martes, 9 de julio de 2013

Marido De Papel Capitulo 17




Voy a casa —dijo tranquila—. Sabemos que esto fue un error. Puedes pedir el divorcio cuando quieras. 

El testamento solo requería un certificado de matrimonio. La propiedad ahora es mía y te prometo que no voy a vendérsela a cualquiera que pueda amenazar a tus caballos.

No estaba preparado para esa respuesta. La miró con sentimientos encontrados.

—La casa es bastante grande —dijo, sin saber que más que decirle.

—Tilly y tú no me echaréis de menos. Ella estará ocupada con las faenas domésticas y tú, de todos modos, nunca estás aquí —

no quiso mirarlo a los ojos mientras se lo decía, porque no quería que se diera cuenta del dolor que le habían producido sus frecuentes ausencias—. Creo que me compraré un perro.
Joe sonrió con frialdad.
—¿Para reemplazar a un marido?

—¡No será difícil reemplazar a un marido que ni siquiera duerme conmigo…! —Se quedó helada cuando se dio cuenta de que la puerta estaba abierta y Betty estaba allí, escuchando.

El hecho de que la conversación se terminara de forma tan brusca, hizo que él también se diera la vuelta.

Betty ni siquiera simuló estar avergonzada y sonrió victoriosa.
—Estaba buscando el cuarto de baño. Lo siento si he interrumpido algo.

—Hay un cuarto de baño en la planta baja y como sin duda ya sabes es la tercera puerta a la derecha —dijo Joe brevemente.

—Gracias, cariño —sus ojos se fijaron en las maletas y en la palidez de la cara de data y, sonriendo de nuevo, los dejó a solas.
La cara de Joe no expresaba absolutamente nada.
Demi recogió su maleta y dijo:

—Me llevo sólo esto. Si no te importa, ¿podrías enviar a alguno de tus hombres con el resto de mis cosas? Mi coche está todavía en el garaje, ¿no?
—Todavía está allí.
—Gracias.

Pasó por su lado y él la agarró el brazo, notando su rigidez y su tensión. Ella notó su cálida respiración.
—No te vayas —le dijo entre dientes.

Ella no podía permitirse el lujo de ser débil y formar parte de un trío. Betty lo quería y él siempre la había querido y no lo ocultaba. Demi estaba de más en su vida y no encajaba allí.
Levantó sus ojos azul oscuro hacía los marrones que tanto amaba.

—La compasión no es una buena razón para casarse. Ni lo es para cumplir un testamento. Tú no me amas, pero yo sí te quiero a tí, —añadió, hablando entre dientes, porque ella siempre lo había querido. Bajó los ojos y le dijo—: No quiero quedarme aquí.

Él la soltó como si tuviera la peste.

—¡Vete, entonces, si eso es lo que quieres! Nunca me hubiera casado contigo, si no hubiera sido porque me daba lastima de tí.
Su rostro palideció más aún.

—Además está lo que todavía sientes por tu ex esposa, —añadió ella.
Él miró burlándose de ella.

—Sí, está Betty.

Marido De Papel Capitulo 16



Su orgullo masculino le hizo decir:

—Puedo dedicaros uno o dos días —le dijo Joseph a Bob, asombrado por la cara enrojecida de Demi—. 

Después de todo, somos personas civilizadas. Y, como el divorcio ya es historia, creo que es una estupidez seguir guardando rencor por algo que pasó hace mucho tiempo.

Betty suspiró. Había ganado y lo sabía.
—Qué bonito es lo que acabas de decir, Joe. Eres tan dulce como siempre.

Demi se sintió excluida. Empezaron a hablar de los viejos tiempos y de conocidos comunes y, en ningún momento, incluyeron a Demi en la conversación. 

Sirvió el café y el pastel que había traído Tilly en una bandeja, pero podría haber sido invisible si se pensaba en la poca atención que Joe le dedicó. Después de unos minutos se excusó y abandonó la sala sin estar, realmente, segura de que notaran su ausencia.

Tilly se dirigía hacia la cocina con la bandeja, delante de Demi, murmurando para sí misma acerca de los hombres que no podían ver más allá de sus narices. Normalmente, Demi se divertía hablando con Tilly, pero hoy estaba demasiado preocupada por lo que podía pasar.

Demi subió las escaleras hasta su habitación, en la que dormía sola, y empezó a hacer el equipaje. 

Si Joe se iba, ella también lo haría. Ya estaba harta de ser una extraña en su vida, en su casa. Si hubiera tenido la más mínima esperanza de que un día pudiera amarla ahora, con la llegada de su ex esposa, se sentía como si le hubiera caído un jarro de agua fría. Cualquiera podía ver lo que, todavía, sentía por ella. 

Estaba tan atontado que ni siquiera había notado la falsa sonrisa que Betty le había dirigido a Demi. Bueno, que se fuera su ex esposa, buscando el pretexto que quisiera y que tuviera buena suerte.

Solo tardó diez minutos en hacer la maleta. Se puso una sudadera, los vaqueros y las botas. Se recogió el pelo y se miró en el espejo. Sí, estaba bien. Ella había sido una vez una chica de la alta sociedad, pero ahora era solo una pobre ganadera. Seguramente podría hacer lo que quisiera y Joe no la echaría de menos, siempre y cuando Betty, a pesar de estar casada, estuviera lista y dispuesta. 

Tampoco se daba cuenta de que s Dios él podía permitirse el lujo de comprarlo y a ella parecía no importarle formar parte del pago de esa comparandolo lestaba utilizando para que comprar el caballo. Gracias a dios 
Estaba revisando los cajones para asegurarse de que no se dejaba nada, cuando Joe entró en la habitación.

Había esperado encontrarla llorando, ya que tenía un carácter sensible y no la había tratado demasiado bien, sobre todo delante de sus huéspedes. Las observaciones de Betty le habían hecho sentirse como si fuera una posesión de Demi, y había reaccionado instintivamente. Ahora se arrepentía.

 Le había remordido la conciencia cuando ella salió tranquilamente, con la cabeza alta, sin mirarlo siquiera, y él había venido, cuando le había convenido, a pedirle disculpas por haberla humillado. Pero, al parecer, iba a necesitar algo más que una disculpa, si maletas eran alguna indicación de sus intenciones.


—¿Vas a algún sitio? —le preguntó seca y educadamente.

sábado, 6 de julio de 2013

Mi Adorable Rebelde capitulo 31




¡No es justo! ¡Si ella puede hablarle, yo también!

Puse los ojos en blanco mientras me dirigía a la cocina. ¡Imaginen que alguien tenga celos de mi maravilloso privilegio de hablar con Joseph!

— No te preocupes, Anne — le dije — No quiero volver a hablar nunca con Joseph.

— ¿Por qué no? — Preguntó ella — ¿Por qué no te invito al Baile de Otoño?
La mire fijo.
— ¿De qué hablas?

Las mejillas de Anne estaban rojas de placer.
— Llamó tu amiga Rose y me dijo que te dejaba un mensaje: Dile a Demi que lamento lo de Joseph y el desastre del Baile de Otoño.

— Pedazo de animalito entrometido…— le lancé en tono cortante a Anne.
— ¡Demi! —se escandalizó mamá.

— Bueno, es la verdad — exclamé al borde de las lágrimas — Y mañana no va a ser capaz de mantener la boca cerrada frente a Joseph, y...y…

— No pude pensar en otra acusación contra mi hermana, pero necesitaba liberarme de algo más. — ¡Y probablemente me hará quedar como una tonta más grande aún!

El sábado por la mañana, un golpe en la pared me despertó de repente. Sonó como si un gorila hubiera dado con una liana contra el costado de mi casa.
Hundí la cara en la almohada y traté de volver a dormirme.

El golpe se produjo de nuevo. Seguido de un sonido sordo y escurridizo, como si el gorila se estuviera abriendo paso a lo largo del costado de la casa. Luego se produjo el inconfundible sonido de mi ventana al ser abierta.
Cerré los ojos con fuerza. No, no puede ser, me dije.

Hola, Demi dijo el gorila, cuya voz se parecía extrañamente a la de Joseph.

Me di vuelta en la cama. La cabeza de Joseph asomaba por la ventana de mi dormitorio, ubicado en el segundo piso.

Esto tiene que ser un mal sueño dije. Volví a cerrar los ojos.
No, es la realidad me corrigió Joseph.

Espié. Joseph todavía estaba allí, con la armadura para podar árboles de papá. Y llevaba una bincha roja en la frente.

Debo explicar que mi padre tiene todo ese equipo profesional para podar árboles porque Anne y Liz se asustan de la oscuridad (aunque lo niegan), y si una hojita cualquiera les roza la ventana, se vuelven locas y despiertan a papá totalmente histéricas. 

Entonces, con el tiempo, mi padre decidió que, para preservar sus ocho horas de sueño, debía hacer una inversión en un equipo profesional para podar árboles y en esa armadura. 

La idea es que puede trepar árboles con eso puesto y, si se cae, quedará allí colgado hasta que mamá llame a los bomberos, o a quien sea que uno debe llamar para sacar a un hombre de esa situación.

Pero ahora Joseph estaba usando esa armadura como mecanismo volador, libre de ruedas. Se colgaba de mi ventana como rana arbórea.

Nos miramos en silencio durante un momento, cosa rara en él, que habla tanto. ¿Qué esperaba que hiciera yo? ¿Qué gritara ¡Ladrones!?
Por fin, dije:

¿Sabías que entrar por la fuerza en un lugar es un delito? Trata de ingresar a la universidad con eso en tu solicitud.
Joseph sonrió.

Bueno, no rompí nada y no voy a entrar. Pareció reflexionar. Pero es un buen punto. Miró mi habitación. Caramba, tienes un tocador.
¿Y?

Mi hermana tiene uno dijo . Siempre pensé que era un poco como tener un mueble que aumentaba tu sentido de la vanidad o que...

Mira dije. Me senté en la cama, manteniendo la sabana sobre mi pecho. Tenía puesto otro camisón tipo baby-doll y no quería oír ningún comentario. ¿No se supone que debes estar trabajando?

Estuve trabajando casi dos horas protestó Joseph . Y todo el tiempo tu hermanita se queda parada debajo del árbol y me hace preguntas, y tu padre se asoma por la ventana de su dormitorio diciendo: No, esa rama no. Esa ramita tampoco.

Bueno, eso es el resultado de cultivar droga en clase dije yo.
El teléfono sonó en el vestíbulo ubicado frente a mi dormitorio. Miré en esa dirección. Volvió a sonar.

¿No vas a contestar? preguntó Joseph con un sonrisa.

Vacilé. ¿Por qué no atendía otro? ¿Por qué tendría puesto ese estúpido camisón? ¿No había aprendió la lección aquella vez que Joseph vino en busca del destapador de cañerías? Suspiré.

 El teléfono volvió a sonar y tomé una decisión. No iba a permitir que Joseph Conner me tuviera de rehén en mi propia cama.

Hice a un lado las sabanas y fui hacia la ventana.

Joseph abrió mucho los ojos y silbó. 

Marido De Papel Capitulo 15




—Además, no es como si yo estuviera tratando de romper el matrimonio, continuó Betty—. 

Bob y yo estamos en un apuró financiero terrible. 

Esa es la razón por la que está teniendo que renunciar a nuestras explotaciones en todo Texas y a nuestro caballo de carreras.

 Joe, incluso si no quieres comprar el caballo, podrías ayudarnos a encontrar a alguien que quiera comprarlo. 

Seguramente no nos negarás un poco de ayuda por los viejos tiempos, ¿no? Después de todo, solo tienes que ir a Corpus Christi, no a un país extranjero. 

Quiero decir que sólo estarás fuera de casa una noche.

Joe vacilaba, por lo que Betty se acercó a Bob, apoyándose contra él con una sonrisa seductora, como si le estuviera haciendo una oferta.—Díselo tú, cariño —le dijo arrastrando las palabras seductor amente.

Bob se sonrojo mientras la miraba a ella y dijo inquieto:
—Vamos, Joe, —dijo—. El establo del caballo está a la derecha de la carretera, a diez millas de donde vivimos. 

Tenemos sitio de sobra. Puedes pasar la noche y volver mañana —sonrió levemente—. Realmente no podemos esperar más.

 He tenido algunos problemas de salud, por lo que tengo que resolver esto cuanto antes. Fuimos buenos amigos una vez, Joe.

Estás haciendo el imbécil, quería gritar Demi. Lo está usando para llegar a tí, sobornándole con su cuerpo para que te engatuse y vayas a Corpus Christi y compres el caballo.

Joe sintió la tensión de Demi. Sus ojos se estrecharon cuando la miró y vio en su mirada los celos y la desconfianza. 

Que se sentía muy amenazada por Betty, y estaba desconcertado por la tortuosa indecisión que provocaban en él sus propios sentimientos. 

Según parecía, estaba atrapado entre dos mujeres, una que lo quería locamente y otra que le había roto el corazón y que, ahora, parecía querer recuperarlo a pesas de su marido.

Él miró vacilante a Demi que estaba enfadada con Betty por su intento de engatusarlo.


— ¿Acaso te tiene tu esposa atado a la pata de la cama? —preguntó Betty, intencionadamente.

Marido De Papel Capitulo 14




Betty se levantó. Había esperado enfadarlos, pero la habían sorprendido con el anuncio de que esperaban un niño. Las cosas no estaban saliendo según sus planes.

—Joe, ¿te ha dicho Bob algo sobre el caballo de carreras? El comprador espera poder reunirse con nosotros en Corpus Christi para echarle un vistazo —dijo, yendo directa al grano—. 

Es un ganador, un pura sangre, y no te timaremos. Conseguiremos un buen precio.

¿Por qué no se dio cuenta de que Betty podría haber tenido otro motivo, cuando Bob casi se había invitado a él mismo y a Betty a almorzar? 

Había pensado que había puesto a Bob de excusa, porque quería volver a verlo porque, a lo mejor, había lamentado el divorcio. Pero todo era como en los viejos tiempos.

 Solo era una forma de ganar dinero para ella y para Bob. Su cuerpo lo había cegado. Airadamente señaló a Demi y dijo:

—No creo que a Demi le convenga viajar ahora, —respondió, continuando con la farsa del embarazo.

—No tiene que venir con nosotros —dijo Betty de manera cortante.
Bob se rió.

—Betty, que están recién casados —dijo sin que le diera vergüenza—. ¿Qué quieres hacer?

—Esa hubiera sido mi siguiente pregunta, Sr. Collins, —respondió Demi tranquilamente—. Aunque te diré que, ahora, mi marido no viaja sin mí —Ella cogió su mano entre las suyas y le sorprendió lo frías que estaban y su forma posesiva de sujetarlas.

—Oh, seguramente no creerás que voy detrás de tu marido, ¿no?—se burló Betty—. Sólo queremos ver nuestro caballo de carreras en buenas manos. 

Nadie conoce a los pura sangre como Joe. —dijo cambiando de postura para lucirse más. Tenía una figura perfecta y no dejaba de enseñarla siempre que era posible para conseguir lo que quería—. 

Debes estar muy insegura con matrimonio, querida, si no confías en que tu esposo vaya de viaje con una mujer casada y su marido. Y eso lo que demuestra es que, la vuestra, es una triste relación.

Demi enrojeció. Parecía que, de repente, sospechaba de Joe. El la miró entornando los ojos, como si hubiera tomado muy en serio las palabras de Betty. Y su mano se quedó como muerta en la de ella, como si no sintiera nada al tocarla.

Demi notó como se alejaba y ella lo soltó. Como excusa, dijo:
Joe y yo llevamos casados sólo dos semanas.

—Sí, querida, pero si estás embarazada, eso solo significa que vosotros ya estabais durmiendo juntos antes de casaros, si no calculo mal —preguntó intencionadamente.


Demi estaba entre la espada y la pared. No podía admitir que ella y Joe sólo había dormido juntos desde su boda, a no ser que descubriera su mentira sobre el embarazo. 

Ella miró a Joe, que había empezado a hablar, pero no para ayudarla. De hecho, parecía que odiaba estar atado a Demi, ahora que Betty estaba a su alcance. Ben no parecía celoso en absoluto. 

Era un pensamiento aterrador para Demi que estaba enamorada de su marido, el cual le había dado unos motivos bastante sospechoso para casarse con ella y que había admitido que todavía sentía algo poderoso por su ex esposa. Había dicho también que no podía ofrecerle a Demi amor, sólo afecto.

Marido De Papel Capitulo 13




Cómodamente es un decir —se burló Betty—. Pero tenemos una oportunidad que nos puede hacer salir a flote. 

Esa es la razón por la que estamos hoy aquí. —Ella sonrió coquetamente a Joe, quien parecía muy incómodo, y se inclinó de nuevo contra su escritorio en una pose muy seductora—.

¿Cuándo os habéis casado, Joe? ¿Cuándo oíste que volvíamos?
Su rostro se endureció.
—Eso no es un motivo para casarse.
—Me pregunto… tu mujer es muy joven y parece preferir la vida al aire libre que ser ama de casa. No es nada amistosa. ¿Es la chica de la granja pequeña cuyo padre acaba de morir? No pertenece a tu círculo social.
—Oh, yo no diría eso —dijo una voz desde la puerta.

Joe se volvió hacia su esposa y no la reconoció. Su cabello rubio estaba alrededor de sus hombros, limpio y brillante, y llevaba un vestido de seda amarillo que hizo que hasta Bob la mirara.

Solo llevaba el maquillaje y el toque de perfume suficientes. Hank bajó los ojos hasta sus largas y elegantes piernas y sintió como su cuerpo se tensaba, al recordar como era besarla.

 En su rostro se refleja el recuerdo. En el de Betty la consternación.
Demi caminó moviendo su cuerpo graciosamente y tomo, posesivamente a Joe por el brazo. 

Fue un impulso lo que le hizo comprar ese vestido de diseño para salir con Joe. Nunca había tenido oportunidad de estrenarlo, por lo que lo había guardado—. Pensé que habías olvidado la invitación —dijo ella impasible, echando un vistazo en Betty—. Se nota que estamos recién casados —añadió con un cariño indulgente.

Betty se puso colorada por la rabia que sintió. Cruzó las piernas y se inclinó más hacia el escritorio, con los ojos entrecerrados.
—Muy recién casados, según acabamos de enterarnos. Le estaba preguntando a Joe a que se debía tanta prisa.

Demi sonrió recatadamente mientras se tocada su Barriga.
—Bueno, estoy segura de que sabes lo impetuoso que es —murmuró con voz ronca, sin levantar la vista.

El gesto fue suficiente. Betty parecía a punto de ahogarse.
A Joe le sorprendió la rapidez con la que su esposa entendió y controló la situación, protegiéndolo. Había sido horrible con ella y ahora había salvado su orgullo. 

Había estado a punto de caer de nuevo en las redes de Betty, pero aquí estaba Demi para llamarlo devolverle la cordura. 

Teniendo en cuenta que no le había hecho ningún caso desde que se casaron y, encima, la gran sorpresa de hoy, estaba claro que se había portado como toda una dama.

Puso su brazo alrededor de su cintura y le sonrió agradeciéndole lo que había hecho.

—Un niño es nuestra primera prioridad, aunque no lo esperábamos tan pronto, —añadió, sonriendo, mientras mentía descaradamente—. Estamos esperando un hijo.

Bob los miró con nostalgia, mientras Betty echaba humo.
—Me hubiera gustado un niño, —les dijo—. Sin embargo, no hemos tenido esa suerte.

—Los niños son una molestia, —murmuró Betty—. Son irritables mientras y hasta que crecen.


—¿No fue una suerte que tu madre no pensara así? —contestó Demi con suavidad.

martes, 2 de julio de 2013

Mi Adorable Rebelde capitulo 30





¡Atractivo!— repetí — Atractivos son los cachorros, atractivas son las sales de baño, atractivo es el chocolate… ¡puaf! ¡Ya estaba pensando en Swiss Kriss de nuevo! Atractivo es el té caliente…

— Se me ocurre que el pelo — dijo Katie meditativa, ignorándome —. Se lo ve tan… suave.

— ¿Suave? — Se me hizo un nudo en el estómago al imaginarme tocando su revuelto pelo castaño. Alejé el pensamiento de mi mente.

 — ¿Por qué no te acompaña Joseph a tu casa, si eso es lo que sientes? — dije con desdén.
— Repito: no lo tragas — constató Katie rápidamente —. En fin ¿Qué me cuentas de mi propio problema con respecto al Baile de Otoño? ¿Qué voy a hacer?

Suspiré. Francamente, me alegró cambiar de tema.
— Está bien, recuérdame en qué punto estábamos. En la actualidad no puedes ir, a menos que lo hagas con Pat, ¿correcto?

— No, a menos que encuentre una mentira muy convincente para explicar porque tengo que ir a la biblioteca con un vestido semiformal — dijo Katie, resentida.
— De acuerdo…

Permanecí en silencio un momento.
— ¿Y? — me urgió ella —. ¿Tienes alguna buena idea?
— Tengo una — dije con cautela —. Aunque no creo que se la pueda llamar una idea de veras buena.

— Oh, habla — se impacientó Katie.
Inhalé una larga bocanada de aire.

— ¿Quién es tu compañero de laboratorio en la clase de Sonrisita?
Katie frunció el ceño.

— Gus Pendleton. ¿Por qué?
— ¿No te gustaría ir al Baile de Otoño con él? — dije, tratando de mostrar algún entusiasmo.
— ¿Qué?
— ¿No te gustaría ir al Baile de Otoño con Gus…?
— ¡Ya te oí! — Me interrumpió Katie — ¿Con Gus Pendleton? ¿Estás loca?
— Sí — contesté —. Pero sólo a título informativo: ¿Qué tiene de malo Gus Pendleton?

— Te diré — contestó Katie en tono presumido —. Dado que vivo justo detrás de los Pendleton, te puedo decir con exactitud lo que tiene de malo Gus. Está construyendo un fuerte en su patio trasero.
— ¿De veras? — dije con interés a pesar mío.
Katie asintió.

— Sí, tiene toda esa basura…madera y otras cosas.
— Bueno, eso no quiere decir…

— Y además, vino a pedirle a papá si le podía dar alguna cinta aisladora que nos sobrara, y papá le preguntó para qué, y Gus dijo: Estoy construyendo un fuerte.

Katie me miró con expresión de triunfo.
Me resultaba difícil argumentar que ir al Baile de Otoño con alguien que estaba construyendo un fuerte sonaba cualquier cosa menos alentador. Pero tampoco era para desesperarse.

— Sin embargo — dije alegremente —, Gus Pendleton es mejor que Marea Alta Pat.
Katie suspiró.
— Sí, supongo que sí… Pero ¿Por qué Gus?
Me encogí de hombros.

— Sólo pensé… Ya sabes cómo Sonrisita se la pasa esperando que todos los que trabajan en pareja se enamoren. Y pensé que, si le explicaba que tú y Gus de veras querían ir al Baile de Otoño juntos — Katie gimió y yo hablé en voz más alta —entonces él podría, tú sabes, hacerle ver las cosas a tu madre. Después de todo, es probable que ella escuche a un profesor.

— Antes que nada — dijo Katie —, y debes creerme, esta es sólo una de muchas, muchas razones, Gus Pendleton jamás demostró el menos interés en mí.— De repente, lanzó una risita.

— Aunque supongo que podría ofrecerme para coser almohadas para el fuerte o algo por el estilo.
Yo también reí.

— Quizá puedan ir allí después del baile — sugerí--. Un lugar íntimo y romántico…
Katie gimió.

— Escucha, Demi, esto no tiene nada de gracioso. ¿No puedes proponer algo mejor?

— Bueno, trataré —dije vacilante.
— Está bien — aceptó Katie — Te llamaré más tarde.
Nos despedimos y me encaminé a casa.

Una vez adentro, oí a Anne que parloteaba con mamá.
— ¿Por qué no puedo hablarle? — decía.
— Porque vino a ayudar a papá con el jardín, querida — dijo mi madre —. Y no quiero que le distraigas.

— Bueno, ¿le puedo decir hola?
— Por supuesto.
— ¿Puedo hacerle, digamos, cinco preguntas?
— No.
— ¿Por qué no?

— Preciosa, acabo de decirte…
— Bueno, ¿Demi puede hablarle?

— Anne, eso es diferente. Se conocen del colegio.