viernes, 3 de agosto de 2012

La Inocente Novia Del Jeque Cap 33


-Me alegro de que te haya gustado la sorpresa -sonrió Joe-. Demi, te tengo que dejar, mi padre me está esperando -se despidió.
Demi colgó el teléfono.
Joe no se había vuelto a acostar con una mujer desde que había compartido con ella aquella maravillosa pasión. Aquello la hizo sentirse increíblemente especial y, por primera vez, tuvo la sensación de que aquel hombre era suyo.
Después de comer, se echó una pequeña siesta y, cuando se despertó, se organizó en torno a ella un revuelo de actividad increíble.

Volvieron a lavarle el pelo hasta que el agua salió completamente limpia, la sumergieron en un baño de esencias florales y le masajearon el cuerpo entero con aceites maravillosos.

Mientras la peinaban, le hicieron la manicura y le hicieron en los pies y en las manos dibujos de henna que simbolizaban felicidad y salud. Para terminar, una maquilladora profesional se hizo cargo de su rostro.

A continuación, le entregaron unas medias de encaje y una combinación de seda de tacto sensual. Fue la única ropa interior que le dieron. Cuando se la hubo puesto detrás de un biombo, ante las risas de las presentes por su exceso de pudor, le mostraron unos impresionantes zapatos ornamentados con piedras y, por fin, le ayudaron a ponerse un fabuloso vestido de pedrería en tonos azules.

-Estás impresionante -le dijo Jahan sinceramente mientras las demás mujeres allí reunidas hacían comentarios igual de positivos y aplaudían encantadas.
Demi se miró al espejo y realmente le gustó lo que vio porque había adquirido una apariencia muy exótica.
-Ha llegado el momento de que la novia reciba sus regalos -le anunció Jahan cuando llegaron varias cajas.
-No tenía ni idea de que me iban a hacer regalos. Yo no le he comprado nada a nadie -se lamentó Demi.

-Tú le has dado al príncipe lo más preciado que le podías dar: un hijo -comentó una mujer mayor-. Le has proporcionado un príncipe heredero en el primer año de casados. Eso es toda una bendición.
Demi observó anonadada cómo de la primera caja sacaban una corona de oro y su cuñada se la colocaba con gran ceremonia.

-Esto es regalo directo de mi padre. Perteneció a Bisma, su primera mujer, de la que él estaba profundamente enamorado y que murió al dar a luz a Joe.
También le regalaron un collar de esmeraldas con pulsera y pendientes a juego.
-Éste es el regalo de mi hermano -le aclaró Jahan-. Lo han diseñado especialmente para ti. Es obvio que mi hermano te adora.
Demi bajó la mirada y, en ese momento, otra mujer se acercó a Jahan y le dijo algo al oído.
-Camila dice que ha llegado el momento -anunció Jahan.
Demi sólo oyó «Camila dice». Inmediatamente, sus ojos verdes se fijaron en la atractiva mujer que tenía ante sí. Desde luego, era increíblemente bonita. Tenía ojos almendrados, piel del color de la miel y una preciosa melena de rizos oscuros.
-Te has quedado lívida... no te pongas nerviosa -le dijo su cuñada malinterpretando su malestar.

Demi se apresuró a decirse que seguramente Camila era un nombre común en aquel lugar y que aquella mujer no tenía por qué ser la Camila de la que Joe estaba enamorado.
El vestíbulo central del palacio estaba lleno de gente esperándola. Mientras pasaba entre la multitud, Demi vio a su hermano, que sonrió satisfecho y, al final, vio a Joe, ataviado con un espectacular uniforme militar negro y escarlata, con una espada que le colgaba a un lado.
Estaba magnífico.
Cuando llegó a su lado, Joe la tomó de la mano y el responsable religioso pasó a celebrar la boda en árabe y en inglés.
-Ahora vas a conocer a mi padre -anunció Joe al terminar la ceremonia.
Efectivamente, a continuación condujo a su esposa a una sala privada donde los esperaba el rey Hafiz, que resultó ser un hombre alto y corpulento, de rostro muy serio.

A través de Joe, porque el rey no hablaba inglés, el monarca le dijo a Demi lo contento que estaba de que su hijo la hubiera elegido como esposa porque bastaba con mirarla a los ojos para darse cuenta de que era una mujer de gran corazón y le dio las gracias por haber dado a luz a Tazeem, que habría de ser la alegría de su vejez.
Demi aceptó el cumplido encantada y, a continuación, se dirigió con Joe al enorme salón donde iba a tener lugar la cena. Hubo danzas populares, se leyeron poemas y los novios bebieron miel con agua de rosas.
Antes de empezar a cenar, Joe le indicó a Demi que podía cambiarse de ropa y la condujeron a una habitación donde le esperaba un precioso y mucho más cómodo vestido blanco y una tiara de perlas.
Cuando volvió a entrar en el salón, Joe no podía apartar los ojos de ella.
-Estás preciosa -le confesó.

Después de la cena, compuesta por todo tipo de platos delicados y exóticos, le presentaron a Demi a un montón de dignatarios y personas notables del país y, en un momento dado, Demi advirtió a una pareja que se estaba peleando al fondo del salón y reconoció a la joven que había visto unas horas antes.
-¿Quién es aquella pareja de allí? -le preguntó a su marido.
Joe siguió la dirección de su mirada y se tensó.
-Son mi hermana de leche y su marido -contestó.
-¿Qué es una hermana de leche?
-Cuando mi madre murió, la madre de Camila me amamantó.
Demi palideció.

Así que era ella, era la Camila de la que Joe estaba enamorado. Demi sintió que se le formaba un horrible nudo en la garganta y que los ojos le picaban.
Al percibir su zozobra, Joe la tomó de la mano y la condujo a la pista de baile.
-Sé lo que estás pensando y, obviamente, tenemos que hablar de este asunto, pero no es éste el momento -le dijo comenzando a bailar-. Te prometo que nos iremos pronto y hablaremos.
Mientras bailaban, Demi no pudo evitar mirar a Camila en un par de ocasiones y se preguntó si Joe se estaría dando cuenta de lo mal que lo estaba pasando.
Al salir del palacio para subirse a una limusina que los estaba esperando, los invitados los despidieron con pétalos de rosa y arroz.
-¿Adónde vamos? -quiso saber Demi.

-A Zurak, al palacio de mi abuelo -contestó Joe-. Tazeem llegará mañana, no te preocupes. Ahora que estamos solos, quiero hablar contigo.
Demi sabía perfectamente de lo que iba a hablar y bajó la mirada. A Joe no le apetecía nada tener aquella conversación, pero sabía que era necesaria, así que tomó aire y se lanzó.
-Hace un tiempo te dije que estaba enamorado de otra mujer.
Demi se encogió de hombros.
-¿Y? -contestó sonriendo y diciendo adiós a la gente congregada para despedirlos.
-Tal y como ahora sabes, me refería a Camila.
Demi se tensó.

-No te lo tendría que haber dicho.
-No pasa nada, es imposible que supieras entonces que te ibas a casar con una mujer con memoria de elefante -intentó bromear Demi al borde de las lágrimas.
-No debería habértelo dicho porque me he dado cuenta de que jamás la amé -añadió Joe-. No estoy enamorado de ella y nunca lo he estado. He pensado mucho en este asunto y he llegado a la conclusión de que simplemente estaba encaprichado.
-¿De verdad?
¿Pero por quién la tomaba? ¿Cómo se le ocurría decirle algo así? ¿Se creía que era tonta o qué?

Demi intentó ponerse en el pellejo de Joe y comprendió que estuviera intentando no darle importancia al asunto contándole una mentirijilla para no tener que admitir la cruel realidad, así que decidió fingir y seguirle la corriente.
-No tienes necesidad de volver a pensar en este asunto. Jamás -concluyó Joe.
-No lo haré -prometió Demi.

Un helicóptero los llevó al palacio de Zurak, situado en un oasis de palmeras en medio del desierto que parecía un espejismo.
-Cuando mis antepasados eran nómadas, pasaban aquí el verano. Mi abuelo conoció aquí a mi abuela cuando ella le llevó agua del pozo. Se enamoraron inmediatamente. Mi bisabuelo pidió la mano de mi abuela a su padre y se casaron -rió Joe agarrándola de la mano-. La vida entonces era mucho más sencilla que ahora.

La Inocente Novia Del Jeque Cap 32



PASÓ un buen rato antes de que Demi y Daniel dejaran de hacerse preguntas el uno al otro a toda velocidad.
-No conozco en persona a tu marido, pero hemos hablado por teléfono. Joe contrató los servicios de varios detectives para que me buscaran. Por lo visto, hablaron con toda la gente que me había conocido y en un momento dado uno de mis profesores del colegio mencionó que yo siempre decía que quería ir a la universidad a estudiar biología marina.

-Sí, lo recuerdo perfectamente.
-Ahora, estoy terminando el doctorado, pero lo estoy haciendo mientras trabajo en un proyecto en el extranjero y los detectives no han podido dar conmigo hasta anteayer. He venido todo lo rápido que he podido.
-Todavía no me puedo creer que estés aquí -se maravilló Demi.
-Debería haber vuelto a casa hace mucho tiempo para asegurarme de que estabas bien -se disculpó Daniel.

-Papá no te habría dejado entrar.
-Quiero que sepas que, cuando me fui, llamaba a menudo, pero él nunca me dejaba hablar contigo.

-No tenía ni idea de que hubieras llamado.
-Me enteré de la muerte de mamá un año después de que sucediera y fue por casualidad, hablando con un compañero del colegio -añadió Daniel apesadumbrado-. Me sentí muy culpable al darme cuenta de que no había podido despedirme de ella al no haber tenido el valor de enfrentarme a papá.
-Mamá te echaba de menos, pero era feliz de que tuvieras tu propia vida. Si hubieras llegado a enfrentarte directamente con papá, la habrías destrozado.
Daniel asintió.

En aquel momento, llegó la niñera de Tazeem y Daniel tomó a su sobrino en brazos y sonrió encantado.
-Tengo en brazos al futuro rey...
Demi y Daniel comieron juntos en el lujoso apartamento compuesto por varias suites que ocupaba Demi en el palacio.

Después de la comida, Daniel fue a conocer a Joe y a prepararse para la fiesta de despedida de soltero que iba a tener lugar aquella noche. Mientras, ella se reunía con un montón de mujeres de la familia del príncipe, entre las que se encontraban otra hermana, unas cuantas tías abuelas, varias tías, e innumerables primas.
Durante toda la velada, escuchó cómo todas se deshacían en elogios hacia su marido y esperó, en vano, que alguna le hablara de una mujer llamada Camila.

Cuando se metió en la cama, consciente de que todavía le quedaban muchas horas para volver a ver a Joe, no pudo evitar preguntarse si seguiría enfadado con ella.
Al día siguiente, nada más amanecer, le llevaron un delicioso desayuno a la cama y no había hecho más que terminarlo cuando su cuñada Jahan fue a buscarla para conducirla a la parte más antigua del palacio.

-La novia recibe ahora todo tipo de tratamientos de belleza -le Jahan explicó encantada-. Debes relajarte y disfrutar. Te lo vas a pasar fenomenal.
El palacio Ahmet, que parecía una fortaleza por fuera, por dentro era un enorme laberinto compuesto por amplios pasillos y tranquilos patios. Tenía varios minaretes y preciosos jardines y los edificios estaban unidos a través escaleras de piedra y pasarelas aéreas.

Jahan la condujo a un antiquísimo baño que había formado parte del harén del palacio en tiempos remotos. Tras dejarla un rato en una sauna, aparecieron dos terapeutas que le administraron una fina película de algas por todo el cuerpo.
-Es buenísimo para la piel -le dijo su cuñada.
Demi rió al imaginarse lo que diría Joe si la viera convertida en un monstruo marino. Sin embargo, era cierto que, cuando le quitaron la mascarilla seca, su piel estaba más suave que nunca.

A continuación, le lavaron en el pelo con un preparado de hierbas y la esteticista del palacio le hizo una mascarilla facial, le depiló las cejas y la deleitó con otros muchos tratamientos de belleza.
Demi le preguntó a Jahan cómo podía ponerse en contacto con Joe y Jahan le explicó que solamente por teléfono, así que Demi le escribió un mensaje de texto al móvil.
«Perdón».
En sus habitaciones privadas, Joe recibió el mensaje mientras le daban un masaje y llamó inmediatamente a su mujer.
-¿Demi...?
-Ayer me enfadé mucho, pero no debería haberte gritado.
-No, te equivocas. Verte tan furiosa me ha hecho pensar que voy a investigar lo que me has dicho -contestó Joe.
Encantada de que, por fin, Joe la apoyara, Demi se sintió increíblemente aliviada, pero decidió insistir.

-Joe, yo quiero que me creas porque confías en mí y no porque hayas hecho investigaciones.
-Hoy nos casamos y te aseguro que ahora mismo no estoy pensando en las investigaciones sino en ti.
-¿Ah, sí? ¿Y qué estás pensando exactamente?
-En cómo te voy a hacer el amor esta noche.
Demi abrió los ojos sorprendida ante la confesión y sintió un una punzada de deseo entre las piernas.
-Me sorprendes porque no me has vuelto a tocar desde antes de que naciera Tazeem.

-¡Eso ha sido una muestra de respeto! -se defendió Joe.
-¿Tan culpable te sientes por lo que pasó en el castillo aquel día?
-No... De hecho, pienso en aquello constantemente -admitió Joe-. Recuerdo perfectamente nuestra pasión...
-Eso me gusta -contestó Demi con el corazón latiéndole aceleradamente.
-Pues a mí me frustra, pero esta noche, por fin, podré resarcirme de casi un año de duchas frías.

-¿Un año? -se sorprendió Demi-. ¿Me estás diciendo que... o sea que... que no te has acostado con ninguna otra mujer desde entonces?
-Por supuesto que no.
Encantada, Demi apretó con tanta fuerza el teléfono móvil, que se sorprendió de que no se rompiera.

-Eso me gusta todavía más -contestó-. Por cierto y cambiando de tema aunque este me encanta, te quería dar las gracias por haberme traído a mi hermano. Ha sido el regalo más maravilloso que jamás podrías haberme hecho.

jueves, 2 de agosto de 2012

Unas Locas Vacaciones Cap 1




El asiento era demasiado pequeño para su enorme estatura. Casi no tenía espacio y  eso sin contar con los bultos de la muchacha que ocupaba el asiento de al lado. La miró con aire irritado y ella se sonrojó. Con los ojos bajos, cambió inmediatamente su bolso de sitio y se abrochó nerviosamente el cinturón de seguridad.

Él la observó y lanzó un suspiro. Una solterona, pensó con disgusto, al fijarse en las gafas de montura metálica, el jersey  blanco, tan holgado, y aquella púdica falda gris. Evidentemente concluyó, se trataba de un tesoro que nadie se molestaría en reclamar. Volvió la mirada al estrecho pasillo del avión. Malditos vuelos baratos, pensó malhumorado. Si no hubiera perdido el avión en el que había hecho la reserva, no se vería ahora intentando acomodarse en aquella lata de sardinas que le habían dado por asiento. Ni estaría al lado de aquel espantajo.

Nunca había aguantado a las mujeres. Y menos todavía ahora que se veía obligado a soportar precisamente la compañía de aquella mujer durante los varios cientos de kilómetros que había de San Antonio a Veracruz, México. La miró de reojo y vio que estaba ocupada con un montón de libros. ¡Libros, cielo santo! ¿Es que no sabía que -el equipaje se llevaba en un compartimiento aparte?

-Debería haber reservado un asiento para los libros _murmuró, echando una ojeada a lo que tenía todo el aspecto de ser un montón de novelas rosas.

Ella tragó saliva, un tanto intimidada, mientras observaba a aquel hombre alto y rubio, de aspecto atlético, y que la miraba con una expresión francamente hostil. Las manos las tenía bonitas, y eran fuertes y bronceadas. En el dorso de una de ellas había varias cicatrices...

-Perdone -le dijo, rehuyendo sus ojos-. Es que acabo de estar en San Antonio, en donde una autora de novelas románticas me ha dedicado todos estos libros suyos. Cuando acabe mis vacaciones en Méjico, les llevaré todos estos ejemplares a mis amigas. Me ha dado miedo facturarlos.
-¿Son joyas de valor incalculable? -preguntó él sarcásticamente mientras la muchacha colocaba la bolsa de libros debajo de su asiento.
-Para algunas personas sí -repuso ella.
Miró nerviosamente por la ventanilla al notar que el avión se ponía en movimiento.

La azafata empezó a hacer una vez más la aburrida demostración de cómo debía utilizarse el equipo de salvamento. Suspirando con aire impaciente, el hombre se cruzó de brazos y se quedó mirando a la azafata. Era una belleza, pero no le interesaba. Llevaba bastantes años sin interesarse por las mujeres, salvo para satisfacer una necesidad no muy frecuente en él. Se rió para sus adentros al fijarse mejor en la pudorosa muchacha que estaba sentada junto a él. Se preguntó si sabría algo de aquella necesidad infrecuente y decidió que no, Parecía tan casta como una monja, con aquella mirada asustadiza y aquellas manos temblorosas. Y, sin embargo, las manos las tenía bonitas, se dijo, frunciendo los labios mientras las examinaba. Dedos largos y gráciles, con las uñas sin pintar. Eran manos de señora.
Le irritó el" haberse fijado en aquel detalle. Se quedó mirando a la chica con una expresión más adusta todavía.

A la muchacha le llamó la atención aquel gesto. Una cosa era que a uno lo tolerasen con más o menos impaciencia, pero otra muy distinta, y que no le gustaba nada, era aquella mirada de superioridad. Le sostuvo la mirada y vio que algo brillaba en sus ojos oscuros antes de que se volviese otra vez hacia la azafata.

Así que tenía coraje, pensó él. Aquello era algo sorprendente en una monjita remilgada. Se preguntó si .sería bibliotecaria. Sí, aquello explicaría su fascinación por los libros. Y las historias de amor... seguramente estaba ansiosa por vivir una. Qué tontos eran los hombres, se dijo, al no hacer caso de una pobrecilla como aquélla por correr tras otras más exuberantes y liberadas. De pronto, oyó un fervoroso murmullo. -Santa María, madre de...      
 ¡No podía ser! Se volvió para mirarla con los ojos dilatados de asombro. ¿Sería de veras una monja?

Ella le vio mirarla y se' mordió los labios tímidamente. -Es una costumbre -musitó-. Mi mejor amiga era católica. Ella me enseñó el rosario y siempre lo rezábamos juntas cuando íbamos en avión. Personalmente -"-añadió con los ojos muy abiertos-, creo que en esa cabina de ahí delante no hay nadie pilotando el avión.

-¿En serio cree eso? -preguntó él, arqueando las cejas. -¿Alguna vez ha visto a alguien ahí dentro? -explicó la muchacha, inclinándose hacia él-. La puerta está siempre  cerrada. Y, si no hay nada que esconder, ¿por qué la. Cierran? Él no pudo reprimir una sonrisa. -¿Tal vez es que quieren ocultamos el autómata que pilota el avión.

Unas Locas Vacaciones Niley


Miley Coincidio con Nick Van Meer por pura Casualida en unas inolvidables vacasiones en Mexico y con una increible temeridad accedio a casarse con aquel misterioso hombre.

El le dijo que necesitaba libertad y sin embargo se caso con ella. Le dijo tambien que odiaba a las mujeres pero supo conquistar tiernamente su corazon.

Seria posible enfrentarse a un mercenario en el campo de batalla de la pasion y ganar la guerra de amor?

miércoles, 1 de agosto de 2012

La Inocente Novia Del Jeque Cap 31



La capital del país, Jabil, resultó ser una ciudad de amplias avenidas con árboles y edificios modernos situados junto a preciosas mezquitas y a maravillosas casas con jardín, tiendas estupendas y hoteles de nivel internacional.
-Nuestra boda será tradicional -le explicó Joe, temiendo que su novia europea sufriera un choque cultural -. Los festejos empiezan esta noche y terminarán mañana por la tarde. No volveremos a vernos hasta que comience la ceremonia.
A Demi no le hizo ninguna gracia que la separaran de él tan pronto.
-¿Y tiene que ser así? ¿Por qué no podemos estar juntos?

Al detectar el pánico de su voz, Joe la miró los ojos y la tomó de la mano.
-Es la tradición y me parece que nosotros ya nos hemos saltado unas cuantas reglas, ¿no te parece? Normalmente, los festejos duran tres días y nosotros los hemos reducido a uno y medio por la apretada agenda de mi padre.
-Pero yo aquí no conozco a nadie... -se lamentó Demi con lágrimas en los ojos.
-Todos en mi familia hablan inglés y se van a portar de maravilla contigo -le prometió joe-. Mi familia está muy aliviada porque, por fin, he encontrado esposa.
-¿Aliviada? -preguntó Demi confusa.

-Por lo visto, mi padre nunca me ha presionado para que me casara porque creía que era la mejor manera de que, algún día, eligiera una mujer de mi gusto. Sin embargo, al ver que no tenía ninguna prisa por contraer matrimonio, había comenzado a preocuparse.
En aquel momento, Demi se acordó de Camila y se preguntó cuántas personas sabrían que Joe estaba enamorado de ella.
-¿Qué era lo que tanto preocupaba al rey?

-Como ya te darás cuenta, mi padre es bastante pesimista y creía que, aunque me casara, tardaría años en tener un heredero. Por eso, al decirle que me había casado y que estaba esperando un hijo se ha mostrado encantado.
Demi sonrió mortificada.
-¿Qué le has contado a tu padre?
-La verdad.
Demi lo miró consternada.
-Entonces, le has contado que... ¿qué le has contado exactamente?
-Que me acosté con una virgen -contestó Joe-. ¿Qué querías que le contara? -añadió como si aquella pregunta le pareciera de lo más extraña.
-¡Pero esa información era entre tú y yo, no para que la fueras contando por ahí! -se sonrojó Demi.

-Quería asegurarme de que mi padre no te echara a ti la culpa de nada, de que entendiera que el único responsable de esta situación era yo y así ha sido.
Demi tomó aire e intentó disimular su vergüenza.
La limusina y el resto de vehículos que la acompañaban enfilaron la autopista en dirección al palacio Ahmet, domicilio de la familia real Dhemení desde el siglo VIL Mientras admiraba las dunas de arena que los rodeaban, a Demi se le ocurrió algo muy desagradable.

-No le habrás contado a tu padre lo del robo, ¿verdad?
-¿Estás de broma? -contestó Joe con frialdad-. Mi padre te tiene por una mujer sin tacha.
-Joe, no he vuelto a hablar de este tema contigo en mucho tiempo con la esperanza de que, a medida que me fueras conociendo, te dieras cuenta de que soy incapaz de robar nada. Por Dios, ¿es que todavía no me conoces? ¡Yo no robé aquella joya ni jamás toqué aquel estúpido broche!
-¡Por favor, no me grites!

-¡Te grito porque eres un cabezota que se niega a oír otra versión de los hechos! -exclamó Demi indignada-. Es mi reputación lo que está en juego en estos momentos y tengo derecho a defenderme. Yo no he robado nada en mi vida
-No creo que sea este el momento de hablar de este tema.

-Pues yo, sí -insistió Demi-. Por lo visto, en Strathcraig están convencidos de que lady Selena me tendió una encerrona porque se había dado cuenta de que te sentías atraído por mí. Por desgracia, no tengo ni idea de por qué la testigo mintió y dijo que me había visto meter el diamante en mi taquilla, pero ahora lo importante es que eres mi marido y... ¡en lugar de repetirme hasta la saciedad que me respetas y que me protegerás toda la vida, deberías hacer algo útil y limpiar mi nombre!
Joe] se quedó mirándola lívido.

¿Cómo era posible que Demi creyera que estaba dispuesto a aceptar la versión de que era una ladrona como si tal cosa? Claro que no, le habría encantado poder defenderla, pero, tal y como habían ocurrido las cosas, parecía bastante evidente que Demi había robado aquel diamante.
Sin embargo, por primera vez desde que había ocurrido el incidente, se le presentaba la posibilidad de que las cosas hubieran sucedido de otra manera, de que el robo hubiera sido falso y se hubiera montado con el único propósito de desacreditarla.

Tendría que reflexionar sobre aquella posibilidad.
En aquel momento, un lacayo abrió la puerta del coche y Joe bajó. Se encontró con el primer ministro, que le hizo una profunda reverencia. A continuación, la niñera le entregó a Joe a su hijo y éste esperó con el niño en brazos a que Demi saliera de la limusina.

Demi todavía estaba temblando de pies a cabeza después del arrebato de cólera que se había apoderado de ella cuando una mujer de casi treinta años se acercó a ellos y Joe se la presentó como su hermana Jahan.
-Bienvenida a tu nuevo hogar -la saludó Jahan con una gran sonrisa-. Quiero que sepas que estamos encantados ante la inminencia de vuestra boda.
A continuación, se formó un corro de personas que querían ver a Tazeem, que dormitaba en brazos de su padre.

-Mi hermano procederá ahora a llevar a vuestro hijo a conocer al rey. Tú conocerás a mi padre en la boda -les explicó Jahan-. Ahora debes venir conmigo.
Demi miró de soslayo a su marido, deseando poder tener cinco minutos a solas con él para hablar tranquilamente del desagradable incidente del robo, pero era consciente de que era imposible.
-Tienes una sorpresa -le anunció Jahan encantada mientras cruzaban un inmenso vestíbulo de suelos de mármol y entraban en un pasaje que parecía conducir a una zona moderna del palacio-. Espero que te guste porque Joe se ha tomado todo tipo de molestias.

-¿Una sorpresa? -preguntó Demi confusa, con la mente todavía en la discusión que acababa de tener con Joe.
-No te puedo contar nada más para no estropearla -sonrió su cuñada- Debes esperar aquí a que te traigan a Tazeem.
-¿Van a tardar mucho?

-Una media hora como mucho -contestó Jahan abriendo la puerta de una estancia con expresión expectativa en el rostro.
Al entrar en la habitación, preguntándose cuál sería la sorpresa, Demi vio a un hombre junto a la ventana y lo reconoció al instante.
-¿Daniel?
-Sí, soy yo... -contestó su hermano con la voz tomada por la emoción.
Demi, con lágrimas en los ojos, cruzó la habitación corriendo y lo abrazó, llena de dicha y felicidad.

La Inocente Novia Del Jeque Cap 30



CUANDO el avión privado aterrizó en Dhemen, Demi tomó en brazos a su hijo Tazeem y lo abrazó con cariño.
-¿Quién es el niño más guapo del mundo? -murmuró besándolo en la frente.
Tazeem la miró con sus inmensos ojos marrones, tan parecidos a los de su padre, y Demi sonrió encantada al ver que se encontraba bien.
Durante sus primeras semanas de vida, el niño había enfermado constantemente y sus padres se habían preocupado mucho, pero, poco a poco, había ido ganando salud y ahora estaba perfectamente sano y feliz.

Sin embargo, las constantes enfermedades del pequeño habían provocado que DEmi se quedara en Londres mientras Joe recorría el mundo por asuntos de negocios.
Ahora, Tazeem tenía siete semanas y hacía tres que Demi no veía a su padre. Se sentía nerviosa y deseosa de verlo cuanto antes.

Joe  había mantenido su férrea promesa de no volver a tocarla hasta que se hubiese llevado a cabo su segunda boda y ni siquiera la había vuelto a besar después del nacimiento del niño.
Aquello había hecho que Demi se sintiera prácticamente rechazada, algo que le había dolido sobremanera y le había hecho asumir que Joe estaba única y exclusivamente con ella por el bien del niño.

Tras entregarle el bebé a su niñera, Demi se puso en pie. Antes de aterrizar, se había cambiado de ropa, eligiendo un precioso traje de chaqueta azul porque el azul era un color muy apreciado en Dhemen, tal y como había leído en los numerosos libros que había devorado sobre el país de origen de su marido.
Al oír la voz de Joe, se giró y se dio cuenta de su marido había abierto la puerta del avión y había entrado a buscarla.
-Joe... -murmuró yendo hacia él.

Joe la miró y sonrió, haciendo que a Demi se le acelerara el corazón.
-Te he echado de menos -dijo Joe agarrándola de la mano y soltándosela casi inmediatamente-. Tazeem -añadió mirando a su hijo y sonriendo encantado-. Parece feliz y no es para menos ahora que, por fin, está en casa y con su familia.
Dolida por el frío recibimiento, Demi miró por la ventanilla y se quedó de piedra al ver a la muchedumbre allí congregada bajo el ardiente sol.

-Dios mío, ¿pero qué ocurre? ¿Qué hace toda esa gente ahí?
-Han venido a daros la bienvenida al niño y a ti. ¿Preparada? Es de mala educación hacer esperar a la gente bajo este sol.
-Madre mía... -suspiró Demi nerviosa.
-Sólo tienes que sonreír -la tranquilizó Joe tomándola de la mano y conduciéndola hacía la escalerilla del avión.
Sintiéndose prácticamente cegada por el sol, Demi percibió que una banda de música comenzaba a tocar. Antes de que le diera tiempo a reaccionar, Joe la tomó de la mano.
-No te muevas -le ordenó-. Mantén la cabeza alta. Es nuestro himno nacional -le explicó.
Demi así lo hizo.

Unos minutos después, ya en la pista, Joe le presentó a un hombre ataviado con uniforme militar mientras la gente aplaudía y la saludaba con respeto. A continuación, Joe la condujo a una marquesina con toldo, donde se sentaron.
Una vez allí, una niña pequeña se acercó a entregarle a Demi un ramo de flores y ella sonrió sinceramente agradecida y le dio las gracias en árabe.
-Me has impresionado -admitió Joe.

-Bueno, no es para tanto -comentó Demi con timidez-. Me compré un diccionario en Londres y me he aprendido unas cuantas palabras.
A continuación, un consejero ministerial les dio la bienvenida con un discurso entusiasta y, al finalizar, apareció una inmensa limusina blanca que paró junto a los príncipes herederos. Cuando se pusieron en pie, la orquesta comenzó a tocar una pieza que a Demi le era muy conocida.
-En tu honor, los músicos han elegido una pieza compuesta por un compositor inglés -le explicó Joe.
-Se llama Chanson de Matin -contestó Demi emocionada-. Era una de las piezas preferidas de mi madre.

-No tenía ni idea de que supieras tanto de música clásica.
-En mi casa no había televisión y mi madre nos mantenía a mi hermano y a mí ocupados por las noches con el piano... hasta que a mi padre le pareció que nos lo pasábamos demasiado bien y lo vendió.
-Menudo canalla.
-A mi madre le destrozó aquel detalle y yo me prometí a mí misma que algún día tendría un piano y podría tocar todo lo que me diera la gana -rió Demi.
En el interior de la limusina, había aire acondicionado y Demi alargó las piernas y suspiró encantada mientras Joe estudiaba su delicado perfil y se decía que, además de tener un carácter independiente que le encantaba, su mujer tenía una sorprendente sensibilidad.

Cuanto más sabía sobre aquella mujer, más quería saber. Demi era como un cuadro que nunca pierde su atractivo. El elegante traje de chaqueta que había elegido para la ocasión era propio de una mujer de su sorprendente belleza.
En muchos aspectos, no dejaba de sorprenderlo y siempre agradablemente. Llegados a aquel punto, Joe recordó el amargo incidente del collar de diamantes y no pudo evitar tensarse disgustado.
-¡Madre mía! -exclamó Demi-. ¿Y eso? -añadió al ver una inmensa fotografía de ella y de Joe en una valla publicitaria.

-Es el anuncio de nuestra boda -le informó Joe con frialdad-. Todo el país lo celebrará con nosotros y será un día de fiesta popular.
Demi tragó saliva y se preguntó por qué Joe la estaba tratando de manera tan distante. ¿Sería que no quería volver a casarse con ella? Tener que casarse dos veces con una mujer a la que no se amaba tenía que ser insoportable.

Cuatro Noches De Pasion Cap 33



Roma estaba mágica. La boda de Taylor con su conde italiano fue un acontecimiento con mucho glamour, amor y alegría.

Y la semana que le siguió fue un tiempo especial ya que Nick paseó a Miley por las galerías de arte, las joyerías exclusivas y pasaron momentos muy relajados en las trattorias de moda. Por las noches iban al teatro o a cenar a algún restaurante.
Y hacían el amor con una pasión intensamente primitiva.

Regresaron a Sidney tres días antes de su propia boda. Días que se mezclaron unos con otros mientras Miley corría a la modista, a la floristería, veía a Cameron y organizaba lo último que tenía que llevar de su apartamento a la casa de Nick.
El domingo amaneció claro y luminoso, y en unas horas las numerosas personas encargadas de ultimar los detalles finales cumplieron su cometido a la perfección.
Los jardineros dieron los últimos toques a su trabajo en los jardines y las floristas hicieron hermosos arreglos florales con orquídeas blancas en el cenador. El altar quedó dispuesto para oficiar la ceremonia y los proveedores de la comida se afanaron en la cocina.

Cameron llegó antes que los invitados y Nick permitió que le diera un cuidadoso abrazo antes de aparecer por el pasillo alfombrado en rojo que conducía al cenador.
-¿Nerviosa?
-Un poco.
-Tranquilízate -dijo el hermano y ella le dirigió una temblorosa sonrisa cuando empezó a sonar la música.
Nick la esperaba de pie en el altar y el corazón de Miley dio un pequeño salto cuando se volvió a mirarla mientras avanzaba hacia él.
Todo se oscureció y ella vio sólo al hombre.

Alto, moreno y atractivo, resplandeciente en su soberbio traje de confección. Pero era su expresión lo que la dejó extasiada. Una expresión cálida, cariñosa y evidentemente apasionada. Ella sabía que todo eso se lo daría durante el resto de su vida.
En un gesto sin precedente él fue hacia ella, tomó su mano, se la llevó a los labios y luego avanzaron juntos hacia el cenador.

Fue una sencilla ceremonia con una mezcla de votos convencionales y personales. De mutuo acuerdo habían decidido elegir cada uno el anillo de bodas del otro.
El diseño de joyas era su profesión, así que Miley eligió una alianza de oro blanco y brillantes. Era masculina, diferente y uno de sus diseños personales.

El anillo que Nick puso en el dedo de la novia era la copia femenina del suyo.
-Por lo que ya hemos compartido, por lo que tenemos ahora -dijo Nick tiernamente al tiempo que añadía un magnífico solitario a la alianza de diamantes que representaba la eternidad-. El futuro.

Ella deseó reír y llorar a la vez e hizo ambas cosas, una después de la otra, y al sentir los labios de Nick sobre los suyos en un beso que contenía una honda promesa sensual, todo lo que pudo hacer fue contener sus lágrimas.
Fue más tarde, mucho más tarde, cuando se quedaron solos que ella se tomó el tiempo de darle las gracias.

En lugar de reservar una suite en un hotel, decidieron quedarse en casa. De alguna manera parecía apropiado pasar la noche de bodas en la cama donde habían hecho el amor por primera vez.
-Bienvenida -murmuró Nick cuando ella, alzando los brazos, atrajo su cabeza hacia la suya.
-Te quiero -dijo con la voz enronquecida por la emoción-. Y siempre lo haré.
Él rozó su frente con los labios y luego descendió hasta la boca femenina.
-Eres mi amante, mi mujer, mi vida.
-Gracias, mi amor -respondió ella con una dulce sonrisa.
De pronto, entre risas Nick dijo algo que ella no entendió.
-Repite lo que has dicho.
-Mejor te lo enseñaré -dijo con una sonrisa maliciosa.
Y lo hizo.
Más tarde, al borde del sueño. Nick la atrajo hacia su cuerpo y la mantuvo abrazada... consciente de que no bastaría con una vida.


Fin