No puedes
obligarme a estar aquí.
-O te quedas
aquí o vuelves a ingresar en el hospital. Tú verás.
-Eres un
tirano.
-Me han
llamado cosas peores.
-Necesito ir
a darle de comer a mi gato -dijo al tiempo que alzaba una mano y de inmediato
hizo una mueca de dolor-. ¡Maldición!
-Yo iré a
dar de comer a tu gato.
-Es una gata
-replicó.
-Vaya.
Él recogió
las llaves, fue hacia la puerta y Miley lo siguió.
Cuando
llegaron al edificio ella le dirigió una dura mirada.
-No hace
falta que subas.
Sin
replicar, Nick la siguió hasta los
ascensores.
Un maullido
los recibió cuando Miley abrió la puerta. Luego el animal golpeteó la cabeza
contra sus piernas en señal de bienvenida.
«Muérdelo»,
pensó Miley cuando Nick se inclinó a acariciar a la gata. Pero el animal la
ignoró y maulló a modo de respuesta afectuosa.
Miley tardó
apenas unos minutos en ponerle comida y agua fresca. Luego miró a Nick.
-De veras
que me encuentro bien. Estoy segura de que tienes algún compromiso social esta
noche y no quisiera que cancelaras tu... tu cita por mi culpa.
-¿Has
terminado?
-No quiero
estar contigo.
-¿Tienes
miedo, Miley?
Deseó gritar
que sí, pero no de él, sino de sí misma. «Porque todas las decisiones de
alejarme de ti se desintegran cuando estás cerca. Y no puedo, no me dejaré
destrozar por ti», pensó.
«Demasiado
tarde. Ya eres un naufragio emocional», dijo en su mente una voz silenciosa.
-Yo...
-¿De ti... o
de mí? -inquirió Nick.
-De ambos.
Él esbozó
una sonrisa.
-Ah,
sinceridad. Si no necesitas hacer nada más aquí, nos vamos.
Ella separó
los labios para protestar, pero Nick apoyó un dedo en su boca.
-Sin
discusiones, ¿quieres?
Minutos
después de haber regresado a casa de Nick, este se excusó diciendo que tenía
que trabajar y entró en el estudio.
Miley hizo
unas cuantas llamadas y luego se entretuvo leyendo unas revistas. A la hora de
la comida, tomaron pollo y una ensalada ligera. Más tarde, vio una película en
el vídeo.
Mientras Nick
continuaba en el estudio, ella salió al bonito jardín con sus arriates de
coloridos capullos en flor y árboles, como un Jacaranda florecido cuyos pétalos
caídos formaban un tapiz sobre el césped.
Miley se
acercó a la piscina y se sentó en una cómoda tumbona bajo una sombrilla. El
agua rielaba bajo la luz del sol.
Todo el
entorno estaba rodeado de matices del azul. La piscina, el puerto, el cielo.
Reinaba la
paz en la magnífica vista circundante. La ciudad, con sus altos edificios de
concreto y cristal, las nítidas líneas de la Casa de la Ópera, el puente en el puerto.
Una
magnífica casa situada en un hermoso lugar
¿Y el dueño
de la mansión?
Miley cerró
los ojos al recordar su poderosa imagen. Cuatro semanas antes era un hombre al
que evitaba con cortesía.
Y en ese
momento no quería pensar en el presente. Demonios, ¿qué podía hacer?
Amar a
alguien no siempre tenía un final feliz. Y ella no era el tipo de mujer al que
le gustara cambiar de pareja constantemente.
Al día siguiente
regresaría a su apartamento y a su vida cotidiana. Cada vez que volviera a
encontrarse con Nick en alguna reunión social lo saludaría amablemente y se
alejaría. Como lo había hecho el año anterior. Pero, ¿cómo podría tratar sólo
con cortesía al hombre con el que había compartido tanta intimidad?
El hombre
del que se había enamorado.
Tal vez
debería tomarse unas vacaciones y hacer un viaje a alguna parte. Lugares
nuevos, caras nuevas.
Miley debió
de haberse dormido, porque de pronto despertó al sentir su nombre y un toque en
el hombro.
-Te quedaste
dormida -dijo Nick, sin añadir que había estado observándola durante una hora
sin desear despertarla hasta que refrescó demasiado.
Estaba
cerca, demasiado cerca. Podía sentir la fragancia de su perfume varonil. Por un
instante deseó atraer su cabeza hacia su boca y besarlo.
Sólo que eso
conduciría a algo que dudaba poder manejar y luego poder alejarse.
Los ojos de Nick
se ensombrecieron como si pudiera leerle el pensamiento. Luego delineó la boca
de la joven con un dedo.
-Hay carne
con ensalada. Si quieres te vas a cambiar y luego cenamos, ¿qué te parece?
Diez minutos
después, se sentaba frente a él y saboreaba el exquisito filete.
-Sabes
cocinar -dijo a modo de cumplido.
-¿Esa es una
ventaja?
-Definitivamente
sí para un hombre –afirmó ella.
-¿Por qué en
esta era en que las mujeres se desenvuelve profesionalmente igual que los
hombres?
-¿Los
hombres piensan del mismo modo que las mujeres respecto a la casa como hogar, a
los alimentos como nutrición?
-El hombre trabaja
para proveer mientras que la misión de la mujer es nutrir, ¿no es así? ¿Eso
quieres decir? ¿Una delimitación que define los sexos? -preguntó al tiempo que
bebía un sorbo de vino.
-Creo que
sólo hay igualdad en el lugar de trabajo -respondió ella con un matiz de
humor-, Pero fuera del trabajo los hombres y las mujeres provienen de dos
planetas diferentes.
-¿Destinados
a no poder cohabitar?
-Solo
físicamente. El aspecto emocional es otra cosa.
-Viva la
diferencia, ¿verdad?
Fue una cena
tranquila y más tarde vieron una película en el vídeo. Cuando acabó, ella se
levantó del sofá y le deseó buenas noches.
No, no
dormiría en la cama que habían compartido la noche anterior, decidió cuando
subía la escalera.
Después de
recoger su bolso y los artículos de aseo, entró en otra habitación.
Tras hacer
la cama, Miley se acostó y estaba a punto de apagar la luz cuando Nick entró.
-¿Qué haces
aquí? -preguntó ella.
-Creo que
esa pregunta me corresponde hacerla a mí.
-No voy a
dormir en tu cama. No quiero pagar con sexo tus labores de enfermero -Miley se
arrepintió de sus palabras en el momento en que se escaparon de sus labios.
-¿Te
importaría volver a repetírmelo? -preguntó con una frialdad que Miley le
produjo un escalofrío.
-Realmente
no.
Sin decir
una palabra, Nick dio media vuelta y abandonó la habitación cerrando la puerta
con deliberada suavidad.
Maldición
¿qué le pasaba?
En el fondo
de sí conocía la respuesta. Miedo. Fundamentalmente a perder algo que nunca
había poseído... el amor de Nick Jonas.
Miley yacía
en la habitación suavemente iluminada contemplando las paredes que la rodeaban,
y tuvo que reconocer que la vida sin él no sería vida en absoluto.
Los ojos se
le llenaron de lágrimas y se maldijo por permitirse liberar sus emociones.
Más tarde
cayó en un sueño muy inquieto y de pronto despertó bruscamente.
Tras unos
largos minutos fue al cuarto de baño. Allí llenó un vaso de agua y cuando se lo
llevaba a los labios se le escapó de las manos y se hizo añicos en las
baldosas.
Miley
maldijo las estúpidas lágrimas que le empañaban los ojos mientras recogía los
trozos de cristal más grandes.
Luego sacó
pañuelos de papel de una caja y, sin dejar de llorar, empezó a reunir el resto
de los trozos.
-¿Qué pasa?
Miley estaba
tan ensimismada en la tarea que no sintió entrar a Nick.
-Se me cayó
un vaso.
Al verla tan
frágil, él se quedó sin aliento..
-No te
muevas. Volveré en un minuto -dijo.
Sólo tardó
tres minutos en volver con un cepillo y un recogedor. Miley se quedó mirándolo
mientras barría rápidamente los cristales-. Utiliza otro cuarto de baño por si
acaso ha quedado algún pequeño trozo en el suelo.
-Gracias.
Siento que el ruido te haya despertado.
¿Tenía idea
del atractivo que su aspecto ejercía sobre él con las piernas desnudas, la
camiseta de algodón y el cabello desordenado?
La verdad
era que ninguna mujer lo había impactado tanto como ella.
-¿Te
encuentras bien?
-Sí, estoy
bien -respondió automáticamente.
Nick se
marchó con el recogedor y el cepillo.
Miley pensó que debería meterse en la cama, apagar
la luz e intentar dormir. Pero, en cambio, se sentó al borde del lecho con la
cara entre las manos y dejó correr libremente las lágrimas con el deseo de
calmar el dolor de su corazón.
Anhelaba
aquello que tenía antes de que Nick Jonas destruyera su equilibrio.
Maldición,
¿por qué el amor tenía que doler tanto?
Miley se pasó las manos por las mejillas, se alisó
el pelo y entonces se percató de la alta figura de Nick en el marco de la
puerta.
Nick
reconoció que si había algo que perturbaba a un hombre eran las lágrimas de una
mujer. Y él había visto muchas. Algunas habían expresado sincero dolor y otras
habían sido simple manipulación.
Pero ninguna
lágrima le había afectado tanto como las de esa mujer que evidenciaban un
profundo pesar.
Sin decir
una palabra, cruzó la habitación, la tomó en brazos y la llevó a su dormitorio
silenciando su protesta con una mano sobre la boca.
Nick le
quitó la camiseta y luego hizo lo propio con sus vaqueros.
-Este es el
único lugar donde lo nuestro tiene sentido -dijo inclinándose hacia sus labios.
Ella sintió
su cálido aliento un segundo antes de que su boca se posesionara de la suya en
un beso que le derritió los huesos.
Ya en la
cama, Nick recorrió suavemente con los labios la línea que le había dejado la
punta del cuchillo del atracador.
Con todo
cuidado acarició cada contusión como si quisiera borrar con sus labios la
brutalidad del delincuente.
Bajo sus
caricias, el pulso de Miley se aceleró y lo que sucedió a continuación fue un
acto de amor tan increíblemente tierno que no pudo impedir el torrente de
lágrimas que se deslizaron por sus mejillas. Cuando finalmente él penetró en su
cuerpo, ella enlazó las piernas en torno a la cintura masculina urgiéndole cada
vez más hasta que juntos alcanzaron el ritmo de dos amantes en perfecta armonía,
un ritmo que los llevó a la cúspide del éxtasis