te has mordido la lengua? - el hombre rió y su risa sonó tan falsa como los labios de Hanna. - Espero que te hayas divertido porque ahora empieza tu calvario.


-¿De...de que esta ha...hablando?- susurró ella bajando la vista y mirando sus zapatos. Le dolían los hombros y él le estaba clavando las manos en los hombros.

-No te hagas la mosquita muerta, bonita.- El levantó con un dedo su barbilla y le enseñó la sonrisa más fría y cínica que hizo que toda Demi se helara y temblara de miedo. - Nadie juega con Joe Jonas.


Un Tío Malo capitulo 28


Joe negó con la cabeza una vez más. Demi se quejó, cómo su fuese una niña pequeña al que le arrebataron su oso de peluche favorito.

- Por favor.- pidió ella mientras daba pequeños saltitos, en un gesto infantil, que a Joe le divertía.

- Ya te dije que no.
Joe se giró para irse, pero antes de que pudiera caminar, se dio cuenta de que algo lo molestaba. 

Se volteó y vio a Demi, quien lo estaba abrazando fuertemente y al parecer no tenía la intención de soltarlo.

- ¿Qué haces?- dijo Joe, frunciendo el ceño.- suéltame.
- No hasta que me digas que me vas a acompañar.
- Pídele a tu papá o a Mónica.

- Ya les dije, no me dejan ir sola y me dijeron que te pidiera a ti.
Joe pensó en lo insoportable que debió haber sido Demi con ellos. 

Conociendo lo terca que podía llegar a ser ella, no le extrañaba que hubieran preferido dejársela a su cargo. 

Demi lo abrazó tan fuerte que pensó que se le iban a salir los pulmones de la boca.

- Voy a estar pegada a ti hasta que me digas que si.- le amenazó ella.
- Dios, eres tan terca.
- Llámame chicle.

Joe río. Vale, al final siempre terminaba cediendo con ella.
- Está bien.

Demi chilló tan fuerte que Joe juró que iba a tener una sordera de por vida. Ella lo soltó sólo para tirarse encima de él y repartir una lluvia de besos por toda su cara. 

Joe jadeó en busca de aire y apenas cuando pestañó, Demi lo había soltado para correr hacia su cuarto. 

Conmocionado, Joe sólo reaccionó cuando su celular comenzó a sonar en el bolsillo de su pantalón.
- ¡Hola hermanito!

Joe siseó de dolor al escuchar la aguda voz de su hermana saludarlo.
- ¿Es que acaso todas las mujeres tienen que gritar? Ya bastante tengo con Demi.

- Uy, que gruñón. Solo venia a decirte que si vas a acompañar a Demi al centro comercial la traigas a casa antes del anochecer.
- Vale, vale, ¿Algo más?

- No, eso nada más, ¡Adiooooos!
Joe siseó de dolor una vez más al escuchar el chillido de Mónica. Cuando había acercado el celular hacia su oreja para insultarla, se dio cuenta de que había colgado. 

Lo había hecho a propósito sólo para molestarlo. Aun así, no pudo evitar reír.

- Ya estoy lista.- dijo Demi bajando las escaleras.- ¿Vamos?
- Si, sólo déjame buscar mis llaves. Espérame en el auto.

Demi asintió y Joe fue a la cocina para coger sus llaves. Cuando regresó hacia la sala principal, se miró en el espejo que estaba colgado en la pared y quedó con la boca abierta. Se acercó hacia el espejo y tocó su rostro sin poder creerlo.

 La marca del lápiz labial de Demi en forma de besos había quedado alrededor de toda su cara. Negó con la cabeza y riéndose, cogió una servilleta y se limpió el rostro mientras salía de la casa.

Un Tío Malo capitulo 27


Joe apretó los labios cuando Demi le bajó los boxers y capturó su pene con las manos, ciñéndolo con fuerza. Fue un movimiento rápido. Inesperado. 


Bajó la mirada para verla. Sus ojos estaban oscuros, negros por el deseo. Él gimió cuando Demi le recorrió con la lengua su glande hinchado, exigiendo ser engullido.
- Hazlo ya.- gruñó él, impaciente. Ella se río.



En un ágil movimiento, Demi ya tenía metida toda su polla en la boca. La calidez de su lengua envolvió toda su masculinidad, haciéndolo gruñir de placer. 


Él mismo se oía gemir en el silencio de la habitación, mientras que la boca de Demi se deslizaba de arriba hacia abajo, por toda su longitud. Podía sentir sus dientes rozarlo, haciéndolo temblar. Apretó los dientes cuando Demi succionó con fuerza la punta de su pene.


- Si, justo así pequeña.- gimió.- oh, me encanta como lo haces. Más, bonita, más… mmh…



Joe sintió como su cuerpo temblaba con cada mamada. Curvó los dedos de los pies. Los pechos de Demi se mecían con cada movimiento que hacia, excitándolo aun mas. Pero que buena vista tenia desde ahí arriba…



Y ya no aguantó. Tomó a Demi del cabello y trató de alejarla.
- Nena… apártate.- gruñó.- joder, me corro…



Pero no le obedeció, todo lo contrario. Succionó con más fuerza. Joe cerró los ojos, y explotó llenando toda la boca de Demi con su seminal caliente.
- Si, si.- gimió él.- trágate toda mi polla…



Enterrando los dedos en su cabello, Joe sintió como la boca de Demi lo exprimía por completo. 



Dejándolo vacío, satisfecho. Abrió los ojos y observó el movimiento que hacia su garganta al tragar. Cuando ya lo dejó del todo saciado, Demi se levantó y se acercó hacia Joe. Una delgada capa de sudor cubría su frente y cuerpo, enmarcando aun más sus músculos. Su pecho se contraía por la urgencia de llenar sus pulmones con oxigeno.
- Eres….-jadeó él, en busca de aire.- extraordinaria.
Ella sonrió.
- Te amo.
- Y yo a ti.



Él posó su mano sobre el pecho derecho de ella. Demi gimió, mientras sentía los largos dedos de Joe enroscar su pezón, sintiéndose endurecer aun más.



- Mmh… puedo sentir lo mojada que estas para mi, gatita.- dijo él, su voz ronca y áspera.



Joe la levantó y la llevó hacia la cama. Sacó un condón del bolsillo de su pantalón y se acomodó al medio de ella. 



Demi enroscó las piernas alrededor de su cintura, presionándolo a entrar en ella. Sintió el glande de Joe presionar en su entrada.
- Apresúrate.- gruñó ella.
- ¿Ahora quién es la impaciente?- se río.



Demi abrió la boca para discutir, pero en vez de eso, un fuerte gemido salió de sus labios al sentir a Joe entrar fuertemente en ella. Fue duro. Potente. Salvaje. Lo tenía tan metido hasta el fondo que juraría que la punta de su pene lo tenía debajo del ombligo.



- Mi nena está caliente.- sonrió él, mientras se movía dentro de ella. Cada vez más rápido.



Los movimientos fueron aumentando mientras Joe se deslizaba adentro y afuera, chocando carnes. Acunó sus pechos con las manos y se fue deslizando cada vez más rápido, en un movimiento desesperado por estar dentro de ella. Joe jamás se había sentido así. Él la deseaba de una manera inhumana. Primitiva. 


La amaba demasiado que hasta se empezaba a preguntar si eso era normal. Y mientras seguía penetrándola, escuchó a Demi gritar su nombre al mismo tiempo que colapsaba en su orgasmo. 


No basto mucho tiempo para que le siguiese él, y luego caer encima de ella. Demi lo abrazó por la cintura y él la besó. Mezclando nuevos sabores, sensaciones y sentimientos. Joe le acarició la mejilla y le sonrió.
- Eso fue…
-  Joe!
Ambos se sobresaltaron al escuchar la voz de Mónica fuera de su habitación, buscándolo.



- Mierda.- masculló el, mientras se levantaba a la velocidad de la luz y tomaba toda la ropa desparramada en el piso.- no pensé que llegarían tan temprano.
- Date prisa.- le apresuró Demi, n


erviosa.
- Niño, ¿Dónde están?- bufó Mónica.
Demi y Joe se quedaron en silencio mientras sentían los pasos de Mónica alejarse. Ambos suspiraron aliviados. Joe terminó de vestirse lo más rápido que pudo y besó a Demi.



- Te amo.- le susurró sobre los labios y antes que ella pudiera hablar, él ya había desaparecido de la habitación dejándola sonriendo como estúpida.

Un Tío Malo Capitulo 26

Demi llegó a la casa.

- Ya llegué.- avisó, pero nadie contesto.

Caminó hacia la cocina y se sirvió un vaso de agua. Luego subió las escaleras y cuando caminaba hacia su habitación, se encontró con su padre.

- Hola hija, ¿Cómo te fue en la escuela?- preguntó Erik.
“Agotador, aburrido, cansador”.
- Bien.
- ¿Tienes tarea por la cuál hacer?

Demi asintió. Si algo había aprendido estos últimos días, era que debía hacerle caso a su padre en todo lo que decía si quería que la quisiese.

- De hecho si, una tarea grupal de Biología. Me juntaré en la casa de David para hacerla.
Erik frunció el ceño.

- ¿Ese niñito matón de tu curso?- ella asintió.- perdóname, pero con él no vas a hacer tu tarea. Ni con él, ni con ningún otro chico.

- Bueno, considerando de que somos once las personas que vamos a clases particulares durante las vacaciones y que soy la única mujer ahí, se me hace imposible no hacer la tarea con un hombre.

Erik estiró su mano hasta su mejilla y la acarició con una ternura que la asustó.

- Lo lamento,
Demi, pero me temo que tendrás que hacer la tarea tu sola. Eres una chica muy guapa, y no confío en ese chico y ni en ningún otro como para dejarte sola con él.

Demi lo miró sin pestañear. Era probablemente lo más acogedor que le haya dicho durante todo el verano. Y su corazón se encogió con la simple idea al creer de que se estaba ganando un poco del afecto de su padre.

- Esta bien, papá. No te preocupes, haré el trabajo yo sola.
Erik asintió, satisfecho y la dejó sola en su habitación para que comenzara con su tarea. 

Demi sacó su libro de Biología de la mochila e intentó concentrarse en su investigación, aunque sus pensamientos solo estaban puestos sobre su tío y en lo hermoso que sería tenerlo a su lado en ese momento. 

Poder sentir sus manos vagar por cada curva de su cuerpo, el caliente contacto de su piel con la suya mientras que su lengua recorra lugares que ni ella misma sabia que existían.

Se enrojeció de calor ante el simple pensamiento de ella encima de él montándolo, mientras se desliza de arriba hacia abajo, controlando el placer de ambos, disfrutando de la dulce melodía de su voz, ronca y áspera, al oírlo gemir un “
Demi” lleno de lujuria en su oído. Su cuerpo hervía por él. Lo deseaba, aquí y ahora.

El sonido de la puerta de su habitación sonar al tocar la sobresaltó. Pensando que era su papá quien la llamaba para bajar a cenar, contesto con lo primero que se le vino a la mente.

- Ya estoy que termino mi trabajo, papá. Lo acabo y bajo a comer.
- Tengo algo mucho mejor para darte de comer, nena.

Demi sonrió al reconocer su voz. Joe entró a la habitación. Las comisuras de sus labios se levantaron hasta formar una pícara sonrisa y acercándose hasta la orilla de su cama, tomó su mano y le quitó el lápiz para luego acercarla a sus labios y depositar dos sonoros besos en el dorso de su mano. Demi gimió al sentir la suavidad de sus labios recorrerle entre sus dedos.

- ¿Qué haces aquí?- logró formular ella, entremedio de un jadeo.
- Vine a alejarte un poco del estrés de la escuela.- gruñó, apartando los libros y útiles escolares a un lado para sentarse a su lado.
- Me parece estupendo pero… papá y Mónica nos pueden escuchar…

- No te preocupes por eso, fueron a cenar y me dejaron bajo tu cuidado.- dijo, mirando los primeros botones de su camisa que cubrían sus atributos, los cuales le pedían ser desabrochados.- no hemos follado desde que Erik y Mónica llegaron y te necesito…
Demi bajó la mirada a su abultada erección entre sus pantalones. Ella también lo necesitaba. Con desesperación.

- Hazme el amor,
Joe.- le imploró ella, sus ojos oscuros por el deseo.
Y tomándolo del cuello de su camisa, lo jaló hacia ella hasta devorar sus labios con los suyos.

martes, 1 de octubre de 2013

Inocencia







Prologo:

Noviembre...

-Venga Demi, ven conmigo al baile. - le suplicó Hanna con su vestido dorado que se ajustaba perfectamente a su cuerpo alto y curvo y resaltaba su melena rubia platino y sus ojos azules. Llevaba como dos horas rogándole para que fueran juntos al baile antes de la graduación. Por fin pensaba Demi después de cinco largos años estudiando cultura clásica por fin podría empezar a trabajar en la biblioteca de la avenida y encargarse de leer todos los libros posibles por el resto de su vida.



-No sé... ve tú, llévate a Simón. - le propuso está terminando de preparar el discurso de su mejor amiga para que pudiera decirlo al día siguiente. Aunque Hanna era la primera en su promoción era un poco hueca para hablar educadamente delante de millones de personas sin que le saliera un taco, así que Demi había intervenido dispuesta en ayudarla.



-No será lo mismo sin ti. - dijo la alta rubia echándose otra capa de brillo rojo putón en los labios. Demi la miró y agradeció no ser guapa. Sabía que su amiga llegaría esa noche con un resaca de muerte y en la mañana serían tres al desayuno.


 Lo último a Demi no le apetecía nada. - Bueno...- murmuró Hanna cogiendo su diminuto bolso en el que apenas cabía el móvil y las llaves. - Nos vemos luego. - Besó la frente de Demi y ella evitó hacer una mueca al comprender la enorme marca de labios que debía tener esparcida en esa parte de su cabeza.


-¡Que te diviertas!- logró murmurar y se centró de nuevo en el discurso.


A la mañana siguiente...

"Si por lo menos fueras más guapa, pero es que no lo eres. Lo siento Demi no puedo seguir contigo". Demi masculló y siguió peinándose el cabello, intentó hacerse un moño pero no lo consiguió, así que prefirió hacerse una coleta alta y algunos de sus rizos pelirrojos se escaparon así que se dio por vencida. Se miró de nuevo en el espejo.


 Llevaba un vestido de color gris que llegaba hasta sus rodillas, era suelto y muy cómodo, con una chaqueta negra y un poco de colorete en sus mejillas y cacao en los labios. Por lo menos lo había intentado. Suspiró y salió con su toga azul en un brazo y caminando deprisa al palco, se colocó la tela rápido y tomó el birrete con fuerza.


Todos sus compañeros estaban sentados en la parte delantera, Demi caminó deprisa y se sentó detrás de Henry el chico de dos metros que hacía que no se viera y que ella tampoco pudiera ver nada. Hanna salió tan guapa como siempre y todos aplaudieron. Leyó el discurso sin equivocarse ni una vez y Demi pudo suspirar tranquila, la gente aplaudió y ella se alegró. 


Luego empezaron a llamarlos por orden y al salir entregaban los diplomas. Después de terminar todo el par y pe de la ceremonia Demi se sintió mejor. No le gustaba estar tan rodeada de gente y mucho menos saber que no tenía con quien celebrar su logro, ya que estaba sola en el mundo. 

Terminó llorando en los baños como una magdalena y llamando a su tía Josefina que la odió desde que nació y le colgó cuando intentó hablar con ella. Demi no la culpaba al fin y al cabo su madre se había casado con quien quería casarse Josefina y la había dejado apestada y sola.


Salió del baño secándose las lágrimas y hastiada de la fiesta que casi se lleva un muro. Al levantar la mirada descubrió que no era ningún muro.



Él era guapísimo pensó Demi, con unos hombros anchos y musculosos, era tan alto que tenía que levantas mucho la cabeza para verlo bien. Tenía un rostro rudo con una barbilla cuadrada, una nariz griega, hermosos ojos marrones verdosos y pómulos marcados y muy varoniles. La miraba confundido, hasta impresionado.
-Lo...lo siento, no lo vi. -tartamudeó.



-Ya veo, ya.- respondió el con un tono engreído y de suficiencia que la molesto.



-Bu...bueno yo no lo molesto más...- y cuando intentó caminar resbalo y calló en su enorme y musculoso pecho.- Yo...yo...- Los escuchó mascullar algo.



-¿Es que no sabe caminar?- Demi enrojeció y quiso que la Tierra la tragara pero en vez de eso se quedó como una piedra ahí parada.- ¿Esta borracha o algo por el estilo? - preguntó el masculillos metido en un traje de marca que se apretaba perfectamente en su cuerpo musculoso y sexy. Demi se sonrojó aún más.



-No diga tonterías, es solo que estoy mareada y no acostumbro a llevar tacones. - logró decir y se alejó de él. - ahora sí, hasta luego. - Demi caminó deprisa por el pasillo.



-¡Espere!- lo oyó gritar, se giró enfadada. - Se le cayó el birrete. Demi deseaba morir o no existir directamente, cuando tomó el birrete de las manos del hombre un largo chispazo recorrió su cuerpo y la hizo jadear, levantó la vista y observó como esos ojos se tornaban más intensos y su rostro se endurecía.



-Yo... gracias...- articuló incomoda sin querer apartar su mano de la de él.



- de nada. - respondió con la voz más ronca y una sonrisa torcida de lo más sensual.



Demi no supo que ocurrió, si fue ella o el, pero terminó enredando los dedos en el cuello de ese hombre e intentando darle un beso en la mejilla de agradecimiento. La gente decía que era demasiado confiada y cariñosa, que se guiaba por instintos, pues tenían razón. Porque sus labios terminaron en los de él y una deliciosa electricidad la envolvió.



Joe apretó con fuerza el suave cuerpo hacía el y deslizo la lengua por esos labios dulces y cálidos. Saboreó el sabor a chocolate de su boca y mordisqueó su labio pequeño. Entonces un flash lo dejó sin vista e hizo que se apartara, la chica jadeo y lo miró sorprendida, luego miró al hombre que había tomado la foto y corría por el pasillo con la cámara. La joven enrojeció de sobre manera y exhaló con fuerza. Joe sintió la rabia subir por todo su cuerpo y la sangre hirviendo.
-¡Tú! - gritó furioso.

Inosencia





Resumen:

Demi Ston era un ratoncito de biblioteca que deseaba terminar sus estudios y viajar por el mundo. El problema fue cuando la pillaron en medio de la graduación besando al magnate más rico de todos los EE.UU. Intentando escapar decidió marcharse lejos, el problema era que el no se lo permitiría.

Joseph Jonas estaba más que furioso, una muñequita en miniatura lo había besado como ninguna otra mujer, ¡Delante de la televisión y millones de personas! Estaba claro lo que quería esa descarada que se escondía en trajes de monja y él pensaba dárselo.

Los dos se deseaban, quizá demasiado. Las chispas saltaban con solo verse y las sabanas ardían de solo tocarse. Sus cuerpos juntos y jadeantes eran uno, pero... ¿Sería el capaz de comprender que ella era tan inocente como mostraba ser? y que deseaba que ese hombre la tomara en todas las formas posibles.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Marido De Papel Capitulo final





El bebé nació a las dos de la mañana. Tilly se sentó en la sala de urgencias con su bata y sus zapatillas, los rulos en el pelo, mirando furiosa al hombre desaliñado y pálido sentado frente a ella, que se estaba incorporando para darle las gracias al médico por haber ayudado a nacer a su hijo.
— ¡Es un niño! —Exclamó cuando el médico salió de la sala—. ¡Y Demi está bien! Puedo verla tan pronto como la traigan de la sala de recuperación!
—Ya la has visto, —le dijo ella entre dientes, alzando una ceja de su cara enrojecida—. Justo antes de que te desmayaras…
— ¡Yo no me he desmayado! —dijo—. Tropecé con esa maldita bata que llevaba en la sala de partos!
—¿La que solo te llegaba a las rodillas? —le preguntó, aunque ya lo sabía—. Demi se estaba riendo tan fuerte, que ni siquiera tuvo que empujar. El bebé nació justo en ese momento.
—Ha sido una noche movida, —comenzó a la defensiva.
—Claro, negando las contracciones hasta que rompió aguas. “son simplemente falsas alarmas, cariño, estás sólo ocho meses y tres semanas” le dijiste. Y allí fuimos, ¡corriendo al hospital porque temíamos que la ambulancia no llegara a tiempo, ¡y yo en camisón! Y entonces, cuando llegamos a la sala de partos, antes de entrar en la habitación, ¡te has desmayado cuando has visto salir al bebé!
Él Le miró furioso.
— ¡No me he desmayado, he tropezado…!
Ella abrió su boca para seguir discutiendo, cuando una enfermera se asomó a la puerta.
—Sr. Jonas, su esposa pregunta por usted.
—Voy enseguida.
—¿Está mejor ahora? —le preguntó la enfermera.
—He tropezado, —dijo con firmeza.
La enfermera y Tilly intercambiaron una divertida mirada, sin que él las viera.
—Sí, señor, ya se lo que pasó, pero, en un hospital, no podemos pasar por alto ninguna caída.
—Claro que sí. Ya lo sé.
Él siguió a la enfermera por el pasillo hasta que se detuvo en una habitación privada y se puso de lado a dejarle entrar.
Demi estaba sentada en la cama, con su hijo en sus brazos, llorando de alegría mientras veía como la enfermera le ponía a Joe, una bata y mascarilla.
—Normal del hospital, —farfulló.
—Sí, señor, pero todo es para la protección del bebé, y sabemos que a usted no le importa, —le respondió, con una sonrisa.
Él se rió entre dientes.
—Por supuesto que no.
Ella ató la última cinta y lo dejó con su nueva familia.
— ¿Estás bien? —preguntó.
Ella asintió.
—Sólo un poco cansada, y no me desmayado, —agregó.
—Por supuesto que no, querida, —dijo dándole la razón.
—Ven a ver lo que tengo.
Ella abrió la manta y apareció un niño perfecto. Sus ojos no se habían abierto todavía, y se veía muy pequeño.
—Crecerá ¿no? —preguntó Joe preocupado.
— ¡Por supuesto que sí!
Él tocó en la diminuta cabeza, fascinado. El bebé era más pequeño de lo que había esperado, tan frágil, tan tierna. Las lágrimas le picaban en los ojos cuando miró a su hijo.
Segundos después, el pequeño abrió la boca y empezó a llorar. Demi se río entre dientes mientras intentaba abrirse el camisón y dejó al aire un hombro, exponiendo un pecho firme e hinchado. Mientras Joe miraba, totalmente hipnotizado, dirigió el pezón hacia la boquita del bebé que lo cogió y empezó a mamar.
Orgullosa, miró a su marido y vio una expresión maravillada en su cara.
—Sé que hablamos sobre alimentarlo con biberón… —comenzó.
—Olvídate de eso —respondió, mirándola con sus ojos tan llenos de amor que brillaban—. Espero que puede hacerlo que durante un año o así, ya que me encanta veros.
Ella se río con timidez.
—Me encanta esta sensación —confesó, acariciando la pequeña cabeza—. ¡Oh, Joe, tenemos un bebé, —dijo extasiada—. ¡Un bebé de verdad, vivo y saludable! Él asintió. Casi no podía hablar por el nudo que tenía en la garganta.
—Te amo.
Tomó una bocanada de aire.
—Te quiero, cariño, —respondió. Sus ojos buscaron hambriento de ella—. Con todo mi corazón.
—Yo también, mi marido de papel, —ella murmuró.
—¿Estás recordando? —se burló él—. Yo también. Pero me siento bastante carne y hueso en este momento.
—Ya se nota, también —lo atrajo hacia ella y lo besó a través de la máscara—. ¿Se te ha olvidado que día es hoy?
Él frunció el ceño.
—Bueno, con toda esta emoción…
—¡Es tu cumpleaños!
Arqueó las cejas.
—¿Estás segura?
—Sí, lo estoy —le dijo ella—. ¿Te gusta mi regalo? —agregó, bajando la cabeza hacia para ver como el bebé seguía mamando.
—Me encanta, —contestó—. ¿Puedo uno de estos cada año? —se burló él.
—No prometerte nada, pero lo intentaré.
—Eso es un trato.
Tilly se reunió con ellos, un poco más tarde, todavía con la bata y los rulos en el pelo.
—Buen Dios, ¿todavía no has ido a casa? —le pregunto Joe, horrorizado.
Ella le sonrió divertida.
— ¿Cómo?
—Usted puede… —frunció los labios—. No tenías dinero para un taxi, y no sabes conducir.
—Cierto.
La miró avergonzado.
—Ahora voy a llevar a Tilly a casa —dijo inclinándose para besar a Demi y al niño—. En cuanto deje a Tilly volveré. ¿Necesitas que te traiga algo?
Ella asintió.
—Helado de fresa.
—¡Voy a estar de vuelta en un abrir y cerrar de ojos!
Y así fue. Durante muchos años después, el personal del pequeño hospital, seguía hablando del día en que nació el pequeño Donald Mandel Jonas, y cómo su orgulloso papá satisfizo el deseo de helado de fresa de Demi, trayendo hasta el hospital, un camión cargado con el helado más exquisito que encontró. Demi dijo que es una lástima que su bebé fuera demasiado pequeño para disfrutar de él, pero Joe le prometió que no habría ningún problema, ya que había comprado una empresa de helados, ¡y estaba, como loco, esperando que llegara el primer cumpleaños de su hijo!
Fin