Nick, no esperaba verte aquí —se oyó
una dulce voz a sus espaldas. Miley
vio que Delta Goodrem se acercaba a Nick.
Y se acercaba demasiado-. Miley, no he visto a Cameron esta noche.
Cameron solía apoyarse en la presencia de
su hermana a modo de cobertura, en tanto que a ella le agradaba
proporcionársela. A ambos les resultaba cómodo. La experiencia de dos
relaciones anteriores ya no estimulaba a miley a tener fe en la especie
masculina.
-Cameron no ha podido venir -respondió con suavidad.
El aspecto
de Delta era increíble; vestida a la perfección de pies a
cabeza en un estilo italiano y con un elegante peinado muy natural. Enfundada
en un traje de seda negro que realzaba sus curvas, su presencia era un imán que
atraía la atención de todos los hombres.
Los ojos de Delta se entornaron un segundo cuando un invitado fue en
busca de Nick y lo llevó
junto a un grupo de hombres.
-¿Has venido
con Nick? -preguntó incrédula-. Es un hombre que no encaja
con la gente de tu clase, ¿no es así?
-¿Y eso
significa...?
-Es rico,
salvaje y peligroso. Nunca conseguirías manejarlo.
-¿Y tú sí?
Tras
lanzarle una mirada, la modeló dejó escapar una risa reprobatoria.
-Oh, por
favor, querida.
-En ese
caso, ¿por qué Nick me invitó a mí cuando es obvio que
tú estás muy dispuesta a acompañarlo?
Los hermosos
ojos azules de Delta echaron chispas de rabia.
-¿Tal vez se
deba al factor novedad? -dijo en un gélido tono burlón.
-¿Lo crees
así? Tal vez esté cansado de las mujeres que disputan entre ellas para atraer
su atención.
Delta puso una mano en el brazo de Miley.
-Hacerse la
difícil es un juego poco aconsejable. Terminarás sufriendo.
-¿Y eso te
preocupa?
-No te
engañes, querida.
-¿Has
terminado? -preguntó Miley
con una sonrisa estudiada.
-Creo que
sí. Por ahora.
Cualquier
cosa era mejor que cruzar espadas con la reina del glamour, así que Miley se alejó para ver el resto de la exposición.
Después de
un rato, encontró a Delta sumida en una charla con Nick.
No estaba
preparada para soportar el dardo doloroso que atravesó su cuerpo. Era ridículo,
y odió esa reacción tanto como lo odiaba a él.
Nick Jonas simplemente era una aberración. Un
hombre que cruelmente manipulaba las circunstancias en beneficio propio. Así
que, ¿qué importaba si, era un amante experimentado, sensible a las necesidades
de una mujer? Había otros hombres igualmente experimentados. Hombres de
familias nobles, educados en colegios privados, graduados con honores en la
universidad y que se desenvolvían en el campo de los negocios, de la medicina,
del derecho.
Ella los
conocía, había alternado con ellos... pero nunca se había encendido una chispa
que la hiciera arder. Hasta que conoció a Nick.
¿Era Delta su compañera habitual? Era cierto que durante el
último mes los había visto juntos en un par de ocasiones... Y no había duda de
que Delta estaba dispuesta a clavarle las garras.
-Miley, querida. Esperaba encontrarte aquí. ¿Cómo estás?
Había muchas
señoras de la alta sociedad, pero Annouska
Pendelton era jefe indiscutible de toda esa
minoría selecta.
-Muy bien,
gracias.
-¿Cómo está
el querido Alexander? Lamento tanto que no se encuentre bien -dijo y
luego añadió, tras una breve pausa-: Veo que has venido con Nick Jonas esta noche. Un hombre interesante e influyente.
-¿Verdad que
sí? -convino Miley dulcemente.
Annouska desvió la mirada
-Ah, Nick. Estábamos hablando de ti.
Él se acercó
a ellas. Demasiado cerca de Miley. Tan cerca, que podía sentir la
fragancia de su perfume masculino.
-¿Sí?
-preguntó en un tono de seda.
-Ambos
debéis venir a la velada que se celebrará el próximo mes. Os haré llegar las
invitaciones en el curso de la semana. Disfrutad de la fiesta -dijo al tiempo
que presionaba los dedos de Miley
y el brazo de Nick.
-¿Te apetece
un café? -preguntó Nick
cuando quedaron a solas.
«Lo que a mí
me apetecería es irme a casa y dormir en mi cama... sola», pensó Miley. Sólo que eso no iba a suceder.
-¿No? En ese
caso nos marcharemos.
Intentó
zafarse de la mano que oprimía la suya, pero fue imposible.
-Delta quedará desilusionada.
-¿Y esperas
que te dé mi opinión?
-¿Deberías?
Les llevó
varios minutos llegar a la salida y ella captó la mirada venenosa de Delta cuando abandonaron la galería.
-¿Te
importa? -dijo Miley al tiempo que clavaba las uñas en
la palma de Nick para soltarse-. No voy a escapar ni a gritar por la
calle.
-No
llegarías muy lejos.
-No
necesitas recordarme mi obligación.
No cruzaron
palabra durante el trayecto a Point Piper. Y apenas Nick
estacionó, ella salió del vehículo.
¿Por qué
estaba tan enfadada? Nick
Jonas no era suyo. Nada le unía a él. Era libre de ver a
quien quisiera, y Delta Goodrem era una tigresa en la cama.
Una risa
lúgubre nació y murió en su garganta mientras precedía a Nick dentro de la casa.
-¿Te apetece
algo de beber? -preguntó al tiempo que deshacía el lazo de la corbata y se
desabrochaba la chaqueta.
Miley continuó su camino hacia la
escalera.
-¿Para qué
jugar a fingir? -dijo al tiempo que subía los primeros peldaños-. ¿Para poner
en un contexto diferente la verdadera razón de mi presencia aquí?
-¿Un hombre
y una mujer que se entienden en la cama? -preguntó él, en un tono suave como la
seda.
-Es sexo
solamente -dijo ella a sabiendas que mentía.
Y sin decir
más, siguió hacia la primera planta, consciente de la anticipación sensual que
invadía su cuerpo a medida que subía los peldaños.
El calor y
la pasión de la posesión de Nick se habían convertido en una
entidad palpable y se odió por desear lo que él pudiera darle, porque había una
parte de ella que deseaba que fuese real. Deseaba todo el bagaje emocional, y
no sólo la mera parte sexual.
Pero todo lo
que podía haber entre ellos se remitía al sexo. Y ella debería sentirse
contenta. Implicarse emocionalmente con Nick
sería lo mismo que lanzarse desde un avión sin paracaídas. Sí, una locura.
Miley entró en el dormitorio de la suite,
se quitó los zapatos, las joyas y bajó la cremallera del vestido.
Era
consciente de la presencia de Nick y del neceser que le tendía en ese
momento. Sus dedos temblaron al recibirlo y de inmediato fue al cuarto de baño.
Minutos
después, se quitó el maquillaje, se soltó el pelo y deliberadamente evitó
mirarse en el espejo.
Nick estaba en la cama, con la cabeza apoyada en un codo y mirándola con
una cierta ironía.
De pronto fue
muy consciente de la camiseta que le cubría los muslos. La antítesis del
glamour. Delta, o cualquiera de las muchas mujeres que habían
compartido su cama habrían elegido una prenda transparente, tal vez negra o
escarlata.
Pero ella no
estaba allí para provocar. Así que se introdujo bajo la ropa de cama y se
volvió a mirarlo.
Él deslizó
un dedo por la mejilla y luego lo enredó en sus cabellos.
Después
trazó el contorno de la piel detrás de la oreja y recorrió la base del cuello
mientras la besaba.
Miley dejó escapar un gemido cuando una mano descansó en el muslo.
¿Cómo podía
sucumbir tan fácilmente? De pronto tuvo el descaro de pensar que había estado
sobre ascuas durante toda la velada, esperando ese momento, deseándolo.
En ese
instante, la lengua de Nick jugaba una danza erótica en su
boca y ella empezó a responder.
Nick se puso de espaldas, la atrajo
hacia sí y empezó a acariciar sus pechos. Los pezones se excitaron mientras él
los tocaba y los besaba hasta que ella dejó escapar un breve grito mitad de dolor
y mitad de placer.
La erección
era una fuerza muy potente y Miley sintió que se incendiaba cuando él, dentro de ella,
empezó a moverse con mucha suavidad al principio imprimiendo a ambos cuerpos un
ritmo lento que fue creciendo en profundidad hasta que ella se sintió
totalmente perdida, inconsciente de los sonidos que escapaban de su garganta,
atrapada en el erotismo del ascenso hasta las alturas sólo para quedar
suspendida en la cima... y luego volver a caer en los brazos de Nick.