miércoles, 17 de julio de 2013

Mi Adorable Rebelde capitulo 35





Puse los ojos en blanco. Esto sí que iba a resultar un castigo. Más que un jardinero o algo así, Joseph parecía ser la mascota de la familia. Supongo que es una suerte que mi madre le diera permiso para dormir en el sillón y que no le haya dicho ¿Por qué no vas arriba y te recuestas en la cama de Demi?

Ella también está durmiendo la siesta Menos mal que no bajé envuelta en una toalla o que…

Caramba dijo Joseph de repente Estás distinta.
Baje la vista para mirar mi vestido de baile consciente que por primera vez de lo que llevaba puesto.
Oh, yo…yo…no acostumbro a pasearme así por la casa. Fue solo que…
Se te ve estupenda declaró Joseph se acerco al pie de la escalera Ven aquí.

Solo estaba… volví a empezar, pero Joseph extendió la mano para tomar la mía y me hizo bajar los escalones que faltaban para llegar al vestíbulo del frente.

No bromeo, se te ve estupenda-insistió, inclinando la cabeza a un costado El negro te sienta bien.
Lo miré escéptica, esperando que empezara a burlarse de mí.
-¿Debido a mi…personalidad resplandeciente?-pregunté con sarcasmo.

-No –dijo lentamente-supongo que se debe a que tu pelo es brillante…No vas a llevarlo recogido ¿no?
Demasiado consciente de mí misma, me toque el pelo sujeto con las horquillas.
Pensé…
No, es absolutamente necesario que lo lleves suelto
Espera Saqué las tres horquillas. ¿Ves? Ahora es demasiado.
De ninguna manera dijo Joseph Ahora está mejor.

Extendió la mano y la deslizó por las puntas de mi cabello. Sus dedos rozaron mis hombros desnudos y se detuvieron allí de forma casi imperceptible.

De golpe, me quedé sin aliento. Había permanecido igualmente cerca de Joseph aquel día en el laboratorio, pero esto era diferente. El aire que había entre nosotros estaba electrizado. De alguna manera, resultaba maravilloso y perfecto estar de pie junto a él, con mi vestido para el Baile de Otoño, sintiendo su contacto ligero y cálido en los hombros.

Oye dijo Joseph con suavidad ¿Cómo haces para que se te formen esos tirabuzones en el pelo?

Hmmm… ¿Esto? dije yo Me lo enrosco en un dedo.
Joseph hizo un bucle con su propio dedo y mi pelo, y luego lo soltó, mientras miraba como se deshacía.
Claro…Así dijo.
Levanté la vista y me encontré con su mirada.

Olí el sol y el viento en su pelo y su ropa. Era un olor bueno, limpio. Me hizo pensar en el otoño y en las hojas y en manzanas asadas y en la Noche de Brujas y en fogatas y en pilas de heno, y en otras cosas que no recordaba desde hacía años.

 Durante un momento, pareció que toda mi infancia estaba incluida en el aroma de Joseph Conner, mientras el permanecía cerca de mí al pie de la escalera en esa tarde de otoño, con la brillante luz del sol que entraba por las ventanas.

Joseph todavía me miraba, sonriendo con tanta dulzura que supe que, si le decía lo que pensaba en esos momentos él contestaría Se con exactitud a qué te refieres Su expresión era tan distinta a la de constante vanidad que le era propia, que bajé los ojos confundida.

Su frente tocó la mía. Nuestras narices chocaron con algo de sorpresa. Pensé que iba a besarme pero ni siquiera pensé en detenerlo. Sus labios rozaron apenas los míos.

Luego él se aparto y me miró, sus ojos verdes estaban llenos de esa inquietud que sólo le había visto unas pocas veces, sólo que ahora estaban más penetrantes, y mucho más tiernos. Cerré los ojos y Joseph volvió a besarme con más urgencia esta vez.

Sus manos se hundieron en mi pelo para sostenerme la cabeza.
Mi mente se nubló. O no, el mundo se estaba nublando Joseph me sostenía con la adorable presión de sus manos en mi nuca. Apoyé las palmas de mis propias manos en su pecho y me estremecí sorprendida. Él temblaba.

Me hizo apoyar de espaldas en la baranda de la escalera. Las barras de madera se me clavaron en los hombros, pero no me importó. Puse la mano en su nuca. Su pelo era tan suave como imaginaba. Y desee que no dejara de besarme nunca.

La puerta de la calle se abrió de golpe y papá entró como una tromba, seguido de mi madre, que llevaba a Debbie sobre la cadera.
Grité con lo cual probablemente destrocé el tímpano de Joseph, y nos separamos de un salto.

Por Dios, ¿Qué sucede? dijo mamá
Nada Me toqué la nuca con gesto nervioso. Tenía la piel húmeda Me asustaron eso es todo.

Lo siento querida dijo ella ¿Durmieron una linda siesta?
Mi madre comenzó a desatar los lazos del pelo de Debbie.
¿Joseph? ¿Demi?

Pero nosotros no respondimos. Estábamos demasiado ocupados mirándonos fijo, con la clase de sonrisa prolongada, lenta e intima que en general se asocia a parejas que se han visto separadas por la guerra o alguna calamidad, y luego vuelven a reunirse.
Hola, ¿Qué tal? dijo Joseph con suavidad.
Hola le conteste en un susurro.

Era domingo, un día después de nuestro beso, y Joseph había venido a lustrar el auto. Pero en lugar de ponerse enseguida a trabajar, me sorprendió en la cocina. Yo le había dado la mitad de mi sándwich tostado de queso, y ahora estábamos sentados a la mesa, limitándonos a mirarnos fijo.

No podía creer lo bien que me sentía allí con él ¿De veras era ese el chico al que tanto había odiado durante el primer mes de clases? Está bien, tal vez no fuera exactamente odio. Pero el me había vuelto loca al hacerme sentir tan aburrida, tan estirada, tan… hija del director.

Sentada con él en esa mañana soleada, mirándolo mientras tomaba un largo sorbo de agua, observándolo mientras él me observaba a mí, que terminaba el sándwich de queso, me sentía cualquier cosa menos aburrida.
Joseph xtendió la mano y me apartó unos rizos de la frente.
El pelo te brilla bajo el sol. No pensé que el pelo castaño pudiera ser tan reluciente.
Me sonroje.

Hmmm reluciente. Nadie nunca uso esa palabra para describir mi pelo.
Es una buena cualidad para el pelo dijo él . En especial si brilla bajo el sol y tiene esas cositas que parecen tirabuzones.

Por un instante más nos miramos el pelo, los ojos, la piel. Luego me sentí vagamente consciente de los familiares sonidos otoñales que provenían del jardín. Anne que saltaba sobre una gran pila de hojas, mamá diciéndole que dejara de hacerlo porque las hojas rastrilladas había que ponerlas en bolsas.

Será mejor que te pongas a trabajar le dije a Joseph con suavidad . Mis padres pueden comenzar a preguntarse qué está pasando.
Joseph levanto una ceja.
¿De veras quieres que me ponga a trabajar?
Me encogí de hombros.
Bueno, no, no quiero exactamente que tú…
Piensas demasiado en lo que debería hacer la gente Demi dijo él con dulzura.
No es verdad me defendí.
El me sonrió.
¿Ah, no? ¿Entonces por qué es tan importante que lustre el auto y embolse algunas hojas? Ni siquiera tus padres parecen demasiado severos al respecto.

Escucha dije, poniéndome rígida , sólo porque pienso que, si estás en la casa de alguien para trabajar como castigo por meter semillas de marihuana en el macetero de una profesora sería de veras bueno que hicieras algo de trabajo, no quiere decir que yo sea una aburrida, mojigata y pesada hija de director, con nada mejor que hacer que…

Demi, Demi Joseph me apretó las manos entre las suyas. ¿Quién dijo que eras aburrida o mojigata o cualquier otra cosa?
, quise contestarle, al recordar de golpe todo lo que había oído decirle a Marty Richards aquel día en el baño. Está bien, tal vez no haya dicho exactamente que yo era aburrida o mojigata, pero podía muy bien haberlo hecho.

Bueno… tú… hace unas dos semanas… yo oí…
Pero no pude terminar de hablar Joseph me había rodeado la cara con sus manos. Sus penetrantes ojos verdes estaban fijos en los míos.
No eres aburrida en absoluto, Demi susurró con voz ronca.
Volví a abrir la boca, pero no logré encontrar mi voz.
Él sacudió la cabeza y sonrió.
Sabes, me gustaría haberme atrevido a pedírtelo.
¿A pedirme qué?
Que me acompañaras al baile.
Sentí que el corazón se me agrandaba.
¿Pensaste en invitarme a ir contigo al Baile de Otoño?
El asintió.
Pero creí que no aceptarías. Parecías odiarme tanto.
¡Odiarte! dije, riéndome.
Me miró con expresión irónica.
Es difícil de creer ¿eh? ¿De dónde pude haber sacado esa idea?
Me sonrojé. Me sentí un millón de veces mejor que unos minutos antes. ¿Por qué había sido tan susceptible? Joseph sólo me hacía bromas. Y aquella conversación escuchada en el baño… bueno, probablemente la había interpretado mal.
Le dí un puntapié juguetón por debajo de la mesa.
Bueno, ¿y qué es Swiss Kriss? ¿Tú segunda elección?
Joseph se encogió de hombros.
Oh, fue ella quien me invitó. No iba a decirle que no. Además, ¿había otra manera mejor de darte celos?
¿Quieres decirme que aceptaste llevar al baile a la chica más linda del colegio sólo para darme celos? pregunté.
Acepté llevar a la chica a quien algunos consideran la más linda para darte celos contestó . ¿Funcionó?
¡Oh no! Le dije, mientras hacía un gesto de rechazo con la mano . Casi no pensé en eso hasta ahora.

Media hora más tarde, Joseph y yo seguíamos hablando con toda naturalidad cuando oí que Anne subía por la escalera. Había decidido no decir nada más acerca del trabajo en el jardín. 

Tal vez él tuviera razón, tal vez, en efecto, me tomaba las cosas demasiado a pecho algunas veces. Después de todo, ¿qué me importaba si lustraba o no el auto? Todo lo que deseaba era mirar fijo los ojos de Joseph.

Marido De Papel Capitulo 25





Él se quedó mirando el teléfono sin comprender nada y sintió como la sangre se le iba de la cara. 

¿ Demi estaba embarazada? Recordó su noche de bodas y se dio cuenta de que ninguno de ellos había pensado en tomar precauciones.

 ¡Su Demi iba a tener un bebé, y él había dejado que se fuera! ¡Qué idiota había sido!
Llamó al aeropuerto. Houston es un buen lugar para empezar, gracias a Tilly, que lo había salvado de horas de búsqueda. 

Pero era una gran ciudad, y ni siquiera sabía por dónde empezar. Se maldijo a sí mismo por cada cosa dolorosa que nunca debía haberle dicho. Esperaba que no fuera demasiado tarde para convencerla de que, ella sola, no podría con todo.

Pronto se dio cuenta de lo difícil que iba a ser encontrar a Demi en Houston. Tenía un poco de dinero y no tardaría en agotársele si no conseguir un trabajo. 

Tenía que encontrarla rápidamente, así que fue directamente a uno de los detectives más conocidos de Houston, y le dijo todo lo que sabía de Demi, incluyendo una descripción.

—¿Tiene usted una foto de su esposa, Sr. Jonas? —le preguntó Dane Lassiter a través de su mesa. 

Era ex Ranger de Texas, que había levantado su agencia desde cero, y ahora tenía una gran reputación a nivel nacional, por conseguir los resultados más difíciles.

La pregunta sobresaltó a Joe que no lo había esperado. Parecía incómodo.
—No —dijo.

El otro hombre no hizo ningún comentario, pero sus ojos no dejaban de mirarlo con curiosidad. 

No era extraño, ya que detrás de la mesa de Lassiter había una foto de familia del detective junto con su atractiva esposa y sus dos hijos pequeños.
—Estamos recién casados, se sintió obligado a explicar Joe —. Fue un matrimonio rápido.

Dane no dijo una palabra. Estaba ocupado anotando cosas—. ¿Ella ha huido, Sr. Jonas? —preguntó de repente posando sus ojos negro sobre él.
Joe dio un gran suspiro, enfadado.

—Sí, —dijo entre dientes—. Hice algo estúpido y merecería perderla. Pero no creo que pueda soportarlo —se inclinó hacia adelante con los brazos descansando sobre sus rodillas, en una postura de derrota—. Y está embarazada —añadió entre dientes.

La difícil situación de Joe era muy familiar para Dane Lassiter, ya que sabía todo acerca de la mujer embarazada que se había escapado.

—Vamos a encontrar a su esposa —le dijo Dane dijo al hombre, no tan lejano ahora—. Nos ha dado algunas buenas pistas, que verificaremos. ¿Dónde puedo localizarlo?

Joe le dio el nombre de un hotel de la localidad—. Voy a estar aquí hasta que tenga noticias de ustedes —añadió, con la mirada de un hombre que pensaba quedarse allí hasta el cambio de siglo si era necesario.

—Está bien. Lo conseguiré —Se levantó y se dieron la mano—. Las mujeres necesitan mucha ternura. Se ponen tristes con facilidad y guardan secretos —dijo sorprendentemente—. Pero, por si le sirve de ayuda, después de un tiempo, se aprende a lidiar con ello.
Joe sonrió.
—Gracias.

Dane se encogió de hombros y sonrió de nuevo.
—Llevo casado bastante tiempo. No siempre es un camino de rosas. Tiene que seguir trabajando en ello.


—Lo recordaré. Espero tener la oportunidad de vivirlo en primera persona.

Marido De Papel Capitulo 24




Joe tardó otros diez días en arreglar y terminar todo los asuntos de negocios de Bob y dejarlos en manos de un buen abogado. Bob tenía un abogado, pero les había dado largas y era casi imposible de localizar. 

Por último, había tenido que pedir por vía judicial la documentación que necesitaba.

 Luego, el abogado cuyo título era falso, se había esfumado. No es de extrañar que Bob hubiera perdido la mayor parte de su dinero. El abogado había malversado sus fondos. Afortunadamente, habría suficiente, añadiendo el seguro de vida, para que Betty quedara bastante bien provista.

Fue entonces, cuando él le explicó las cosas, y ella se dio cuenta de que no iba a proponerle matrimonio, cuando llegó el momento de la verdad.

—Pero tú me amas —exclamó—. Siempre lo has hecho. ¡Mira cuanta prisa te diste en casarte con esa joven sólo para que no me diera cuenta de que todavía estabas enamorado de mí!

—Puede que, al principio, fuera así, —respondió tranquilamente—. Pero ahora es distinto y no puedo permitir el lujo de perderla en este momento.

—Oh, supongo que ella tiene dinero.
Él frunció el ceño.

—No. Ella no tiene ni un céntimo. ¿Siempre tienes que tener razones mercenarias que atribuir a todas las decisiones?

—Por supuesto que hago, —dijo, y sonrió ligeramente—. La seguridad es lo más importante en el mundo. Yo no tenía nada cuando era una niña y, a veces, pasaba hambre.

 Me prometí a mí misma que nunca me volvería a pasar —dijo, encogiéndose de hombros—. Es por lo que te abandoné, ya lo sabes. 

Te estabas arruinado y tenía miedo. Yo te amaba pero, entonces Bob se cruzó en mi camino, con un montón de dinero y me dijo que me quería —dijo, sonriendo—. No tenía elección, de verdad.

—Supongo que no la tenías —esto le hizo recordar que Demi no tenía nada, y, sin embargo, le estaba dando la única cosa de valor que tenía en su poder, le había vendido el rancho, para que no tuviera que enfrentarse a la amenaza de un peligroso vecino ruidoso. Podría haberse pateado a sí mismo, en principio, por haberla dejado salir de su casa.

—Sentí pena por ella, —añadió pensativa—. No es nada sofisticada, ¿verdad? Me tenía miedo —frunció las cejas—. ¿Por qué no quieres dormir con ella?
Él evitó su mirada.

—Eso no es asunto tuyo.
—De alguna manera, sí lo es. No quieres acostarte conmigo, vale, pero ¿por qué?
Joe hizo una mueca.

—No te quiero, —admitió de mala gana—. Lo siento.
—La has utilizado, —le recordó—. Me quisiste siempre. Pensé que ibas a morirte cuando me marché.

—Maldita sea, casi lo hiciste. Pero las cosas han cambiado —dijo, mientras la miraba con tristeza—. Lo siento, Betty. Por tu pérdida y por lo demás.

—Bob no era un mal hombre —dijo—. Yo estaba encariñada con él. Supongo que, en cierto modo, lo echaré de menos —dijo, mirándolo—. Estás seguro de que no me quieres?
Él asintió.

Ella suspiró y sonrió de nuevo.

—Bueno, eso es lo que hay. Por lo menos voy a tener suficiente dinero a fin de mes, gracias a ti. ¡Y todavía soy lo bastante joven para casarme por tercera vez!

En ese momento le dijo adiós y volvió al motel en el que estaba alojado. Se sentía bien, después de haberse quitado un peso de encima al haber resuelto todos los asuntos de Betty, que estaban bastante enredados. Ahora tenía que volver a casa y resolver sus propios problemas.

Miró la demanda de divorcio y las escrituras con los ojos entrecerrados. Dana no había tardado, ni un momento, en traspasarle el rancho. Empezó a fruncir el ceño. ¿Dónde se habría ido a vivir si no tenía casa?

Tomó el teléfono y llamó a su abogado, pero le dijeron que Lucas estaba en el Juzgado y no sabían cuando iba a volver. Realmente preocupo, marcó el número del rancho Mobry, pero sonó dos veces y la línea estaba ocupada. 

Empezó a hablar pero un contestador automático le informó de que el número había sido desconectado.
Frustrado y preocupado, su siguiente llamada fue a su casa, donde contestó Tilly.

—Muy bien, ¿qué diablos está pasando? ¿Y Demi¿a dónde ha ido? —exigió sin preámbulo.

—No me dejó que te llamara, —dijo Tilly, rígidamente—. Se lo supliqué, pero dio su brazo a torcer. Le di mi palabra y no puedo romperla.
—¿Dónde está?

—Se ha ido, —llegó la lacónica respuesta—. Dijo que te había dado las escrituras y que Joel y Ernie cuidarían del rancho hasta que hicieras otros arreglos, pero que tendrías que pagarles.

—Oh, ¡al diablo con el rancho! —Chasqueó los dedos—. ¿Dónde está?

—Tomó un taxi a la estación de autobuses y cogió un autobús para Houston. Y no sé a dónde ha ido desde allí.
Levantó la cabeza esperanzado.
— ¡Houston! ¡Tilly, eres maravillosa!

—No, espera, hay algo más. La enfermera que trabaja con el Dr. Lou Coltrain es mi prima. Parece Demi fue a ver a Lou antes de dejar la ciudad. Si no la encuentras enseguida, vas a tener que buscar a dos personas en vez de a una —dijo, y colgó.

Marido De Papel Capitulo 23




¿Lo estoy? —preguntó sorprendido.
—Eso es lo que me dijo Demi. ¿Sabes una cosa, Hank?, creo que estás haciéndole mucho a una buena mujer. 

Nunca ha pensado en sí misma ni una sola vez. Fue lo que pensó que querías, lo que creía que necesitabas para ser feliz, lo que le hizo organizar todo ésto. 

Dice que esto será una ventaja para ti, para que vuelvas a ser feliz como lo fuiste hace diez años, y que se alegra mucho de poder hacerlo.

—Se alegra por mí —miró a los papeles y después a Betty, con irritación, ya que había estado fingiendo estar de duelo dos semanas e intentado atraparlo de nuevo en sus redes. 

Pero no había tenido éxito. Había estado poniendo en orden los asuntos y las finanzas de Bob, que estaban hechas un lío, para que ella no tuviera problemas. 

Le había llevado bastante tiempo y él no quería estar aquí, pero lo hizo en nombre del que fue su amigo en otro tiempo. Ahora sólo quería volver a casa y recuperar a su esposa, pero tenía en sus manos la prueba de que le iba a costar mucho trabajo conseguirlo.

—Ella sabía que estarías encantado de haber solucionado el asunto antes de volver, —continuó—. Escucha, si no te opones, y no tienes por qué hacerlo, ¿verdad?, puedo conseguirlo enseguida.

Joe dudó, respirando con calma para no empezar lanzar juramentos. Veía las palabras escritas con la vista borrosa tal y como recordaba a Demi la última vez que la había visto. 

Se repitió repite mentalmente todas las cosas crueles y odiosas que le había dicho. No le extrañaba que quisiera divorciarse de él. 

Ella no conocía sus sentimientos, porque nunca se lo había dicho y pensaba que la odiaba. ¡Qué risa!

—¿Puedes retenerlo unas semanas? —Le preguntó al abogado—. Tengo todavía bastantes cosas que arreglar aquí para la viuda de Bob, y no podré volver a casa, por lo menos, hasta dentro de una semana o más.

—Puedo hacerlo, pero seguro que no le gusta, —dice Lucas.
—No le digas.
— Joe …
—No se lo digas, —repitió—. Espera hasta que yo regrese.
Hubo un gran suspiro.

—Si ella me pregunta, de repente, no le voy a mentir.
—Entonces, asegúrate de que no tenga esa oportunidad.
—Lo intentaré.

—Gracias.
Joe colgó el teléfono. Se sentía fatal. Dios mío, ¡en qué lío había convertido su vida!

Betty, que llevaba una bata transparente, se acercó sigilosamente y se apoyó en su brazo.

—Pobre viejo y querido amigo, ¿te ha abandonado? —preguntó suavemente—. Lo siento. ¿Por qué no vienes conmigo arriba para que pueda intentar consolarte?
Él miró como si no la hubiera oído bien.

—Betty, solo hace una semana que enterraste a tu marido —dijo.

Ella se encogió de hombros.
—Él se había quedado sin dinero y apenas era capaz de moverse por sí mismo. —sonrió como si fuera una niña y él se dio cuenta de que era solo una niña. 

No tenía sentimientos ni emociones, sólo contaban sus deseos y necesidades que satisfacía de la mejor forma que sabía: con su cuerpo. Había vivido con ella durante dos años, echándola de menos más de diez, y nunca supo, realmente, que clase de persona era, hasta que se involucró con Demi. 

Ahora podía ver, realmente, lo diferentes que eran las dos mujeres.
Le apartó la mano de su brazo.

—Tengo que acabar algunas cosas, —dijo Joe —. Hablaremos más tarde, ¿de acuerdo?
Ella sonrió.

—Está bien, querido.

Marido De Papel Capitulo 22



El abogado hizo una mueca de dolor al mirar a la mujer vulnerable y pálida sentada frente a él. Estaba claro que había sufrido, a juzgar por la delgadez de su rostro y las ojeras bajos sus ojos azules.

 No podía imaginarse que un hombre estuviera lo bastante loco para rechazar un amor tan intenso y desinteresado. Pero si ella tenía razón, eso era, exactamente, lo que Joe Jonas ya había hecho. 

Suspiró interiormente, diciendo algo sobre tirar el oro para quedarse con el oropel. ! Algunos hombres no sabían la suerte que tenían!
—Tendré todo listo para mañana por la mañana. ¿Está absolutamente segura?
Ella asintió.

—Entonces considérelo hecho.
Demi le dio las gracias y se fue casa. La casa estaba demasiado vacía y ella se sintió igual. Había toda una nueva vida por delante de ella. 

Estaba cerrando con fuerza la puerta del pasado para abrir otra a la mañana siguiente. Un pensamiento que siguió con ella hasta que, a la mañana siguiente, empezó a vomitar, como si estuviera muriendo. 

Tenía que ir a la oficina del abogado para firmar los papeles, pero estaba demasiado enfermo para viajar.

Temiendo haber cogido algún virus que le impidiera llevar a cabo sus planes, concertó una cita con el Dr. Lou Coltrain, un miembro recién casado de la comunidad médica local.

Lou la examinó, le hizo las preguntas pertinentes y empezó a silbar sin hacer ruido mientras, Demi lo miraba asustada.
—Debe haber sido la noche de bodas, —dijo Lou, irónico—, porque solo lleva casada un mes y conozco a Joe Jonas. 

Estoy seguro de que no te tocó hasta que tuviste el anillo en el dedo.
—Lou, ¡eres horrible! —gimió Demi, ruborizándose.

—Sí pero, también, tengo razón —dijo, poniéndole una mano en el hombro—. 

Dos semanas son muy poco tiempo para que las pruebas nos digan algo concluyente, por lo que esperaremos un poco más. Pero, mientras tanto, mira ten cuidado con las medicinas que tomas y descansa bastante, porque he visto demasiados embarazos para confundir uno. ¡Enhorabuena!.

—Gracias. Pero, eh, no se lo dirás a nadie, ¿verdad? —preguntó Demi, suavemente.

—Tu secreto está a salvo conmigo —dijo el médico, riéndose entre dientes—. Quieres sorprenderlo, ¿no?
—Así es —dijo Demi inmediatamente, pensando en la sorpresa que iba a ser.

—Vuelve a verme en dos semanas —repitió Lou—, y te enviaré a Jack Howard en Victoria. Él es el mejor obstetra a quien conozco, y está mucho más cerca que Houston.
—Gracias, Lou.
—Estoy a tu disposición.

Demi volvió a casa en medio de una nube de temor, aprensión y alegría. Estaba segura de que estaba embarazada y de que, su matrimonio estaba por los suelos. Pero sabía lo que iba a hacer. Primero tenía que ir a Houston, encontrar un piso y un trabajo.

 Ya le había pasado a abogado toda la documentación 
relacionada con el testamento de su padre, así como la demanda de divorcio. Seguramente ya se los habría enviado a Joe a casa de la Sra. Collins en Corpus Christi, que estaba allí por la muerte de Bob. Había quemado sus puentes y no había vuelta atrás.

Consciente de lo que estaba pasando en Corpus Christi, Demi se puso para Houston la mañana siguiente, pensando en un futuro sin Joe.

Al mismo tiempo, un hombre alto, de ojos oscuros, le notificaba la demanda, haciendo que Joe maldijera hasta que se quedó ronco.

Joe cogió el teléfono, ajeno a la mirada sorprendida de Betty y marcó el número de teléfono del abogado, que también era amigo suyo.

—Lucas, ¿qué diablos pasa? —Exigió, agitando los papeles del divorcio ante el receptor—. ¡No te he pedido las escrituras al rancho, y tampoco recuerdo haber preguntado por nada referente a un divorcio!


—No, no, viejo amigo, cálmate, —dijo Lucas, con firmeza—. Ella me dijo que era lo mejor para ambos. Además, según parece, estás otra vez con Betty.