domingo, 29 de julio de 2012

Cuatro Noches De Pasion Cap 24 Marathon



-Miley, te necesitan en la tienda.

Ella se separó del microscopio binocular, se arregló el pelo y se dirigió a la tienda donde las gemas relucían sobre terciopelo oscuro en varias vitrinas de cristal.
Dos dependientes muy compuestos se encontraban tras los mostradores de cristal y miraban con una fachada de amabilidad a la mujer joven y alta cuya espalda y postura a Miley le pareció vagamente familiar.
Cuando la mujer se volvió hacia ella, Miley supo por qué. Era Delta.
Iba muy bien vestida, exquisitamente maquillada y con su habitual aspecto de modelo internacional.

«Vamos a tener problemas», fue lo primero que pensó Miley.
-La señorita Goodrem desea hablarle acerca del medallón que encargó en esta casa.
-Desde luego -dijo Miley amablemente y se acercó a Delta-. Tal vez quieras enseñármelo -dijo al tiempo que tomaba un trozo de terciopelo y lo extendía sobre el mostrador.
-Aquí está -dijo Delta.
Era una hermosa pieza rectangular con cinco diamantes tallados y engarzados en oro. La cadena que lo sujetaba era exquisita.
-Tiene arañazos y los diamantes no son del tamaño y calidad que acordamos.
Era exactamente la joya que Delta había encargado. Los diamantes perfectamente cortados y engarzados.
Miley sacó la lupa y de inmediato notó los arañazos. Había varios. Sin embargo no había ninguno el día que le entregaron la joya a Delta ¿Intentaba deliberadamente denigrar su experto trabajo?
-Mis notas están en el archivo -empezó con cortesía y luego se volvió al dependiente-. Beverly, ¿sería tan amable de traérmelas? Necesito revisar los detalles originales con la señorita Goodrem.
Miley revisó concienzudamente las notas e instrucciones del diseño y se tomó su tiempo para clarificar cada punto. Cuando al fin terminó, Delta se había quedado sin argumentos.
-Todavía quedan los arañazos.
-Podemos quitarlos -dijo con calma.
-Me niego a aceptar un trabajo de artesanía defectuoso -declaró con una mirada mordaz.
-Si nos quieres dejar la joya, repararemos los daños sin costo adicional.
-La única solución aceptable es una indemnización -dijo con insolencia-. Quiero un crédito total a mi nombre y me quedo con el medallón.
-Eso va en contra de la política del establecimiento.

-Si no aceptas mis condiciones informaré a la Asociación de Joyeros y además me encargaré de hacer llegar el asunto a los medios de comunicación.
-Hazlo. Mientras tanto vamos a recurrir a un joyero independiente para que examine los arañazos y también haremos llegar su informe a los medios de comunicación.
Había descubierto la fanfarronada de Delta y la dejó sin recursos. Delta lo sabía y su expresión no fue agradable cuando recogió rápidamente el medallón y lo metió en su bolso.
Con engañosa calma, Miley se volvió a Beveriy.
-Acompañaré a la señorita Goodrem a la puerta.
Había sido una pequeña victoria que duró hasta que salieron a la calle.
-No creas que has ganado -se desahogó Delta en tono perverso-. Deseo a Nick e intento mantenerlo a mi lado.
-¿De veras? -Miley miró los ojos entornados de la mujer-. Buena suerte.
-Aléjate de él. He gastado demasiado tiempo y energía cultivando la relación entre nosotros.

Por un instante Miley pensó que Delta iba a golpearla y se preparó, pero la modelo se limitó a proferir unos vehementes juramentos antes de alejarse.
Con esfuerzo, Miley volvió a su trabajo y se sintió contenta cuando terminó la jornada y pudo marcharse a casa.
La tristeza, unida al enfrentamiento con Delta, sólo sirvieron para exacerbar sus emociones.
Habría sido demasiado fácil enfurecerse contra el destino o hundirse en un pozo de lágrimas.

Cuando abrió la puerta el gato corrió hacia ella y le acarició las orejas aterciopeladas. Entonces el felino golpeteó la cabeza contra su mano.
-Devoción incondicional -murmuró al tiempo que acariciaba afectuosamente el suave pelaje del animal.
Estaba sola y no había nadie cercano a quien llamar.
Cameron estaba en Melboume, Taylor había regresado a Italia y no podía llamar a Nick.

De acuerdo, entonces daría de comer al gato, se prepararía la cena y limpiaría el apartamento. Una actividad que le llevaría unas cuantas horas. Más tarde, se daría una ducha y luego se metería en la cama

Cuatros Noches de Pasion Cap 23



La fatiga la vencía cuando salió del ascensor. Iba tan sumida en sus pensamientos que no advirtió la alta figura masculina apoyada en la pared junto a su puerta.
-¿Nick? -alcanzó a decir mientras él le quitaba las llaves de la mano, abría la puerta y suavemente la empujaba dentro-. ¿Qué haces aquí? –Añadió con gran fatiga-. No deberías haber venido.
-¿No? -respondió mientras le retiraba el bolso del hombro, lo dejaba en una mesilla y la conducía a la cocina.
Luego preparó té y un bocadillo.
-Come.
-¿Comer? No me apetece.
-Te hará bien aunque sea un poco.
Era más fácil rendirse que discutir. Obedientemente Miley comió un trozo y bebió unos sorbos de té, luego apartó el plato.
-Una ducha y a la cama -dijo con cansancio mientras se ponía en pie-. Puedes marcharte si quieres.
No se molestó en esperar una respuesta. Tampoco le importaba si se quedaba. Era demasiado para ella y más que nada quería dormir.
Nick dio de comer al gato, lavó los platos, revisó su teléfono móvil, apagó las luces y entró en el dormitorio.
Miley dormía. Nick se desvistió y con todo cuidado se deslizó bajo la ropa de cama. El solo pensamiento de que ella pudiera despertar y llorar en soledad era una posibilidad que no iba a permitir.
Miley estaba soñando. Unos fuertes brazos la estrechaban y una mano acariciaba sus cabellos. Unos labios besaban suavemente su sien y ella cayó en el sueño sintiendo la calidez de los músculos que la abrazaban, de la piel bajo su mejilla y los latidos acompasados del corazón de un ser humano.
Era una sensación reconfortante, tranquilizadora y se sentía contenta así, segura en esos brazos y muy poco dispuesta a emerger de esa sensación cálida y protectora para encarar la cruda realidad del día.
Pero los sueños duran poco, y lentamente atravesó los velos de la inconsciencia para descubrir que todo era realidad.
-¿Nick?
-Espero que no pensaras que era otro hombre -gruñó roncamente antes de enfrentar su mirada sorprendida-. No quise dejarte sola.
Ella intentó asimilar la implicación de sus palabras, pero se le hacía muy difícil a esa hora de la mañana.
Nick observó cómo sus pálidos rasgos despertaban a la conciencia de lo ocurrido, vio el dolor y su intento por sobreponerse.
-¿Quieres hablar?
Miley negó con la cabeza mientras contenía las lágrimas. No deseaba derrumbarse ante él.
-Iré a preparar café -dijo Nick.
Tenía que mantener las manos ocupadas, de lo contrario las usaría para estrecharla entre sus brazos, y había decidido que la próxima vez que hicieran el amor sería con la voluntad de ella.
Una vez fuera de la cama, entró en el cuarto de baño y más tarde salió vestido y afeitado pensando que la maquinilla de una mujer no substituía su máquina de afeitar eléctrica.
En la cocina preparó la cafetera. Eran pasadas las ocho y un buen desayuno les haría bien, así que empezó a preparar dos tortillas de jamón y queso.
Miley se puso unos vaqueros y una blusa. Se sintió mejor después de peinarse, refrescarse la cara y empezar la rutina cotidiana.
No estaba impresionante pero tampoco mal, pensó tras mirarse en el espejo. Lo suficiente para enfrentar ese día y todo lo que traería consigo.
El olor del café y las tostadas era tentador. Entró en la cocina justo cuando
Nick ponía las tortillas en los platos.
Aunque no tenía demasiado apetito, comió la mitad, acompañada de una tostada y dos tazas de café.
-¿No tendrías que estar en otro lugar a esta hora de la mañana?
-Más tarde -dijo Nick reclinándose en la silla, contento de verla menos vulnerable-. Me marcharé cuando llegue Cameron.
Los ojos de Miley se nublaron levemente.
-Estoy bien.
Nick alzó una ceja.
-No he dicho que no lo estuvieras.
Miley le debía una palabra de agradecimiento.
-Fuiste muy amable al venir a acompañarme.
-Hice que Cameron prometiera llamarme si tú insistías en volver a casa.
¿Entonces Nick se preocupaba por ella?
En ese momento sonó el teléfono y ella atendió la llamada. Cameron iba de camino a su casa.
Miley empezó a despejar la mesa y juntos lavaron los platos.
Cuando terminaron, ella dijo que iba a arreglar el dormitorio como pretexto para escapar de su presencia. El timbre sonó cuando la habitación ya estaba limpia y ordenada.
Cameron no tenía aspecto de haber dormido bien. Miley le preparó un café y no supo Si sentirse triste o aliviada cuando Nick anunció que se marchaba.
Los días que siguieron al funeral fueron igualmente desoladores y Miley se tomó otro día libre antes del volver al taller.
Sylvie se encontraba en casa de Alexander, Cameron tuvo que viajar a Melboume por negocios y Miley concentró toda su energía en el trabajo.
Nick llamó varias veces, pero ella se limitaba a una breve conversación rechazando sus invitaciones.
Aun en circunstancias normales, un medallón encargado por Delta le habría alterado los nervios. Así que se esmeró en el diseño de la joya intentando alcanzar la perfección.
Los días se convirtieron en una semana. Cameron regresó a Sidney por unos días antes de volver a viajar dentro del pa

viernes, 20 de julio de 2012

Cuatro Noches De Pasion 22


EL JUEVES por la mañana, Miley despertó con una sensación de inquietud localizada en la boca del estómago. ¿Una premonición?
Tras levantarse, dar de comer al gato y prepararse una taza de té, revisó el correo electrónico.
Luego se duchó, se vistió y se marchó al taller.
Nada indicaba que el día sería diferente a cualquier otro. Como siempre, el tráfico estaba en su hora punta y más tarde el trabajo se desarrolló normalmente, sin ninguna novedad.
Cameron la llamó durante la mañana. Estaba radiante porque el trato financiero entre Cyrus y Nick Jonas ya era un hecho. Incluso sugirió que cenaran juntos para celebrarlo.
Entonces, ¿por qué no podía desprenderse de esa especie de mal presagio que se cernía sobre ella como una nube gris?

Eran casi las seis cuando llegó a casa, dio de comer al gato y estaba a punto de preparar la cena cuando oyó el sonido del teléfono móvil.
-Miley -la voz de Sylvie sonaba tranquila y sin prisas-. Se han llevado a Alexander en una ambulancia al hospital. Estoy a punto de salir para allá. He hablado con Cameron y ya va en camino a la Unidad de Cardiología. Nos veremos allí.

Con el estómago encogido, Miley tomó el bolso junto con las llaves y salió a toda prisa del apartamento. Cuando esperaba el ascensor recordó la advertencia del cardiólogo y luego condujo por las calles tan de prisa como le fue posible.
Cuando llegó al hospital, el estacionamiento estaba lleno de coches así que tuvo que dejar el suyo en un espacio reservado, no sin antes escribir «urgencia» en un trozo de papel que colocó bajo el limpiaparabrisas.
Las horas siguientes fueron las peores de su vida. Cameron y Sylvie se encontraban esperando en la Unidad mientras el equipo médico intentaba estabilizar a Alexander, pero el pronóstico no era alentador.

A medianoche enviaron a Sylvie a casa, y ambos hermanos se quedaron haciendo guardia hasta que la noche lentamente dio paso al amanecer.
-Vete a casa y duerme un poco -le pidió Cameron con suavidad. Pero Miley negó con la cabeza.
A las nueve avisaron a sus respectivas oficinas que no irían esa mañana y se turnaron junto al lecho de Alexander Y allí la encontró Nick. Estaba pálida, ojerosa y tan triste que sintió deseos de estrecharla entre sus brazos para consolarla.
Era consciente de que no tenía cabida allí. Sólo se permitía la entrada a los familiares, aunque él había salvado todos los obstáculos para llegar hasta ellos, expresar su pesar y ofrecer su ayuda.
-No, gracias -dijo Miley suavemente.
Nick se limitó a apoyar la mano un instante sobre su hombro y luego dejó caer el brazo a un costado.
Una enfermera le dirigió una elocuente mirada mientras indicaba el reloj y él inclinó la cabeza en señal de conformidad.-Nos mantendremos comunicados.
-¿Cómo pudo llegar hasta aquí? –preguntó Miley con calma minutos después.
-Por pura porfía -respondió Cameron, apesadumbrado-. Es una de sus características, ¿o no te habías dado cuenta?

«Porfía en grandes cantidades», pensó Miley y en ese momento, sobresaltada, prestó atención a los monitores de las constantes vitales que empezaron a sonar insistentemente.
A partir de ese momento todo fue cuesta abajo. Al atardecer, Alexander los dejó para siempre.
Sumida en un estado de sopor, Miley compartió las lágrimas con su hermano mientras se consolaban mutuamente.
-Deberías dormir en mi casa.
Ella se separó y buscó un pañuelo.
-Estaré bien. Sólo necesito una ducha y meterme en la cama.
-Lo mismo que necesito yo.
Ambos tomaron el ascensor y salieron al aire fresco de la calle. Cameron la acompañó hasta el coche y esperó que se instalara.
-Te seguiré para asegurarme de que llegas bien a casa.
A esa hora casi no había tráfico. Al llegar a Double Bay empezó a caer una ligera lluvia. Por el retrovisor vio los faros del coche de su hermano y cuando estacionó ante el edificio, Cameron hizo sonar el claxon, dio media vuelta y desapareció de su vista.

Cuatro Noches De Pasión 21



Una ducha refrescante la ayudó a recuperar la normalidad. Luego se puso unos vaqueros y un top de algodón, se ató el pelo en una coleta y se dio un toque de brillo en los labios.
-Mira la carta mientras me doy una ducha y me visto -dijo Nick.
Miley se decidió por arroz con salsa de gambas. Cuando Nick se reunió con ella, vestido con vaqueros negros y una camisa deportiva, eligió lo mismo que ella, además de langosta y una ensalada.
Después abrió una botella de un exquisito vino blanco muy frío. Mientras esperaban que les llevaran la cena, salieron a la terraza y contemplaron el cielo nocturno que se oscurecía totalmente.
Las luces de las embarcaciones se hicieron visibles y Miley las contempló inmóvil, como hipnotizada, mientras Nick deshacía el nudo de la cinta que le ataba el pelo.
-Todo el día he resistido la tentación –dijo mientras enredaba los dedos en los cabellos que se curvaban en los hombros.

Luego la brisa empezó a alborotarlos. Con una cálida sonrisa se aproximó a los labios de Miley y la besó largamente. A continuación bebió un sorbo de vino. Miley apoyó la mano en el hombro de Nick y se apoyó en él hasta que oyeron que llamaban a la puerta.
Nick recibió la comida mientras ella ponía la mesa en la terraza. Muy pronto, ambos compartieron la cena ofreciéndose mutuamente trocitos de marisco de los deliciosos platos.
La luna brillaba y había miríadas de estrellas parpadeantes en el cielo nocturno. «Un momento mágico», pensó Miley.
Cuando la brisa se hizo más fresca, despejaron la mesa, lavaron los platos y bebieron café en la sala de estar.
Más tarde, con un rápido movimiento Nick la tomó en brazos y la llevó al dormitorio donde ambos se desvistieron.

Ella quería saborear cada momento, cada beso, el toque de sus manos, su boca y sentirse exultante en la posesión. Quería darle placer y oír su respiración entre los dientes, su voz enronquecida mientras lo llevaba hasta el fin de su resistencia. Nick sintió la calidez femenina que se revelaba en el modo que lo aprisionaba contra su cuerpo urgiéndole un ritmo que escalaba las alturas hasta llegar a un clímax estremecedor que los dejó extenuados.

Durmieron unas cuantas horas y más tarde Nick la llevó al jacuzzi.
Como en un sueño ella dejó que la lavara y se quedó quieta como un niño obediente cuando él aclaró su cuerpo y más tarde la condujo a la cama donde hicieron el amor de una manera tan dulce que sintió deseos de llorar.
Demasiado pronto llegó la hora de marcharse al aeropuerto Coolangatta.
Eran pasadas las ocho cuando desembarcaron en el aeropuerto de Sidney.
-Tomaré un taxi -dijo Miley cuando salían de la terminal.
Nick le dirigió una mirada muy elocuente.
-No seas ridícula.
-Necesito llegar a mi trabajo.
-Te dejaré allí.
-Pero eso te aparta de tu camino.
-¿Y qué tiene que ver?
-Nick...
-Tranquila, Miley. Tú vienes conmigo.

Ella abrió la boca para protestar, pero de inmediato la cerró al ver que un encargado del estacionamiento se acercaba conduciendo el Aston Martín.
Miley se mantuvo en silencio durante el trayecto a la ciudad y antes de que él estacionara junto al taller ya se había desatado el cinturón de seguridad.
-Gracias por este fin de semana tan agradable -dijo mientras abría la puerta.
Nick salió del coche abrió el maletero y le entregó el bolso de viaje.
Entonces inclinó la cabeza y le dio un beso breve y tan intenso que casi la dejó sin respiración. Luego se separó, entró en el coche mientras ella se alejaba sin siquiera una mirada de reojo.

¿Podría alguien darse cuenta de que su corazón estaba destrozado? De alguna manera lo puso en duda mientras se entregaba a los quehaceres cotidianos.
En un momento durante la mañana llamó a Sylvie, la enfermera de Alexander, para avisarle de que esa tarde iría a cenar con su padre.
Cameron la llamó a las cuatro. Estaba radiante. Nick Jonas había depositado el resto del dinero en la cuenta de Presión-Villers, según lo acordado.
«Misión cumplida», pensó Miley con severidad mientras tomaba un taxi hacia su casa.

Una vez en el apartamento se duchó, se cambió de ropa y condujo hasta la casa de Alexander.
El aspecto de su padre era increíblemente frágil y el ánimo se le vino abajo al comprobar que estaba aún más deteriorado desde su última visita.
Su apetito había desaparecido y ella lo obligó a comer mientras lo entretenía con anécdotas que al fin le hicieron sonreír.

Miley se quedó junto a él hasta que Sylvie le advirtió que su padre debía retirarse a descansar. Antes de partir, Miley lo besó en la mejilla y lo abrazó estrechamente durante largos minutos.

Cuarto Noches De Pasión Cap20



Nick sintió un cierto grado de satisfacción ante la incomodidad de Miley. A decir verdad, le deleitaba saber que ella no se sentía totalmente cómoda con él y le complacía el hecho de que su experiencia con los hombres era limitada.
Sintió que su cuerpo reaccionaba ante el pensamiento de la noche que se aproximaba. No había experimentado esa sensación de anticipación respecto a una mujer desde la adolescencia, cuando el torbellino hormonal no hacía diferencia entre una mujer u otra.    
En la actualidad, el deseo y la pasión convergían en una mujer, sólo una. Miley.
Más tarde, ella terminó de maquillarse, recogió su bolso de noche y salieron del apartamento.
El clásico vestido negro con encaje y zapatos de tacón eran adecuados para cualquier ocasión.

Una larga bufanda también de encaje en tomo al cuello era un complemento estupendo junto con unos pendientes y pulsera de diamantes.
Su aspecto era muy juvenil, peinada con un elegante moño en lo alto de la cabeza. ¿Quién iba a pensar que su interior se había convertido en un manojo de nervios?
Cuando llegaron al restaurante, el Maite ofició con amigable formalidad una vez que los condujo a la mesa.
¿Vino? Una copa, que ella bebió a sorbos a lo largo de la cena, y aunque conversaron ella casi no recordaba de qué habían hablado. Porque allí sólo estaba el hombre y el aura sexual que proyectaba. Era un poderoso afrodisíaco... primitivo, mortal.
¿Cuánto duró la cena? ¿Dos, tres horas? Casi podía oír el martilleo de su corazón mientras esperaba el momento en que Nick pediría la cuenta.
El apartamento estaba oscuro cuando llegaron y Miley se aproximó al ventanal para admirar el paisaje.

Más que oír, sintió a Nick a sus espaldas y no protestó cuando él la atrajo hacia sí por los hombros.
Sus labios acariciaron la nuca y ella sintió su cuerpo dolorosamente alerta a las sensaciones que lo recorrían.
Luego, Nick la condujo al dormitorio y la tendió en la cama. Tras apagar algunas luces, lentamente la desvistió hasta dejarla totalmente desnuda. Con mucho cuidado alzó la mano hasta sus cabellos y los soltó de modo que la melena se deslizó sobre los hombros de Miley.
Entonces acarició sus pechos y recorrió su vientre antes de detenerse en el suave y húmedo ángulo entre las piernas.
-Llevas demasiada ropa -murmuró Miley temblorosa, y luego observó cómo se desvestía.
A continuación, Nick la besó despertando en ella tal pasión que muy pronto perdió el sentido del tiempo y del espacio y se perdió en el hombre, desenfrenadamente dispuesta a dar y tomar placer hasta alcanzar el final.
Fue entonces cuando Nick empezó a seducirla con tan exquisita lentitud que ella gritó pidiendo que mitigara el fuego que la consumía.
Más tarde, se quedaron dormidos y al amanecer volvieron a unirse con la dulce lentitud de dos personas en perfecta armonía sexual. A la mañana siguiente, desayunaron junto a la piscina mientras Miley pensaba con tristeza que era un lugar idílico y se preguntaba cómo sería dormir en los brazos de Nick todas las noches y ofrecerse mutuo placer.

Al día siguiente al amanecer tomarían el primer avión para Sidney y luego partirían por caminos separados.
Debería sentirse feliz de que todo estuviera a punto de terminar, pero en cambio se sentía increíblemente desolada.
Cuando Nick le preguntó cómo quería pasar el día, ella eligió el parque temático. Allí habría mucha gente, todo tipo de entretenimientos y eso significaba que no tendría mucha oportunidad de pensar en el encuentro nocturno.
-¿Quieres salir a cenar o lo hacemos aquí? -preguntó Nick cuando regresaron al ático.
-Prefiero cenar aquí.

Sería agradable cenar en la terraza bajo las estrellas, bebiendo una copa de vino frío, saboreando la exquisita comida mientras contemplaba el paisaje marino.
Nick se acercó a ella y recorrió su mejilla con un dedo.
El contacto le aceleró el pulso mientras invadía su cuerpo de placenteras sensaciones.
Era una locura. «Piensa con la cabeza. Si obedeces a los dictados de tu corazón tendrás serios problemas», se dijo en silencio.

Pero de alguna manera tuvo la sensación de que era demasiado tarde para emplear la razón.
-Voy a cambiarme -anunció en tanto pensaba que si no se alejaba de él estaría perdida.

La Inocente Novia Del Jeque Cap 22


-¿Por qué no? Algún día me tendré que casar con alguien.
-Sí, pero no creo que quieras hacerlo con cualquiera -contestó Demi.
-Tú eres guapa.
Demi se sintió fatal, le pareció una ignominia que la apreciara solamente por sus encantos físicos, pero no debía olvidar que, obviamente, eso era lo único que le había atraído de ella.
En cualquier caso, si le hubiera dicho la verdad, si hubiera confesado que era virgen, Joe jamás le habría hecho el amor, así que de nada servía echarle toda la culpa a él porque ella también tenía su parte de responsabilidad en lo ocurrido.
Joe le estaba pidiendo que se casara con él porque se sentía culpable y ella no estaba dispuesta a ser tan indecente como para aceptar una propuesta tan importante en aquellas condiciones.
-Lo mejor será que nos olvidemos de todo esto -le dijo-. No me debes nada. No te culpo de nada. No hace falta que me propongas que me case contigo.
-Claro que hace falta -insistió Joe.

-Gracias por la oferta. No quiero parecerte maleducada, pero creo que no es difícil de entender que no me quiero casar con un hombre que no me ama.
-¿Es tu última palabra?
-Sí -contestó Demi-. ¿Me puedo ir?
-Haz lo que quieras -contestó Joe.
Acto seguido, Demi salió a toda velocidad de su habitación y Joe se quedó allí, de pie, confuso. Ni por un segundo se le había pasado por la cabeza que Demi fuera a rechazar su propuesta.

Ahora, en lo único en lo que podía pensar era en que jamás volvería a tenerla en su cama.
Demi acababa de salir a la galena cuando se encontró con Jeanie.
-¿Dónde te habías metido? Te llevo buscando un buen rato -le dijo su amiga-. Por lo visto, ha desaparecido una joya y nos están haciendo abrir las taquillas a todos.
Demi siguió a Jeanie hasta los sótanos, donde tenía las taquillas el personal de limpieza y, mientras la señora Cook, la jefa de personal, las abría una detrás de otra, no podía dejar de pensar en Joe.

¿Qué habría pasado si hubiera aceptado su propuesta? ¿De verdad se habría casado con ella? No parecía muy propio de un príncipe pedir algo que luego no fuera a estar dispuesto a cumplir. Entonces, ¿se habría convertido en princesa? ¿Habrían sido felices? ¿Se habría olvidado de Camila y habría terminado enamorándose de ella?
-Demi, ¿podríamos hablar? -le dijo la señora Cook tras el registro.
A continuación, mientras Demi seguía a la jefa de personal a su despacho, se hizo un incómodo silencio.

-Han encontrado esto en tu taquilla -le dijo la señora Cook mostrándole un impresionante diamante.
-Eso es imposible... -contestó Demi mirando la joya, que conocía perfectamente porque la había visto varias veces en la habitación de Selena Anstruther.
-Hay un testigo que afirma que te ha visto guardar el colgante en tu taquilla durante el descanso de la comida -insistió su jefa.

Sorprendida por la acusación, Demi se lanzó a defender su inocencia y lo que tuvo lugar a continuación fue la peor experiencia de su vida.
Morag Stevens, una de las ayudantes de la señora Cook, resultó ser la testigo que la había visto guardando la joya y así lo dijo sin mirarla a los ojos.
Al cabo de una hora, le informaron de que tenía suerte de que lady Selena no la denunciara por robo, le entregaron sus pertenencias y la pusieron, literalmente, en la calle.
Allí la estaba esperando Jeanie.
-¡Yo no he sido, Jeanie, te lo juro! -exclamó Demi.
-Ya lo sé -la tranquilizó la pelirroja.
-¿Por qué diablos habrá dicho Morag que me ha visto guardar el diamante en mi taquilla si sabe que no es verdad?

-A lo mejor, porque ha sido ella la que lo ha robado, se ha puesto nerviosa y lo ha escondido en la primera taquilla que ha visto, que ha resultado ser la tuya. Te recuerdo que tiene llave de todo, pero yo sospecho más de lady Esnob.
-¿De lady Selena? ¿Por qué? ¿Qué gana ella acusándome? -contestó Demi atónita.
-No tengo ni idea, pero no es trigo limpio. ¿Qué vas a hacer?

Demi recordó la tarjeta de visita que Joe le había entregado cuando se habían conocido y decidió que debía llamarlo.
Seguro que él no permitía que la acusaran de algo que ella no había hecho. Seguro que Joe no la creía capaz de robar. Si se interesaba por el caso, podría hacer que se investigara en profundidad y, al final, se sabría la verdad.
-Si tu padre se entera de que te han echado por ladrona, se va a poner furioso -comentó Jeanie preocupada.
-Es viernes, así que tengo todo el fin de semana para contárselo -murmuró Demi nerviosa.
-Demi, no se lo digas. Vente a mi casa.
-No puedo...
-Si te pasa algo, llámame por teléfono. Ya sabes que te puedes venir a mi casa cuando quieras. A mis padres no les importa.

Tras despedirse de su amiga, Demi pedaleó a toda velocidad y, al llegar a casa, subió de dos en dos los escalones que llevaban a su habitación y, una vez allí, marcó el teléfono móvil de Joe.

-Necesito verte -le dijo cuando contestó-. Es urgente.
Se produjo un breve silencio antes de que Joe le dijera que se verían en una hora en el mirador que había a un kilómetro de su casa.
Demi se dijo que todo iba bien, que por su tono de voz Joe todavía no se había enterado de lo que había sucedido.
Al otro lado del teléfono, Joe colgó el aparato con expresión austera en el rostro.



La Inocente Novia Del Jeque Cap 21


-¡La verdad es que estaba bien hasta que me has propuesto que me ganara la vida como una prostituta! -exclamó Demi dejándose llevar por el orgullo herido.
-No me voy a defender de esa acusación -admitió Joe-, Jamás debería haberte dicho nada parecido.
Que le pidiera perdón con tanta facilidad conmovió a Demi, que terminó de vestirse y decidió salir de allí cuanto antes.
-Bueno, ya no tenemos nada más que decirnos -murmuró yendo hacia la puerta.
-Te equivocas. Te debo una explicación. Quiero que entiendas mi comportamiento.
-No.
-Por favor...
Al oír aquella palabra de labios de Joe, Demi sintió lágrimas en los ojos. Era obvio que Joe se arrepentía de lo que había sucedido entre ellos y aquello dolió a Demi todavía más que la terrible propuesta de convertirse en su amante.
Al mirarlo de reojo, volvió a maravillarse de su belleza masculina y recordó el roce de su piel mientras hacían el amor.

-Voy a pedir que nos traigan café -anunció Joe.
-No, por favor, prefiero que terminemos cuanto antes con esto.
Joe se quedó mirándola disgustado.
-No me gusta nada verte así. A lo mejor, las cosas no han ido bien entre nosotros porque ambos estábamos con la cabeza en otro sitio, pensando en otras cosas.
-¿En otras cosas? -dijo Demi.

-Sí, tú en tu padre, que te ha pegado y yo... y yo también tenía motivos para estar pensando en otras cosas porque esta mañana me he enterado de que una mujer que era importante para mí se ha casado con otro hombre.
Demi sintió que la sangre se le helaba en las venas, bajó la mirada y pensó que aquello era como si Joe le acabara de clavar un cuchillo en el corazón.
Una mujer que era importante para él.
Obviamente, estaba hablando de una mujer de la que estaba enamorado. A Demi se le hacía inconcebible que el príncipe Joe se hubiera enamorado de una mujer que lo hubiera rechazado.

Pero eso era lo que le acababa de contar y el hecho era que estaba enamorado de otra mujer, que su corazón pertenecía a otra.
Demi sintió que se le desgarraba el alma al comprender que Joe estaba enamorado de otra mujer y que, como no podía tenerla, se había acostado con ella, que no había sido para él más que una distracción, el premio de consolación.
Aquello la hizo sentirse dolida y humillada.
-¿Cómo se llama?
Aquella pregunta pilló a Joe por sorpresa.
-Camila...

-No tenías por qué haberme hablado de ella -dijo Demi.
De hecho, habría preferido que no lo hubiera hecho porque, al contarle la verdad, había afectado su dignidad y la había llenado de vacío y de angustia.
-Sí, yo lo necesitaba. No me suelo comportar como lo he hecho hoy. Me he aprovechado de ti y quiero recompensarte por ello. Sólo se me ocurre una manera de hacerlo.
-Lo que está hecho, hecho está.
-Cásate conmigo -murmuró Joe.
Demi estuvo a punto de estallar en carcajadas, pero se había quedado tan sorprendida, que no consiguió articular palabra.
-Estás loco... -dijo por fin.
-No, no lo estoy. Vivimos en una comunidad que no es muy liberal y tú has crecido en una casa en la que el sexo fuera del matrimonio es completamente inaceptable. Entiendo perfectamente que estés dolida por lo que ha pasado entre nosotros hoy y tienes derecho a estarlo. Me he aprovechado de tu confianza y de tu vulnerabilidad y no me enorgullezco de ello en absoluto.
-Pero pedirme que me case contigo...
Demi estaba completamente anonadada ante el cambio de actitud de Joe. Ahora comprendía por qué la había tratado con tanto cariño en la cama. Obviamente, estaba pensando en Camila.