martes, 20 de agosto de 2013

Camino a la Fama Capitulo 27









— ¡No son estupideces, tú insistes con la puta tuerca! Y no quieres aceptar que nos vamos a quedar aquí…sin posibilidades de ser salvados, por si no te diste cuenta solo hay vacas y pasto—Apunto los alrededores enfatizando sus palabras. 

Joseph sacudió la cabeza y presiono los ojos en líneas al mirarla—Ni creas que me intimidas ¿Tú estás molesto? ¡Yo llevo esta falda torturando mi abdomen desde hace tres horas!

—Haberlo dicho antes—Y antes de que pudiese reaccionar, Joseph avanzó logrando que ella se aplastara contra el auto. Estiro una mano y Demi se encogió en sí misma. No reparó en las cosas, mientras él movía su mano por sus caderas en una insinuante pero tímida caricia que se deslizo hasta sus muslos y continuó el viaje hasta sus rodillas.

Contuvo el aliento, no se movió, no dijo nada…solo sintió el instante en que él rasgaba el lateral de su falda, abriendo un corte perfecto en toda la longitud de su pierna izquierda. Era como si lo hubiese realizado un profesional, no pudo más que asombrarse de ello. Automáticamente el aire acaricio su muslo y sintió como disminuía la presión de la falda en su cuerpo. 

Bajó la vista para inspeccionar los resultados y boqueó sin poder conectar un pensamiento claro, al encontrar la mano de Joseph reposando en la parte que aun unía toda la pieza.

—Rompiste mi falda—susurró sin ningún sentido.

Porque esperaba de alguna forma que las palabras, la ayudaran a pensar con claridad. No en su cercanía, no en el calor de su mano sobre su cuerpo, no en sus atormentadores ojos azules brillando con descaro por la hazaña realizada.

 No, no debía pensar en ello y aun así su respiración se aceleró presa de una emoción embriagadora. «¡Mal!» Le grito alguna parte de su subconsciente… aun consiente. Pero otra voz más clara y firme, se manifestó con un eufórico «¡Hurra!» Que prácticamente expresaba todo lo que se venía guardando desde hace tiempo.

Repentinamente la soledad que los rodeaba se hizo muy evidente para ella, para su pierna semidesnuda y para aquella maldita mano en sus caderas. Esa que parecía no querer y no poder despegarse de ese sitio. Estaban ellos dos, solos. 

Estaban ellos dos, juntos. Estaban ellos dos, tocándose, mirándose, estudiándose… midiéndose. Como si de alguna forma pudieran decidir cuando todo era suficiente, como si por propia voluntad lograran apartarse el uno del otro, diciéndose sin vacilación alguna “aquí nada paso, sigamos buscando la tuerca”

Pero no podían, porque en algún momento todo ese control se les había escapado. ¿Eran compañeros de trabajo? ¿Se conocían? ¿Importaba? Por supuesto que no, cuando el deseo pugna en las venas, el resto solo queda como una bonita decoración.

Demi …—No digas nada, pensó en decirle. No me arruines mi momento Clooney, pero sin importar cuanto se dijeran, allí el destino había hablado antes que todos. Anteponiendo su mandato a dos personas que hasta el momento, se creían superiores a los designios de sus cuerpos. Como si algo allí pudiera ser puesto a raya, como si la tensión existente entre ellos tan solo estuviese siendo puesta a prueba. «Basta Demi» Pero su subconsciente no le pedía que rompiera esa conexión, era la primera vez que pensaba «Ya basta de mentirte a ti misma»

Y fue como si sus manos actuaran solas, en un momento sus palmas vacilantes encontraron la superficie de un tonificado pecho masculino. Sintiéndose capaz de memorizar con su tacto cada línea de su cuerpo, lo investigo con timidez, mientras las fuertes palpitaciones de su desbocado corazón le advertían del límite que estaba cruzando. ¿Eran sus latidos? ¿Eran los de ella? Ambos parecían simple espectadores en esos momentos, sus mentes quejicas y censuradoras habían decidido dar un paso al costado.


Ella lo acarició tortuosamente y él cerró los ojos una fracción de segundo, permitiéndole aquel pequeño atrevimiento.Demi entreabrió los labios en un gesto de muda invitación. Y Joseph incapaz de quedarse expectante, colocó una de sus manos en su nuca para atraerla lentamente hacia su boca.

En una primera pericia tan solo rozo sus labios, como si temiera que ella le volviera el rostro en el último instante. Pero no lo hizo. Demi se limitó a relamerse delicadamente con la lengua, aquel espacio que su paso fugaz había dejado deseoso de más. 

Ella lo miro fijamente y en sus ojos destelló una sola pregunta “¿Eso es todo?” Joseph no puedo evitar sonreír con malicia. Negó y sin poner coto a su necesidad, ahora conocedor de la de ella también, la presiono contra el automóvil esperando acortar así, una brecha que ya no podía medirse entre sus cuerpos. 

Demi soltó un quedo gemido de sorpresa que él termino de engullirse con su boca, ella le jugó rudo al no permitirle el ingreso pero él se mantuvo impasible, degustando la suavidad y dulzura tan particular de sus labios. La beso con tranquilidad, como si el tiempo se hubiese detenido solo para otorgarle aquel placer. 

La beso  profundamente, reclamando de algún modo que ella perdiera los estribos a su lado. La besó…y aun así Demi, se aferró a la decisión de hacerle el trabajo difícil.

Se apartó para sonreírle con ironía y ella le respondió con un bufido molesto, al parecer no muy feliz por su falta de tenacidad. Amarrándolo por la nuca lo atrajo de nueva cuenta hacia sí, dejando implícito que allí ella ponía las reglas.

Y en esa ocasión fue la que tomó las riendas, no necesitó pedir permiso se hundió en sus tibios y húmedos recovecos, tal cual fuesen los suyos propios. Se sentía capaz de alcanzar su esencia a través de aquel simple contacto, Joseph se volvió más agresivo frente a su descarada invasión. Fue entonces cuando ambos se encontraron succionando y mordiendo, perdiéndose y encontrándose. Reconociéndose como aliados y como enemigos de una misma guerra.

Ella sintió sus manos ascender por sus caderas, marcando caminos casi invisibles por su espalda. Parecía estar buscando un lugar por donde anclarla, una forma de vencerla a su fuerza y finalmente se decidió por su trasero. 

Demi respingo incapaz de mantener un gemido satisfecho, le agradaba su tosquedad e incluso su rudeza. Le agradaba que se sintiera dueño y señor de cada parte que marcaba a fuego con sus manos. Porque ella se sentía del mismo modo, podía reclamar como suyos aquellos labios tan esquivos, tan difíciles de complacer. Por un instante sintió que de ese modo, solo de ese modo lograban conectar correctamente.

 Y ese estúpido pensamiento la hizo perder el hilillo de concentración, repentinamente fue como si su mente se alejara de su cuerpo y le mostrara la escena que estaban representando.

Ella y Joseph, fundidos en un abrazo en que no se reconocía donde empezaba uno y donde acababa el otro. Ellos batallando con sus lenguas en un juego de desmesurada locura, como si fuesen un par de adolescentes hormonales, incapaces de detener aquel descarado intercambio. Ahogo un chillido al verse así, tan libre, tan entregada, tan… ¡Dios! Tan como su madre.
Lo apartó.

— ¿Qué?—inquirió un muy confundido Joseph.
Demi lo observo con la camisa desabotonada, el cabello revuelto y los ojos…santísima puta, estaba perdida. Mirarlo a los ojos fue el peor de los errores.
—No Joseph…—Él quiso avanzar el pequeño espacio que ella había logrado separarlo, pero Demi lo detuvo con una mano en lo alto—No puedo, no…esto está mal.
— ¿De qué hablas?

No tenía idea, no podía pensar con él tan cerca. No podía pensar teniéndolo a cinco metros de distancia, mucho menos en esa situación. Tan solo revivir los sucesos anteriores la enfermaba, por el simple hecho de que ya había cometido esta estupidez. «¿Otra vez?» Se atacaba ella misma en pensamientos ¿Otra vez equivocarse con Joseph? ¿Qué demonios pretendía él de ella?

—Yo ni siquiera te gusto—murmuró con la vista puesta en la nada. Una vaca quizás, no podía distinguir tan bien a distancia, no sin sus lentes al menos.

Demi …no sé qué te ocurre, no parecías estar muy en desacuerdo antes…—Ella alzo el mentón y lo fulmino con la mirada obligándolo a tragarse el resto, porque esas palabras le sonaban de alguna parte. Por supuesto que sí, de aquella ocasión en la que despertó en su cama.

— ¿Y a ti qué te ocurre?—Le replicó subiendo el tono— ¿Acaso la humillación de antes ya perdió vigencia? ¿Necesitas refrescar mi dosis semanal de estupidez?— Joseph abrió la boca, pero nada salió de allí—No digas nada, no voy a…a… ¡No sabes cuan usada e idiota me sentí aquella vez! ¿Crees que porque ahora nos llevamos mejor voy a caer en eso? ¡Estaba ebria! Al menos esa es mi excusa ¿Pero cuál es la tuya?
—Estas diciendo cualquier cosa.
— ¿Ah sí?

—Sí— Joseph la tomó por los hombros—Demi, esta es la primera vez que nos acercamos de este modo ¡No me eches reproches por algo que no hice! —Ella repitió esa frase en su mente una y mil veces, por un instante no daba crédito de lo que oía.

— ¿Qué significa?—Él como toda respuesta, le ofreció un encogimiento de hombros para nada explicativo. Ella puso los ojos en blanco— ¿Qué significa? ¿Joseph…paso algo entre tú y yo? —La sonrisa ladina de aquella comadreja mentirosa, tuvo que ser respuesta suficiente.

Claire pensó que la boca se le desencajaría de su lugar habitual, es más tanteó el terreno solo para asegurarse que no se le hubiese caído hasta el suelo.

— ¿¡Me estas jodiendo!?— ¿Lo preguntaba? ¿Lo afirmaba? Era difícil saberlo, pero ante la duda Joseph prefirió alzar las palmas como un niño inocente— ¡Joseph Rhone! ¡Dime ya que ocurrió aquella noche!

—Nada—Nada… Una sola palabra… ¿Acaso eso era un coro de ángeles? ¿Oía ángeles? Debían ser ángeles o estaba sufriendo una aneurisma, sea lo que fuese Demi sintió como si el peso del mundo se bajara un instante de sus hombros para darle un respiro.

Nada había ocurrido, ella no se había acostado con él, ella aún conservaba algo de dignidad estando ebria. Pero él… ¡Oh él! Iba a morir, Demi estaba decidida a castrarlo antes de que bajara el sol.
— ¡Eres insufrible! ¿Sabes por lo que pase todo este tiempo? ¿¡Lo sabes!?

—Tranquilízate ¿Qué diferencia hace? Podemos solucionar ese detalle ahora mismo…—Con un ademan de su mirada le apunto el asiento trasero y ella estaba que hervía con un pequeño chispazo. ¿En serio? ¿Le estaba ofreciendo un revolcón?

— ¡Hipócrita, cerdo, asqueroso, vil ser humano! ¡Me mentiste! Te mofaste de mi todo este tiempo y ahora quieres ¡Ja! ¿Ahora quieres acostarte conmigo? ¡Púdrete!—Él no parecía verdaderamente afectado por sus insultos, tan solo esperó a que ella se descargara para plantar las manos a cada lado de su cabeza y enjaularla en ese precario espacio—Apártate Rhone— ¿Dónde estaba su enfado? ¿Dónde estaba la nota decidida en su voz?

—Repítelo y que esta vez, suene convincente—Oh y para colmo el muy hijo de su mala madre, lo sabía. Sabía que ella no estaba mentalmente apta para rechazarlo, porque sí, estaba molesta. ¿Pero porque realmente? ¿Por su mentira? ¿O por no haberse acostado con ese “bombón”? —Vamos Demi, no puedes negar que disfrutaste el beso…
—No…
—Sí.
—No, no, no…—Quizás si lo repetía en voz alta terminaría por entenderlo.

Lo miro a los ojos casi buscando una explicación, pues no comprendía. Él le había dicho rata de biblioteca, la había acusado de tener cuerpo de niño y se había burlado de su trasero. Bueno, quizás en eso se había retractado, pero no en lo otro.

Demi aun lo recordaba, sus palabras habían hecho eco en su mente, le habían despertado viejos recuerdos. No podía simplemente conectar lo que ocurrió entonces, con lo que ocurría en ese momento —Yo…no te gusto— Joseph frunció el ceño al oírla repetir lo mismo, por un instante pareció vacilar en su resolución.

— ¿Y que importan los gustos? — Demi alzo las cejas incrédula.
— ¿Qué importan?—Le respondió con reproche— ¿Acaso puedes acostarte con alguien solo porque tienes la oportunidad?

—No te estoy ofreciendo un anillo Demi, tan solo te digo que hagamos lo que nuestros cuerpos nos piden. Yo no tengo miedo en admitir que deseo tenerte en mi cama… ¿Por qué le das tantas vueltas al asunto? Está claro que tú también guardas el mismo secreto.

— ¡Es distinto! Yo no funciono de ese modo, no tenemos ni una mísera conexión… ¿Cómo…?

—Conexión—repitió burlón— ¿Tienes que disecar cada cosa hasta encontrarle sentido? —Demi retrocedió algo dolida por ese comentario—No quiero un romance Demi, no busco un casamiento. Solo responder a una necesidad, la misma que tú tienes ¿Qué hay de malo en eso?

— ¡Oh por supuesto! ¡Respondamos a la necesidad del caballero! ¡Ni siquiera te agrado!—Le gritó ya con las venas retumbando en sus sienes.

— ¡No, no me agradas! ¡Me desagrada que seas tan quisquillosa, tan melodramática y tan quejica todo el tiempo! ¡Pero mi cuerpo reacciona solo!

— ¡Y es tan duro para el señor!—consiguió responder en un mismo tono altivo a pesar que cada frase, eran como derechazos en el vientre—Pobrecillo Joseph, sufriendo porque su cuerpo lo traiciona pidiéndole un ratón de biblioteca. ¡No por favor, tómame! Sacia tu insana petición, para que puedas estar en paz con tu mente.
—Estas tergiversando mis palabras…—masculló con la mandíbula fuertemente presionada.

— ¡Vete al infierno! ¿Eso es suficientemente claro para ti?
—Demonios Demi, búscale la vuelta para que todo quede patas arriba. ¡Justo como a ti te gustan las cosas! ¡Yo puedo ser un hipócrita, pero tú eres una histérica que no sabe dónde mierda quiere dejar el culo! 

Fue todo, ella no escucho más después de eso. Sus oídos estaban pitando, tal como las teteras anunciando el agua para el té. Le picaba la palma de la mano, de alguna forma reclamándole callar a ese idiota de una manera que le hiciera tragarse las palabras. Pero no, no lo golpeo ¿Con que objeto? Se dijo internamente.

Se limitó a girar sobre sus talones, mientras lo dejaba allí de pie junto al automóvil averiado, mirándola sin verla realmente. Tomó su maleta y se dispuso a hacerla rodar lejos de ese lugar. No le importaba si debiera caminar los kilómetros que faltaran, no le importaba oír su voz llamándola por su nombre. 

Ni siquiera le importaron las lágrimas— putas, estúpidas, inadecuadas, completamente fuera de lugar— que se acumulaban en sus ojos. Las ignoro, las guardo para alguien que valiera la pena. No estaba molesta, no estaba nada, solo estaba. Yéndose por un lateral de la carretera, con la falda arruinada, los labios aun sensibles por las caricias de los de él y sintiéndose más estúpida que la vez que salió corriendo de su cama. Antes le había robado el auto y ahora huía como un conejo asustadizo, porque muy en lo profundo pensaba que en parte… Joseph tenía razón.

Pero moriría y se enterraría a sí misma, antes de admitirlo en voz alta.

Tal vez caminó sin rumbo por una hora, esperaba estar acercándose a Bristol porque si no tendría serios problemas. Descubrió que estaba bien encaminada, cuando un auto azul oscuro se detuvo a su lateral y le ofreció un aventón. No, ella no era de esas que saltaban del sartén para caer al fuego. Conocía muy bien a la persona que la auxilio, como también conocía a la persona que llevaba en el asiento del copiloto.

Josh no hizo las preguntas que alguien esperaría escuchar, en una situación como esa. Se limitó a llevarlos al hotel en donde debían hospedarse. Si bien Joseph abrió la boca para responderle algunas palabras corteses a su agente, no parecía —al igual que ella— interesado en mostrarse muy elocuente.

 Cada una de sus frases fue medida y estudiada, como si pudiera echarlo más a perder. Tan solo le faltaba decir que la creía una escritora mediocre, para que ella le metiera tal patada en la entrepierna, que le dolería hasta su tercera generación.

Se dirigieron a sus habitaciones como un par de desconocidos, hasta que en un solo segundo se atrevieron a cruzar una mirada, ella sacudió la cabeza con el desafío escrito en los ojos, él tan solo le dio la espalda.

Demi se convenció que volvían a ser enemigos, ni siquiera aliados, solo antiguos enemigos. 

domingo, 18 de agosto de 2013

Un Tío Malo Capitulo 4





Joseph estiró uno de sus brazos sobre la mesita de noche y sacó un condón de ahí. 

Lo deslizo por su largo e hinchado miembro y volvió a posicionarse al medio de ella. Joseph sintió debajo de sus manos como el pulso de Demi aceleraba. Temblaba de miedo.

 No tengas miedo, linda. Solo cierra los ojos y disfruta.- murmuro él.

Demi hizo caso a lo que le pidió, y cerró los ojos.

 Tratando de relajarse, se imaginó a sí misma en un paisaje tropical, con el agua azuleada transparente y él sol iluminando la blanca arena bajo sus pies. 

Uf, si, muy bonito. Sacándola de sus pensamientos, Demi sintió como el enorme glande purpúreo de Joseph presionaba en su entrada. Ella apretó los ojos, aun cerrados.

- ¿Lista?

Demi solo asintió, y Joseph empujó, despacio, con un movimiento leve, para no hacerle daño ya que sabía que era virgen. Enseguida Joseph sintió lo estrecha que era, haciéndolo gruñir de placer. 

Demi enterró sus uñas en sus brazos, señal de que sentía dolor. Joseph se detuvo, preocupado.
- ¿Te he hecho daño?

Ella solo negó con la cabeza, aun sin abrir los ojos. Pero Joseph no se volvió a mover dentro de ella. 

Era la primera vez que Joseph se acostaba con una virgen, y temía hacerle daño. Inexperto, Joseph optó por mantenerse quieto un momento, aunque su pene palpitaba por follarla duro.

 Debía acostumbrarse a su tamaño. Pasado un tiempo, ella habló.
- Joseph….-musito ella.- muévete. 

Su voz lo alivio. Sintiéndose más seguro, Joseph volvió a moverse dentro de ella. Y de repente, el dolor que sintió Demi había desaparecido, substituyéndolo por puro placer.

- Joseph…- susurro, con una expresión de dolor en su rostro.
-¿Mmh?

Más…-gimió.- más… rápido…

Su voz envío una descarga eléctrica directa hacia su polla. Joseph enterró sus dedos en sus caderas, y empezó a moverse más rápido. 

Afuera. Adentro. Afuera. Adentro. Era un vaivén muy erótico que volvería loco a cualquiera.

Demi al fin abrió los ojos, y observo la expresión de la cara de su tío. Tenía los ojos cerrados, mordía su labio inferior y una delgada capa de sudor cubría sus hombros y rostro.

Demi gimió con fuerza al sentir como Joseph había cambiado la fuerza de sus embestidas. Ahora era duro, potente, pero aun así sin perder la ternura con que le hacia el amor.

- Si, si, si.- Joseph apretó los dientes al sentir como las paredes vaginales ceñían con fuerza su pene.

Y acto seguido, un orgasmo descomunal terminó con ellos después de haber gritado sus nombres.

Y él lleno ese condón, bombeando con fuerza hasta su última gota de semen. Joseph se desmoronó y cayó encima de ella, pero con el cuidado de no aplastarla. 

La abrazo con ternura, como si no quisiera que se fuera de su lado jamás. Demi percibió la ternura con que la abrazaba y se acurruco a su lado, para luego caer en un profundo sueño.

Joseph se despertó, y con la mejor sensación del mundo. Adaptando una posición más cómoda, se movió en la cama y observó a Demi, quien se encontraba acurrucada en su pecho.

 Parecía un ángel. No. Era un ángel… su pequeña e inocente sobrina, ahora no tan inocente, había hecho que tuviera el mejor sexo de toda su vida. No, decir que tuvieron sexo era poco, por qué lo que hicieron esa noche fue algo mucho más grande. Habían hecho el amor. 

Demi estaba despertando en él sentimientos que nunca antes había experimentado, sentimientos que con exactitud no sabía cuáles eran… y eso, ciertamente lo asustaba.

Como si hubiese sentido su mirada, Demi se movió en sus brazos y abrió los ojos.
- Buenos días, pequeña.- susurro él, acariciándole el cabello.

- Buenos días.- sonrío y se inclinó para besarlo, dejando ver así sus pechos desnudos y expuestos. Harry le echó una rápida mirada a sus senos y luego volvió a mirarla a los ojos, esforzándose por no sufrir una erección.

 ¿Cómo te sientes?- pregunto, acariciándole la cadera bajo la sabana.
Estupenda, ha sido… magnifico.- dijo, de repente sonrojándose

Un Tío Malo Capitulo 3





Demi yacía tendida en el suelo, con la respiración agitada y los ojos cerrados. Sintió las manos de Joseph posarse sobre sus pechos. Gimió y abrió los ojos de golpe.

- ¿Te gusta lo que te hago, muñeca?- preguntó y apretó sus senos levemente.
- Si.- musito.

Joseph la miro a los ojos, buscando seguridad en ellos.
- ¿De verdad?

- Si.- dijo más alto. Dios, ya no aguantaba.

 Lo deseaba. Al diablo con lo que pasaría después, lo único que le importaba era el aquí y el ahora, y eso era… 

follar con su tío.- te deseo, Joseph

Haz lo que quieras conmigo, soy tuya.

- No sabes lo que acabas de decir, pequeña.- se humedeció los labios con la lengua.- si bien recuerdo, prometí dejarte ver televisión a cambio de que te quitaras la camisa.- acarició sus senos sobre la tela de algodón. Demi jadeó.- quítatela…

Sin protestar, Demi se levantó del suelo, él imito su acción. Quedando al frente de él, se levantó la camisa hacia arriba con una lentitud delirante que hizo a Joseph estremecerse por la excitación.

Joseph se mordió el labio al verla en sostén. Los pechos eran del tamaño perfecto para sus manos. 

Tragó saliva cuando la vio quitarse el sostén. Sus pezones estaban erguidos, durísimos, y lo único que deseaba Joseph era poder lanzarse hacia sus brazos y chuparlos hasta sangrar. 

Dios, pero que vista…

 To… tócate.- dijo Joseph, arrastrando las palabras.

Y lo hizo. Demi se tocó los pezones, logrando que ligeras ondas de placer recorrieran todo su cuerpo ante la sensación. Joseph gimió, sin dejar de observarla. 

Se iba a volver loco ante ese panorama. Sintió como su pene palpitaba de deseo debajo de la tela de su boxer. Le dolía. Y juraba que la cremallera de su pantalón se rompería por la presión que hacia su polla, la cual exigía salir.

 Sigue, no pares.- gimió Joseph, con una expresión de placer en su rostro.- justo así, nena, sí, me pones muy duro…
- ¿Más aun?- río.

- Eres demasiado.- y se acercó asía ella, para besarla con un beso hambriento.

Esta vez Demi no se resistió y le correspondió el beso. 

Enredo sus dedos en el sedoso cabello de su tío, mientras que sus labios se movían rítmicamente, desatando una guerra de lenguas en el interior de sus bocas.

Joseph la levanto, tomándola de los muslos mientras que Demi enrollaba sus piernas en su cadera. Ella gimió al sentir su masculinidad haciendo presión en su vientre. 

Sus labios jamás se despegaron. Caminando hacia la habitación matrimonial de su hermana, Joseph la dejo delicadamente sobre la cama y terminó por desnudarse. 

Demi se tensó cuando Joseph le separó los muslos, acomodándose al medio de ella.

- No, no te tenses, cariño. Porque te hare disfruta...

sábado, 17 de agosto de 2013

Un Tío Malo Capitulo 2









Demi apretó los labios, evitando gemir cuando Joseph deslizo sus manos por las curvas de ella, y se detuvo en la hebilla de su pantalón. 

Desabrochó los primeros botones y lo bajo hasta apartarlo de su vista. Metió su mano dentro de sus bragas, para meter uno de sus dedos dentro de ella.
 
Demi se arqueó.
- Tío….- Jadeó.

- Joseph. Dime Joseph, por favor…
- Joseph….- gimoteó ella.

Un segundo dedo llego a parar dentro de ella. Demi gritó. Madre mía, pero que sensación…

- Eso es, quiero oírte gritar.- gruño.- grita como cuando te masturbabas en tu habitación.

- ¿Qué?- pregunto tratando de recuperar su lado coherente. Ya que entre la excitación, le resultaba difícil pensar.

- ¿Crees que no escuchaba tus gemidos en las noches? Mmh….- gimió.- eres una niña mala.


 Demi se sonrojó, maldiciéndose a sí misma por haber gemido tan alto. Con tan solo recordarse a sí misma, retorciéndose en la cama de placer la calentaba. 

Recordando aquel día, que se tocó a sí misma pensando que era Joseph el que le brindaba el placer máximo. 

Si, había fantaseado con su tío, pero sabía en lo más profundo de su ser que Joseph no le haría el amor salvo en sus sueños.

Era algo imposible.
Hasta ahora…

Un dolor la saco de sus pensamientos, un dolor… acompañado con un fuerte gemido. Bajo la mirada, viendo como un tercer dedo de Joseph terminaba por entrar en ella.

- Joder, estás muy estrecha. Ya quiero imaginar cómo será de apretado cuando entre por aquí- aumentó a velocidad en que sacaba y metía sus dedos, estimulando su clítoris con excitantes círculos.

Demi chilló.- córrete…
Y eso fue el colmo para ella. Un grito ahogado se escuchó en el silencio de la sala. Su primera corrida, su primer orgasmo…

Un Tío Malo Capitulo 1







Demi chilló cuando Joseph tocó uno de sus pechos.

- Por favor, tío.- pidió con un hilo de voz. Quería llorar.- basta, esto está mal…

- Lo lamento, pero ya no… ya no puedo detenerme.

Y la besó, con necesidad… necesidad de querer sentirla suya. Demi intentó apartarse una vez más, renegando y no correspondiéndole el beso. 

Pero él tenía más fuerza, y la tomo de las mejillas, forcejeando con meter su lengua entre sus dientes para explorar cada centímetro cuadrado de su sabrosa boca. 

Demi lo empujó, esta vez con más fuerza y le dio una bofetada haciendo que la cara de Joseph se volteara y cayera al piso.

Corrió pero Joseph la tomo por el tobillo, haciendo que se tropezara y cayera junto a él, golpeándose fuertemente el pecho. 

Demi jadeó en busca de aire. Joseph se acercó a ella, tomándola de sus muñecas, para asegurarse de que no intentara escaparse de nuevo.

- No vuelvas a hacer eso, o tendré que castigarte.- hizo una pausa. Luego sonrío.- otra vez…
- ¡Suéltame!

- Mmh… me pones cuando te cabreas.- gruño.

Demi gimió cuando Joseph se colocó encima de ella, aplastando sus pechos con la dura pared de su torso.

- Eso es, justo así Demi... me encanta cuando gimes, y más aún si es mi nombre.

Demi abrió los ojos a tope, pero se sorprendió aún más cuando sintió que su coño respondía a sus palabras. Palpitaba.
- Joseph….-gimió.

Joseph jadeó. Dios como le gustaba oír su nombre desde sus labios. 

Era como si no tuviesen una relación de tío a sobrina, y eso lo excitaba aún más. Estaba empalmado, empalmadísimo. 

Y muy caliente. Su sobrina lo ponía a cien.

- No, tío, detente.- suplicó cuando sintió las manos calientes de su tío correrle por sus muslos, hasta llegar a su trasero. 

Tenía miedo, dios. ¡Era su tío! No tendría sexo con él… ¿O sí?- papá y Mónica se enteraran, y luego….- cortó la frase, imaginándose lo peor. 

¿Qué pasaría si su papá se llegara a enterar que tendría sexo con Joseph? Probablemente los mataría a los dos.

- Shhh, tranquila. Ellos están a cientos de kilómetros, no tienes de qué preocuparte.- 

murmuró con la voz áspera.- esto queda entre nosotros dos… de tío a sobrina

Un Tío Malo





Prologo:

Ella era extremadamente joven, una niña apenas entrando a la adolescencia y él un cretino por posar sus ojos en ella.

 Luego de que el padre de Demi Lovato junto con su madrastra haya decidido tomar unas vacaciones y que la dejaran a cargo de su tío, Joseph Jonas al fin ve una oportunidad para acercársele y hacerla experimentar día a día los exquisitos sabores del sexo.

 Nada lo detendría, quería a su sobrina en su cama, debajo de él, satisfaciendo su hambre de sexo por ella. Erik le paso las llaves de su casa a Joseph.

- Y recuerda Joseph, Demi tiene prohibidas las salidas, la televisión o el computador por un mes.- le dijo Erik, mientras se subía al auto junto con su esposa.

- No te preocupes, Erik, yo cuidare de ella.- y de qué forma, pensó.
- Gracias por cuidar a Demi por nosotros, no sé qué haríamos sin ti Joseph.- dijo Mónica a su lado.- espero que no te aburra estar mucho tiempo con ella.- río.

Joseph se unió a sus risas. “Si tan solo supieras las cosas que tengo pensado hacer con ella”.

- ¡Adiós, disfruten de sus vacaciones!- se despidió Joseph, mientras agitaba su mano en el aire.

Cuando al fin los vio desaparecer, se giró y entró a la casa. Sonrío perversamente cuando la vio ahí sentada en el sillón viendo televisión. A la mujer que sus ojos tanto ansiaban ver.

- ¿Ya se fueron Mónica y papá?- pregunto Demi en cuanto notó su presencia.
- Si.- dijo ganándose a un lado de ella y quitándole el control. Apagó el televisor.

- ¡Ey!
- Te recuerdo que estas castigada, Demi, y mientras tu papá y tu madrastra no estén estas bajo mi responsabilidad.- dios, cuanto le gustaba decir esas palabras.

- Pero, tío… si quieres podemos hacer un trato, ¿Eh?
Joseph alzo una ceja, interesado.
- ¿Y qué clase de trato?

- No lo sé, mmh.- pensó.- yo te puedo ayudar en lo que quieras, a cambio que me dejes ver televisión. ¿Vale?

Joseph suspiro pesadamente. Ella podría ayudarlo con muchas cosas y en muchas maneras. Sacudió la cabeza ante los pensamientos lujuriosos que se formaban en su mente.


- Está bien.- sonrío.- acepto tu propuesta.
- Vale, estupendo. ¿Qué quieres que haga?

Joseph miro descaradamente su escote, el cual dejaba ver la curva de sus pechos. Madre mía, había fantaseado tanto con esos pechos, que estaba seguro que iba a hacer sus sueños realidad. Él la vio crecer y ahora su cuerpo estaba listo y preparado para recibirlo. 

Sabía que era una locura querer acostarse con su sobrina de apenas 16 años pero ella ya había madurado lo suficiente y él ya la había esperado demasiado. Tan inocente, tan virginal, con un aire sexual que era inevitable no sentir… no importaba las consecuencias la reclamaría suya en cuerpo, corazón y alma.

Ninguna mujer lo había excitado tanto en sus 24 años.

Demi se fijó en la dirección de sus ojos y se movió en el sillón, incomoda. Pero Joseph no se avergonzó.
Era hora de la acción.
- Quítate la camisa.
Demi palideció.
- ¿Qué?


- Quítate la camisa.- repitió. Apretó los dientes.- ahora.
Demi se levantó con la intención de correr a su cuarto, pero Joseph la alcanzo, jalándola del brazo y pegándola hacia la pared. Beso su cuello bruscamente, chupando, lamiendo y besando. Joder, estaba duro y necesitaba follar. Demi tembló en sus brazos.


- No sabes cuantas veces soñé con esto, Demi.- susurro él, mordiéndole el lóbulo de la oreja.- no sabes cuantas veces me he masturbado pensando que eras tú la que tocaba mi polla.- su voz sonó más ronca. Sus ojos se oscurecieron.- quiero follarte bien duro…


Demi se estremeció ante esas palabras tan sucias. Y se alarmo aún más cuando sintió las manos de Joseph dentro de su blusa. ¿En verdad la iba a violar? Intento separarse de él empujándolo, pero Joseph no la dejó.
Quien iba a imaginar, que su tío favorito iba a convertirse en… un tío sucio.