— ¡Oye!—Lo cortó, sintiéndose
verdaderamente amenazada en ese punto. ¿Era su impresión o acababa de darle un
ultimátum?
— ¡Cierra la boca!
— ¡Ni creas que puedes venir a mi
casa a decirme que hacer! ¡O…o a amenazarme! Eres un engreído, cavernícola…
— ¡Sigue! Dame una maldita
razón…—Espeto entre dientes, ella se silenció. No le gustaba lo que veía
reflejado en sus ojos, él estaba verdaderamente molesto, incluso
más…estaba…
Bien, no sabía cómo definirlo pues nunca antes lo había visto de ese
modo.
Demi respiro profundamente, los
gritos no iban a servir de nada. Uno de los dos debía actuar con sensatez y por
supuesto que Joseph, no sería el
elegido.
—Tu auto está
bien…—Instantáneamente al hombre le volvió el color, ella tuvo que contenerse
para no rodar los ojos. ¿En serio? ¿Por un estúpido
auto? —Nada de esto hubiese
ocurrido si te dignaras a actuar como un ser humano normal…
— ¡Ni creas que vas a culparme a
mí! Si no te he puesto una denuncia, fue porque no quería iniciar una
persecución. ¡Maldita mujer estúpida!—A Demi se le atoro el aire en los
pulmones
¿Dos veces? ¿Iba a dejarlo llamarla estúpida dos veces en una misma
discusión? Sacudió la cabeza con frustración, tendría que haberle dicho que su
auto estaba esperándolo panza arriba en un barranco. ¡Arr! Ese hombre la
exasperaba.
— ¡Tú eres un idiota! ¡No me
grites!
— ¿Qué no te grite?—exclamó con
un tono por demás sarcástico — ¡Agradece que no te retuerzo el pescuezo! ¡Si te
vuelves acercar a mí o mi auto…
—No concluyó pero ella no lo necesitaba
tampoco, sus emociones se habían caldeado a tal punto que ya no se distinguía
quién era el acusado y quién el acusador.
— ¿Y quién demonios te quiere
cerca? ¡Vete tú y llévate ese asqueroso cacharro! ¡No vuelvas a poner un pie en
mi casa!
— ¡Por supuesto que me voy! ¡Ni
creas que me hace alguna gracia ver tu horrible rostro!
—¡¡Idiota!!—escupió con ira, pero
para entonces Joseph ya había
abandonado el lugar. Demi sentía el corazón bombeándole a
mil por hora, la frustración que sentía en ese momento intentaba manifestarse
en forma de lágrimas y ni siquiera comprendía porque.
Ella ya sabía que él no
la soportaba, pero ¿Por qué le dolía tanto cuando se lo decía sin tapujos? Tan
solo había tomado prestado su auto, no planeaba robárselo y sabiendo que era
costoso, lo condujo con todo el cuidado del mundo.
Él no tenía razones para gritarle
aquellas cosas, no después de que ella se lo hubiese pedido de buena fe. No
cuando había despertado abrazada a su cuerpo ¿Cómo podía haber cambiado tanto
en solo un par de horas?
En ese instante si se sentía capacitada para ser
llamada estúpida, porque en algún momento mientras observaba la puerta y se
debatía internamente, las lágrimas rompieron su resistencia.
— ¡Te odio!—Y lo decía muy
enserio, ella era una chica de llanto fácil ¿Para qué iba mentirse? Lloraba con
películas, con libros y de tanto en tanto lo hacía en la soledad de su cuarto.
Pero nunca, nunca había llorado por un hombre… a no ser por su padre. Que Joseph fuese capaz de lastimarla con
tanta letalidad, debía significar algo, pero estaba demasiado cansada como para
analizarlo. Y su condenado teléfono no tenía mejor idea que interrumpirla.
— ¡Diga! —Sí, la persona del otro
lado no tenía la culpa de nada. Pero nadie puede controlar la ira, esta se
dirige sola y en ese momento la receptora había sido nada más y nada menos que
Ann.
Sus palabras fueron simples y
rápidas, al parecer había notado que el horno no estaba para bollos.
Demi tirada en su cama aun le daba
vueltas a sus palabras «Nuevo capítulo…editores…siete días» Podría haberle
dicho al finalizar “morirás” y el mensaje habría sido igualmente difícil de
digerir.
En teoría tenía que ponerse en contacto con Joseph y plantear un esquema para el siguiente capítulo. Pero Joseph había sido bastante claro con
sus palabras “no te acerques a mi” ¿Acaso esa era su manera de decir que
renunciaba?
Si así lo fuese ¿Por qué se sentía
responsable? Ellos no trabajan bien juntos de todos modos y era cuestión de
tiempo para que las cosas estallaran. Sí el dilema del auto lo había
desencadenado, pero de no haber sido ella, habría sido él.
Demi estaba segura de eso, aun así no
podía borrarse de la mente esa nube de incertidumbre.
Lo había molestado a tal punto
que lo había hecho renunciar, debería sentirse feliz pero no lo hacía. Porque
aun estando de malas e incluso con una evidente renuencia, ellos parecían estar
comenzando a ponerse de acuerdo en el proyecto.
Eso era todo, tal vez él no lo
decía en serio, seguramente si ella le telefoneaba acordarían un día para
encontrarse y seguir con la historia. Habían peleado antes y eso no había
logrado que ninguno se bajara de la competencia.
Desafortunadamente los días
fueron pasando y las llamadas nunca eran contestadas, Demi sentía vergüenza de decirle a
Josh sobre su disputa. Sabía que si hablaba con su agente, él la pondría en
contacto con Joseph. Pero esto
era algo que ella misma había causado e implicar a Josh parecía una cobardía.
¿Pero qué podía hacer? Le había enviado emails, lo había llamado a su celular,
a su casa y al estudio. En todos los sitios solo obtenía una voz electrónica
que le pedía cortésmente, dejar su mensaje.
En cada mensaje ella procuraba
mantenerse calma y hablarle con todo el profesionalismo del mundo, le contaba
de su idea para el capítulo y antes de cortar le recordaba la fecha límite.